Elena

Adrián Ricoy ha cumplido lo que dijo "volveré noche y día si es por ti". El tiempo pasa y él sigue viniendo al mismo lugar.

Baja la ventanilla de su auto y me mira sonriente desde su vehículo.

—¡Hola! ¿Me extrañaste?

—¿No te cansas? —Me cruzo de brazos.

Su sonrisa se amplía.

—Y está difícil, pero vale la pena por el premio —Mueve las cejas —. Tú —Ruedo los ojos y él levanta un dedo —. Aunque he decidido volver a mi táctica anterior —Se ríe.

Levanto una ceja.

—¿Disculpa?

—Te voy a secuestrar.

—¿Y cuando me has secuestrado tú antes? —Lo miro raro.

—El día que nos conocimos, ¡Dah! —Saca la lengua y luego se relame los labios —Ya me excite —Se abanica con la mano.

—Tú te excitas siempre —Bufo.

—Lo siento, es mi don —Se ríe.

—Tu maldición, dirás... ¡Ah! —grito cuando me adrentra en su automóvil y arranca —¡¿Estás loco?! —me quejo —¡¿Qué haces?!

—Loco por ti, amor —Me guiña el ojo —¡Y nos vamos de paseo pi pi pi! —canta —¡En un auto feo...! —Se queda tildado —Ah no, es lindo ¡No importa, porque llevo torta! —Mueve la mano.

—¡Quiero bajar! —exijo.

—No es opción, baby —Se pone los lentes de sol —. Nos vamos a divertir.

—Tengo muchas cosas que hacer, no tengo tiempo de qué me arruines mi itinerario —le recrimino.

Levanta el dedo.

—Corrección, te lo mejoraré.