⊱ Prologo ⊰
╔════ ☽⊱°۞°⊰☾ ════╗
Yacía la noche obscura para ascender a los tronos del día, y transmitirle el ocaso al amanecer
╚════ ☽⊱°۞°⊰☾ ════╝
[...]
Eran apenas las once de la noche cuando de repente se escuchaban apenas con límite de fuerza las sirenas de una patrulla de policía.
—Mikaela... — canturreaba en un tono muy coqueto después de haber pronunciado el nombre de uno de sus colegas, un hombre de aparente adulta, pero no muy viejo. Un albino, para ser más preciso.
En lo que no tardaba de acercarse a la oficina de este, apareció un joven de melena rubia, y algo desordenada.
Se apoyó, pegando la espalda al borde del marco de la puerta cruzándose de brazos y con gesto poco agradable recibió al adulto a las afueras de su oficina.
—¿Qué quieres Shinya?
—Solo venía de visita por el pasillo preguntándome. ¿Qué estará haciendo mi hermanito? — en ese pequeño instante el oji-zafiro mayor se percató que la mirada de su pariente mostraba poco pasividad y comprensión, cosa que no dejaría pasar desapercibido, pues el rubio era capaz de herir a su hermano de muchas formas, pero no tenía el valor de herirlo física, ni psicológicamente. Es por eso que simplemente, recurría solo a las miradas asesinas.
Sin embargo. Solo él sabía muy bien el porqué se comportaba de esa forma tan amargada.
—Shinya. — el tono en su voz solía ser muy recurrente a amenazante, pero esta vez se escuchaba poco racional y pacifista, cosa que puso tenso al mayor — No necesito que te preocupes por mí, sé como cuidarme muy bien. Y para ser muy franco deja de aparentar alguien que no eres.
—Sabes que comprendo muy poco las cosas hirientes que tu dices.
—¡Idiota! — levantó con fuerza el tono de su voz, que se escucharon los gritos desde las otras oficinas — ¿Crees que iba a olvidar que día es hoy?
—Y, ¿Acaso crees que lo he olvidado?
—¿Necesito pruebas? ¿ Es necesario que te lo diga? ¿Acaso necesito volver a recordar lo que pasó para hacerte recordar lo que le hicieron a nuestra familia?— de la respuesta que se esperaba era, poco relevante, ni menos importante. Simplemente.
—Mikaela Hiragii, yo como hermano mayor exijo respeto.
—Y yo como hermano menor rechazo tu orden.
—¿Pueden hacer el favor de callarse? — un azabache adulto escuchó el "escándalo" en los pasillos que no tardó en reconocer a quienes estaban involucrados.
El rubio al darse cuenta de la presencia que consideraba enemigo cambió aquellos ánimos asesinos por completo para poder llenarse en un vaso de un devoto voto de silencio.
—Tch... — chasqueó con su lengua el rubio volteando la mirada a otra dirección, evitando a aquellos hombres.
— Por qué no dejan sus peleas para otra ocasión. Estamos en el trabajo.
— ¿Por qué cada vez que estamos teniendo una conversación amistosa debes arruinarlo? — y ahí fue todo ese silencio del rubio. En una larga. Y poco complicada pregunta sarcástica.
— Agradezco tus saludos Hiragii Mikaela. — sonrió cínicamente ante tal comentario el violáceo. Pues este simplemente no encontraba alguna pequeña y patética razón para llevarse bien con aquel chico de hebras doradas.
— Guren. Mikaela — nombró a los dos "niños". Si. Ese sería la descripción para ellos. Niños, definiéndolos en una sola palabra — Por favor si serían tan gentiles. De cerrar la boca ambos, estaría muy agradecido.
— Intentaba ayudarte, pero creo que me estas insultando de esa forma. — respondió el azabache adulto aún más sarcástico y dramático.
— "Dios, ¿Por qué tengo que vivir con esto?" — murmuraba el mismo rubio para así mismo. Burlándose de la situación y de las riñas de su hermano mayor, él se habría vuelto rebelde y desafiante para aquel albino, pero no era su culpa. Él sabía muy el por qué de las cosas.
— Puedes volver a casa Mikaela. Creo que llevas mucho tiempo aquí, y eso te está afectando demasiado — prosiguió a sugerirle el pelinegro, para así poder agitar la mano dando una leve señal que le pedía retirarse de una buena vez.
[...]
Y así fue como un desgastado.
Zombificado, sin olvidar mencionar las muy expuestas y latosas ojeras oscuras que se apreciaban bajo los parpados de aquellos orbes zafiros que, aún lucían una inexplicable luminiscencia, que agregando, no dejaban de tentar a todo cabo suelto; obligando a la mente de aquellos que lograban acercarse a él. Sin importar que cosa fuese, siempre lograba seducir de forma indirecta hasta al joven más inocente que haya podido cruzar cerca a él.
Sin duda alguna la mirada es una arma letal contra todo contacto visual, sin embargo los ojos de este demonio hecho carne, eran matadores.
— Joven Hiragii. Buenas noches.
Un hombre de mediana edad de contextura robusta, saluda cortes-mente al caballero de orbes zafiro. Quien muy generosamente corresponde a devolver el saludo, durante un largo bostezo.
— Perdóneme, estoy muy agotado. Deme uno con mostaza, por favor.
El civil asiente, mientras prosigue a abrir una de las cajas de aquel carrito de "Hot dogs", que se encontraba a la esquina de la estación de policías, en donde trabajaba este joven apuesto. El señor mientras calienta el alimento para que este cliente pudiera disfrutar de a lo que llamaba obra maestra, y al fijarse en otra acción que revive su cansancio decidió empezar una cómoda charla con el oji-zafiro.
— Veo que ha sido una gran labor.
— ¿Eh?— el joven pasó una de sus manos por el rostro sin responder pues este estaba totalmente consumido por las largas horas de trabajo, pero luego al reaccionar al escuchar con el hombre aclaraba la voz decidió a responder sin ninguna molestia— Ah. Si. Si, claro. Hubo demasiado trabajo en la oficina, no pude salir de ahí dentro de dos días. Perdone por no haberle respondido con anticipación.
— No señor Hiragii. No se sienta mal por eso. Es comprensible, cuando era joven también tenía un trabajo agotador, hasta que decidí vender en un carrito de Hot dogs. Pero, debería descansar.
— Si. Eso me lo han dicho muchos...
— Salga del país. Viaje con su novia, diviértase un poco señor.. — y fue así como como el joven guardó silencio al escuchar aquellas tres sugerencia, luego de que este despertara por completo. Era oficial, el café no solo despierta a este rubio.
El solo mencionarle "necesitas una novia", era como si este tuviera la condena de ir altar, o ser llevado a un matadero para que hambrientos animales salvajes lo devorasen parte por parte. Muy dolorosamente.
Él era muy conocido, era como una celebridad en todo Japón. Y no era por ser algún famoso artista, la verdadera razón por la que todos conocían a este atractivo caballero de hebras doradas, era por su increíble labor como inspector, quien no dudaba en resolver algún caso incompleto, para su fortuna lograba dar en el blanco con los culpables de monstruosos crímenes. El nombramiento de "inspector" quedaría muy pequeño en su trabajo, ¿verdad?
Debido a ser conocido por haber captura a una gran red de mafia rusa en Tokio, hizo llamar más la atención a la mafia Yakuza. Quienes tal vez ya tendrán alguna ubicación que ponga en riesgo la vida del chico, que para ser muy franco, su vida está empezando. Sería muy cruel que este muriese por un impacto de bala en el cráneo.
Eso sería muy cruel.
Demasiado cruel.
Pero su vida privada, se desconoce. Que por obvias razones ya se sabía perfectamente que este chico era soltero. Se debe aceptar. Teniendo una vida completamente arriesgada, él no querría que alguien viviese preocupado en cada encuentro criminal, que acabase con su vida. Sin embargo este hombre lo desconocía. Desconocía que aquel chico rubio estaba solo...
— Creo que eso sería imposible señor.— mencionó el joven irónicamente sosteniendo el alimento que el adulto ya había terminado de preparar— No tengo en mente...
Fue interrumpido repentinamente por un grito de unos niños que pasaban por aquella calle, y no terminó la oración, pues solo le entregó el dinero, olvidando recibir el cambio y caminó cruzando la calle para dirigirse a su departamento.
Mientras este iba de regreso a su hogar. Cada calle que cruzaba disminuía el número de personas, la gran multitud se redujo a unas cuantas almas, hasta que llegó a los callejones de la ciudad. El humo caliente que provenía de aquel obscuro lugar, abrigaba escasamente su rostro que estaba siendo congelado por aquella noche de invierno. Si, en esa estación el tono de su piel solía tornarse algo más pálida de lo que solía ser.
El joven no había tocado aquel alimento durante el camino, ya estaba congelado. Y sin importarle; decidió darle una mordida a aquel refrigerio y proseguir.
— ¡Por favor d-detente!— un desgarrador llamado despertó a un alarmado rubio que aún con las ojeras no dudó en mirar en diversas direcciones atentamente, hasta que decidió dar unos pasos adelante al callejón izquierdo. Justo en dirección a su hogar.
— ¡¿Quién rayos está ahí?! ¡Soy un policía! — dio un grito de advertencia al apreciar una sombra obscura que no dejaba de golpear a un indefenso transeúnte que se encontraba en aquel callejón.
Había un automóvil cerca aquellas personas, era obscuro, color negro que se podía apreciar gracias al fluorescente que estaba en aquel sitio, las lunas polarizadas se podía notar a simple vista.
Se volvieron a escuchar gritos de auxilio.
El joven no dudó en sacar su arma de fuego, que este escondía en el cinturón de cuero que no olvidó de quitarse— ¡Deje a ese civil!
El hombre hizo caso omiso a la advertencia, cosa que obligó al rubio tirar del gatillo y dar disparos a las lunas del auto. Que no se quebraron en más de tres segundos, obligando al hombre a reaccionar violentamente y subirse al auto en el cual ya tenía las lunas rotas.
— ¡Miserable!— gritaron desde a dentro del auto y de repente salió otro hombre disparando a la dirección del rubio después de que este se escondiera cerca a los botes de basura.
Los "malnacidos" dejaron la escena. Y al cuerpo del ciudadano, tal vez inconsciente, para los pensamientos del rubio, que no podía soportar no poder acertar con el estado de una persona. Odiaba que alguien muriera ante su presencia, lo odiaba.
—Estás bien. ¡Responde!— sujetaba al chico de la polera obscura que llevaba puesta, que no respondía. Tomó el pulsó del chico acercándose al pecho del joven, que dio respuesta. Aún se escuchaban latido, afortunadamente.
El rubio dio un respiro de alivio y tomó su teléfono para llamar a emergencias, sin embargo al observar al joven mientras este se encontraba en espera de una respuesta...
Se resignó.
De forma muy extraña. Pero, se resignó y colgó; cuando ya habrían contestado a su llamada, y sin dejar de terminar el comunicado de la voz femenina que le atendió.
— Debería curarte yo mismo. No creo que sería buena idea llevarte al hospital.
Tomó el cuerpo del joven y se levantó con gran dificultad, tomando el brazo del chico y rodeando en el hombro del mismo rubio, mientras que llevaba su brazo a la espalda del herido. Caminó arrastrándose junto al chico hasta su hogar.
Él sabía muy bien la razón por la que decidió llevárselo. No era un novato. Él conocía las razones, y eso lo preocupaba aún más.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top