Al crecer débil y sin mucha inteligencia me encerré a mí mismo, creé mi propia barrera. Odiaba no poder hacer lo que los demás hacían, ser un inútil, sin futuro y sin metas.

Harto de la preocupación de mi madre y el rechazo de mi padre, al no ser el hijo que ellos esperaban, encontré un artículo sobre un campamento de una agencia secreta del gobierno, estaban reclutando niños para pruebas. Esta era mi oportunidad de ser alguien y no la desaprovecharía.

Me inscribí en el campamento. Sabía que esto sería peligroso y probablemente muy doloroso, pero aun así quería escapar de la estúpida rutina en mi hogar, de siempre lamentarme por no hacer nada bien. Ya no había vuelta atrás.

Ni siquiera esperé a cumplir mis 10 años, que era la edad requerida. Apenas tenía 7 cuando decidí enviar mi información, aunque igual tomó algunos meses para que me llegara una respuesta.

La espera fue una tortura, pero valió la pena... Fui aceptado.