Capítulo 2

Expreso de Hogwarts

-¡Abril! ¡Dylan! -nos llamó Issac, pegándonos con su almohada-. Tenemos que irnos, prepárense.

Ambos nos desperezamos y yo me cambié rápidamente al baño, salí, ordené mi baúl, me peiné e incluso leí un poco, en lo que tardaba Dylan en ponerse los zapatos.

Issac nos esperaba abajo mientras desayunaba solo en una mesa aparte, aún así no había ni rastro de mamá. Me senté con mi hermano mayor y, sin ganas de hablar entre nosotros, escuchamos las acaloradas conversaciones de las personas alrededor nuestro.

-... Harry Potter... ¡Ayer! -murmuró una mujer a unos metros, quien hablaba en tono confidencial con otra.

-¡Imposible! -bajó más la voz, por lo que perdí parte de la conversación-... muertos, todo el mundo lo sabe.

-Te lo digo en serio, Clodette, él estuvo aquí. ¡Y nosotros lo vimos! Pregúntale a Babbers si no me crees. -subió el tono la primera mujer.

La que se llamaba Clodette suspiró y se levantó de la mesa.

-Estoy harta de tus mentiras, Ophelia, ese niño no nos salvará de nada... Él ya está perdido, muerto, quizás. -dió media vuelta, pero no se movió de allí.

Ophelia se cubrió la cabeza con las manos.

-Papá confiaba en él, y lo sabes. Lo creas o no, Harry Potter puede vengarnos de todo lo que Él nos quitó. -Clodette se fue luego de que su hermana dijera eso.

Volví los ojos hacia nuestra mesa y Issac estaba atento a lo que había sucedido. Parecía sorprendido, demasiado sorprendido teniendo en cuenta que era sólo una conversación de dos extrañas mujeres que no conocíamos.

-¿Qué te pasa? -pregunté, agarrando un trozo de pan que estaba frente a mí-. No parece mucha cosa.

-Oh, sí que lo es. Harry Potter, el Elegido. -soltó repentinamente.

-No tengo ni idea de qué hablas, Issac. Te recuerdo que no todos fuimos a Hogwarts por ahora. -le recordé.

-El niño que vivió, fue el único que sobrevivió a un ataque directo de Lo... De El-que-no-debe-ser-nombrado -rectificó a último momento-. ¿Recuerdas?

En mi memoria vagaba algún recuerdo de aquel nombre. Y entonces la idea me vino a la cabeza.
-¿¿ESE HARRY POTTER?? -murmuré con asombro-. ¿ÉL MISMO?

-Él mismo, al parecer, todo el mundo habla de eso. Mamá... -se interrumpió-. No comas ese pan, es para Dylan.

Justo Dylan apareció y se sentó junto a Issac, se pusieron a hablar.

Siempre nos habían hablado de Harry Potter, pero jamás pensé que podría estar en el mismo lugar que él. Era algo impensable.

"Harry Potter puede vengarnos de todo lo que Él nos quitó ", había dicho la mujer. Y sí, Lord Voldemort había arruinado nuestras vidas. Él le arrebató la vida a nuestro padre, lo condenó. Nos condenó. A mí, a Dylan, a Issac y, sobre todo, a mamá. Quien no había vuelto a ser la misma desde que él se fue.

Luego del desayuno rápido, bajamos nuestros baúles y salimos fuera, al lado muggle del Caldero Chorreante. Un coche negro nos esperaba pacientemente y no pude dejar de darle vueltas a todo y preguntarme como la mujer amable y risueña que tenía por madre podría haber sufrido de esa forma sin merecerlo: que le quitaran al amor de su vida. Y una sola persona tenía la culpa.

-Abril, cariño, entra. Tenemos que irnos. -la voz me devolvió a la realidad.

Al llegar a la estación Kings Cross, nos despedimos de mamá con mucha rapidez -pues llegábamos tarde- y subimos al tren sin mirar atrás.

Por fin estábamos ahí: en el expreso de Hogwarts. Pero no parecía tan especial como quien dice.
Las conversaciones entre estudiantes más grandes llenaban el ambiente y los silencios prolongados entre los nuevos daban lugar a un ambiente variado. A medida que uno se desplazaba hacia el extremo opuesto del tren, más alumnos de cursos superiores surgían, lo cual era sobrecogedor en muchos aspectos.

-¡Trevor! -dijo un niño, sacándome de mis pensamientos-. ¿Dónde estás? ¡Trevor!

-Sigue caminando. -me apuró Issac.

-¿Qué se te perdió? -quiso saber Dylan, más dado a ayudar que yo-. ¿Qué es "Trevor"?

-Es mi sapo -respondió el muchacho-. ¡¿Trevor?!

-¿¡Trevor!? -se sumó a la búsqueda mi hermano, pareciendo dos lunáticos.

Issac se pellizcó el puente de la nariz, respirando hondo, probablemente para no perder la paciencia. Él había estado un poco susceptible desde el día anterior a llegar aquí.

-¡Hola, Issac! -lo saludó una chica de cabello negro y rulos-. ¿Estos son tus hermanos?

-Oh, ¡hola, Klair! -cambió totalmente de postura-. Claro, ella es Abril y él... -suspiró, mirando a Dylan, quien continuaba buscando a gritos el sapo de un niño cualquiera-. Es mi otro hermano, Dylan.

-Oh, bien. -miró a mi hermano-, parece que estás ocupado. Aún así, cuando quieras venir, tenemos un compartimento para el grupo. -sonrió y se fue en dirección contraria.

-Tú ve, yo me ocupo de Dylan -me ofrecí, a lo que Issac asintió-, si es que puedo...

-Bien, cualquier cosa avísame. Y si ves a Harry Potter... Pídele un autógrafo, por favor. -le palmeó el hombro y desapareció por el pasillo.

Issac nunca fue una persona muy expresiva, como quien dice, aunque sí muy pensativa, podría llegar a ser un verdadero genio cuando se lo proponía.

Dylan seguía gritando junto a aquel chico.

-¿Dylan? -se puso a su lado-. Deja de gritar, nos vas a poner en ridículo. -mascullé, notando como había gente saliendo de sus compartimientos para ver qué sucedía.

-¿Y qué importa? -me miró como si fuera tonta-. ¡Trevor! ¡Trevor! -continuó exclamando.

Por Dios, estaba haciendo un escándalo. Y ni siquiera era nuestro primer día. Tomé la decisión más acertada: hacer como que no lo conocía. Salí de allí y arrastré mi jaula conmigo, me senté en un compartimiento vacío sola.

Cerré la puerta, bajé las cortinas y dejé que el tren me meciera acompasadamente. Y por unas horas estuve libre de toda preocupación y problemas. Cuando bajé finalmente del tren por la noche, me sentí renovada.

No veía mucho, pero oía a un hombre gritar algo así como: "¡Los de primer año vengan conmigo!", así que seguí la voz...

Muchos niños de mi estatura estaban arremolinados frente a una figura de monstruosa estatura, la cual nos guió hasta un muelle.

-Súbanse a las barcas con cuidado de no caerse al agua -explicó-, no le gustará al calamar...

Me acerqué a una y me subí tambaleándome, con mucho cuidado me senté.

-Hola -me sacó de mis pensamientos alguien detrás mío-, soy Jackson.

-Oh, hola. Soy Abril -sonreí amablemente, mientras él se subía-¡Ten cuidado! -la barca se había inclinado peligrosamente hacia la derecha.

-Lo siento, de verdad -se sentó con rapidez-. Es que... nunca había visto Hogwarts tan de cerca.

Me giré, con desconfianza y mis ojos se abrieron en sorpresa.
A día de hoy puedo dar fe de que jamás vi algo tan majestuoso como el castillo de Hogwarts aquella noche de primer año, brillaba como una perla negra en el paisaje oscuro: enormes ventanales que irradiaban una luz amarillenta, torres y torreones que contrastaban contra el cielo azul marino de las tinieblas, la grandeza del edificio era sorprendente y tan abrumadora... Parecía ser parte de la montaña, capaz de resistir cualquier cosa. Hogwarts era firme, regio, eterno, poderoso y acogedor.

-¿Ves? -escuché que dijo Jackson detrás mío-. Y pensar que no todos tienen el privilegio de poder venir aquí.

Ignoré lo que dijo después, en realidad, porque comenzó a decir cosas sobre los muggles y sus costumbres...

Cuando bajamos de las barcas, me excusé paupérrimamente y me alejé de él. No me malentiendan, me cayó bien, pero yo estaba llena de preguntas y necesitaba tiempo para mí. Demasiadas preocupaciones para una chica de primer año, ahora que lo pienso.

La enorme figura avanzó por la orilla seguida por todos los nuevos, de forma que quedé junto a un chico. Estaba callado y tenía pinta de estar aburrido, algo que me llamó la atención. Sentí la necesidad de decir algo, pero por alguna razón ninguna palabra se formuló en mi cerebro y éste se quedó en blanco.

-... Draco Malfoy. ¿Tú? -pude captar un poco de la conversación que mantenía un chico frente a mí.

-Pansy Parkinson, es un gusto. -sonrió una muchacha de cabello corto y marrón a su lado.

-... Hogwarts, espero quedarme en Slytherin. -comentó el primero, cuyo pelo platinado brillaba como una lámpara bajo la luz de las antorchas de un pasadizo que atravesamos.

-Yo también -se apresuró a corresponder Pansy-, es la mejor casa. Y mis padres esperan que me quede en ella.

-Los míos también -su expresión se endureció-. Sé que me tocará allí, toda mi familia es de Slytherin.

-Oh, debe ser genial.

De pronto, no estaba al tanto de lo que decían, sino que el apellido del chico resonó en mi cabeza y comencé a atar cabos. ¿Malfoy? Me sonaba de algún lugar... Hice memoria. Nada, no lo recordaba.

Dylan surgió de la nada y me puso una mano en el hombro, haciéndome volver a la realidad. Estábamos dentro del castillo. Por Merlín...


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