La Sombra de un Amor Inmortal

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Era un lindo día para trabajar, hacía tiempo que la casa que Rum y Shirley pidieron a Kate que les construyera ya había sido finalizado, tenía lo necesario para su comodidad, contaba con tres habitaciones, Rum aprovechaba el tiempo en que su hijo estaba con su padre para dedicarse a acomodarla a su gusto, quedaba a unos minutos de la de sus padres; estaba barriendo el suelo de madera, Shirley estaba cociendo las cortinas que más tarde colgaría en las ventanas. Su vecino Vincent tocó la puerta pues venía a darles una mano, Rum abrió y le invitó a pasar.
—Qué bueno que llegas. —Dijo con algo de timidez y sonriendo.
—Aquí me tienen. —Contestó mientras daba un vistazo a la casa.
Rum debía hacer unas entregas, dejó la escoba en su lugar, se quitó el delantal y se arregló un poco el cabello. —Shirley está arriba ¿Puedes ayudarla con las cortinas?
—Sin ningún problema. —Dijo él, Rum le agradeció, tomó una cesta y metió los encargos dentro para luego irse.

Él miró las ventanas pues debía colocar las cortinas, Shirley venía bajando con ellas en la mano.
—¡Rum, ya terminé! —Se detuvo al verlo solo ahí. —Se fue, ¿no?
—Si, te ayudo. —Entre los dos se encargaron de ir colocándolas, él la miraba y solo dijo. —Mis padres me están presionando por conseguir esposa.
—Ya, ¿y eso que? Hay muchas mujeres lindas en la isla, encuentra a una.
Él no sabía cómo, pero desde el primer momento sintió una fuerte conexión con ella, solo juntó su valor para pedirle que lo acompañara a cenar a su casa.
—Mi madre cocina muy bien.
—Lo siento en alma, pero no puedo, no todos saben sobre nuestra existencia, ¿qué cara pondrían tus padres?
Su madre a veces era severa, pues cuando dijo que la propuesta había sido cancelada porque Rum estaba embarazada de otro, casi les hace reclamos, pero él la detuvo y la tranquilizó diciendo que ella no era la chica de la que se había enamorado.
—Por favor, solo ven a casa, te protegeré, lo prometo. Esta noche.
Shirley lo pensó y aceptó, pero solo asistiría como amiga y no pensaba decirle nada a Rum para no preocuparla más de lo debido pues había pasado cinco días sin su hijo.

Luego de haber puesto las cortinas se dedicó a cocinar algo para el almuerzo, una de las habilidades adquiridas cuando eres asistente de tu muñeca viva en la cocina. Vincent notó sus habilidades en el hogar a pesar de haber tenido lujos y sirvientes, solo que ella no le contó mucho sobre su pasado.
Ellos comieron juntos ya que Rum estaba tardando, Shirley le preguntó. —¿No tienes que ir a trabajar?
—Hoy pedí el día a mi padre, él se encarga de atender hoy.
Luego de tomar el almuerzo, Shirley y él fueron a la habitación de Theo para acomodar sus cosas, no le era fácil haberlo dejado en manos de Oliver pues le tomó cariño desde que nació.
—Dime ¿puede una sombra enamorarse de un humano? ¿Eso está permitido?
—Ciertamente es visto con malos ojos y el amor entre ambos puede nacer. Justo pasó con mis amigos ¿Por qué la pregunta?
—Solo simple curiosidad. —Se sonrojó ocultando que era por ella que preguntaba.

Por la tarde llegó Rum algo cansada pues fue a diferentes casas a entregar la ropa que le habían encargado confeccionar, ya tenía varios clientes, y con el dinero ganado hizo algunas compras. Shirley la recibió y le calentó la comida. —Tu siéntate te serviré en un momento.
—Muchas gracias.
Le sirvió y puso el plato en frente, estaba nerviosa pues buscaba la forma de evadirla esta noche.
Por suerte solo se puso a cocer nuevos encargos, ella se alistó, sabía que esto le traería problemas, pero se arriesgaría. Rum estaba algo agotada por lo que cabeceaba para mantenerse lúcida, Shirley viendo su oportunidad le dice. —Ve a dormir ahora que puedes para que trabajes mejor ¿sí?
—Si. —Rum bostezó y se fue a descansar, Shirley le hizo compañía y pronto se quedó profundamente dormida.

Hizo sus últimos retoques, aplicó un poco de su perfume y salió de casa, iba feliz caminando hasta la casa de los padres de Rum, se encontró con Tucker, su perrito. —¿Me acompañas Tucker? Si voy solita me dará miedo estar con gente extraña.
Los dos siguieron caminando. Vincent estaba de un lado para el otro nervioso de la reacción de sus padres.
—¿A qué hora es que dijiste que venía la chica?
—Pronto, aún quedan unos minutos, las mujeres se toman su tiempo para estar guapas, aunque ella no lo necesita, es muy bonita. —Nadie le entendería pues había aprendido a asociar el rostro de Rum con la personalidad de Shirley.
La mesa estaba servida, su padre ansioso esperaba a la chica al igual que su madre, Shirley aún con nervios tocó a la puerta, los tres se alertaron, la señora iba a abrir. pero su hijo se adelanta para abrir, el primero en entrar es el perrito a la casa, ladrando y corriendo en círculos.
Ellos dos le conocían era el perro de los vecinos cuya hija era Rum, ellos creyeron que su hijo la había aceptado aún con un bebé de otro, la madre frunció el ceño pues a su hijo no le iban a echar esa carga que no le correspondía.

Shirley puso un pie dentro, zapatos de la más alta calidad, una tela delicada cual princesa la que llevaba puesta, su vestido modesto y muy bonito acorde a su delicada figura, la mujer iba a reclamar, pero al momento de mirarla casi se desmaya de la impresión, el señor dejó caer su pipa. Se la presentó de la manera más natural, ellos no dijeron ni una palabra por la impresión. —Un gusto, me llamo Shirley.
—Mamá, papá ella viene de la casa de las Sombras.
—B-bienvenida. —Dijo el padre del joven, el cual le hizo seguir adelante, ella entró sintiendo nervios, su perrito ya se había acomodado en el suelo para descansar.
—Espero no les moleste que haya traído a mi mascota.
La madre recordó las historias de las hadas, era la cosa más impresionante que había visto, lo sabía era peligrosa. —No por supuesto que no, pasemos a la mesa. —Prefirió alimentarla a que luego ella lo hiciera con ellos como bocadillos.

Durante la comida el señor se fijó que era idéntica a Rum por la silueta y estatura la voz era sumamente dulce y familiar. —Disculpe ¿es usted aquella chica que estaba junto a Rum aquella noche?
—Si, muchas gracias por brindarnos ayuda cuando lo necesitábamos, Rum estaba muy cansada por la caminata y haber estado cargando su maleta.
Ya hacía diez meses que llegaron al pueblo, él hombre pensó que se había ido a casa, pero siempre estuvo ahí, ahora los dos comprendían por qué su hijo dijo que ella no necesitaba arreglarse mucho, pero le parecía bonita, ¿cómo? Si ni siquiera tenía un rostro propio.
Era educada en la mesa, graciosa y gentil, pero a la madre de él no le parecía una candidata para futura esposa, ¿Qué dirían los demás? Todos se burlarían de ellos.

Al finalizar la cena, Vincent quería hablar sobre ella y él, aún si ella no le veía con ojos de amor al menos quería plantear la idea a sus padres. —Shirley es quien me gusta desde el primer momento.
La nombrada se sintió avergonzada por la declaración, nadie nunca le había declarado su amor, pero sabía que no podría ser, muchos les odiaban solo por ser así.
La señora no lo aceptó. —No lo permito, es una relación extraña Vin, ¿te has puesto a pensar en qué dirán los demás cuando les presentes esta cosa? —Dijo mientras señalaba a Shirley, la cual a pesar de no querer una relación se sintió ofendida.
—Eso no me importa, mamá. Que hablen lo que quieran...
Shirley le dio tristeza por cómo los veían a las sombras, no poseía un rostro propio, pero al menos había alguien que se ocupaba de eso y lo hacía con gusto. —Muchas gracias por recibirme en su casa. —Tomó a su mascota en brazos, dijo que la comida estuvo deliciosa y se retiró en silencio.

Durante el regreso estuvo llorando, lo supo desde antes de llegar, ella aún no encajaba en este mundo, dejó a Tucker en libertad y él se fue a casa, Shirley solo quería dormir y olvidar, solo que su vecino se apresuró para alcanzarla y tomar su mano. —¡Espera!
—¿Qué haces aquí?
—Vine a acompañarte a casa. —Miró que aún sujetaba su mano y luego la soltó, ella se disculpó por el hollín que quizás hubiese dejado marcado sobre su palma. —Disculpa a mi madre.
Shirley suspiró y la disculpó, lo sabía era un poco complicado que la aceptaran a primeras, así como los padres de Rum y el mismo Vincent.
El camino se hizo largo, pero fue porque ambos miraban el extenso cielo nocturno mientras contemplaban las estrellas.
—Dime, ¿es cierto que te gusto?
—Por supuesto. Rum lo sabe, pero está en ti aceptar mis sentimientos.
Shirley no estaba segura de hacer tal cosa, no podía entregar su pobre corazón a cualquiera, luego las cosas no funcionaban y ella saldría lastimada.

El viaje había sido pesado, ahora estaban caminando en nuevas tierras, los tres preguntaban en cada sitio, daban descripciones, había tantos niños semejantes que se les haría difícil dar con el correcto. Ahora descansaban de una ardua caminata en una cafetería. —Ricky, cómprame esos dulces.
—No vinimos a desperdiciar el dinero en tonterías, nos debe durar para sobrevivir y regresar.
Candy quería insultarlo con las palabras más "amigables" pero al verse rodeada de personas sonrió amable e insistió.
—Cállate loca. —Respondió Barbie, Ricky estaba a cargo de dos personas más grande que él, solo quería que desaparecieran, lo peor era que parecían pequeñas niñas las cuales hizo pasar por familiares, unas sobrinas.
—Ustedes andan pendejos, seguramente sus captores hicieron esto mismo, nadie sospecharía que fuesen familiares. —Comenta Candy mientras le robaba una galleta a Barbie. —Hoy en día los mocosos solo sirven para hacerlos trabajar, ese niño está sufriendo el mismo destino de su madre. —Matthew es un bebé de aspecto dulce y muchas personas podrían sacar beneficio de su parte.
—Jardín de flores es torpe aún. —Comenta Barbie. —Kate no está muy pendiente, había que poner mano dura. —justo Candy viendo que Barbie está distraída hablando desliza su mano para tomar otra galleta, pero recibe un golpe por parte de esta.
—Hija de pu... —Al ver la mirada amenazante de Barbie, Candy se detiene y sonríe nerviosa.
Barbie había sufrido mucho durante su vida, aunque su ama sombra la lastimara siempre permanecía fiel a su lado y no tendría piedad con nadie.

Luego de tomar algo reanudaron la búsqueda, incluso visitaron orfanatos, pero ningún infante de esa descripción correspondía.
—Si quiere deshacerse de esas dos con gusto las recibiremos, nos hace falta niñas grandecitas y ellas dos se ven fuertes.
No era a lo que había venido, pero para aprovechar y quitárselas de encima. —Créame son muy trabajadoras. —Ricky se estaba ganando un boleto directo al infierno, ellas estaban enfadadas, él rápidamente dijo que no estaba regalándolas, solo buscaba a ese niño en específico. —Es el hijo de mi señor, si lo ve puede escribirnos, habrá una recompensa a quien lo devuelva.
Le deseó un buen día y salieron del lugar, las dos no olvidaron su acción así que lo llevaron a un callejón para golpearlo entre las dos.
Barbie se sentó sobre la espalda de Ricky y le arrebató el dinero, entre ella y Candy contaron las monedas. Anthony había sido generoso con Ricky, pero ellas pensaban que serían mejores líderes que él.

Llegada la noche fueron a su hospedaje para pasar la noche, Ricky estaba adolorido y agotado, sus anteriores compañeros eran amables y no entendía porqué Anthony las había puesto en su equipo si a pesar de ser adultas tenían el peor de los caracteres. Dos habitaciones, ellas compartirían una y él estaría solo, no las estaba soportando pero si era por su señor lo haría, parte de su dinero había sido tomado por esas dos granujas, dejó su maletín sobre la silla, se desvistió y se miró en el espejo, Barbie era la que más fuerza tenía y le había dejado marca. —Que dolor. —Se recostó en la cama, por fin un rato lleno de paz sin esas dos problemáticas a su alrededor.

Bárbara extrañaba a Barbie y tenía que soportar a Anthony y a Christopher, pensó en Stella ¿Quién se ocupaba de ella? Pero recordó que tenía a Laurel y Matilda, estaba sentada leyendo un libro en la biblioteca. Ellos dos hacían cuentas para la casa y luego entregarlas a Kate y Shaun.
—Habrá una boda en noviembre. —Comenta Christopher, ya que había que sacar presupuesto para la ceremonia.
Ante el comentario Bárbara pensó en que ella nunca podría lucir como una novia, si, por culpa de ese hombre que la estaba acompañando, arrojó un poco de hollín, sujetó la falda de su vestido y arrugó la tela, su enojo se iba incrementado, ambos lo notaron. —Bárbara ¿te sientes bien? —Ella al escuchar la voz de Anthony solo pidió salir un momento para calmarse, le dio unos minutos pues luego pasarían el rato para tomar té.

Salió y pudo respirar con normalidad, buscaba la calma que él le quitaba, retuvo todo su enojo para no explotar, controlar su poder era difícil a veces pero lo lograba. Oliver pasó y ambos se saludaron. Ella no se había involucrado mucho en las vidas de sus amigos y ver esa pequeña criatura en brazos de su compañero se le hizo un poco curioso. —Oliver ¿y ésto?
Oliver sonrió y se lo presentó. —Es el hijo de Oliver. — Para Bárbara era algo increíble que su amigo tuviera un hijo propio.
—¿Cómo pasó? ¿Cuándo?...
Oliver aclaró que se enteró hace unos meses de la existencia de Theo y se lo pidió a su madre prestado por unos días. —¿Quieres sostenerlo?
Ella ilusionada aceptó, era una criaturita tan pequeña y muy linda, pesaba y tenía miedo de dejarlo caer por no ser una experta, no era diferente de la hija de Kate, solo que este aún estaba muy pequeño.

Decidieron ir a dar una vuelta para hablar un poco, Bárbara estaba fascinada con el hijo de su amigo, se quedaron en una sala para que el pequeño no sintiera frío, ella había olvidado a Anthony y a Christopher por completo, ¿Cómo una persona tan pequeña le despertaba ternura? —Hope ya dice palabras y camina, a este le falta mucho por crecer.
—Si, Oliver lo sabe por eso pidió verlo antes. A esta edad aún son dependientes y no quería perderse esa etapa.
Ya eran varias personas que tenían hijos, ninguno se quejaba por la atención requerida, es más su entorno giraba en ellos. —¿No es difícil cuidar de uno?
—Claro que sí, son delicados ya que por cualquier cosa los puedes mandar al otro mundo. —Bárbara se asustó, no entendía como llegaban a crecer si eran frágiles como las plantas.
Theo comenzó a llorar, ella no sabía cómo calmarlo así que se lo pasó a su padre que tampoco podía si todo ese asunto era nuevo para él.

Oliver y ella salieron del lugar ya que él necesitaba ir a la habitación, se despidieron, estuvo ahí pensando en que tal vez todo hubiese sido diferente con Christopher, una bonita historia de amor, si no fuera por Anthony. —Ese maldito hijo de...—Antes de terminar la frase sintió una mano sobre su hombro.
—¿De quién hablas?
Sintió algo de terror y como su cuerpo se estremecía. —Ah, de otro maldito, si... —Pensó que podía ocultarlo, pero Anthony sabía que era de él a quien se refería de esa manera, no le molestaba, era lo que pensaban todos acerca de él y si había que serlo lo haría.
—Te dije que no te fueras tan lejos y mira hasta donde hemos tenido que buscarte.
Bárbara se disculpó, pero con la sombra de Anthony, así de grande era su resentimiento con él que le ignoraba; se hizo notar, pero ella tomó la mano de Christopher y se fueron a la reunión de la hora del té.

Fue un día agotador para Bárbara, le hacía mucha falta Barbie, se metió al baño, dejó sus accesorios sobre la encimera, se desvistió para tomar un baño y olvidar al pesado de su cuidador. Al final su vida no tenía un sentido, el amor de su vida no estaba con ella, sus sueños se vieron opacados cuando supo que él había muerto.
Se hundió en la tina, esperando lentamente morir ahogada, por sentir miedo y desesperación volvió a la superficie, tosió y tomó aire nuevamente. —Nada le sale bien a Bárbara. —Luego de eso salió, se secó y peinó, se puso su perfume y colocó su camisón para irse a descansar, ya estando en su cama pensó en el momento en que se sintió morir aquel día, pero Anthony no la dejó morir, ahora pagaba eso con un dolor en el corazón, no quería existir más pero ahí estaba, viviendo día a día.
Más al rato entró él a la habitación a comprobar si Bárbara ya estaba dormida, la ventana estaba abierta, entraba aire así que la cerró, había objetos fuera de lugar, entró al baño viendo todo desorganizado, toallas usadas, agua en el piso por salpicadura.
—Que desorden formó. —Bárbara no era nada sin Barbie quien la asistía desde siempre y hacía su diario vivir fácil.
Se hizo cargo de poner todo en su lugar, secó el suelo, dejó la tina lista para el siguiente día, la ropa la tiró directo a la lavandería, tomó sus botas y las limpió, luego las dejó en su sitio, arregló la mesa y por último fue a verla para asegurarse de que estuviese bien abrigada, tomó su mano y la metió bajo la manta, su señor siempre apreció a Bárbara y se preocupaba por ella, ¿por qué no hacerle un favor?

Faltaban pocos días para que Theo volviera a casa junto a Rum, Oliver estuvo trabajando en un pequeño obsequio para su hijo, una caja de música. —Espero que esto la sorprenda a ella. —Pronto la tendría lista, Ollie miró a su señor trabajando con esmero, dejó unas tazas de café para que ambos pudiesen beber y descansar un rato. Theo estaba en su cuna jugando con algún muñeco hecho a mano.
—Entonces mi señor ¿Qué piensa hacer con su vida?
—¿A qué te refieres?
Ollie solo quería saber si seguiría esperando o lo intentaría con alguien diferente, pero Oliver comentó que preferiría estar solo. —No lo tomes a mal, pero Oliver no siente los mismos sentimientos por Anna.
Ollie se sorprendió pues su maestro estaba al tanto de todo porque él intentara acercar a Anna hacia él. —Mi señor ¿Puede intentarlo?
—Oliver lo siente, pero por favor no insistas, Oliver no está disponible en estos momentos. —Fue franco con su amigo, no quería malos entendidos, aún sentía cosas fuertes por la madre de su hijo y esperaba el día en que ella pisara la casa solo para verla y decirle que la amaba.

Louise estaba reunida con Sara, la cual quería saber cuándo le proponían matrimonio, no lo había pensado, ni siquiera era la prometida y solo estaba de novia con Shaun, Sara solo dijo que algunos no planeaban nada serio con sus novias. Louise en ese momento sostenía a Courtney mientras Cornelius tomaba una siesta sobre su cama, ya que Lou estaba un poco ocupada haciendo la limpieza de las habitaciones con ayuda de un sirviente y ella se ocupaba de los niños.
—Sara no sabe cómo puede Louise hacerse cargo de esos bebés, son tan molestos.
Louise miró a sus bebés, eran de ella, a pesar de no haberlos tenido. —No le molesta, en verdad estos pequeños son encantadores. —¿Por qué Sara no tiene uno?
—¿Bromeas? ¿Por qué habría de tenerlos?
—No lo sé, son la felicidad de un matrimonio, eso dicen.
Sara comentó su vida junto a Edward, ambos vivían juntos y hacían sus propias cosas, compartían la cama al dormir, quizás tomar té por las tardes. —Edward prepara un té suave y exquisito, ¿al menos Shaun hace algo así?
—N-no, pero es muy dulce, y ¿Cuándo se dan muestras de cariño?

Sara se quedó pensando en eso y preguntó. —¿Muestras de cariño? —Esas cosas no sucedían entre ellos y solo convivían. —Sara lo ve innecesario, basta y sobra con estar juntos ¿no?
—Ah pues Louise pensó que sí, ¿no es lo más natural? ¿Cuándo dos personas se quieren?
—Por supuesto que Sara quiere a Edward. Los humanos tienen otra forma de amar ¿no es así? Por eso lo aprendiste de ellos.

—No, es algo que nació de Louise, el querer darle cariño a otra persona, empezando por la hermosa Lou y luego con Shaun.
—Bueno, pero sabes que no es necesario para nosotras las sombras, solo basta con convivir sigue el ejemplo de Sara.
No era necesario para muchos el afecto físico, solo bastaba con que se amaran y compartir juntos como pareja, Louise tenía dudas sobre si era correcto, la casa no permitía unión entre humanos y sombras, pero con la llegada de Kate todo fue distinto y ahora dudaba en si Shaun la quería realmente pues hasta el momento no había propuesto nada para unir sus vidas.

Louise luego de un rato llevó a los bebés con su madre, Lou los tomó y miró a su ama algo deprimida y preguntó a que se debía su estado de ánimo mientras recostaba a sus pequeños sobre las cunas, se acercó a Louise y sonrió para animarla.
—Lou ¿tú amas a Louise?
—Claro que sí, porque usted también me ama.
Louise emocionada le dijo que si no era por Ricky ellas dos hubiesen sido felices juntas, le dio un abrazo fuerte. Estuvieron dedicándose juntas a cuidar de los bebés.

Anthony hoy debía darle clases a Bárbara, la cual no sabía que hacer pues en su vida había preparado comida. —Te servirá para que puedas ser útil en la vida, no debes depender de Barbie.
—Pero Bárbara solo causaría problemas. —Puso una excusa mientras sostenía una olla, Anthony le asignó una linda asistente, Christopher entró con ella.
—Mi sobrina te ayudará a preparar una simple y sencilla receta, pan. —La dejaron a cargo, los adultos responsables serían ellos dos para que no iniciaran un incendio en la cocina.
—Pero si apenas habla. —Anthony aseguró a Bárbara que también iniciaría en la formación de su educación.
Se puso un delantal y miró un libro para seguir la receta, Hope estaba sobre la mesa de preparado, viendo todo un nuevo mundo de juegos. Bárbara señaló que había que poner harina, se dirigió a un saco de harina que estaba a un lado para tomar la cantidad, luego la dejó sobre un tazón.
Hope tomó un huevo. —¡Eto! —Se lo pasó y Bárbara miró la receta requiriendo al menos cinco más.
—Si lo agregamos, ¿no? —No sabía cómo abrirlo miró a Hope pues tampoco sabía así que la pequeña lo estrelló en el piso, Bárbara se asustó pues a ella le tocaría el llamado de atención.
Christopher le mencionó que debía hacerse cargo de eso, así que tuvo que limpiarlo, no era fácil y más si Hope no ayudaba, solo partió los huevos sobre la harina, Bárbara se asustó pues ya había roto más de la cuenta y las cáscaras estaban dentro ¿cómo sacarlas? —¡Así no es!
Hope metió las manos para amasar, Bárbara la trató de detener, pero se bajó de la mesa con la ayuda de la silla y fue por algunas cosas de otros sitios, lo más atrayente era la harina, Anthony vio como su sobrina era inquieta, sabía esconderse de Bárbara e incluso hacerla pasar un mal rato, se aguantó la risa, era algo que sabía que pasaría, ambas no pudieron completar la misión.

Ella ahora cargaba a Hope la cual le había llenado toda de masa la cara, el cabello y la ropa de ambas estaban manchadas. —Afortunadamente no hubo un incendio, por favor llévala a cambiar, si Kate se da cuenta de cómo ha quedado me echará pleito.
Bárbara quería matarlo por dejarle toda la responsabilidad, se la llevó con algo de dificultad consigo hasta la habitación de la niña, por suerte estaba su niñera ahí la cual horrorizada se apresuró a ir con ellas. —¿Qué sucedió?
—Una guerra en la cocina, como es de odioso Anthony, ponernos a cocinar sin siquiera saber.
—No se preocupe señorita Bárbara, le puedo enseñar si gusta.
—¿En serio? —Estaba animada pues quería por lo menos saber cómo romper un huevo.
Camille atendió a Hope y la dejó lista, luego se dirigió a sus juguetes y tomó una de sus muñecas y se la entregó y para invitarla a jugar un rato hasta que sintió sueño y su niñera la acostó.
Muy amablemente Camille le ayudó a limpiarse hasta que llegara a su habitación a cambiarse. —Con respecto a la cocina, tómeselo con calma, existen libros que le explicarán todo y puede contar con mi ayuda para eso cuando guste.
—Lo tomará en cuenta, muchas gracias por la ayuda. —Bárbara no la quería ocupar ya que al parecer Hope daba mucha lata y prefería pedir la ayuda de Barbie. Se regresó caminando hasta que se encontró con Anthony y Christopher. —Su sobrina está en la habitación durmiendo.
—Excelente, por favor, Bárbara, ve a asearte, nos veremos en mi habitación para seguir estudiando.

Se fue directo a bañar, debía estar lista, con dificultad se podía arreglar ella misma, siempre Barbie le ayudaba en las más mínimas cosas, luego fue caminando en dirección a la habitación de Anthony, no quería pisar ese sitio, pero él mandaba. —Lo odio de verdad. —Parada en la puerta toca, él le indica desde dentro que pase, cuando ingresó pensó que estaría Chris, pero solo estaba él, le ofreció sentarse, ella se negó.
—Es una orden, toma asiento. —Ella obedeció y él le entregó una carta.
—Llegó hoy en la mañana, es de Barbie.
—¡¿Barbie?! —Abrió desesperada el sobre y leyó el contenido, había mucho que contar.
La pobre Barbie lamentaba no haber podido despedirse aquella mañana como lo prometió la noche anterior ya que salió antes del amanecer, había estado viajando por mar y tierra por el hijo de Emilico que hasta el momento nadie sabía de su paradero, mencionó haberse peleado junto a Candy contra Ricky y haberle dado su merecido por querer dejarlas abandonadas en el orfanato.
Disfrutaba aquella vida sin estar encerradas veinticuatro horas y siete días a la semana en esas grandes murallas de piedra.
—Ojalá pueda usted un día venir conmigo y vivir maravillosas aventuras, con cariño Barbie. —Debajo había una nota en donde ponía que llegaría pronto. Sonrió al saber que no faltaba mucho para su llegada. —Parece que alguien si se está divirtiendo.
—Entonces ¿no te parece divertida mi compañía?
—Ciertamente me molesta tu presencia, Anthony. Ya no soy una niña a la que puedan mandar.

Anthony lo tenía claro, era una sombra mayor, así que le puso un libro en frente para que lo leyera. —Eres fuerte, que nadie diga lo contrario, esta guía es básica para sobrevivir fuera.
Abrió el libro y miró el contenido, desde cómo hacer una fogata, hasta pelear.
—¿Cómo se supone que haga esto?
—Solo basta con aprender y tener un buen maestro que te lo enseñe, la vida te prueba de diferentes maneras y necesitas al menos saber hacer cosas y usar la astucia.
Las personas suelen ser ambiciosas y terminan cegados de poder, sed de venganza. —Es tu vida el vivo ejemplo ¿no es así? —Miró el libro, al menos aprendería primeros auxilios en caso de una herida o algo más grave.
Ella fastidiada se levantó y él tomó su mano para preguntarle algo. —Dime Bárbara ¿Te enamoraste de mi sombra?
El hollín empezó a salir de su cabeza por la pregunta, no quería traer fantasmas a su vida y menos hablar de sus sentimientos hacia Christopher. —No es algo de lo que a Bárbara le gustaría hablar.
—Mi señor Christopher te tenía mucho aprecio, hasta creería que sentía algo por ti.

Bárbara con sus palabras era lastimada, todos siempre le mintieron y la utilizaron para su propio beneficio, no quería sentir que se burlaban de ella por ser ingenua e ilusa. —¡Todos siempre juegan con Bárbara! No mientas más Anthony, no más por favor. —Se suelta de su agarre y se va de la habitación llorando. Corrió pero luego redujo la velocidad de sus pies, era agotador para alguien como ella, tomó aire y pensó que todo ese sufrimiento fue porque Christopher siempre tuvo amabilidad, más Anthony era maldad pura, era astuto sabía aprovecharse de cada situación. —Christopher merecía vivir y no tú, maldito Anthony. —Sus lágrimas al igual que su hollín no paraban de salir, era muy doloroso no poder ir a llorarle a Christopher pues no había una tumba, solo fue desechado. —El amor de Bárbara siempre fue... Christopher. —Se sintió desfallecer en su propio dolor, su corazón estaba sufriendo, quedó tendida sobre el suelo del pasillo sintiendo frío y soledad.

Cuando despertó estaba en la enfermería recostada sobre la cama, se sentía muy débil, pero no había pasado nada malo. —Señorita Bárbara... —Apenas y pudo emitir un sonido indicando que estaba consiente, Elizabeth tomó su muñeca para sentir su pulso, iba a ponerse bien si descansaba. —Qué suerte ha tenido, la señorita Emilico la encontró cuando venía de regreso de su paseo.
—¿Emi? —Elizabeth le dijo que descansara y que no se esforzara en hablar, Emilico fue llamada para entrar, no estaba sola pues tenía en brazos a su pequeña hija.
—Permiso. —Emilico miró que Bárbara ya estaba mejor, se sentó en una silla que estaba al lado de la cama, se alegraba haberla encontrado a tiempo. —No sabe lo asustada que estaba en ese momento cuando la vi en ese estado, por suerte estábamos con mi niñera y llamamos a los demás sirvientes para ayudar.
Bárbara no quería ser salvada, quería desaparecer y unirse a Christopher, no habría más sufrimiento por su ausencia, pero con todo lo que sentía le agradeció por haberla salvado, haciendo muy feliz a Emilico, esa sonrisa angelical que tenía era medicina, una persona positiva en un mundo tan cruel daba tanta paz.

Anthony fue más tarde a verla, ella estaba cenando tranquilamente. —¡¿Por qué no dijiste que te sentías mal?! —Ella lo miró, pero se mantuvo callada para terminar sus alimentos, él estaba un poco impaciente por que dijera algo, solo tomó asiento para esperar.
Ella se limpió con la servilleta luego le miró. —Bárbara se puso mal luego que salió de su habitación. Tenga el favor de no molestar y retírese. —Estaba cansada y no quería pelearse con él.
—Bien, me iré, pero solo por ahora. —Tomó la bandeja y se la llevó consigo, preguntó cuando le darían salida, solo le dieron una noche para reponerse y ya en la mañana le daban de alta. —Pasaré por ella.
—Claro señor, la cuidaremos bien, no se preocupe.

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Continuará...

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La página de Ocs está actualizada con los nuevos personajes.

¡¡¡Gracias por leer, abrazos!!!

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