Capítulo 24
— Excelente ensayo — todos chocamos las palmas.
— Creo que ganarán — comenta Vladimir refiriéndose a Andrya y a mi.
— ¿De que me perdí? — digo confundida.
— Participarán en el show ¿Verdad? — pregunta Cristoff — Tienen que hacerlo —
Andrya y yo nos miramos por un segundo. Si nos cuesta mucho ponernos de acuerdo para éste proyecto, no quiero imaginarme para el show. Ya es demasiado pasar tiempo con éste ruso que se cree la divina cosa, como para añadir más tormento en mi vida. Yo pasó.
— Aún no lo decidimos — comenta Andrya.
— Pues deberían — dice Matt.
— Lo dudo — murmuré.
— ¿Que dijiste? — pregunta Andrya.
— Nada. Solo que un segundo ensayo no nos caería mal — achica los ojos en dirección mía.
— Yo me tengo que ir. No puedo dejar el puesto solo por más de una hora, Miroslava es... — Luka bufa — Ya la conocen — me río.
Tiene razón. Esa mujer es exasperante.
— Ok. Vete no te preocupes — le digo y asiente. Se acerca y se despide de mi con un abrazo muy tierno.
— Nos vemos chicos — los demás asienten.
— Bueno, solo quedamos nosotros...
— Yo también me tengo que ir — soy interrumpida por Matt quién toma su mochila y se larga del salón corriendo
— ¿Alguien más? — Vladimir y Cristoff salen de igual manera.
Ruedo los ojos.
¡Exagerados!
— Per. Fec. To — murmuró.
— No te enojes — lo que me faltaba... El iceberg buena onda tuvo que aparecer y quedarse conmigo.
Me fastidia sus cambios de humor.
— Para nada — bufé — Tú mi amigo, deberías de ir a un psicólogo —
— ¿Por qué? — parece causarle algo de gracia mi comentario.
—Solo digo — me encojo de hombros.
— Yo solo trataba de animarte? — rueda los ojos.
— Dime la verdad ¿Soy exigente? — le pregunté.
Con la seña de sus dedos dice: — ¿Un poco? — ruedo los ojos — Están cansados. Solo es eso —
Bueno... Buen punto.
— Ok. Es verdad, lo siento. A veces soy muy... Perfeccionista. Me estreso sí no está nada listo o por lo menos que esté avanzado, además tengo el tema de la composición con tu hermana y debo tener progreso en ambos proyectos. También está el tema de que tengo que lidiar contigo y eso me.... — sus manos están apoyadas en mis hombros y su rostro está muy cerca del mío... Muy cerca.
Cierro la boca.
— ¿Es que nunca te callas? — ruedo los ojos por enésima vez.
— ¡Aléjate! — niega — Iceberg no tengo el maldito humor para soportarte — se acerca aún más — Hablo en serio — mi voz sale en un susurro.
— ¿Te puedes callar? — niego.
— No quiero. No me mandes. Ese es el problema, me caes mal por mandon, te crees la divina providencia — su nariz toca con la mía — Iceberg — susurro su nombre.
— Dí mi nombre — niego enarcando una ceja.
— Suéltame — por el tono de mi voz parece que quiero todo lo contrario. Su respiración se mezcla con la mía, sus manos ya no están en mis hombros, ahora están en mi cadera y de un solo tirón, me topa a su cuerpo.
— Solo dilo — me niego.
— Iceberg — me odió a mi misma por dejar que me afecte de la manera en la que lo hace.
— ¿Por qué no? — una lobuna sonrisa se estampa en sus odiosos labios.
— Por que no —
¡Diablos Atala!
— ¿Es tan difícil? — abro la boca para responder pero mi voz no sale.
Asiento.
— Vamos. Yo te ayudo. No es difícil — sus labios ahora rozan los míos. Tuvo que agacharse un poco para hacerlo.
— Por favor — le pido que acabe con ésto.
No puedo permitirme perder la cabeza por él, pero debo admitir que su cercanía me tiene nerviosa, que muero por probar sus labios otra vez. Sin embargo, la palabra "prohibido" aparece en mi cabeza. No por que sea un amor prohibido, o por qué Irina me haya amenazado, más bien .. por qué es prohibido para mi, peligroso para mi.
Cierro mis ojos a la espera de lo que vaya suceder, pero no pasa nada. Los abro de nuevo y aunque está en el mismo lugar y en la misma postura no hace nada. El enojó es lo que apaga el fuego lujurioso que se alojó en mi por ese par de minutos y con todas las fuerzas de mi alma, pongo mis manos en su pecho y de un fuerte empuje lo alejó de mi.
— No te permito que juegues conmigo — tiene el mismo gesto.
Tomó mi mochila y metí rápido mi violín. El sonido de un celular suena y por fin parece despertar de su ensueño.
— De acuerdo, voy para allá — cuelga y camina frente a mi con la intención de salir del salón, pero antes de hacerlo, se gira y me dice: — deberías usar hilo dental — señala su perfecta dentadura.
Abro los ojos sorprendida por el comentario y en mi arranqué le tiró mi tripié en la espalda, pero como era de esperar... Se estrelló en la puerta y no en su cabezota.
— ¡Imbécil!! — grite enojada.
— ¿Que pasa? — preguntó al llegar con Ina.
— Novikov está presionando a Dimitri con lo de tu boda — rueda los ojos.
— ¡Mierda! ¡Tú estúpido hermano está tardando demasiado! — ella niega.
Saca de su bolsillo una USB.
— Ten. Román se apresuró y me dió copia de todos los archivos de los negocios de Dimitri — me la tiende — Es hora de llamar a tu amigo el agente —
Asiento.
— Solo espero que Dimitri no se haya enterado por tu hermano — ella niega.
— Román es muy imbécil. Se asusta cual perro en desgracia. No tienes nada de que preocuparte, pero por si las dudas... — Me enseña su teléfono celular — Lo grabé diciendo pestes de Dimitri y un par de cosas más que lo comprometen. Exige que te olvides de Irina — toma el último sorbo de su vaso. Me parece que es vodka.
— Por mí, que se la quede — sonríe de medio lado — ¿Que sucede? — no es normal que ella beba.
— Tenemos que hacer todo de una vez. Dimitri puede estar sospechando — la miro confundido — Mirá ésto — me tiende un sobre de color amarillo, lo abro y son fotos de la noche del bar.
La noche en la que Atala cantó con nosotros. Son fotos de todos nuestros amigos.
— No hay nada escrito, pero no podemos darnos el lujo de bajar la guardia — entiendo su preocupación — Tenemos que tener cuidado. Dimitri nos está vigilando —
— O puede que sea Novikov — se encoge de hombros.
— Lo que sea, quién sea — se acerca más a mi — Nadie más puede salir lastimado. Ya perdiste a Isabel, a tu madre y yo... Perdí mi vida entera — su mirada se oscurece — Ésto tiene que marchar rápido. ¿Que pasó con Vladimir? —
— Ya tiene todo — asiente.
— Por ahora, y hasta que ésto acabé debemos manejar un perfil muy bajo. Seguirás yendo al bar a tocar, pero no te relaciones con la americana — niega — Lo sé, es una buena chica. No puede salir lastimada — asiento.
— Hablaré hoy con Vladimir. Pondré está noche los micrófonos en la oficina de Román y de Dimitri —
— Solo ten cuidado — se acerca a su pequeño bar y sirve otro vaso de licor — Toma — lo acepto y lo bebo de tirón. Es tequila — ¿Dónde estabas?
— En un ensayo — sonríe.
— Con Atala — asiento.
— Casi la beso — abre los ojos sorprendida.
— ¿Y? — niego espantando la imagen de Atala.
Cuando cerro los ojos con miedo en su rostro, sentí un sentimiento nauseabundo sobre mí mismo. Me recordó a Isabel, el mismo gesto, la misma postura. Sus palabras resuenan en mi mente...
— Nada — toma mi mano.
— Es lo mejor. Hay que protegerla, no conviene que sepan que ella es importante para tí, le pasaría lo mismo que a..
— No es importante — digo enojado — No la compares con Isabel — me levanto de golpe — Me voy. Tengo asuntos pendientes — asiente e ignorando por completo mi presencia, se mete a su cuarto.
Atala no es importante... No debe, ni tiene que serlo.
Gracias por la espera
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