𝐈𝐈
▬(ஜ۩۞۩ஜ)▬
Fue al baño para poder calmarse, necesitaba calmar su mente en ese momento. Respiró y respiró, su corazón fue calmándose, el calor fue bajando y sus venas fueron volviendo a su lugar para dejar de ser negras.
—Tienes que estar en paz. Sino todo se saldrá de control y no queremos eso.— Habló consigo misma para terminar de tranquilizarse. Se miró en el espejo y se peinó, suspiró para luego salir del baño ya con todo su cuerpo tranquilo. La habitación estaba completamente vacía, así que podría dormirse antes que todos para poder calmar su cabeza y sus emociones. Se acostó en la cama para luego taparse y dormir a los segundos.
▬(ஜ۩۞۩ஜ)▬
"Abrió los ojos y se encontró en el derrumbe de nuevo. Intentó moverse lo más rápido posible para impedir que Alcina quedara atrapada también, sin embargo, fue imposible. Ambas quedaron atrapadas en el derrumbe, Ziva levantó la vista y vió a su amada... muerta. Gritó un "¡NO!" tan fuerte que se podía sentir entre todo la demolición del edificio. Intentó levantarse lo más rápido posible pero fue imposible, su pierna había sido cortada como aquella vez y al intentar levantar la vista, un clavo que cayó del techo se estrelló en uno de sus ojos. Gritos y gritos de dolor se podían escuchar por donde fuera. Antes de que pudiera hacer algo más a lo lejos, en la puerta, vió a una mujer de negro sonriendo tras su máscara."
***
"Empieza a despertar y al intentar moverse le fue imposible, estaba encadenada a una mesa. Lo intentó con todas sus fuerzas y aun así le era imposible. Oyó los pasos de alguien y alzó lo más que pudo la cabeza para poder mirar a quién hacía el ruido; una mujer alta y rubia con una toga negra y una parecida capucha que usan las hermanas de la iglesia también completamente de color negro.
—Libérame...— Habló como pudo pero también tenía una parte de su cuello agarrada por una parte de cuero para que no se moviera. —¡Libérame!— Le gritó para que entendiera pero al parecer no había caso. No la iba a liberar de una forma u otra. La mujer se le acercó con una jeringa en la mano, Ziva se aterrorizó porque no sabía qué rayos le iba a hacer esa mujer con ese liquido. Se lo inyectó en el cuello y a los instantes se empezó a quedar dormida la mujer de cabellos dorados. La mujer al ver que la otra estaba dormida, la desató y la encerró en una habitación con una planta, un mini girasol. Tenía que ver si el experimento había funcionado con éxito. Pero antes, la mujer agarró algo de un frasco y lo puso en el pecho de la mujer. Con eso bastará.—
Pasaron algunas horas y Stanislav empezó a despertar de a poco sintiendo un mareo bastante feo en su cabeza, trató de levantarse pero le fue un poco imposible el intento. Sintió la presencia de alguien más allí, giró para todas partes pero soló vió una planta, un mini girasol exactamente. Intentó tocarlo pero al hacerlo esté murió al instante. Ziva quedó sorprendida y atemorizada. Antes de que pudiera hacer o decir algo todo a sus alrededor se volvió negro y cayó al abismo cuando la parte de abajó suyo del piso desapareció.
Cayó, cayó y cayó parecía que no había un fin hasta que... ¡pum! Su cuerpo golpeo tierra. Se quejó por el golpe y se logró levantar. Estaba en una colina, una montaña mejor dicho, lo primero que ve es una montaña con un bosque nevado y una pequeña villa a lo lejos.
—Esto es lo que viví antes de ir con Alcina... Cuando Madre Miranda me encontró.— Un cuervo graznó atrás de ella, la rubia se dió la vuelta y vió en lo alto de un árbol un cuervo, que la miraba fijamente. Lo conocía a ese cuervo, sabía quién era. Ella...—
▬(ஜ۩۞۩ஜ)▬
Despertó aturdida, no sabía lo que pasaba, se encontraba toda sudada de pies a cabeza. Su respiración estaba agitada y su corazón latía rápidamente.
—Stanislav, eres una Stanislav...— "No... No lo eres."— Negó profundamente a esa vocecilla en su cabeza. Tenía que ser lo más fuerte posible ante todo. Era fuerte y era valiente. Sus padres la criaron así, su madre Estela y su padre Hamblet le dejaron todo a su cargo para que nada deca... yera. Lágrimas empezaron a salir del ojo de Ziva, no podía contener el no tener a sus padres presentes por lo que había sucedido. No lo podía soportar, a veces no podía.
Se levantó de la cama para poder ir al tejado donde ahí podría sentir un poco de frío y calmar por completo tus pensamientos. Si se encontrara con Alcina seguramente la retaria por no haberle avisado que tenía una pesadilla... Siempre se habían cuidado entre ellas dos lo más que podían. Si algo le pasaba a la otra, una se enteraba al instante por todos los contactos y amigos que tenían ambas. La rubia extrañaba esas viejas épocas donde Dimitrescu cantaba e iban a óperas o al parque a tomar algo y/o también cuando fueron a comprar la boina que Ziva siempre usa. La de ojo verde tocó la tela del sombrero ante esos recuerdos que la hacían sonreír. Como te extrañé.— Pensó y recordó cuando la vio desde arriba en la iglesia, en una parte escondida para que nadie más la viera. Quería que fuera una sorpresa para todos y más para su duquesa.
Al llegar arriba sacó uno de sus cigarrillos para a los segundos prenderlo y dar una calada profunda. —Haaa...— Sacó todo el aire de sus pulmones junto con el humo para poder observar luego la luna brillante en el medio de la noche. Se giró rápidamente al escuchar un pequeño ruido a su alrededor y pensó que era algún Lycan u otra cosa. Qué raro...— Antes de terminar de hablar unos flashbacks llegaron a su mente.
"—¡JAJAJAJA es un monstruo!— Los niños se burlaban de ella y la golpeaban con piedras y palos."
"La nieve sigue subiendo, ¡tengo que hallar comida rápido!—"
"—No te asustes pequeña... No te haremos daño.— Habló Hamblet mientras dejaba su arma al lado de Estela para poder acercarse a la pequeña. La mujer estaba preocupada y quería acercarse también, pero no quería asustarla más de lo que estaba la pequeña. —¿Cómo te llamas?— La niña estaba por responder pero lo pensó detenidamente."
"—Mi nombre es Ziva...—"
—Mi nombre es Ziva... Esas palabras que le había dicho a mi padre... Cuando lo conocí por primera vez. Uno de los hombres más ricos de Rumanía y uno de los más peligrosos también.— Sonrió recordando cuando su padre le daba clases de entrenamiento personal para así poder defenderse cuando alguien intentará algo.
"—Ziva...—" Alzó los ojos la mujer y se giró para ver a nadie detrás suyo. Giró de nuevo y allí lo vio, a su padre sentado en en sofá con un rostro que no se dejaba ver cuál era, parecía una pintura mal hecha. Pero sabía que era el por el sombrero que traía en su regazo. "—Lo siento.—" Dijo la extraña silueta entre cortado, la rubia negó y trató de acercarse pero algo la hizo salir de aquella realidad; Alcina. La había agarrado por la cintura antes de que cayera al vacío.
—¡¡Ziva!!— Ese grito penetrante entro en el cerebro de la rubia y la hizo reaccionar al instante. Ambas se alejaron del borde del precipicio del castillo y se fueron más al medio del lugar. —¡¿Qué rayos estabas haciendo?! ¿Crees que te puedes ir y largar tan fácilmente como lo hiciste una vez? Está vez no lo permitiré.— Alcina se oía enojada y preocupada a la vez. Los ojos dorados se estaban volviendo rojos rápidamente de la ira. Ziva previó su muerte acercándose de verdad.
—¡Alci!— La morena alzó una ceja aún con los brazos cruzados debajo de su pecho. —Estaba hablando con mi padre, por eso no te escuchaba ni prestaba atención a la situación.— Dimitrescu seguía sin poder creer eso porque seguía en la misma posición. —De verdad, nunca te abandonaría por segunda vez, dragul meu.— La morena entendió que decía la verdad porque sabía que cuando le decía ese apodo es que estaba siendo sincera.
—Muy bien te creo... pero un día de estos me debes una noche de pasión para que lo crea completamente~.— Ziva se puso roja de la vergüenza, hacia mucho que no oía eso de ella. Ahora recuerda todo perfectamente de cómo es Alcina de personalidad. Desde su frialdad hasta su calentura. —Ja, ja, ja. Vamos tomemos una taza de café caliente mientras me dices que fue lo que te pasó en el ojo.—
Fueron a la cocina a prepararse el café y Ziva se puso en marcha a moler el café con el molinillo a mano. Era una tarea difícil, tenías que estar cómo media hora haciendo los movimientos circulares para que el café se muela por completo y lo más complicado es que no se te saliera la parte de arriba para que nada se escapara. —Te cuento mientras hago esto; lo perdí después de que te fueras miré hacía arriba y me cayó un clavo en el ojo. Lo cual hizo que cayera hasta el fondo y perdí el ojo, o eso creía yo. Miranda no se qué me hizo que logre recuperar la vista con el ojo pero lo más raro es que parece una infección por sangre que está todo marcado por las venas y todo el ojo negro.— Dejó de hacer los movimientos y se sacó el parche del ojo para mostrarle lo que tenía. Y era verdad, cómo lo había explicado lo tenía así, las pupila negra pero todo lo que quedaba del ojo por dentro totalmente negro y las venas eran negras aunque eran muy pequeñas y finitas.
Alcina no se impresionó demasiado porque ya sabía que eso podría llegar a ocurrir por el Caudou, pero lo que sigue pareciéndole raro es que pueda matar lo vivo o debilitarlo al menos lo suficiente para que no haya ni un poco de energía. —¿Y no perdiste otra parte más?— Cuestionó curiosa.
—Me pareció haber perdido la pierna pero lo raro es que la tengo y la tengo pegada a mi.— Se levantó el pantalón y notaron ambas que su pierna estaba intacta como siempre. Más preguntas le llegaban a la cabeza a la morena, al parecer un Caudou diferente o parecido al de Alcina la había poseído a Ziva. Lo crucial sería ver si hay más resultados. —Pero dejemos de hablar de mi, hablemos del buen vino que haces con sangre que he probado y solo se vende en el mercado negro.— La duquesa sonrió y soltó una risilla con un movimiento de mano para decir; "Basta, demasiados halagos", ambas rieron ante eso y se pusieron a terminar de hacer el café para tomar.
Stanislav puso las tazas en una bandeja para que ambas empezaran a caminar hacia la habitación de la mayor mientras que compartían pequeñas miradas y risas. Unas pocas veces se tocaban los dedos o se agarraban unos segundos de las manos. Tenían que ir despacio ya que hace muchos años que no se habían visto, o eso creíamos que iban a hacer.
Empezaron a tomar el café cuando se sentaron, una al lado de la otra intercambiando miradas y sonrisas de nuevo. Dimitrescu dejó su taza de café para levantarse, acercarse a Ziva e inclinarse hasta que sus rostros estuvieran casi juntos. —Espere mucho tiempo por esto, draga mea.— Ambas cerraron los ojos e inclinaron sus cabezas para diferentes costados y unieron sus labios en un suave beso que estaba lleno de sentimiento. El sonido de los troncos romperse y el fuego aullando era lo único en esa habitación que se escuchaba, sin embargo... de a poco se fue escuchando el sonido de besos y de jadeos.
La duquesa alzó en un solo movimiento a la más pequeña para así seguir en donde se habían quedado en la charla anterior. —Parece que lo decías muy en serio a lo de que quería que te devorara, lo haré con gusto.— Empezó a besarla con deseo y pasión mientras le acariciaba la nuca e iba subiendo para su cabello y la despeinaba un poco por toda la lujuria que estaba sintiendo, Alcina no se quedó atrás; la acostó en la cama y le empezó a desprender la camisa que traía para así besar cada parte de su pecho envuelto en un binder. Era algo que se usaba para comprimir el pecho para que se viera más plano. —Estoy lista.— Exclamó para que le pudiera sacar el compresor que traía. Antes le costaba cuando lo iban a hacer sacarse las vendas, pero ahora podía hacerlo sin miedo porque sabía que ella no le iba a hacer daño. No como aquellos que si le hicieron.
—Está bien...— La morena asintió en respuesta y le empezó a sacar despacio el protector de su pecho para así poder ver sus hermosos pechos. Ziva alzó los brazos y escondió su rostro porque estaba muy sonrojada lo que provocó que a Alci le gustará mucho más esa parte suya, sonrió despacio y se acercó con cuidado que no le diera un golpe por error en la cara. —Te ves hermosa así de sonrojada, draga mea.— Dejó un beso en su frente de forma protectora para sonreír más grande cuando vió a Ziva con el ceño fruncido, pero logró que cambiara de parecer cuando escuchó su cierre ser bajado junto con su pantalón. —Obvió que no seré la única vestida, no obstante, prefiero que me lo saques vos.— La rubia se levantó para poder empezarle a sacar el camisón, dejándolo caer en el piso, lo único que traía puesto la duquesa era la tanga ya que ella no usaba corpiño/sostén para dormir porque sino era mucho más incomodo.
La sorpresa de la rubia se podía reflejar en su rostro por completo la ver la masa de esos pechos exquisitos, eso hizo sacar una gran carcajada de la boca de la dama del castillo. —Vaya, y pensar que antes tenías bastante, pero ahora... estoy más que sorprendida.— Cerró los ojos un momento y cuando lo abrió su único ojo se podía ahora ver de un color amarillo dorado lo que hizo llamarle la atención a la duquesa, junto con una sonrisa traviesa y atrevida. —Voy a disfrutar sin ninguna restricción.— Alcina la acostó primero para empezarle a besar el cuello interín le acariciaba las piernas con cuidado. Ziva soltaba algunos jadeos pero eran más suspiros que otra cosa a la vez que le acariciaba el cabello a su amada. La dama gigante soltaba algunas risas divertidas o juguetonas para que el ambiente tampoco sea opacado por los gemidos de la Stanislav.
En un momento, Ziva agarra a la Jerarca por los hombros y la da vuelta para dejarla abajo suyo. ¿Cómo logró obtener esa fuerza de repente para moverla a la gran duquesa? Es una pregunta que al tiempo sabremos. Comenzó a besarla de nuevo ferozmente y agresivamente haciendo que sangrara un poco el labio de la gigante por haberlo mordido fuertemente. Siguió bajando sus besos hasta que sus pechos donde los agarro con las dos manos para poder lamerlos, chuparlos y morderlos, terminó con uno para proseguir con el otro hasta quedar satisfecha mientras oía los jadeos de la morena.
Terminó con sus pechos y fue para el abdomen/vientre comenzando a besarlo despacio, para finalizar siguió el camino hasta la parte intima de la dama que estaba siendo tapada por la tanga que llevaba puesta. La sacó y la tiró para alguna parte de la habitación. Vió a su draga que la miraba con una sonrisa provocadora, procedió a lamerle primero el clítoris mientras escuchaba que soltaba algunos gemidos y se retorcia de la excitación.
▬(ஜ۩۞۩ஜ)▬
Pasadas algunas horas de tener sexo, ambas se miraban detenidamente a cada detalle que podían observar de cerca.
—Extrañaba esta sensación.— Exclamó Ziva besando la mano de Alcina que se encontraba enfocada en el ojo verde de la rubia. La morena expresó; "Yo también." y cuando estaba a punto de besarla de nuevo. Un fuerte golpe se sintió por toda la mansión, Heisenberg había llegado a romperle los ovarios a la dama del castillo con sus pelotudeces. Cuando Ziva estaba por hablar se escucharon un montón de moscas alrededor y las tres hijas de Dimitrescu aparecieron en el sofá de ella esperando encontrar a su madre allí. Sin embargo, antes de que pudieran hablar, alguien más habló con una fuerte voz.
—¡Niñas, salgan ahora!— Dijo cubriéndose y cubriendo a su amada con las sábanas también. Las tres hermanas antes de que les lanzaran algo por la cabeza se dispersaron y se fueron de la habitación. Estaban más que aterrorizadas cuando su madre se enojaba. Las dos mujeres se cambiaron y fueron para abajo para ver al hombre con barba sentado en uno de los sofás mientras fumaba un puro. —Heisenberg, ¿qué es lo que sucede que vienes aquí a estas horas?—
—Necesitaba hablar contigo sobre algo importante, pero ya que veo que estan las dos juntas supongo que puedo hacer mis preguntas a ambas sobre el financiamiento de mis maquinas. Necesito revisar algunas de tus maquinas para cambiarle el aceite y la tuercas. Recuerda que eso lo hago siempre una vez al año para que nada se estropeé y también necesitaba hablar contigo, Stanislav para-...— Se oyó otro fuerte golpe viniendo de la entrada del lugar.
—¡Apaguen las luces! Rápido.— Las sirvientas que estaban por allí hicieron caso a la orden. Cada uno se fue por un camino diferente a atrapar al ladrón que se había metido sin permiso en aquel lugar. Ziva empezó a ir con mucha agilidad y rapidez por ciertos caminos que encontraba e iba buscando al intruso sin que él se diera cuenta. Alcina y Heisenberg hacían lo mismo, pero Alcina era mucho más escurridiza y silenciosa cuando se trataba de cazar a alguien o una presa para ella.
Stanislav llegó a la puerta principal y escuchó una voz que le resultaba familiar. La oía a menudo cuando iba al pueblo. Los demás llegaron y Ziva podía sentir que Alcina estaba detrás de la puerta así que decidió hacer sus pasos más fuertes para que ella abriera la puerta y sea a la primera que vea. Así fue exactamente, la mujer gigante la miró con una mirada intimidante y penetrante que no dejaba ni respirar ni un poco.
—¡My Lady..! Vi-vine a dejarle un paquete que nos llegó a la oficina de correo. S-si lo dejaba afuera los Lycans lo iban a romper...— Explicó el porqué tuvo que entrar a dejar el paquete. Todos se quedaron callados esperando a que Dimitrescu dijera algo. Solamente expresó un: "Deja el paquete y vete.", de forma sería y autoritaria. La mujer salió casi corriendo del lugar para poder ir a seguir repartiendo. Ziva al ver que ya se fue la mujer decide retirarse a su casa para poder acostarse un rato luego de toda la corrida.
La mujer rubia salió de aquel lugar no sin antes dejarle una sonrisa provocadora a la matriarca que le devolvió la sonrisa también. —Nunca cambiará y espero que no lo haga.— Ríe levemente mientras camina por el bosque pisando la nieve. Era época de invierno aun, aunque en dos meses estaba por terminar. Lo bueno es que se llevaba puesto un saco muy cálido que no dejaba pasar tanto el frío, igualmente estaba bastante lindo el día gracias a que estaba saliendo el sol.
Al llegar al pueblo vio a todos los niños jugando alrededor de la fuente donde recogían agua, sonrió tranquilamente la Jerarca al verlos. Le recordaba a ella cuando jugaba con sus amigos. Amigos...— Pensó recordando a cuáles de todos, o eran los del bosque a los cuales recordaba con tanto cariño. Antes de darse cuenta ya había llegado a su casa que estaba fuera del pueblo, un lugar en una colina como la que se vió en el sueño que tuvo Ziva.
—Ziva.— Una voz la llamó y se quedó quieta, sabía que era ella por su presencia. —Tenemos la sesión de hoy ahora, no te tardes.— Dijo Miranda yendo para otra dirección; hacia la iglesia y especialmente al laboratorio que hay debajo de ella. Ziva acomodó su boina y su cabello para empezar a caminar hacia su "Madre" que ya había entrado a la iglesia. Entró también y no tuvo que caminar mucho para entrar al laboratorio y bajar por las escaleras, el ambienté parecía una penumbra por cómo estaba decorado todo. La dueña del lugar le indicó que se sentará en la camilla, aceptó e hizo lo indicado. La otra rubia se acercó con una jeringa metálica, le movió un poco la ropa para poder inyectó el liquido en el cuello, el cual se sintió muy caliente pero parecía que ardía demasiado por la cara que puso Ziva. —Parece que la pasaron bien, por lo que veo.— Dice al ver las marcas de chupetones de ella. La de un ojo se aparta y se acomoda la ropa.
—Ese no es asunto tuyo.— Salió de aquel lugar, pero al salir se encontró con una persona que había visto antes; —¿Señorita Bela Dimitrescu?— Preguntó al verla en la entrada de la iglesia mirando toda la decoración. Se sacó el saco rápido para poder ponerselo a la otra rubia porque sabía que la debilidad de las hijas Dimitrescu era el frío.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top