p r ó l o g o
Calum Hood era la cosa más perfecta que pudo haber surgido de la tierra. Era tan bello que, si la especie se extinguía, tendrían que quedar todas las pruebas posibles de su existencia para que cualquier ser inteligente pudiera comprobar que sí había perfección en los humanos. Deb estaba completamente segura de que todo el que no haya visto a Calum era terriblemente miserable por no saber lo que la belleza de verdad era.
O quizás sólo tenía un "enamoramiento" con él desde pequeña, y le era difícil de manejar.
Había hecho poemas y canciones sobre Calum; él era su musa. También era su punto débil. Quien la conociera muy bien sabía que ese moreno era lo único que Deb no tenía de dura o exótica: era lo que, al menos para sus amigos cercanos, la hacía más humana que nadie. Era lo que les dejaba saber que no era de roca sólida y que algunas cosas si le importaban. No era como si a Deb le gustara que supieran eso, pero no podía hacer nada más.
La verdad era que pocas personas le importaban. Sus tres amigos y su mejor amiga. El "enamoramiento" que tenía por Calum no la hacía amarlo automáticamente, sino desearlo desde la distancia con una impotencia bastante deprimente.
Si no fuera porque tenía muchas cosas para distraerla, sería la típica chica con el síndrome del desamor. Porque cualquiera querría estar con Deb, al menos para follarla cinco minutos o que ella les respirara cerca.
Pero Calum Hood era completamente indiferente a ella.
Lo había intentado, tenía que darse a sí misma crédito. Sería lógico pensar que era fácil encontrar alguna excusa para verlo cuando era el bajista de la banda de sus amigos, pero de alguna manera no lo era. Ellos no apreciaban mucho al público durante sus ensayos, por lo que llegaba a verlo en reuniones ocasionales a donde él no se negaba a asistir.
Porque se negaba a asistir a todos lados. No le gustaban las fiestas, ni almorzar con compañía o hacer demasiada vida social. No tenía vida social, pero sí que tenía vida sexual. Compensaba su discapacidad para desarrollar relaciones con las personas con la capacidad de hacer muchas otras cosas más. Sin embargo, quizá su mismo deseo de estar solo hacía que conquistara muchísimas chicas y, luego de conseguir lo que quería, no volviera a hablarles.
Bastante bajo, y sexy.
Deb no era más que otra chica del montón en cuanto a gustos. El chico malo, que se viste de negro, solitario y mujeriego siempre será el más atractivo porque siempre queremos lo que no podemos tener. A pesar de eso, Deb no estaba buscando enrollarse con nadie. Por favor, como si tener novio fuera un centímetro más placentero que la marihuana, el chocolate o el sexo casual.
—Si algún día deja de mirarlo, te pago cinco dólares—apostó Ashton hacia Michael. Sólo por hacerlo perder cinco dólares (que no lo haría), Deb dejó de mirar a Calum—. Mierda.
—Idiotas —dijo Claire, su mejor amiga pelirroja, riendo. Sostenía la mano de Michael mientras este intentaba arreglárselas para comer un sándwich sin soltarse.
—Tengo la sensación de que vendrá dentro de poco. Cuidado, Deb. No queremos tener que trapear luego —se burló Luke. Deb se preguntó cuánto dolería arrancarle su precioso piercing. No por él, claro, sino por lo bien que se le veía.
Como Luke había predicho, Calum se acercó a la mesa. El corazón de Deb siempre se aceleraba cuando él se acercaba, y esta vez no era la excepción. Intentó mirar a otro lado.
—¿Ensayaremos hoy, Ashton? —preguntó, desinteresado.
—Claro hermano, luego de la escuela —respondió él, algo impresionado pero aun así siendo amable.
Calum no dijo nada cuando se fue, y Claire dejó escapar el aire acumulado en sus pulmones. Calum tenía ese efecto en la gente, y Deb había logrado controlarlo. Mientras no lo mires no te causará demasiado daño mental.
La hora de volver a casa llegó, y Ashton la llevó a casa, como siempre. Vivir con él era bastante cómodo, ya que él tenía auto, y era su mejor amigo, e iban a todos lados juntos. Sí, era bastante cómodo ser su hermanastra, aunque no muchas personas sabían eso. La madre de Ashton y el padre de Deb estaban casados desde hacían cuatro años, y conocer a Ashton fue básicamente su apertura al mundo.
Por eso el padre de Deb lo odiaba a él, y la madre de Ashton la quería tan poco a ella. Luego se preguntaban por qué eran como eran. Matemáticas básicas, gente: la represión lleva a la revolución, como dos más dos lleva a cuatro. Y Ashton y Deb habían aprendido eso desde hace años.
Al entrar, Ashton sonrió.
—¿No vas a preguntar por qué sonrío? —preguntó él. Deb sólo se encogió de hombros y se tiró en el sofá—Ah, vamos. De acuerdo. Estoy sonriendo porque nuestros padres no están, y escuché a tu padre hablando en su oficina sobre un viaje a algún lugar hace unos días.
Deb encendió la televisión. Que ellos no estuvieran aquí ahora no significaba que no volverían más tarde. Y, seguramente, ya que estaban juntos, llegarían lanzando puertas y queriendo cortar algunas cabezas. Era tonto que Ashton siquiera encaminara sus pensamientos hacia ese lugar.
—Vale, puede ser que ellos vuelvan, pero ¿cuáles son las posibilidades, Debby? —Ashton sabía exactamente lo que ella quería decir sin que ella tuviera que decir una palabra, por lo que insistía. Deb sólo cambió los canales al azar— Hagamos una fiesta, por favor.
Ella se volvió a verlo, exasperada. No quería tener que lidiar con un montón de gente justo ahora, por alguna razón. No estaba de humor. Hoy sólo quería un cigarrillo y televisión, quizás un poco de música para aligerar el ambiente, pero una fiesta significaba recoger un montón de basura, y honestamente no quería limpiar la mierda de otros.
—Haré que Calum venga —repuso. Deb apagó la televisión y, muy seria, se puso de pie.
Quería intimidar a Ashton, como siempre lo hacía cuando se ponía así de cerca de él. Entonces él subió las cejas, preguntándole si eso significaba un sí.
—¿Vodka o Ron? —dijo Deb, su voz ronca y una sonrisita en sus labios. Ashton tomó su rostro y depositó un mojado y molesto beso en su frente, para luego salir prácticamente saltando a buscar su móvil para enviar las invitaciones.
Para cuando Ashton había vuelto de su ensayo con la banda, ya Deb había arreglado todo. Tenía toneladas de alcohol, había sacado las cosas caras de la sala y había abierto las puertas. Tener acceso a la bóveda era un arma de doble filo, pero en este caso era beneficioso.
No sabía por qué había aceptado hacer eso sí, de todas formas, no podía hablarle a Calum, y él claramente la detestaba. Probablemente debió habérselo pensado mejor, pero con Ashton venía de una vez toda su manada. Así que tenía a Luke, Calum y Michael de primeros en la fiesta, listos para la locura.
Como Michael era buena persona —y novio de su mejor amiga, pero nunca admitiría eso— la saludó con un pequeño abrazo. Luke la miró con su cara de "voy a acostarme contigo, de nuevo", y no tenía caso discutir eso, porque vamos, era Luke. Pero cuando llegó el momento de Calum, su oportunidad para cambiar la matriz de opinión que Deb tenía sobre él y su posible odio incondicional hacia ella, él sólo la miró dos segundos y se adentró en su casa.
Claro.
Deb tomó su móvil y llamó a Claire, quien traía todo el sistema de sonido. Ella llegó muy poco después, y los chicos se encargaron de poner todo en su sitio. Era algo sexista, porque Claire y Deb estaban en la perfecta capacidad de hacerlo, pero era mucho más fácil que ellos hicieran el trabajo duro.
—Así que —Claire tomó un poco de agua, se encontraban en la cocina, recostadas contra la barra—, ¿accediste porque Calum venía o qué?
Deb se encogió de hombros, inhalando de su cigarrillo.
—No sé qué tienes con ese chico, Deb. —se rió un poco—. Supongo que es algún tipo de reto personal porque es el único de la secundaria que no quiere follarte.
—Oh, él quiere —Luke salió de pronto desde la puerta de la cocina y las dos chicas lo miraron dudoso—. Créeme, conozco en síndrome Kerr. Está en la mirada, señoritas, la jodida mirada.
—¿La mirada? —preguntó Claire, confundida.
—Esa mirada de pupilas dilatadas, ya saben, feromonas y todo eso. Es simple. Él quiere follarla hasta que no pueda caminar pero está reprimiéndose por alguna razón. —se encogió de hombros. Su piercing era negro el día de hoy—. Sólo necesita un empujoncito, Debby.
Luego llegó hasta ella y le dio un beso en la mejilla que fue demasiado largo, en el cual agarró su rostro con una mano y luego acarició su mejilla. Deb sonrió, en verdad no tenía caso discutir el proceder de Luke. Era un pendejo irremediable, y a los pendejos irremediables les encanta pensar que la gente está completamente arrodillada ante ellos.
Y a Deb le gustaba que así lo pensaran, cuando en realidad, eran ellos quienes estaban arrodillados frente a ella sin saberlo.
—¿Así que...? —pidió Deb. Luke subió las cejas, impresionado.
—Así que vas, esperas que esté un poco borracho, y le cuentas a tu linda pelirroja cómo la pasaste —le guiñó un ojo a Claire antes de irse por donde vino.
—Tomó algo —dijo Claire, luego de unos segundos, mientras Deb aplastaba su cigarrillo contra la barra de mármol—, está muy emocionado. —luego se quedó pensando unos segundos más, hasta que pareció entenderlo—. ¿Pusiste algo en las bebidas, Deborah?
Deb soltó una carcajada, y ambas se miraron cómplices.
Calum estaba riéndose. Las drogas debían haber surtido efecto, porque estaba de hecho disfrutando de la compañía de las personas que lo rodeaban. Deb reconoció eso como su señal y tomó un respiro. Tenía que prepararse psicológicamente para lo que iba a hacer.
Había esperado cinco años para abordar a Calum Hood. Dos de ellos luchando contra una impresionante inseguridad y mierda emocional. Ahora que era libre, debía aprovechar la oportunidad. De todas formas, Deb no tenía ninguna duda de que Luke tenía razón. Calum gustaba de ella, al menos en el más primitivo sentido físico.
Y, de todas formas, cuando Deb quería algo, lo obtenía.
Se hizo camino entre la gente que rodeaba a Calum, extasiados por el hecho de que mostrara algún síntoma de socializar. Había tanto chicos como chicas, al menos diez personas maravilladas por él. Deb se acercó por detrás y tomó su mano, completamente segura de que él no se negaría a ir con ella escaleras arriba.
Calum se volvió a ver quién lo tocaba, y cuando la vio, sonrió ampliamente. Deb sintió que el corazón le palpitaba demasiado fuerte y, por un segundo, sintió que no podía hacerlo. Sintió que Calum era demasiado para ella y que no podía usar sus técnicas normales con él. Pero luego vio a Luke pasando por un lado del cúmulo de admiradores de Calum, guiñándole un ojo, y bebiendo de su vaso rojo. Era tan alto que podría haberlo visto desde el otro vecindario.
Su convicción volvió y le devolvió la sonrisa, haciendo que las personas a su alrededor se callaran, sorprendidas por lo que sucedía. Se miraban a los ojos por primera vez en una vida y Deb sabía que lo había conseguido. Calum Hood no era un ser especial ni un extraterrestre. Él también la deseaba aunque quisiera evitar el hecho. Y eso le hacía sentir ebria de poder.
—Deborah —pronunció, y Deb puso los ojos en blanco porque, por alguna razón, él era el único que la llamaba así.
Deb lo atrajo más cerca de sí, hasta que juntó sus pechos. Calum era alrededor de diez centímetros más alto que ella, así que tenía acceso VIP a su cuello, y él sólo inclinaba su cabeza para ver lo que ella hacía. Deb comenzó a dar pequeños besos en su cuello, con una sonrisita pícara de suficiencia.
Entonces Calum tomó uno de sus brazos y la alejó de él, en su rostro una sonrisa burlona.
—¿Qué...?
La música se detuvo, Luke presionando el botón de apagado y cruzándose de brazos con una expresión igual a la de Calum, pero con sus ojos enrojecidos por el alcohol, triunfante por alguna cosa que Deborah no podía entender. Las personas comenzaron a acumularse aún más a su alrededor aun más, curiosas por saber qué sucedía.
—Deja de ser tan patética, Deborah. —soltó una carcajada. Deb frunció el ceño mientras buscaba Luke con la mirada y lo encontraba bebiendo más y guiñándole un ojo, de nuevo. Michael y Claire miraban la escena desde la derecha, sentados en el sofá, y Ashton estaba bajando de las escaleras, confundido—. Me das asco.
Ashton llegó rápidamente al lugar y se quedó pasmado al ver lo que sucedía. Deb no tenía expresión en el rostro más que el labio que se estaba mordiendo. El agarre de Calum había dejado marca en su brazo.
—Todos. Fuera —dijo Ashton—. Quiero que saquen toda su mierda y se vayan. —pero la gente no parecía comprender, porque estaban estáticos mirando a Deb—. ¡FUERA!
así que
hOLA.
Noelle es una historia MUY pesada, así que quise aligerar el ambiente con mismatched lol.
me di cuenta de que Calum es demasiado hermoso/tierno/besable. tiene algo raro porque siento que es un peluche pero a la vez provoca hacer cosas inapropiadas con él alskdjals.
bueno, espero que este super-mega-largo prólogo les haya gustado. la historia de calum y deb se va a detonar por algo que muy pocos se imaginan ;)
es raro para mi escribir algo diferente a michael o luke, pero es genial porque calum es súper versátil con su altura y sus cigarrillos y su mirada seria aY.
PD: espero que el gif haya sido una buena representación de lo sucedido, #godblesstumblr
xx.
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