iii
Cuando Deb volvió a la escuela ese martes, el aire era demasiado normal. En su pequeño mundo interior, Deb sentía que habían pasado un millón de años, pero la gente en el exterior no tenía idea de qué había sucedido. Caminaban normales, pero Deb sospechaba de todos. Cualquiera podría ser el dueño del lugar de la foto, o la persona que la había llevado hasta él.
Luke estaba a su lado cuando se sintió mareada y se tambaleó apenas, pero él ya estaba sosteniéndola de la cintura, mucho más exageradamente de lo que el mundo necesitaba. En lo que a él concernía, ella lo había perdonado por completo. En lo que a ella concernía, él seguía siendo patético humano, desesperado por pensar que había sido perdonado, así que se deshizo de su toque sin que se viera demasiado despectivo de su parte.
Calum Hood apareció poco después viniendo en su dirección contraria. Llevaba una camiseta gris ceñida y vaqueros negros y se veía específicamente risueño. Al pasar junto a Deb, la miró de arriba abajo y se rió por lo bajo, consiguiendo llamar la atención paranoica de Deb.
Calum nunca le dirigía ni una mirada.
Calum nunca reconocía su existencia.
¿Podría seguir estando molesto por lo de su hermana? Seguramente sí. Ella estaría terriblemente enfurecida si algo como eso le sucediera, pero Calum no parecía molesto, sino... burlón. Casi petulante. Feliz.
Como si supiera algo que nadie sabe.
—¡Señorita Kerr! —le dijeron desde una de las aulas a su derecha, Deb se volvió y consiguió a la recientemente muy fastidiosa profesora Mendoza llamándola. Luke le dirigió una sonrisa demasiado atractiva para los ojos del mundo antes de darle un beso en la mejilla y despedirse para irse a su clase.
Deb no sabía si impedir que se fuera y follárselo en el baño o limpiarse con una toalla desinfectante mientras iba hasta la profesora con muy mala disposición.
—¿Así que el señor Hemmings es tu novio?
Deb sintió que quería responderle algo muy sarcástico sólo para ver su fea cada contraerse en repulsión o aversión. Esto de querer hablar súbitamente era muy incómodo y extraño, así que reprimió el deseo y sólo le apretó los labios. Los gestos siempre habían sido suficientes para ella, y así debía seguir siendo.
—Ya veo —ella sonrió fingidamente—. Bueno, Kerr, quiero felicitarte de ante mano por tu logro. —Deb le frunció el ceño, como si estuviera loca—. Oh, claro, es que seguramente no te lo han dicho. Tendré un viaje a Monterrey dentro de dos días, por lo que tú vas a quedar a cargo del club de literatura, ¿no es genial?
—¿Qué mierda? —se le escapó de pronto, incrédula por completo.
—Y ahora también tendrás detención al final del día por ese vocabulario —la profesora sonrió más ampliamente—. Muy buena charla, Kerr, ya puedes ir a tu clase. No queremos que te den más detenciones por retrasos.
Y se adentró a su aula. Deb, sin realmente creer lo que acababa de suceder, simplemente siguió su camino hacia su clase de psicología. Dentro, sólo se sentó y trató de comprender qué iba a hacer. Las reuniones del club de literatura eran tres días a la semana, casi dos horas en la tarde. Eso quería decir que iba a perder su tiempo precioso en un maldito club que había dejado hacía tres años.
Tenía un amargo sabor en la boca. Aires de cambios, como hubiese dicho su madre en vida, se acercaban. Parecía como si nada fuera lo mismo después de haber visto esa misteriosa foto; incluso Claire y Michael parecían tener algunos problemas y Ashton estaba más callado de lo normal. O quizá sólo era paranoica, lo cual sería algo mucho más lógico.
En el almuerzo, Claire y se sentó a su lado, comiendo su hamburguesa y esperando a que los chicos se les unieran. Su labio inferior era prominente y tenía los ojos entrecerrados. Estaba desanimada. Deb nunca había tenido que preguntarle lo que le sucedía porque ella siempre tomaba la delantera y se lo decía de todos modos, pero esta vez parecía que no iba a ser así.
—Qué tienes —preguntó Deb, pero sonó más como una afirmación.
Claire la miró por medio segundo con cara de pocos amigos.
—Tengo la resaca del siglo y Michael está distante.
—Que se joda Michael —le dijo Deb, y Claire sonrió en respuesta.
—Pensé que me querías más, Debs —dijo Michael, sentándose en la mesa al lado de Claire. Deb no notaba nada especialmente distante sobre él con respecto a su novia, pero si ella lo sentía debía tener alguna razón.
—Deb no quiere a nadie más que a mí —contestó Claire con una pequeña sonrisa.
—Eso es mierda —llegó Ashton y se sentó al lado de Deb—, ella me quiere a mí.
—Sigan soñando, perras —decía Luke, justo detrás de Ashton, quien lo miró por un segundo antes de entender que debía hacerse a un lado. Luke terminó tomando su lugar, al lado de Deb—. Me ama a mí.
Todos en la mesa se echaron a reír, pero Deb contenía la risa. No quería que fuera tan obvio el hecho de que Luke había dicho el más grande disparate de su vida.
—¿No es así, Debby? —le preguntó.
—Oh, claro —aseguró ella, subiendo las cejas y riéndose un poco.
Al otro lado de la cafetería, en su usual mesa justo al lado de la ventana, estaba Calum. Esta vez, Deb no pudo mirarlo como de costumbre, por un buen rato, perdiéndose la mayoría de lo que sus amigos decían. Esta vez, Calum la miraba de vuelta.
Había algo en su mirada entrecerrada y ligera sonrisa de lado que hizo que a Deb le picara la piel por ir hasta él y gritarle en medio de la cafetería llena de personas. Era tan bello y sospechoso que era doloroso. Deb lo apreciaba con el ceño fruncido mientras él comía sin quitarle el ojo de encima; la conexión más duradera que habían logrado mantener.
Incluso después de la fiesta, Calum se notaba reacio a tan solo mirarla. Deb llegó a pensar que se trabada de deseo reprimido, como había dicho Luke en la fiesta, pero eso no explicaba por qué, súbitamente, se veía tan cómodo con este tipo de comunicación. Una comunicación que Deb no podía entender pero que, de alguna manera, gritaba que él sabía algo que el resto del mundo no.
Cálculo era la única clase a la que Deb nunca iba a asistir por voluntad propia. Siempre que podía, se la saltaba, y se sentaba sobre el capot del auto de Ashton a fumar un par de cigarrillos. Esta vez, sin embargo, y como cálculo era la última clase del día, se quedó en la salida de la escuela, esperando. Fumaba, pero no por mucho tiempo.
Lo vio cuando salía, acomodando su mochila en su hombro y con las llaves de su auto en mano. Lo siguió sigilosamente con dos o tres metros de distancia para que él no lo notara. Entonces llegaron al estacionamiento y él abrió su auto, y Deb se dijo que era ahora o nunca.
Al mismo tiempo que arrancaba fuera de la escuela y sin darle tiempo para reaccionar, Deb se adentró en el auto de Calum por la puerta del copiloto.
—¿Qué mierda? —exclamó él, frenando de golpe pero siendo presionado por los conductores detrás de él a seguir.
—He estado diciendo eso bastante —dijo Deb, sin preocuparse por el hecho de su desmedida utilización de palabra—. Conduce, Cal, tenemos que hablar.
Él la miró como si hubiese salido de la tierra con piel color púrpura por unos segundos más antes de darse por vencido y seguir conduciendo. Sin embargo, apenas estuvo fuera de la presión de la ola de estudiantes que salían a esa hora de la escuela, aparcó en el lugar más cercano.
—Fuera de mi auto —exigió, como si no entendiera por qué ella seguía ahí.
—Seguro —dijo ella—, luego de que me digas qué carajos sabes.
—¿Disculpa? —Deb le subió las cejas, silenciosamente pidiéndole que dejara de hacer de inocente, porque nadie le creía— Fuera de mi jodido auto, loca.
—No —se negó Deb, cruzándose de brazos. Calum subió una cejas, preguntándole sin hablar si lo iba a retar de esa forma, y ella le respondió con un encogimiento de hombros.
—De acuerdo, entonces —concluyó, mientras abría la puerta. Deb vio la imagen pasar por su mente: él yendo hasta su lado y sacándola como un saco de arena a la calle, haciendo que todos los vieran.
—¡Vale! —le dijo ella, deteniéndolo— Me bajaré, por las buenas. Pero dime qué sabes.
—¿Saber sobre qué? —Deb puso los ojos en blanco— ¿Te das cuenta de lo ridícula que suenas?
—El maldito festival, la jodida foto —insistió ella, comenzando a sentirse, de hecho, ridícula por haber hecho todo esto debido a supuestas miradas que ella consideraba sospechosas cuando podía no significar nada.
Él la miró por unos segundos entonces, bastante serio. Deb no supo cómo tomarse esos segundos, pero decidió que significaban algo porque no podía haber sido completamente al azar.
—¿Por qué siento que tú sabes algo que yo no sé? —le preguntó por fin.
—Puede ser que estés comenzando a sufrir de demencia.
—Hablo en serio, Calum.
—Yo también, Deborah.
Deb bufó, frustrada. La atracción hacia Calum se veía eclipsada por lo imbécil que estaba siendo, justo como se había sentido desde el incidente de la fiesta.
—¿Qué pasó en el Festival?
—¿Cómo demonios esperas que sepa qué pasó en un jodido Festival al que no fui?
—Si no supieras nada, no te hubieses puesto a la defensiva.
Calum dejó caer sus manos sobre el volante, exasperado. La trataba como si fuera la persona más estúpida y molesta del mundo, y eso era algo que Deb sólo iba a tolerar si lograba sacar algo de eso, objetivo que no se veía muy cerca.
—¿Y? —inquirió él.
Deb se sintió desconcertada.
—¿Disculpa?
—¿Y?, aunque yo sepa algo, ¿qué diferencia representaría?
Deb quiso saltar por el logro que era que lo hubiese aceptado, pero se mantuvo seria.
—Pues, quiero decir, muchísima. Hay alrededor de dieciséis horas de mi vida que no recuerdo.
—No me extraña —él se rió. Si se refería a cómo era Deb y buscaba hacerla sentir mal por ello, estaba lejos de lograrlo.
—Pero tú lo sabes.
—La ignorancia es felicidad.
Deb bufó antes de decir, entre risas y por mero impulso:
—Has estado pretendiendo por mucho rato que no hay nada que nos relacione, Cal.
Calum se echó a reír más fuerte y salió del auto, dándole la vuelta hasta llegar a la puerta del copiloto. Luego la abrió y se acercó un poco a ella para decir:
—No seas ilusa, Deborah —bufó—; no hay nada que nos relacione, y nunca lo habrá. Ahora sal de mi jodido auto.
siento que llevo diez años sin actualizar una de mis historias, me muero, dios
bueno, en realidad no sé qué decir, en mi vida han estado pasando cosas y bueeeno
mismatched is back, again, lolz
olajá no se hayan olvidado de que esto existe JAJAJA
PD: BROKEN PIECES.
PD2: no dije nada del blonde michael pero es que no hay nada que decir sobre la perfección
xx.
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