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EL SONIDO DE SUS PASOS APRESURADOS ERA LO UNICO QUE SE ESCUCHABA POR LOS SILENCIOSOS PASILLOS DEL PALACIO. Al final estaba frente a frente, o bueno casi, con aquel hombre que respeto como su emperador pero como padre aveces dejaba que desear.
Suspiró anunciando su llegada para que le permitieran el paso, entro en soledad dando la orden para que su guardia se retirara con gran duda que se despejo al ver al Marqués Karl saliendo de la habitación, se miraron por un breve segundo que fue suficiente para comprender que no era momento. No era el momento ni el lugar para reclamar a su padre su falta de juicio y su reciente actuar puramente hormonal, bufo por lo bajo sustituyendo su molestia por una sonrisa tonta que estaba seguro de que engañaria a aquel hombre, siempre lo hacia y siempre caía.
—su alteza, estoy finalmente en casa—expreso sarcástico reverenciandose, se sentía divertido diciendo lo obvio y eso su progenitor lo sabía por lo que no le regaño por su tono ni por su informalidad, le permitía ser el mismo estando a solas, sorprendentemente.
—mi príncipe, hijo mio—se levanto sonriente dirigiéndose con brazos extendidos al menor, quien, apenado correspondió las muestras de afecto, hizo muecas al notar lo cariñosos que estaban sus padres por su llegada. No se quejaba ni reclamaba nada, hacia más de tres años no les veia en persona, es normal que se comportaran de esta manera.
Igualmente, se sentía bien ser tratado de esta manera, se sentía querido, amado.
—he venido a darle las noticias de los ultimos negocios y también a darle una propuesta interesante de un reciente conocido, me alegra verle, padre pero esto es de suma importancia
—entiendo—tomo asiento viendolo ansioso y curioso, hizo un ademan insistiendo en que continúe.
—hace poco, estuve de viaje por el Imperio de Luipt—solto un largo suspiro—es...complicado en si pero seria beneficioso para nuestro Imperio establecer comercios con ellos, tienen bastantes recursos interesantes para ofrecer
—¿no está demasiado lejos? ¿la pérdida del viaje puede ser repuesta por las ganancias?—observó dudoso a su heredero, presentía que esto lo llevaba planeando desde hace tiempo.
—en efecto, una vez se hayan asentado sus bienes aquí, de a poco la mercancía de Luipt llegará hasta los plebeyos—sonrió arrogante—es ganar-ganar, emperador
—Mmm ¿has discutido esto con su lider?
—si pero me sugirió que mejor hablara con su diplomático de aqui, el Gran Duque Kaufman, si no me equivoco
—estas en lo correcto, hace no mucho llego—estuvo en silencio unos segundos para luego suspirar—estaras a cargo de esto, se que si no te pongo a cargo haras un berrinche monumental
—padre—gruño haciendo un puchero provocando la risa del emperador.
—aveces me pregunto ¿a quien habras salido con esta personalidad tan caprichosa e infante?—alzo una ceja viendole divertido.
—no voy a decir nombres pero comienza con 'So' y termina con 'vieshu'
—¿no que no dirías nombres?
—se me escapo—solto una risa contagiando un poco a su padre.
Había extrañado tanto tener a su hijo en casa, ternerlo a su lado era refrescante. Si bien era un digno príncipe heredero, a pesar de que lamentaba sacrificar tanto su infancia como adolescencia, tenía una actitud completamente aniñada con quienes se sentia comodo porque de su confianza pocos gozaban.
Eso era un rasgo, su personalidad oculta, un rasgo que le aseguraba que él y Rashta se llevarían de maravilla. Debía admitirlo, al principio temio que el Isis que él crio y vio formar, se había marchado cuando salio del país hace cinco años pero estaba totalmente equivocado porque su hijo habia cambiado físicamente, si, parecía ser más maduro y sabio, también, pero seguía siendo su pequeño canario y eso le reconfortaba enormemente.
Porque sino tenía el apoyo de su esposa con su amante y su nuevo hijo, tal vez lo tendría con su primogénito quien era totalmente opuesto a su madre desde su punto de vista, piadoso y empatico, firme y sensible, era todo lo que su madre no demostraba.
Debilidad. Lo que no sabía, es que Isis era asi a proposito, tal vez no era sincero y lo sabia pero mostrar falsa empatía y benevolencia le habia servido enormenmente en varias ocasiones, madre le habia dicho que nunca mostrase por su rostro y acciones lo que pasaba por su cabeza y corazón, y él estuvo de acuerdo, solo que no lo demostraba de forma diferente. Despistaba al sentir diferente o aveces demasiado pero eso servía porque lo veían como un príncipe modelo, un príncipe escrito por el mismísimo Dios, asi era el grado de idolatría al que llegaron por él.
Sentía repulsión ante ello pero le convenía, porque veían un angel estando en la fauces de un demonio.
Confiaban en la misma persona que ponía una soga en su cuello, en quien pateaba el banquillo sin mirar atras al irse. La gente era ingenua y eso siempre lo uso a su favor.
—más tarde, o mejor mañana, me encantaría presentarte a alguien
El príncipe suspiro mostrándose cansado y ligeramente fastidiado.
—padre, ya le he dicho que no me interesa poseer una concubina ni prometida de momento
—oh, tranquilo—sonrio de lado—de momento, no se trata de eso pero deberías plantearte la idea
El joven bufo, siempre que su padre o madre insistían con respecto de poner a alguien a su lado de forma romántica, terminaba con él muy irritado y su padre ardiendo en colera. Entendía, claro que entendía a la perfección la intención de poner una mujer a su lado, era mas que nada para darle la seguridad al pueblo que sus siguientes monarcas ya estaban listos y dispuestos en caso de algun accidente que provocara el descenso o la perdida del actual emperador. Desde su punto de vista, eso era algo muy paranoico pero no era nadie para juzgar pero aun que fuera por su amado pueblo, no le convencía ni le agradaba la idea de tener una mujer a su lado que solo fuera de ayuda para temas del Imperio y futuramente, tuviera a los herederos de la corona.
Si fueran solo temas del Imperio, para eso tenia al Marqués Karl y a Lady Artina, confiaba en ambos al punto de estar dispuesto a dejar su vida en sus manos. En cuanto a los herederos, podria investigar en el futuro, cuando sea el momento; alguna concubina para traer a sus hijos al mundo, no tendria que relacionarse con ella más puramente de lo estipulado.
No es que no le gustaran las mujeres de forma romantica o les tuviera algun tipo de desprecio de esa forma, sino que simplemente no estaba interesado en el 'amor' de momento, aun que creía que nunca lo estaría por el simple de hecho de tener solo un objetivo desde que tuvo uso de razón.
La corona.
Bufo, ahora entendía el chiste del Duque Ergi sobre que era 'coronasexual', lo peor, es que tampoco lo podia negar ni se sentia ofendido, más bien, identificado.
—la persona que quiero presentarte, tal vez ya la conozcas por rumores pero sería mejor que dejes de lado todos ellos, en especial con ella al frente
Mmm, con que se trata de su amante ¿eh? que descarado de tu parte, padre
—no lo se, no he estado pendiente de las cosas de aqui últimamente—hizo una mueca—estuve ocupado con algunos nobles de otros reinos
—eso es aun mejor todavía
—bien, supongo que entonces hasta mañana, padre, la emperatriz me mando a descansar a penas termine la reunión—hizo un puchero.
—hizo bien, hasta mañana, ya puedes ir a descansar—le sonrió.
Isis dio la vuelta para marcharse cuando sintio su nombre ser susurrado en un tono dulce provocando que volteara levemente, quedando casi frente a frente con su padre.
—¿Mmm?
—me alegra que hayas vuelto a casa
Se dio vuelta no sin antes brindarle una pequeña sonrisa cariñosa al emperador.
—a mi también me alegra volver, padre
Sin más 0que decir se marcho con dirección a su habitación, nuevamente en soledad, tarareaba una canción de cuna ante la nostalgia de caminar hasta su antigua habitacion. Al llegar, noto a su guardia en la entrada, los mando a descansar inmediatamente, ellos harían turnos suponia. Adentro se encontro al Marqués Karl esperándolo con una carpeta con varias hojas dentro de ella, su vista curiosa estaba concentrada en ella, tanto asi que no noto cuando el mayor alzo la voz para hacerlo salir de su ensoñación.
—mi príncipe, esto es importante y tengo que decírselo antes de que el emperador note mi ausencia
—entiendo, prosigue
—como sabra, hace unos meses el emperador llego de cazar con las manos vacias, o eso se creía hasta que nos ordeno curar y cuidar de la esclava fugitiva que cayó en su trampa para osos
—el título de 'esclava fugitiva' ¿no era difamación?
—no, es verídico, mi majestad, la esclava se hace llamar 'Rashta'—hizo una mueca—su llegada a venido con múltiples problemas para la alta sociedad y en especial para su madre, la emperatriz
Fruncio el ceño con molestia.
—¿que hizo esa desgraciada?
—el emperador a culpado de diversas asuntos a la emperatriz, asuntos que tuvieron que ver con algún descontento de Lady Rashta—gruño ante el título con que la llamo—lo siento, es la costumbre—aclaro la garganta—en fin, a habido bastantes roces entre el emperador y la emperatriz culpa de la esclava pero finalmente hay pruebas para deshacerse de ella—le entrego la carpeta—su padre me ordeno esconderlo pero decidí hacer una copia a mano y entregarle la verdadera a usted en cuanto viniera a resolver este embrollo
—tan listo como siempre, Marqués - el nombrado sonrio feliz por el cumplido.
—puede leerlo cuando quiera, allí esta el más reciente problema en el que se vieron involucrados los tres
—gracias por su dedicación—le sonrio ansioso de saber aquella información, ansioso por saber todo y hacer algo en contra de aquella mujer tan desvergonzada.
—no agradezca, su alteza, mi lealtad esta con la corona
—pero la corona es de mi padre—hizo una pequeña mueca pero la repuso al instante.
—pero no actúa acorde, en cambio, usted siempre lo ha hecho al igual que la emperatriz. Es digno hijo de su madre—se reverencio—descanse, alteza
—descanse, Marqués
En cuanto se marcho, la felicidad abarco desde sus labios hasta sus brillantes ojos, aquello fue lo mejor que le habían dicho en la vida.
Observó la carpeta con desdén, lo leería mañana aun que seguro Lady Artina ya lo pondria al tanto de lo sucedido, y era mejor escucharlo todo de ella, siendo tan cercana a su madre.
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