t w e n t y - t w o

KRISTA VIVIA UN INFIERNO EN VIDA ¿CUANDO DESPERTARIA DE ESTA PESADILLA QUE PARECIA ETERNA? PRIMERO SU ESPOSO Y AHORA EL HOMBRE QUE AMABA ¿ERA ESTE ACASO UN CASTIGO DIVINO POR SER INCAPAZ DE DARLE HEREDEROS A WALTON POR EL AMOR QUE SENTIA HACIA SU HERMANO?

Todo por amor, amor hacia esa mujer.

Detestaba la sola idea de él amando a otra mujer, pero sus cartas apuntaban a eso y desde que se filtro su muerte, no se ha parado de especular entre la gente de un posible asesinato pasional orquestado por aquel que su respeto fue faltado.

Los rumores hablaban de amantes, de cómo el rey por un día fue inmaduro y jamás debió subir al trono, también llegaron a juzgar su capacidad como mujer de gestar niños reales, decian que si tan solo hubiera tenido un hijo con el rey Walton, el mujeriego e inmaduro príncipe Heinrey no hubiera llevado a su reino a la ruina.

La señalaban con el dedo como la única culpable de su ascenso y su propio descenso al infierno, y como si no fuera suficiente que la muerte de su amado haya sido anunciada sin su autorización, los folletos con las copias del tratado en el que tanto había trabajado Heinrey salieron a la luz así como sus planes de conquista para con Oriente y otros Imperios cercanos, buscando debilitarlos desde dentro hacia afuera arrebatandoles su más poderosa ofensiva; su magia.

La noticia no tardaría en esparcirse más allá de Occidente, sus esfuerzos por mantener todo provincial eran inútiles, en especial con la hostilidad de la gente hacia la Corona.

Habría una guerra segura.

Y ella no podía salir de esas cuatro paredes.

Los magos y médicos le imploraron que se mantuviera alejada, era peligroso, no sabían si el virus se había existinguido con el fuego pero nada de eso importaba.

Toda su vida la dedico a la corona.

Toda su existencia a un pueblo que la reverencio, que hoy escupía a sus pies con desprecio.

Tantos sacrificios, su primer amor, su cuerpo y su vida.

¿Todo para nada?

Entonces ¿por qué vivir si sus esfuerzos no daban frutos?

¿Si todos la llamaban la "la reina que jamás debió ser"?

¿Esta era de verdad su culpa?

¿Debió resistirse más al compromiso con su difunto esposo?

¿Debió escapar?

¿Confesar sus sentimientos a Heinrey cuando pudo?

Oh Heinrey, su dulce y magnífico rey Heinrey.

Su corazón dolia al pensar que toda la vida que consumió el Imperio, toda la vida que dedico a él por el amor de Heinrey a él.

Todo fue en vano.

Incluso los esfuerzos de Heinrey fueron en vano.

Su reputación de príncipe libertino lo llevó a ser un rey que nadie recordaría honorablemente. Antes no temia por su reputación, Heinrey se encargaría de limpiarla como rey pero ahora no sólo era su reputación, era su memoria aquella que no sería jamás borrada, y en tristes ocasiones como esta, jamás recordada.

¿Por qué seguir luchando?

Morirían de todas formas.

La guerra se llevaría las vidas que hoy la despreciaban y miraban como una cortesana.

Se atrastro por el suelo quemado, las cenizas manchando su vestido sin ser perceptibles debido al luto que portaba, puso sus manos en la cama hecha añicos que alguna vez perteneció a su amor. Aferrándose a los restos de madera astillada, las lágrimas salían pero en su rostro ya no había expresión de dolor alguno, solo un profundo vacío en su mirada.

Occidente solo la tenia a ella.

Se conformaban.

Pero no era idiota.

Escucho sus susurros, los nobles querían poder, el poder de la corona y únicamente podrían obtenerla si se unían con ella. Oía conspiraciones, así como escuchaba las opciones para deshacerse la guerra de un modo más pacífico.

Un compromiso.

Otro matrimonio sin amor que no estaba dispuesta a soportar.

El principal objetivo era un niño, El príncipe de Oriente aquel hijo de la mujer que Heinrey tanto decía amar.

Las ganas de vomitar la invadieron aún si no había nada en su estomago que pudiera salir.

Entre sus manos junto la ceniza apretandolas contra su boca abierta y su nariz, aspirando y tragando todo lo que podia. Tosiendo con agresividad y queriendo expulsarlo de su interior, resistió todo impulso manteniendo la toxina dentro de ella.

Si el veneno persistía en el aire y en los objetos de la habitación, moriría al subir el sol y si no, la muerte sería lenta y dolorosa, una intoxicación por cenizas sería más que suficiente para dejar el plano terrenal.

Occidente perdieria el rumbo, sin ramas secundarias de la sangre real los llevaría una batalla por el poder que los autodestruiria antes que sus propios enemigos  ¿misericordia? ¿Eso era lo que era? Sería mejor que se mataran unos a otros ahora para cuando las banderas rojas ondearan, solo rendirse a la cruda realidad de una guerra que solo los reduciría aún más.

Un último acto de amor.

Su muerte sería llamado "el último acto de amor de la reina que jamás debió ser para el pueblo que la desprecio"

¿Heinrey estaría bien con eso?

¿O vería la decepción en su mirada al reunirse en el otro lado?

Ya no había tiempo de reconsiderar las cosas, no soportaba seguir viviendo de esta manera.

Se sentía frío, muy frío.

Decían que tu vida pasaba frente a tus ojos en tus últimos suspiros, Krista solo podía ver a los muertos, sonriendole mientras le tendían una mano amiga que no podia tomar por más que lo intentará llenandola de un sentimiento amargo de soledad, la frialdad la envolvía tortuosamente y el dolor la obligaba a encorvarse tosiendo con violencia reteniendo cualquier intento de su cuerpo por salvarla.

Y en un último instante, tirada en el suelo pudo tomar la mano que un sonriente Heinrey le tendía.

La mano era calida.

Ya no sentía frío.

Ya no había dolor.

Solo calidez.

Nunca vio hacia atrás, siguiendo al par de hermanos con una felicidad pacífica.

Contrario al panorama, donde el cuerpo de la reina fue encontrado a la mañana siguiente desparramado en la habitáculo abandonada del difunto rey Heinrey, con restos de un vomito sangriento en su ropa y su boca, unos ojos desorbitados sin un brillo de vida y la causa del ensordecedor grito de la sirvienta, una sonrisa escalofriante repleta de felicidad.

Occidente estaba perdido.

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