s i x t e e n
LA INTENSIDAD DE SUS MIRADAS PROCLAMABAN A GRITOS SU DESACUERDO POR LA MARCHA DEL DUQUE.
La cercanía aun permanecía, Kaufman trataba no perderse en las esmeraldas enigmáticas de su príncipe, en cambio el rubio, parecía frustrado y hastiado por la situación.
—¿qué hará con el comercio? ¿Buscará otro pais donde hacerlo?—la pregunta corto toda intención fuera de lo profesional por parte del mayor, Isis marco distancia dando un paso atras, retomando más marcadamente la postura elegante digna de su herencia.
—no importa con cual territorio Luipt establezca relaciones diplomáticas—respondió resignado a haber perdido la oportunidad, desvio la mirada afectado por ello—además, también planeo encontrar la forma de librarme de los efectos de la poción
Parecía que llego a su fin el privilegio, aun que de momento no le había encontrado un buen uso a Kaufman, sabía con certeza que por su devoción hacia su persona y su estatus, le seria de gran ayuda, le serviría demasiado bien en su tablero.
Nuevamente perdio una pieza importante a costa de su progenitor, no estaba dispuesto a perder otra más.
Debia mover sus piezas con cuidado, era hora de hacer su primer movimiento en el tablero con los riesgos necesarios, sacrificar un peon o dos no estaba en sus planes.
—¿esta seguro de éso, Duque?—no perdía nada con tratar de engatusarlo más, su madre siempre lo elogió por su belleza y las mujeres solian halagar su tono de voz, tan grave y aterciopelado, tan suave y deseoso, como un demonio quizas, tentando a sus víctimas a pecar sin manchar sus manos jamás.
—yo...no lo sé pero creo que es lo mejor para usted, lo meti en problemas con el emperador—hizo una mueca, no le gustaba sentirse una molestia en la vida de su reciente amor.
Solto un suspiro fingiendo decepción, su voz no era el unico truco bajo su manga.
—entonces le deseó mucho exito....eso no fue del todo cierto
El otro carcajeo observándolo con dulzura, con total anhelo y ternura.
—no se preocupe, fue muy adorable
—¿disculpe?
Kaufman trato de soltar las palabras, aquellas palabras tan dolorosas para él, aquellas palabras que se clavaban cual agujas envenenadas en su corazón, el corazón que Isis mantenia vivo y energético con su sola existencia.
El príncipe supo lo que queria al verlo tratar de gesticular, incómodo y triste, una despedida quizas a los sentimientos tan intensos venidos de una botella.
Se preparaba para sus acciones, no tenia idea de cómo osaria despedirse el moreno pero se esperaba algo muy personal y sentimental viniendo de un enamorado sólo esperaba no tener que aguantar un choque de labios, sin embargo, no se espero la propuesta tan descarada que solto.
—venga conmigo
—nisiquiera argumentare porque mi rechazó, era algo obvia mi respuesta ¿no creé?
Bajo su mirada, sintiéndose regañado por el rubio y es que asi era, el mirar severo y frio de Isis le hacia ver que había empeorado las cosas con aquella propuesta, debio solamente haberse despedido cómo corresponde pero no pudo. No pudo contener el impulso ni tampoco queria quedarse con las ganas de saber "¿qué hubiera pasado si....?"
—si, lo era pero no perdia nada con intentarlo—una sonrisa amarga en su rostro a la vez que falsa pena se instalaba en el menor.
—mi pueblo esta primero, Kaufman, soy el heredero de la corona, nací y me crié para esto, no puedo desperdiciar todo por lo que he luchado por algo tan trivial cómo un primer amor
Decir una verdad a medias no le hacia mal a nadie, no lo perjudicaba, sólo traía beneficios siendo únicamente escuchada por el extranjero.
Si, era cierto que nacio y se crío cómo un príncipe heredero, ser el primogénito venia con una carga inmensa desde el momento de su nacimiento, no nació del amor de sus padres ni mucho menos por accidente, su nacimiento fue clave para que su padre se afianzara en el trono. Fue y es la herramienta más valiosa del emperador, no nacio porque su madre asi lo quiso, no nacio porque su padre asi lo quiso, nacio porque era su deber hacerlo, asi cómo lo era seguir con vida.
Si el emperador no generaba herederos, no era un buen monarca.
Si la emperatriz no generaba herederos, no era una buena emperatriz.
Su vida, su existencia fue deseada, no con el sentimento de querer formar una familia, no, sino con la desesperación de tener un seguro para su vida.
Porque cuando los regentes no cumplen con su deber, bajo la presión del pueblo por herederos, se destituyen ya sea por las buenas o por las malas. Y conociendo el temperamento de su padre, dudaba que fuera de buena manera.
Otra verdad irrefutable era que no desperdiciaria los años que estuvo formándose cómo emperador por cosas insignificantes cómo los lazos familiares, al amor en general se refería.
No había nadie que atravesará aquella fria coraza de su corazón, era un desperdició dejarse llevar por sus impulsos naturales.
Aun que tampoco es cómo si antes los hubise sentido.
Claro, dejando de lado su enfermiza relación con Claude.
El amor jamás fue ni será de su interes, aquella última oración fue completamente una mentira, con ilusiones de manterlo a su lado, no físicamente sino que no desistiera de su "amor" a futuro.
No podia perder su peón complemente, se negaba a ello.
—yo entiendo pero sólo deme la oportunidad, me asegurare de que lleve una vida libre de preocupaciones y de que solo tenga experiencias agradables y cosas maravillosas—se motivó con una sonrisa de oreja a oreja, con mirada endulzada ante cómo nombro lo suyo, "su primer amor"
Se sintió un tanto curioso cómo honrado por el título dado, no lo nombraria por miedo a que fuese un error que doliera en su corazón.
Se quedaría con ellos, se aferraria a aquellas palabras aun si fuese un errror pese a que no estaba dispuesto a oírlo de su parte, al igual que no lo asimilaria ni a la fuerza.
—Gran Duque...
—si acepta, me encargaré de hacer los preparativos necesarios—extendió su mano mirandolo con anhelo—asi que venga conmigo, por favor
—no arriesgue la vida por mi sólo por encontrarse bajo los efectos de una poción, Gran Duque Kaufman
—¿cómo puede estar tan seguro de que, una vez se me pasen los efectos de la poción, mis sentimientos por usted volverán a ser como antes?
—al principio, se veia algo reacido con mi presencia y la de mi madre, ¿lo recuerda?—sonrio de lado.
—nunca me cayó mal. Solo sentia frustración por la situación de ambos
—Gran Duque Kaufman, quizas mi vida le parezca difícil, pero a mi no me resulta muy dificultoso cargar con todo esto—dio la vuelta tomando aire innecesariamente—es cierto, no es agradable que el emperador ignore a mi madre y mucho menos que crea que Lady Rashta pueda ocupar un lugar en mi vida siendo su amante—su vista se nublo, volviendose fria—sin embargo, soy un príncipe heredero, ya le habia dicho con anterioridad que me prepare para este papel durante toda mi vida. Esta es la unica vida con la que soñe y, pronto, sera mi realidad—volteo a verlo con una pequeña sonrisa—no quiero desperdiciar mi vida solo porque mi padre me la esta complicando
—me impresiona pero tambien es riesgoso pensar asi—su rostro brillo en preocupación—¿qué haria si el emperador comienza a favorecer a su amante y al hijo de esta sobre usted? ¿Si comienza a limitar sus movimientos cómo ahora con nuestro negocio? ¿Y si...y si le pide el divorcio a la emperatriz?
—eso no--
—dejeme terminar, por favor—suspiro—su identidad esta muy ligada a su papel de heredero pero si el emperador favorece al hijo de su concubina al punto de prepararlo para el trono, dejaria de ser el príncipe heredero. Temo que usted sufra un colapsó nervioso si eso ocurre
—el emperador jamás favorecerá a un hijo fuera del matrimonio, no es tan tonto para hacer eso teniendo un heredero al trono ya formado con el respaldo del pueblo con él, no podría decir lo mismo en cuanto su matrimonio con mi madre pero aun si ocurriera un divorció—estiró su mano acariciando la colorada mejilla de Kaufman, sitiendolo estremecerse ante su toque—sólo tendria que moverme con rapidez y disimuladamente, no se preocupe por un destino ya marcado, Kaufman, todo ira bien sin importar las acciones que el emperador tome
—se convirtió en un tonto cuando penso que seria buena idea relacionar a su hijo a y a su amante de esa manera—siguió afligido—la gente enamorada hace cosas impulsivas que la gente normal jamás haría, por ejemplo, cómo cuando yo ataque al Marqués
—no lo dudo, Duque pero hay una diferencia entre la gente normal y la gente enamorada—delineo los temblorosos labios divertido—¿usted la conoce?
—no—respondió consternado, sin darle una real importancia a lo que decia, estaba lo suficientemente ocupado sintiendose desfallecer por la cercanía y el tacto del rubio, se moria por saber lo que haria ahora, se moria por que lo hiciese.
—la diferencia es simple, un enamorado es ciego y necesita de guías que suele ignorar—humedecio sus labios con su propia lengua lentamente bajo la mirada oscurecida del albino—la gente normal son los guías del enamorado y es su elección si llevarlo por un buen camino o no, si tomarlo bajo su poder o hacerlo desaparecer, oh, eso último es justamente si el enamorado a caído ante una persona normal
Cómo en tu caso, Kaufman, yo te tomare en mi poder y cuando sea el momento, desapareceras.
—¿puede...puede concederme un último deseo antes de marchar?
Solto una pequeña risa poniendo nervioso al Duque al sentir sus labios prácticamente rozar los suyos.
—lo que usted quiera, se lo dare, Duque
Estando en aquella empalagosa burbuja en la alcoba del extranjero, su relación dio un "adios" momentáneo de una manera significativa para el mayor pero ciertamente molesta mas con intereses de por medio por parte del menor.
El príncipe abandonó la habitación dejando a un atontado y esperanzado Duque en ella, su primer paso habia sido dado, pequeño pero con grandes intenciones por detras.
Con una sonrisa satisfecha fue en dirección a la alcoba de su madre, sin ser consciente que el par de hermanos Trovi se encontraba en el jardín en una situación tensa debido a la presencia brillante y petulante de la concubina del emperador.
Debia dar su siguiente movimiento y lo haría al hablar con su padre, sin embargo, ahora debería dar dos pasos conjuntos por el escándalo de su tio y la amante.
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