f i v e

ISIS NO SABÍA CUAL ERA LA CAUSA DE SU IRRITACIÓN, SI RETRASAR LA NEGOCIACIÓN CON EL IMPERIO DE LUIPT POR CELEBRAR SU REGRESO AL IMPERIO O QUE SU PADRE INSISTIERA QUE LLEVARA A UN ACOMPAÑANTE AL FESTEJO. Era difícil saber cual era la razón de su malestar puesto que ambas estaban en su cabeza desde que su padre anuncio celebrar su regreso, no tenia problema con ello, es más le vendría bien descansar un poco pero lo que no toleraba era que le ordenó retrasar dos días su encuentro formal con el Gran Duque hasta que se preparará y culminara la celebración.


No entendía el accionar tan estúpido de su padre, era un trato que beneficiaría a ambos Imperios y ¿quien sabe? Tal vez les abriría puertas a nuevas oportunidades de comercio para poder enriquecer aun más el Imperio. Entre bufidos y consuelos leves del Marqués Karl, se dirigió a la requemara de su madre puesto que él tendría que avisarle de la apresurada fiesta de bienvenida que se haría en su honor, al estar al frente, despidio al Marques con su mirada para luego tocar la puerta y entrar al serle permitido el acceso.

—buenos dias, madre, se ve tan resplandeciente como siempre—su irritación se evaporo un poco, sonrio con dulzura iniclinandose siendo correspondido al instante—buenos dias, señoritas—les sonrio con un poco más de moderación, las mujeres se reverenciaron pronunciando saludos formales mientras que las más jovenes, hacían todo eso con un poco de torpeza y sonrojadas.

—buenos días, Isis, gracias ¿a qué se debe tu presencia aqui tan temprano?—el menor realizó un puchero ligeramente ofendido por la insinuación.

—me duele que crea que solo vengo a verle porque quiero algo, querida madre

La emperatriz se avergonzo un poco al percatarse de lo que dijo, cuando busco reponerlo, su hijo entre pequeñas risas y amagues dijo que solo la molestaba y que no había problema.

—no vine a pedir algo pero si a informar—aquello llamo la atención de las damas—su alteza, el emperador ordeno hacer una celebración por mi vuelta a palacio después de mucho tiempo—suspiro mostrandose ligeramente frustrado—no es de mi agrado pero ya sabe como es padre cuando algo se le mete a la cabeza—cerro sus ojos levantando sus manos resignado negando con su cabeza—y lo peor es que quiere que lleve un acompañante ¿puede creerlo?—bufo, y ahí volvio el dolor de cabeza.

—¿una celebración? ¿cuánto tiempo estipulado te dio?

—dos dias, como a mi me gusta más estar rodeado de mi pueblo, sera a puertas abiertas por lo cual no habra invitados fijos solo los nobles y la realeza que se hospedan aqui, asi no le sera tan complicada la organización

—Mmm ya veo, yo me encargaré—penso unos segundos en silencio hasta que recordo la otra orden de su esposo—¿ya tienes un acompañante en mente?

—no y no lo tendre—tomo asiento cerca de ella.

—Isis, estoy segura que lo que te dijo tu padre no fue una pregunta sino una orden ¿o me equivoco?

—no—suspiro—esta en lo correcto

—¿entonces?

—jum, no conozco a nadie aqui por haber estado ausente los últimos años—apoyo su menton en su mano—tampoco conozco a los extranjeros, solo al Duque Ergi y a la princesa Circe pero no creo que sean opciones ¿verdad? seria problemático que se rumoreara que el único heredero del Imperio Oriente tiene un amorio con una princesa extranjera, tanto ella como yo seriamos perjudicados y tal vez forzados a una alianza por un simple rumor de union—bufo, era extremista pero no seria la primera vez que sucedía algo como eso.

Navier sabia que tenia razón, no era buena opción que se acompañará con un extrajero pese a que son las unicas personas que conocía, se generarían rumores sobre falsos amoríos y demas, aun que también eso sucedería con cualquier persona que estuviera al lado de su príncipe y eso tanto como los emperadores como su hijo lo sabían a la perfección pero también sabían que si no le daban esta orden jamás cumpliría con la tarea de buscar una digna candidata a futura emperatriz, aun si fuera una vez, tendría que pensar en alguien bueno para permanecer a su lado en el baile, alguien que pueda manejar a la nobleza y a los rumores, alguien que se quede en la boca de todos pero que pase desapercibida, alguien que no este dispuesta a demostrar más allá de amistad frente al público.

Tristemente, Isis sabia que ese 'alguien', sea hombre o mujer, no existía. Aquella pantalla perfecta que buscaba jamas la encontraria y es que era obvio ¿quien querría ser un simple trofeo de exhibición que nisiquiera puede ser pulido por su dueño? exacto, nadie. Por eso mismo se habia resignado a la idea de tener una esposa trofeo, peleando por tener todo el poder y la responsabilidad únicamente él, seria prácticamente lo mismo que tener una esposa de adorno pero con la diferencia que tendría la presión de sus padres y el pueblo por no tener una mano derecha, una compañera, una emperatriz. En cambio, si obtenía una esposa trofeo, él se encargaría de todo pero ella se vería constantemente comparada con la anterior monarca o reinas y emperatrices actuales que si desempeñaron su papel al completo, no solo eran un rostro para el título, aparte si no sabia como relacionarse con la nobleza y el pueblo; sería un caos total, los rumores destrozarian la imagen de la familia Imperial y todo iría en declive.

Era un capricho bastante grande y delicado el que tenia pero le valia, aun que conociera una persona acta para estar a su lado y desempeñar el papel de emperatriz, no le daría ese privilegio, no le daría el poder, no cedería su poder a nadie. Él solo velaria y mantendría a su amado Imperio, aun si eso le provocaba una muerte prematura por sobrecarga de estres, no le importaba, sólo le importaba el poder de reinar el cual no debería ser compartido ni con la persona más capaz ni con la más inocente ni con la de buen corazón y mucho menos, con la más bruta e indisciplinada en especial si era un esclava mugrosa y arrastrada.

—tienes razón pero aun asi debes cumplir con la orden del emperador

—lo sé pero no se como hacerlo—gruño.

Se quedaron en silencio, meditando alguna idea que no sea tan radical ni perjudicial para que el príncipe conociera doncellas asi tener aun que sea, una acompañante para el baile de bienvenida. Ninguno de los dos tenia nada, lo cual, gracias a la experiencia de ambos no se notaba en sus inexpresivos rostros.

—no tengo nada ¿y usted?

—tampoco pero debe haber algo que no estamos viendo

—¡tal vez!... —la pelirroja llamo la atención de los rubios, sonrojandose por la mirada curiosa y divertida de Isis—¿una fiesta de té? ¡podrían mandar las invitaciones hoy para que los nobles traigan a sus hijas y la realizarian mañana! aun que así majestad tendria más trabajo—se deprimido pensando que no habia sido una buena idea—mejor no, la emperatriz ya tiene suficiente con el baile

—es una gran idea, Laura pero no era necesario gritar—sonrió apoyandola la Condesa.

—estoy de acuerdo, madre—la peliroja se sonrojo más mientras él vio a su progenitora—usted escarguese del baile y yo de la fiesta de té, Lady Laura ¿le importaría ayudarme en esta tarea? yo no tengo ni la menor idea de como organizar una fiesta de té—propuso divertido y sonriente, viendo de reojo a la chica de su edad—¿crees que ella pueda ayudarme, madre?—pregunto no solo para pedir permiso para "tomar prestada" a su dama de compañía sino también para saber si era capaz de cumplir con la tarea con eficacia.

—no creo que haya otra persona más capacitada aquí para ayudarte con esto, hijo, puesto que Laura a estado a mi lado lo suficiente para haber aprendido la organización de eventos—la nombrada asintio—me parece perfecta la propuesta pero sólo podremos llevarla a cabo si ella accede, asi que ¿podra ayudarnos, Laura?—se dirigió a ella con una leve y calida sonrisa.

Los rubios tenían centrada su atención en la joven noble quien estaba a nada de tener un paro cardíaco no solo por la propuesta del príncipe sino porque la emperatriz confiaba plenamente en ella para ayudar al príncipe en algo de tan alto calibre como buscar a la posible futura emperatriz del Imperio Oriente, aun que tal vez exageraba con lo último, todos sabian que el príncipe era reacido con la idea de tener una compañera de vida ¡Pero nada de eso importa! ¡su majestad le confió una tarea de lo más importante ademas de que el príncipe pensó en ella para servirle!

Su rostro estaba rojo de vergüenza y emoción pero su mirada demostraba felicidad y genuina determinación, ante eso, Isis sonrió interesando.

—¡sera un honor para mi ayudar a su majestades!

—Laura, te he dicho que no grites frente a su majestades—suspiró Eliza.

—demoró tanto que temi ser rechazado, debería tener mas compasión, señorita Laura - puso un rostro lastimero causando gracia en las presentes pero pena a la muchacha.

Asi paso la tarde con aquellas mujeres fieles a su amada madre, Laura sintio alguna que otra mirada envidiosa de las otras jovenes damas que por su puesto, tanto el príncipe como ella ignoraron, perdidos en ellos.

Estan tan grandes, ambos. Penso con cariño y nostalgia la Condesa Eliza mientras veía al rubio preguntarle cosas con respecto al baile a la peliroja, quien respondía como podia estando nerviosa por su cercanía.

¿Esto servira para el plan?

Tristemente, el fruto de su orgullo sólo tenia a la corona en su corazón y su mente, pobre de todo aquel que caiga ante él porque corre el riesgo a ser nada más que un peón.

Un peón, no puede volverse alfil ¿cierto?

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