e i g h t e e n
— ... LAS PÉRDIDAS SON DIFÍCILES DE OCULTAR, ALTEZA, SIN EMBARGO, YO HE PODIDO HACERLO SIN DEJAR RASTRO ALGUNO
—sus esfuerzos seran bien recompensados, Sir Nikolai...
El medico se mantenía estoico ante su presencia, cosa que admiraba de cierta forma, aun que no le gustaba que se tomara la confianza de verlo como su igual o un trato fijo a no cambiar, o también, exigirle activos que no son merecidos.
—al igual que sus errores se veran juzgados y sus traiciones seran tomadas—siguió con una sonrisa y voz gélida atento a su reacción, y como esperaba, se tenso encongiendose en su lugar—espero comprenda, cuál es su papel en todo esto y que no puedo permitir fallas
—si, majestad
Se vio satisfecho ante el temor infundido, y con un simple movimiento de mano, lo mando a retirarse. Lady Artina esperaba impaciente en la puerta, necesitaba resolver sus dudas cuento antes y no era para menos, habia pasado de ser el caballero de la emperatriz a proteger cuál halcón a la amante del emperador, todo por órdenes de su príncipe que no las cuestionaba pero necesitaba saber el por qué de aquel cambio drástico para ella.
Con gran entusiasmo y rigidez, propia de quien servia a la corona, realizó una reverencia.
—Lady Artina, es para mi gratificante verla pero...le he dado órdenes que seguir—con su rostro ligeramente fruncido por su ceño, irritado y confundido, cuestionó el por qué su desobediencia con tan sólo su mirada.
—mi príncipe—bajo la mirada ganándose una sonrisa satisfecha del nombrado—quisiera preguntarle, si es que se puede, acerca del "¿por qué?"
—sigue—la alento, atento a su voz.
—¿por qué debo cuidar tan esmeradamente a Lady Rashta? ¿Por qué debo cuidarla, incluso más que a su madre, su majestad la emperatriz?
Un suspiro pesado abandono los labios finos del rubio, que se unieron en una fina e inexpresiva linea.
—porque yo, tu príncipe; el heredero de la corona, te lo e ordenado y no sólo yo, el emperador a sencundado mi orden ¿Acaso tratas de ir contra la intención de la corona, Lady Artina?—cuestionó tajante, con carácter prejuicioso.
—¡no, yo jamás!—se postro de rodillas para luego levantar una pierna quedando una rodilla postrada y la otra flexionada, arodillada hacia su gracia con un puño fuertemente apretado donde su corazón latía casi a viva voz—¡antes de traicionar a la corona, a mi príncipe, yo misma me cortaría la cabeza!
—no esperaba que fuera de otra forma, mi lady
La caballero trago en seco por tal apodo, sintiendo su corazón casi salir de su pecho de ese modo.
—no necesita saber más por ahora, no se lo tome personal, sólo es cuestión de estrategia. Piense en éso
La guardia asintió para ponerse de pie, dar una última reverencia al heredero y marcharse con cabeza baja.
Isis penso en su madre tras las palabras de la caballero, nisiquiera le habia dirigido la palabra desde el incidente con su tio Kosair y la esclava, cuando fue en busca de Lady Artina, esta estaba en la puerta de la habitación de su madre por lo que no tuvo que verla ni hablar con ella en lo absoluto. Lady Artina misma reporto a su madre su baja cómo su guardia hace dias, aún se sorprendia que no fuera a cuestionar a su padre o, ahora incluso, a él. Pero bien la conocía y sabia, de buena o mala manera, que pronto ella vendria a él a buscar una explicación por sus acciones.
Tal vez era tiempo de mostrar una cara diferente al del hijo predilecto, fiel escudero de su madre.
No sabia si debia o no, si seria un buen movimiento o no, mas, tenia la certeza de que su plan iba por buen camino gracias al poder que adquirido, independientemente de sus padres, y las alianzas que a formado.
Su madre, la emperatriz, ya no era del todo necesaria en su plan y su padre se divorciaria, el Marqués se lo habia confirmado de antemano, por lo que debia mover sus piezas rapido porque antes de la llegada de otra emperatriz, debia haber una coronación para el verdadero heredero.
No penso apurar sus planes, pero al ritmo que se daban las cosas, lo mejor seria acoplarse a él.
—Marqués—saludo en cuanto se reverencio ante él.
—mi príncipe ¿qué puedo hacer por usted?
Una sonrisita traviesa asomo por sus labios, una que fue tapada perfectamente por sus manos entrelazadas.
—digame, de casualidad ¿la emperatriz sigue manteniendo contacto con el ex-príncipe de Occidente?
—no lo sabemos con certeza, alteza pero no dudo que sea asi
Isis se recosto contra el respaldo de su silla, extasiado por lo que iba a cometer.
—han sucedido tantas cosas estos dias. Marqués, tantas cosas—divago—pero aun asi no planeo dar un paso atras, si eso lleva a romper el corazón de madre....sera un riesgo que correre—tenso la mandíbula—se me a informado que el luto por el anterior rey de Occidente a terminado, actualmente el nuevo rey que se a alzado es nadie que menos el ex-príncipe heredero; Heinrey Alles Lazlo, su único heredero en caso de que algo sucediera es su primo y mano derecha, McKenna...
Su gesto calculador no hacia más que consternar al mayor, pero también, se emocionó por la idea de que finalmente su príncipe se alzaria con la corona y asi, Oriente brillaria en su máximo esplendor.
—¿me haria un pequeño favor, Marqués?
—sus deseos son mis ordenes, Alteza
Sus labios se curvaron en una sonrisa satisfecha, tenia buenas piezas de su lado.
—necesito que....
Navier no sabia que pensar ni que sentir al respecto, su hijo y ella no se dirigían la palabra ni una mirada desde que Rashta casi sufre un aborto por la discusión que Kosair y ella tuvieron.
Su hijo habia corrido a Rashta al verla tendida en el suelo, se veia asustado, desesperado, hasta incluso vio furia dirigida en una mirada gelida hacia el rubio mayor.
No hablaron ese dia, ni el siguiente a ese, ni el siguientea ese y tampoco después de ese.
Aun que al dia siguiente del incidente, Lady Artina se presentó totalmente apenada pero con una mirada brillante de emoción y curiosidad contenida, ella le revelo que a partir de ahora ya no le serviría sino que ahora estaría y velaria por Lady Rashta por órdenes del príncipe Isis, ordenes que fueron fielmente secundadas por el emperador Sovieshu.
Su corazón dolia, Lady Artina no era sólo su más fiel guardia sino también era su amiga, su confidente y ahora Rashta se la habia arrebatado, al igual que parecía haberle arrebatado a su esposo y a su hijo. Los necesitaba ahora más que nunca, con todo el asunto del divorcio siendo un rumor casi a viva voz.
Isis, parecía igualmente encantado con la amante, nunca los habia visto convivir antes, incluso ilusamente creyó que él jamás se la habia topado ni hablado fuera de lo formal. Después de todo, el palacio era grande y Isis tenia varios deberes que cumplir.
Ahora todo el palacio hablaba de lo amable y tierno que era el príncipe Isis con la madre de su medio hermano.
—Alteza, no este triste, el príncipe seguro sólo esta siendo amable y mantiene la etiqueta cómo usted bien le enseño—trato de reconfortarla una de sus damas siendo secundada por el resto.
—si...seguro es eso...
Queria creer que era cierto pero no podía estar tan segura cuando no han hablado desde hace dias, no cuando Isis ve a Rashta todas las mañanas junto a su padre.
Un chillido emocionado resono en toda la habitación, Laura dejo pasar al Marqués Karl que al parecer habia tocado la puerta pero no lo escuchó, el Marqués traía consigo un enorme baúl que al abrirlo, sé observó un sin fin de joyas brillantes de diferentes colores y tamaños, todas ellas rodeando lo que parecian ser papeles de un tono casi dorado con diseños de un color blanco transparente, a su lado, una elegante pluma bicolor con los mismos colores juntados con un tarrito de tinta cristalina y brillante.
—su Majestad, el príncipe Isis, me ha pedido que trajera estos regalos para usted, alteza—sonrió alegremente—en sus palabras, "lameto, madre, nuestro distanciamiento. Prometo dar las explicaciones que merece en cuanto pueda librarme de mis obligaciones, cosa que no creo que sea pronto, hasta eso, tome estos regalos cómo mi humilde ofrenda de paz. Cómo sé que tambien ah estado trabajando duro últimamente, he decidido que el mejor regalo seria algo que pueda ayudarle y no estorbar en su dia, considere las joyas un extra"—cerró la hoja de la que leía dando fin a su comunicado para luego dejar el baúl en el suelo, siendo rodeado de inmediato por las damas enternecidas por tal regalo.
—¡ay, el príncipe Isis es una ternura!—grito en un susurro la peliroja pecosa con sus mejillas encendidas.
Navier sonrió, sus damas tenían razón, ella sólo se precipitó, Isis seguia siendo su hijo y sólo actuaba como el heredero que era, no tomaba partidos ni mucho menos la reemplazó con Rashta.
La tensión de sus hombros se marcho, situando ahora una hermosa calidez en su pecho que alejo toda tensión de su cuerpo.
Sin saber que no podia estar más equivocada.
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