Navidad (Deathmask y Shunrei)

Una pequeña viñeta, que no salió como esperaba, pero weno. ¡Felices fiestas!

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Deathmask, dejó que el aire helado le despeinara los cabellos, mientras el cigarrillo se consumía en su boca. Exhaló el humo dirigiendo su mirada al cielo. La noche lucía clara y despejada. Se sentó en una roca a admirar las estrellas.

Normalmente lo haría en el techo de su templo, pero ese día era la víspera de Navidad y no se sentía con el ánimo de escuchar la algarabía que había en el quinto templo, con el anuncio del embarazo de Marín, Aioria parecía más alegre de lo que ya era y había invitado a casi todo el Santuario —exceptuando a Shura, Afrodita y él, claramente —a pasar la fecha en su templo.

Afrodita, por supuesto lo había invitado, pero sería la primera Navidad con su esposa y su bebé y no quiso entrometerse, pese a que su amigo había insistido e incluso June había bajado por la tarde a invitarlo una última vez. Sonrió, se alegraba por el Pez, había encontrado la felicidad sin siquiera buscarla.

Shura, por su parte, había ido a España, logró contactar con su familia y aquella fecha había sido la elegida para presentarse ante ellos luego de casi veinte años, sus padres, no se habían sorprendido, eran fieles seguidores de Atenea, como toda su familia, así que se alegraron de saber que su hijo estaba vivo. También lo había invitado, pero había sentido lo mismo que con Afrodita. Quizá fuera el próximo año.

No se sentía mal por ser el único que no tenía con quien pasar aquel día, no le interesaba mucho, pero no podía evitar sentir cierto anhelo por poder tener a alguien a su lado, aunque estaba seguro que eso no sucedería. Tenía muchos pecados que pagar y tenía que conformarse con ver a sus amigos tranquilos y felices. Un suspiro escapó de sus pulmones.

Decidió regresar a su templo, sí se quedaba en su habitación, podría pasar desapercibido el jolgorio de sus vecinos. Caminó lentamente hacia el Santuario. Llegó a Cáncer casi a la media, se sorprendió de encontrar la luz de su cocina encendida. Creyendo que se trataría de Afrodita, caminó hacia allí para echarlo.

Grande fue su sorpresa, al encontrar un delicado rostro que nada tenía que ver con el de su amigo y que, además, le sonreía dulcemente. De inmediato reconoció a la joven como la hija adoptiva de Dohko. Abrió sus ojos con sorpresa, solo la había visto una vez —y había intentado asesinarla—, pero su cara y la paz que transmitía era difícil de olvidar. Sacudió la cabeza y se dirigió hacia ella.

—¿Qué haces aquí? —preguntó más bruscamente de lo que había querido. Sin embargo, la joven no se intimidó.

—Afrodita, me dijo que podía pasar.

—Ah, ya. ¿Te puedo ayudar en algo? —Shunrei negó y Deathmask frunció el ceño, confundido.

—Solo vine a desearle una feliz navidad y a invitarlo a desayunar conmigo y con el maestro. Nadie debería pasar este día solo.

—No creo que... —intentó negarse.

—El maestro dijo que sí te negabas, te dijera que sí no estabas en el templo de Libra a las nueve en punto, nosotros bajaríamos y más valía que estuvieras aquí —respondió tranquilo.

Deathmask, rodó los ojos. Dohko era el único que podía obligarlo a algo así y su amenaza no era vana, después de Atenea y Shion, era el de más autoridad en el Santuario. Suspiró resignado.

—Estaré ahí, no te preocupes.

Shunrei, sonrió animada y se acercó a depositar un tierno y cálido beso en la mejilla.

—Feliz navidad —deseó antes de salir corriendo de Cáncer.

—Feliz navidad —susurró Deathmask en estado de perplejidad.

Se fue acostar y se durmió sintiendo los cálidos labios todavía en su mejilla. 

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