Miradas. (Radamanthys Y Pandora).
En el Inframundo todo transcurría de manera normal, los espectros poco a poco se habían acostumbrado a la presencia de su señora y a la gran calma que se respiraba desde entonces. Se habían creado algunos lazos de sana convivencia con los habitantes del Santuario, por lo que era habitual hacer y recibir visitas entre ambos. Nadie se sorprendía
Entre estos nuevos lazos, había una amistad que molestaba sobremanera al juez de Wyvern, la que se había creado entre su comandante y el santo del primer templo. Radamanthys, no soportaba al santo de Aries y la cercanía que tenía con Pandora. Todo había comenzado desde el día en que su señor pidió ayuda de Athenea. Detestaba a Aries por el trato que había tenido para con la señorita.
El Juez se encontraba en el castillo Heinstein, con ganas de matar a Mü, que en ese momento charlaba animadamente con Pandora. Nunca había visto a su comandante reír como lo hacía en ese momento con el Santo. Se detestaba así mismo por sentir ese odio casi irracional por Aries. Apoyó la cabeza en la pared que estaba recargado, quería largarse de ahí, pero no podía, su deber era cuidar de ella.
—¿Qué te ocurre?
—No molestes, Minos—dijo Radamanthys con molestia, sin mirar al otro.
Grifo sonrió, sabía que era lo que le molestaba a su compañero, ya que él de algún modo, sentía lo mismo, respecto a Lune y el santo que parecía lo iba a volver loco.
El problema era que Radamanthys era demasiado terco como para aceptar lo que sentía por Pandora. Había ido hasta allí a petición de Valentine, al parecer cada vez que el del primer templo hacia visita al castillo, él cargaba con el enojo de su superior.
—¿Tanto te molesta la visita de Aries?—dijo socarrón, captando la atención del juez.
—¿Qué quieres decir?
—Valentine dice que le cargas la mano cuando el santo viene, veo que no exageraba, parece que lo quieres matar—Radamanthys lo volvió a ignorar sin dirigirme siquiera una mirada—. ¿No me dirás que te pasa?
—No lo soporto—dijo seco.
—¿Por qué?
—¿Qué es lo que de verdad quieres, Minos?
—Que aceptes de una vez tus sentimientos antes de que sea tarde. Pandora es bonita y se ve realmente bella cunado sonríe. Cualquiera estaría encantado con ella—no le dio tiempo a Radamanthys de responderle, pues ya se alejaba dejándolo de peor humor.
—Maldito, Minos—otra risa de parte de Pandora llamó su atención.
Se preguntó por qué con él sonreía así, por qué él no podía hacerla reír así, quería ser él quién recibiera las atenciones que Pandora tenía para con ese santo; y de pronto, como sí una luz se hubiera encendido en su cabeza, entendió las palabras de Minos.
Golpeó levemente su cabeza contra la pared. Le parecía increíble que sus compañeros se percataran de sus sentimientos antes que él mismo. ¿Qué debía hacer? Estaba enamorado de Pandora.
En ese momento el santo de Aries se despedía de la comandante. Radamanthys se quedó donde estaba, mientras que Pandora acompañaba a su invitado a la salida, cuando volvió le dedicó una breve mirada y luego volver a ignorarlo, Wyvern notó algo que no había visto antes, algo en sus ojos le daba una pequeña esperanza, se sentía bobo por no haberlo notado antes. Se acercó a ella.
Pandora miraba distraída por la ventana como poco a a poco comenzaba a caer la noche, quiso volver su vista a Radamanthys, pero sabía que el juez a ese momento ya se habría retirado; siempre era igual, nunca se quedaba más tiempo después de retirarse Mü. Solo estaba con ella por la orden que recibió de cuidarla. A su mente acudieron las palabras del que ahora era un buen amigo.
*recuerdo*
—Deberías decirle lo que sientes—le había dicho Mü, una vez.
—No sé de qué hablas—le había respondido.
—Radamanthys. Es obvio que sientes algo por él y sí mi intuición no falla, él siente lo mismo—eso hizo que Pandora se ilusionar a momentáneamente.
—No lo creo—respondió en cambio—. Él jamás ha dado muestras de sentir algo por mí más allá de su deber.
Mu había reído por aquel comentario, le tomó las manos y sin dejar de sonreír le hizo ver algo que ella jamás había notado o sí lo había hecho, lo había adjudicado a la animadversión natural que existía entre santos y espectros, no a qué ella fuera la causante directa de aquello.
—Pandora, tal vez a ti no te ha dado muestras, pero a mi sí, me odia y no sólo porque soy un santo, créeme—había dicho con su suave voz y con convicción total —. Y tú, ¿le has dado alguna señal? —dijo cuestionando el hecho de que ella tampoco había intentado llamar la atención del juez.
*fin del recuerdo*
Unas manos alrededor de su cintura hicieron que volviera al presente, al darse la vuelta se encontró con los ojos de Radamanthys. Algo en ellos hicieron que sintiera temor, tenían una expresión que nunca antes había visto en él.
—¿Qué pasa Radamanthys?—preguntó nerviosa.
—Sólo quiero comprobar algo que acabo de ver.
No pudo procesar sus palabras, pues los labios del juez sobre los suyos le quitaron cualquier resquicio de pensamiento coherente. Tardó en asimilar lo que ocurría y por un momento no respondió al beso.
Radamanthys creyó que se había confundido y Pandora no sentía lo mismo que él; al ver que ella no le correspondía el beso, estaba por retirarse. Pandora siendo consciente de lo que pasaba, lo retuvo y le devolvió el beso de manera suave que el Juez se encargó de intensificar poco a poco, convirtiéndolo en el primero de muchos de aquella noche.
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