Cita. (MinosxAiacos)

No son una pareja de la que yo hubiese pensado en escribir, alguien me los sugirió y pues, ¿por qué no? No estoy segura de que haya quedado bien, pero le puse amor.
Oneshot sin nada interesante qué resaltar. Radamanthys x Pandora al final del fic.

~~~~~~~~~

La copa se estrelló contra la pared produciendo un ruido sordo y el sonido del cristal haciéndose añicos esparciéndose por el piso; una gran mancha de vino sobre la pared blanca se hizo visible logrando que las rubias cejas del Juez de Wyvern se alzaran en gesto interrogante y de disgusto. Giró su cabeza para mirar al causante de aquel desastre con mirada reprobatoria, llevando su propia copa a los labios. Aunque no le gustaba el desorden, mucho menos en aquella sala, no podía evitar un pinchazo de satisfacción ante el estado alterado de su hermano de armas.

—Lo disfrutas, ¿no es así, Radamanthys?

Minos lo miraba con un gesto de furia contenida, solo reconocible por la contracción en su mejilla derecha que alteraba la perenne sonrisa que adornaba sus labios. Sus manos se apretaron en un puño haciéndose daño en sus palmas en un intento por serenarse. No necesitaba otro acceso de ira delante de su compañero o las burlas se harían interminables. Aspiró hondo.

—Minos, la pregunta es innecesaria, lo sabes —respondió Radamanthys sin soltar su copa, alejando de su vista de Minos—. Lo verdaderamente importante es: ¿qué piensas hacer?

—No es de tu incumbencia —se apresuró a responder Minos. Radamanthys sonrío ante aquel tono hostil.

—Vamos, puedes contarme. Quiero saber el estúpido plan que se te ocurre para llevar a Aiacos a esa maldita sala de...

Un nuevo estallido interrumpió la frase de Radamanthys. No le importaba quedarse sin sus preciosos vasos, con tal de seguir contemplando aquel acceso de furia por parte del siempre tranquilo Minos.

—Sabes perfectamente que Aiacos jamás entraría ahí y mucho menos siendo mi sumiso.

Minos apartó la vista de su compañero, sirviéndose, por tercera vez, un vaso de un whisky que en la hora que llevaba ahí, no había probado. Radamanthys volvió a sonreír. Minos no tomaba o al menos lo hacía en muy contadas ocasiones, pero lo necesitaba y la desagradable compañía de Radamanthys solo lo ponía de peor humor. Sin embargo, no podía pedirle que se fuera, ya que aquel espacio le pertenecía, junto con todo lo que había dentro, licor incluido.

—Lo sé, solo quería saber qué harías para reírme después o ahora, quién sabe —Radamanthys se encogió de hombros. Minos, hizo un gesto de desesperación.

—Vete al tártaro, Radamanthys —respondió Minos, sirviéndose un nuevo vaso.

—Procura que no acabe en mi piso o pared, por favor —Radamanthys, dio un trago a su vaso y giró su cabeza hacia Minos —¿Por qué no lo invitas a una ópera? —sugirió —Sé por Valentin, que le gustan esas cosas.

—¿Ahora me quieres ayudar?

—Es una sugerencia.

Radamanthys se encogió de hombros y siguió bebiendo. Minos se quedó pensando en lo dicho por su compañero y sabía que no mentía, pues Lune también le había mencionado algo al respecto, bebió su trago de golpe y se apresuró a salir, sin notar la sonrisa de victoria de Radamanthys.

~~~~~~~~~~~~

Minos, trataba de mantenerse despierto y a responder lo más acertadamente posible los escasos comentarios que le hacía Aiacos de la obra. Había escogido una ópera lo bastante popular para evitarlos, pero para su buena o mala suerte, Aiacos se veía bastante entusiasmado, estaba por terminar el cuarto y último acto, de la obra «Carmen» y él, trataba de guardar en su memoria lo mejor posible los detalles que consideraba los más relevantes, pues estaba seguro que, al igual que en los actos anteriores, su compañero le preguntaría sus opiniones y observaciones.

Debía admitir que se aburría mortalmente en aquella representación, pero al ver la cara de felicidad de Aiacos, sentía que su aburrimiento valía la pena y cuando le sonreía por alguna respuesta o comentario que le complacía, todavía más, le encantaba recibir las atenciones de su compañero. Radamanthys se equivocaba al pensar que solo quería a Aiacos por un rato.

—¿Y bien? —preguntó Aiacos cuando salían del teatro.

—Me aburrí mortalmente —respondió sincero, para su sorpresa Aiacos le sonrió —, pero me pareció bastante trágico que Carmen terminara así, además, ¿en serio? Lo dejan en suspenso, yo esperaba un enfrentamiento, algo épico, qué sé yo.

—Es una tragedia, Minos, de eso se tratan.

—Pero no puedes negar que pudo terminar mejor.

—Según tú, ¿cómo?

—Escamillo matando a don José, le mató a la novia, es lo mínimo que se merecía, yo lo hubiera hecho —dijo un tanto inseguro.

—¿No es demasiado predecible? —cuestionó Aiacos, tomando del brazo a Minos.

—Tienes razón, tal vez en ambos terminando siendo amantes hubiera estado mejor.

Aiacos soltó una sonora carcajada, más que por el contrario de Minos, sino por la seriedad que le había impreso y se tomó su tiempo para sopesar la idea de su compañero.

—Tienes razón —dijo por fin deteniéndose en la entrada del castillo—, ese hubiera sido un gran final, inesperado e ingenioso, me sorprendes.

—Oye, yo soy ingeniosos y sorprendente —se jactó Minos, Aiacos sonrío y negó.

—Gracias por la velada, Minos —Aiacos soltó el brazo de su compañero.

—Cuando gustes, pero para la otra solo te invito a cenar.

—Oh, vamos, sí pensaba invitarte a ver «La traviata», ¿me dirás que no? —ambos se vieron directamente a los ojos.

—¿Tú invitará? —cuestionó sin dejar de ver a su compañero —sí es así, acepto, aunque yo puedo invitar la cena —Aiacos pareció pensárselo.

—Bueno, entonces tenemos una cita —Minos, tuvo que hacer un esfuerzo por no saltar de emoción.

—Claro, sólo dime cuando y estaré a tu disposición.

—Perfecto, espera mi mensaje. Sí me disculpas, hoy me toca estar de guardia —Aiacos se despidió con un ligero beso en la mejilla.

Minos vio como su compañero se perdía en la oscuridad del castillo y solo entonces se permitió sonreír ampliamente. «Tal vez deba agradecerle a Radamanthys», pensó antes de también entrar al castillo, ajeno a los dos pares de ojos que les vigilaban desde una de las ventanas.

—Bien, mi hermosa dama —comenzó Radamanthys cuando Minos desapareció de su vista —, creo que gané la apuesta.

Radamanthys sonreía triunfal, mientras que Pandora hacia un gesto de desaprobación ante lo que veía.

—No puedo creerlo, estaba segura que Aiacos no se dejaría embaucar por el... —Radamanthys alzó una ceja esperando a que su dama concluyera —juez de Grifo.

—Pues ya ves que sí, así que es hora de que me pagues —no le dio tiempo de responder a nada y la tomó de la cintura para apegarla a él y le susurró—: te veo este viernes a las ocho, ponte más guapa de lo que ya eres ya sabes que no me gusta esperar —la besó.

Fin

~~~~~~~~~~~~ 

Prometo que algún día escribiré algo decente de este par. ¡Gracias por leer! 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top