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VII
Sos el amo de mi cuerpo, no tengo escapatoria. Abandonaré mi carrera, prometo no meterme en tu trayectoria. Tu fuerza es superior y así defendés mi honra. Tu intelecto es mayor al mío, así lo dicta la testosterona. Has inventado el mundo porque así lo has querido, no por la opresión ejercida en quienes no te adoran. Yo te besaré los pies, me postraré. Haré cosas de mujer, como parir hijos y tejer. Abandonaré la maquila cuando de la guerra regresés. No importa si te emborrachás a todas horas, siempre te amaré. Amo que ejerzás la violencia económica. Te dejaré tener amante; soy tu devota, te seré fiel. Mirame, amame. Te extrañé.
¿No querés oírme hablar? Tenés razón, soy tan aburrida... Casi no me junto con mis amigas. Ellas dijeron que eras malo para mi vida, que perras, ¡son unas víboras! Mi amor es tuyo, mi cuerpo te pertenece. Me encerraré y cerraré mi boca. No quiero que me golpiés. Seré uno más de los muebles, una maceta, una aspiradora, una decoración. ¡No me abandonés!
No te vayás, no me dejés.
No puedo vivir sin un hombre.
Necesito tu dinero para sobrevivir.
¿Cómo comerán mis hijos?
¡Necesitan a su padre!
O se volverán afeminados,
la casa necesita un hombre.
Yo te necesito, regresá conmigo.
Te amo, te amo, te amo.
Una vida sin vos no es lo mismo,
ya no podré sobrevivir.
No puedo vivir, no respiro.
Para no huir, dame el incentivo.
Empacaré mis maletas,
¡me llevaré a tus hijos!
Autorretrato como alegoría de la pintura.
Pintura de Artemisia Gentileschi.
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