página cuatro

V

Rompeme el vaso de ron, rompeme la pared, porque te sale de los santos huevos que te cargás, oh, macho todopoderoso. Oh, Hardin; oh, Edward; oh, Christian. Oh, recreación y copia paradójica del ideal predominante, vas creciendo en bucle en todas las artes, plasmado por palmas de féminas amantes de la pornografía escrita "por y para mujeres". Misoginia esparcida por alienación indirecta, pubertad percibida sin supervisión adulta. Luego la culpa será de ellas por tener en sus manos todo el conocimiento del mundo. Una ventana que no quiere cerrarse, a tres metros bajo tierra yace "Hache". La realidad es espejo de la ficción, imposible separarlas.

Y ellas buscarán caballeros de perfiles dominantes, como los hombres de las novelas. Y ellas sufrirán la violencia por tolerar lo que ha sido romantizado, igual que en las novelas. Y ellas serán las víctimas, cegadas y manipuladas, criadas para aceptar comportamientos aberrantes, "porque yo sí puedo cambiarlo". Porque yo sí puedo cambiarle...



Autorretrato como
Santa Catalina de Alejandría. 

Pintura de Artemisia Gentileschi.

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