Ninfa


II

Soy escritor y dibujo a la mujer como ente etéreo. ¿Cómo entender aquello que no puedes percibir con tus manos? La mujer es ente, divaga por fuera de esta realidad que nosotros, hombres, somos capaces de pisar. Con ese pensamiento en mente, tomo pincel, tomo lápiz y trazo el retrato vívido de su belleza. Beso sus cabellos que son hebras finas de lana, terciopelo; piel de algodón, tan suave, sutiles son sus caricias. Veo su figura difuminar el viento; no hay líneas, son óvalos evocados por su transparencia. Entonces manifiesto sus senos, palpados alguna vez por estos dedos, porque es verosímil dejar testimonio escrito del color y la textura de sus pezones y sus pechos. Sí, así lo dicto, así lo transmito, así siempre ha sido. Sus caderas son curvas, alargadas piernas capaces de mostrarte el cielo cuando alcanzas la bisectriz, ese ángulo capaz de engullir a cualquier hombre y mostrarle el paraíso perpetuo, la inmensidad.

Porque ella es madre y es musa, ella es perfecta en mis memorias hasta que se manifiesta como puta. Es hada y es sirena, me atrae a su entrepierna hasta que pruebo el rocío con estos labios míos tan sedientos y llenos de saliva. Oh, que preciosa es la mujer cuando en éxtasis se maquilla. Ella es paraíso. ¿Cómo entenderla? Si apenas puedo soñar con tenerla y entre mis brazos proteger su inocencia.

Ven a mí, te enseñaré con parsimonia sobre la gravedad que atrae tu cuerpo con el mío y nos exige estar juntos. ¿Obra de dios o el destino? No importa si no miras el hilo rojo, yo te explico. Tan solo debes seguirme, ven a mí. Oh, ven a mí, diosa corpórea, diosa terrenal, háblame en secreto sobre tu idioma ancestral, sedúceme con tu lenguaje de amazona y déjame ser el explorador que conquiste y arrebate tus penas. Ven a mí, que yo te daré la tierra y el cielo. Pues soy dueño del universo.

–No quiero.

¿Ves el cielo? ¿Ves el universo? ¿Ves el amor reflejado en mis ojos? Ese que solo se proyecta cuando estamos juntos. ¡Ten el cielo, sostenlo! Es tuyo, lo he envuelto para ti. Un presente a tu lado se compara nada más con la ambrosía. Ven, te explicaré porqué tu vida solo significa cuando se diluye con la mía. Te haré conocer el cielo en cada vuelo hacia Marte; lo envolveré con mis manos, lo adornaré con oro y diamantes. Te daré todo lo que me pidas, todo lo que falte.

Yo te mostré las constelaciones al comprarte. Agradece, beso tu frente, inclínate. Respeta mi nombre, respeta mi voluntad, así como yo voy a respetarte. Te daré lo que me pidas, yo solo pido que seas mía, solo mía. Eres mía.

Eres mía, nuestras almas están destinadas a encontrarse. El destino no es más que una sutil brisa, un murmullo lejano de aquellos que no han podido encontrarlo, domarlo. El destino es océano que yace moribundo bajo mis pies. El destino es la arena que azoté. El destino duerme bajo tus faldas. Lo he conocido en el segundo que se encontraron nuestras miradas, un choque eléctrico tan certero, capaz de revolver mis entrañas más que fiera en batalla.

Te rescaté de esa torre que te mantenía cautiva. Es por mí que hoy puedes verme desde tu cama, tan altiva. Por ti salté bosques y luché contra montañas. He tenido que superar cuantiosas cruzadas, solo para tener el honor de ser besado por tus manos aterciopeladas. Seguí el canto de la sirena y tomé la recompensa. Recorrí campos mugrientos por la guerra. Maté hombres solo para proteger tu dignidad, tu belleza. Bésame, ámame, recompensa mi proeza.

¡Deberás agradecer todo mi esfuerzo! Agradece mi regreso, por mí no has caído en manos de violadores astutos. Hay hombres malos en el mundo; yo seré tu protector, tu caballero. Degollaré al lobo y al zorro. Agradece lo que te ofrezco, se amable conmigo, señorita. Toma con bondad mis caricias. Beso tu frente, alza la mirada y levántate. Déjame ver ese rostro que osa desafiarme. Oh, reina, solo a ti he de otorgarte la voluntad de hablarme, de amarme.






I

Esta carne, carne morena.
Esta carne, carne hecha de tierra.
Carne con sabor a agua salada,
hebras de pelo empapadas
de sudor y de sangre.
Sangre que corre por mis piernas,
sangre que simula belleza.
Veo en el espejo mi pellejo
flácido e insípido.
No es un desvarío,
me odio cuando me miro.
Sus manos han trazado un recorrido,
hicieron de mi piel un mapa
y del mapa su destino.

Soy rehén de sus deseos. Voz extirpada con escalpelo... o eso temo, porque él no me escucha. Quizás finge que no estoy ahí, que no existo. Me dice que soy diosa pero me siento mártir cuando escupo la ropa y la tiro al suelo.

Mis prendas las piso cuando salgo y la puerta cierro. Arrastro la silla y veo el amanecer con rostro taciturno, el mayordomo ha dicho que he perdido el brillo. "¿Cuál brillo?" me pregunto, nunca lo he tenido. Siempre he sido esta, esta carne, este pelo chirizo; estos ojos no son puertas al infinito, solo muestran el vacío.

Dice que soy musa y me recita poemas de su puño y letra. Dice que soy reina. Él ha disfrutado la guerra y la muerte y carece de paz, por eso me embiste con ferocidad. Dice que fui sirena, mi llanto lo atrajo hacia el mar. Dice que soy ninfa, un súcubo que succiona su ira. Dice que soy diosa y se arrodilla a chupar. Dice... dice de mí muchas cosas esperando que las crea. Me recita poemas, me dedica canciones, me pinta, me mima y malabarea entre mis piernas.

Hay oro en la heladera,
esperando el "sí acepto"
que resucite
un sueño paterno.
Su sueño de tragarme
y corromperme por completo.

Yo digo que soy el mar,
no el mapa trazado por su intelecto.
Yo digo que soy la carne,
no su ente incompleto.
Yo digo que soy el dios
a quien le reza por perdón.
Yo digo que soy la fe
a quien le llora a deshoras.
Yo digo que soy el rencor
que se retuerce
como feto y me patea los órganos.
Yo digo que soy la belleza
en los garabatos que creo a destiempo.
Yo digo que yo soy
la dueña de mi cuerpo.

Él no lo comprende. Nunca pregunta por mi bienestar, solo asume y me dejo llevar. ¿Para qué discutir? ¿Por qué dialogar? Hay un par de esposas en su cama y en la gaveta un par más. Tengo al demonio adherido a mis faldas, Lilith arrogante que no se deja dominar. Sí, soy el diablo renacido y la madre del infierno. Sí, yo te arrebato el intelecto con estos dedos. Soy quien te impide ser racional. ¿Realmente soy yo u otra más lo puede causar? ¿Hubo otras ocupando mi altar?

–¿Te casarías conmigo?

Puta, sos una puta. Sos un hipócrita que exige castidad teniendo la piel manchada. Marcas de manos en mujeres a quienes violastes en otros puertos mientras recorrías el océano. Manos de sirenas con laringe amputada durante tus arrebatos inconexos. Yo también los he sentido en esta carne que poseés cada noche que pasás conmigo. Yo también te he vivido en cada manifestación de tu alterado dominio. Querés dejarme en claro a quien le pertenezco. ¡Pará! La pared ha sufrido ya demasiados agujeros. Nunca me tocastes pero me causastes miedo.

Puta es tu pene
colgando flácido y al viento,
zorra es tu cuerpo
siendo amamantado
en cada párrafo,
frígidas tus manos.
Íncubo desatado,
¿anestesia o placebo?
Debate interno.

Exigencias disparejas
a punto de eclosionar.
Tuya es la histeria
cuando deshaces tus trazos,
la furia acelera tus latidos
y te volvés huracán,
azotás todos, rompés todo,
todo rasgás.

No, nunca has tocado
mi piel de ese modo
pero he visto tus destrozos.
Te he visto colérico y avaricioso.
Te he visto sediento y lujurioso
con otras, ¡con otras!,
con otras que no son yo.

Puta vos,
usado de amuleto
por cientos.

Puta vos, putas tus caricias carentes de amor. Es posesión, el demonio se te metió por los tus poros. Ya no me recités poemas, no, ya no. Abandoname al viento, me volveré océano. Nunca más nos veremos. No existe el destino, mi vientre no es eterno. No sostengo en los pliegues de mi vagina la salvación, no hay un paraíso al otro lado del orgasmo que nunca me provocastes, no hay respuestas a esas preguntas que siempre me callastes.

Me encuentro en la ira que reprimo y el amor que no late por vos, me encuentro en el arte que escupo con estos dedos usando mi sangre, es tinta que de mí salió. Sin tu dinero sucio de por medio, sin tus lamidas frenéticas interfiriendo, tomo la pluma que dejastes caer al suelo y vomito la verborrea de mis recuerdos para alejarme de tu imperio y crearme a mí.

Creerme a mí. Yo me creo
mediante trazos complejos,
esculpo en veneno
al buscar la salvación de mi cuerpo.
Dejo un mensaje en tu espejo:

¡Puta vos!

III

Mujer sin vagina
no es hombre.
Es mujer.
Mujer sin hombre es mujer.
Mujer es mujer.
Mujer artista, mujer creadora.
Transmutar la ira,
colorear usando tinta.
Trascender en la vida
con un nombre
de mujer.

Un sustantivo sostenido
por sus propios pies,
existiendo sin el "de".
Asonancia y ruido blanco.
Hallarse en los charcos
que la tormenta dejó.
Paz interior.

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