Parte 5: yo pago la cuenta
Disculpen por el tremendo espectáculo que les he dado. Yo invito al café, Felipe. No es necesario que digas nada. Calculo que tu hijo debe tener trece años. Espero que se sienta orgulloso de ti, porque eres excepcional. Señora, se sacó la lotería con este hombre y estoy seguro de que él también con usted.
Por favor, amigo, sigue compartiendo con tu familia. Perdón por entrometerme y dejarlos a todos mudos, pero no me aguanté. Te vi y hablé.
En fin. Seguiré hacia donde iba, compañero. Gracias por advertirme de su plan y por hacer que mis pies siguieran el poder de mi interior, de mi cansancio, de mi amor propio. También te agradezco por permitirme enfrentar mi temor, por ser el catalizador de ese odio que dejé ir por la regadera, exigiendo ser uno más, diferente al fin, pero uno más, y encontrando un lugar en este mundo.
El hombre se alejó de la mesa vacía, dejando sobre ella el billete de más valor con el que contaba. Los garzones del restaurante, quienes intentaron corretearlo mientras exponía su monólogo frente a personas invisibles, no rieron.
A varios metros de allí, aún caminando, el liberado sujeto sacó una máscara plástica, de aquellas que vendían a los niños en los parques, y la botó en un tacho ubicado a un costado del paseo peatonal. Una cocinera que lo había estado viendo junto a sus compañeros de labores se acercó curiosa. La careta de un mono se asomaba entre latas de bebidas y papeles sucios.
Abandonó así su último rol. La interpretación del primate imitador fue su mayor lamento. Otras personas habían sido señaladas por su dedo, con desdén y delirios de grandeza. No era ningún santo. Nunca lo fue, pero ¿quién lo era?
El cuarentón se había desprendido al fin de todas sus máscaras, aferrándose a la bolsita de cuero rota en la que guardaba el dinero logrado en su vagancia, de la caridad de las personas que transitaban y lo veían pedir limosna.
Tenía en mente ir hasta la estación de trenes con la intención de irse por fin de ese pueblo. Caminó con esperanza, a unas cuantas horas de abandonar Ratelfork para siempre y comenzar así una vida nueva, alejado de sus fantasmas del pasado.
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