🎃 Capítulo 31

—Iremos luego, no molesten por favor.—pidió por las buenas Marcus mientras dirigía a su compañera hacia el pasillo que llevaba a sus aposentos.

Laice observa que aquello no es buena respuesta para el joven vampiro, por lo que se queda tiesa y expectante en unos cortos metros.

—Pero... —empezó a debatir Afton recordando la extrema advertencia de impaciencia del Amo Aro hace días atrás, totalmente consternado el vampiro de cabello negro y frente alta.

Caius no avanza, solo queda unos pocos metros lejos de su compañera.

—No molestes —sisea Caius intimidante, haciendo retroceder al vampiro— Queda determinantemente prohibido molestarnos.

Y tras ello, los tres se dirigen por el pasillo hacia un nuevo aposento. Ambos sabían perfectamente que los suyos aún podrían estar en remodelación, ya que no querían que su compañera pudiera oler otro aroma que no fuera los suyos.

[...]

La habitación no era moderna, aún mantenía ese aspecto antiguo con aquella cama con velos adornando los cuatro pilares de madera, la cama cubierta en seda color rubí. Todo lo que se pudiera ver entorno a esta eran de colores: bordo, rojo, rubí y colores tierra, ningún otro color que la propia Catrina podría decir que le gustara en realidad, pero eso ella tenía la culpa en no haber compartido dicho dato con ellos, por lo que simplemente se despegó de ambos vampiros para tocar sutilmente cada mueble con curiosidad hasta llegar a la cama para poder sentir la delicada y suave de la tela de seda que cubría la cama, decidiendo por fin sentarse en aquel lugar.

—Está cómoda.

—Aunque no usamos la cama para dormir, solo para aclarar —expresa Marcus relamiendose los labios que por algún motivo se encontraban secos.

—La cama no les sirve, vosotros no tienen necesidad de descansar. —reafirma comprendiendo su punto pero la mirada hambrienta del rubio es quién la hace tragar saliva nerviosa— Debo admitir que sus miradas son muy expresivas, pero debo expresarles que hay un ligero inconveniente para vuestros instintos sexuales salvajes.

Caius se acercó a ella tan rápido en cuánto escuchó la palabras «instintos sexuales» sin embargo, es detenido por el agarre caballeroso de Marcus, quién lo mira regañandolo.

—Déjala aclarar lo que ha dicho, Caius —advierte no dejando que vaya a lastimarla o peor aún realizar algun acto que cause el rechazo— ¿A qué te refieres con dicho inconveniente?

—Morí siendo abusada. Ni siquiera recuerdo si llegó a completarlo pero es lo único que recuerdo, no podía moverme ni existir, mi existencia en el mundo mortal siempre fue una causa desagradable y denigrante, asi qué... Tal vez estoy manchada y profanada, no los merezco... Tal vez por eso fui maldita. —expresa con una mueca que expresa desánimo y fragilidad puesta en sus cuencas de ojos— El único dolor que sentía para manifestar que estaba viva era la extracción abrupta de mis ojos, sin anestecia y sin intención de ser piadosos, me arrebataron la vista.

Ambos Reyes al escuchar dicha limitación, explicación y ver las expresiones corporales de su compañera los hace arder en llamas, era un dolor tan horroroso y corrosivo que solo se aminoró tan solo un poco en cuánto el par tomó sus manos entre las suyas, depositando un gesto comprensivo y aunque el disgusto de tales hechos mortales, decidieron hacer de su siguiente paso un mejor final feliz para ella.

—¿Y aún con esa tortura sigues protegiéndolos, y llevandolos a quién sabe donde? ¿Porqué ayudas a la raza que más te ha dañado?—pregunta con tanto resentimiento Caius.

—Porque el ser humano es la raíz de cada uno del mundo, de mi y en vosotros. Nacieron humanos, murieron humanos, no los castigo por un crimen que solo un puñado a hecho, sino que salvo los que son necesarios salvar. —expresa la Catrina Laice mientras sus ojos de simulación óptica se activan ante la necesidad de expresar las lagrimas que pudieron haber caído si los tuviera.

—Eres agradecida y comprensiva con los inocentes. Imagino que los humanos intoxicados o malos terminan en el inframundo ...—comenta Marcus mientras se curva hacia la mano izquierda, rozando suavemente la punta de su nariz a modo de consuelo, para luego depositar un beso fino.

—Así mismo.—corresponde con una suave sonrisa. Laice pudo sentir como aquello logró hacer latir su muerto corazón, con una punzada de amor.

Caius ruge inconforme.

—No se lo merecen. Nadie te salvó a ti, de entre esa inmunda gente.

—Un ser humano, hecho Dios griego lo hizo. Hades me salvó de morir perdida en el limbo, me dio una segunda oportunidad de vida... Aunque las cosas no fueran como lo percibo, así fue para mi. Otros sabrán detalles reales pero prefiero aceptar que Hades me salvó entre tanta ceguera y dolor. —expresa la Catrina Laice.

Marcus lo comprendió. Si bien, Hades había dicho algo de que ella era un igual para él, pero no mencionó en ningún momento haberla salvado. Solo la protegía como si fuera parte de él, como si fuera su propia carne.

—Tks... Maldito. A partir de hoy en más, yo seré tu protector, no volverás a sufrir, cariño mío —gruñe mordiendose la lengua ante la verdad.

Laice sonríe ligeramente levantando su mano derecha para atraer a Caius hacia ella y besar sutilmente la punta de su nariz. Mirándolo directamente a esos ojos rubíes atrapantes.

—Gracias por vuestra comprensión. Si me aceptan aún con ello, les dejo proceder pero tan solo no quiero volver a sentir dolor ni mucho menos sentirme sucia, por favor. —suplica tragando saliva, sabía que hoy debía ocurrir entre enlace pero aquello no evitaba sentirse tensa de no poder soportar dicha interacción física.

—No sentirás dolor.

Marcus expresó fiel y comprensivo, pero luego recuerda lo sádico que solía ser Caius con Athenodora, por lo que voltea a verlo, con una expresión de nervios y preocupación. Una expresión que no se esperaba en él, pero comprensible al saber el pasado traumatico de su compañera y del rechazo que habían sido testigos previamente ante ellos o el mismo Aro.

—Lo mío es el placer y dolor, mezclado. Es un dolor placentero, que te hace ansiar más de ello pero no es un dolor inmensurable ni mucho menos inaguantable... Yo no sé si me gustará lo que Marcus pretenda ser, pero yo soy sincero. Soy bruto, pasional y sádico en la cama, cariño mío. —expresa Caius con suma delicadeza y nervioso.

—Ya veo... —Laice mentiría si aquello no le hizo temer mas al dolor, no concibía ninguna similitud de lo que había expresado, por lo que con ciertos nervios dijo:— Probaremos, pero al máximo dolor paramos... En verdad, no quiero volver al pasado.

Caius entusiasmado con la idea de no cambiar en su gusto sexual lo maravilló, por lo que besó sin dudar a su compañera con hambre feroz. Logrando sacarla de ese ensimismado sentir de tensión para recibirlo con anhelo y felicidad, el lazo de compañeros los hacía aceptar cualquier tipo de gesto romántico.

Marcus niega con la cabeza, pero procede a quitarse la ropa mientras esos dos empiezan a besarse y perderse en esa perfecta sincronía de deseo y amor. Deja a un lado su capa colgada en un silla cercana, se quita el cinturón y los zapatos mas medias. Y poco después la camisa solo abre los primeros cinco botones, dejando ver su pectoral bárbaro y varonil; procede a acercarse a aquel par gateando en la enorme cama matrimonial.

Ambos sienten el peso del bárbaro, logrando que Caius gruña al ser separado de sus labios. Laice era muy curiosa y se distraía con facilidad al tenerlos cerca, y el rubio solo la quería para el solo, pero debía compartir.

—Estás muy sexy, caballero mío.

—Madam, ¿Desea que la despoje de su vestimentas para disfrutar de una mejor comodidad?—preguntó respetuoso Marcus.

Laice queda perdida entre sus palabras tan caballerosa y respetuosa que tímidamente acepta. Caius se aparta ligeramente, quedando en la parte derecha de la cama, mientras que la Catrina se sienta en la cama, baja por la orilla de esta y se para.

—Tengo unos botones cerca de mi nuca, que son los prendedores de mi vestido... ¿Podrías ayudarnos, Caius?—preguntó Laice inocentemente— Luego puedes proceder, caballero mío —comentó en dirección a Marcus.

Ambos hicieron lo guiado por su compañera, desvistiendola con tanta maestría pero Caius fue dejando unos besos humedos en la nuca y parte de los hombros no pudiendo resistirse, logrando que Laice jadeara y su cuerpo reaccionase ante la helada lengua de su compañero rubio. Marcus se llevó la mejor parte, al despojarla del vestido se encontró con que la mujer solo contaba con una tanga y nada de sostén, por lo que en cuánto soltó aquel jadeo, sus pezones de aquellos senos de tamaños de los repollos fue tan sencillo de lograr que se pusieran erectos como si se hubieran convertido en cuestión de segundos en peras.

El vampiro barbaro no pudo resistirlo, introdujo uno de esos pezones erectos entre sus labios y sorbio sutilmente, mientras jugaba con su lengua sobre aquella carne suave que bien resbalaba entre sus movimientos viperinos, mientras que con la otra mano, la derecha acariciaba de igual manera el seno libre... Estirando ligeramente y luego tomandolo entre sus dedos, girandolos como si fuera una pelotita entre sus dedos.

Ambos vampiros con sus sutiles gestos y movimientos, cautivaron a la mujer a soltar gemidos ahogados que expresaban perfectamente lo placentero que se sentían, al mundo de que no pudo mas que sentir y las palabras o siquiera la capacidad de hablar habían sido reemplazadas por los sonidos salvajes e impredecibles que su propio cuerpo expresaba en sonidos intendibles para ella. Temblorosa y tomada en manos por ambos hombre fortachones, quedó a su mercer.

Caius aprovechó aquello, deslizando por la espalda desnuda, hasta la cadera y poco después deslizar mas su mano hasta el comienzo de aquella parte intima que deseaba consumir con creces, haciendolo sentir más sediento de saborear la esencia de su mujer. Por lo que, fue deslizando su mano hasta posarla por encima de la tela, luego recostar su mentón en el hombro de la mujer, y susurrar unas palabras al oído:

—Cede al deseo y te llevaré hasta el infierno si es lo que deseas... Te dejaré ver las estrellas en el puto infierno, cariño mío... Solo si me das permiso, ¿Confías en mi?—pregunta Caius, sediento y con los ojos nublados en deseo puro, color negro carbón.

—S-Si... ¡Mgh! —gimió retorciendose entre ambos hombres al sentir lo mojada que se encontraba justo en su partes intimas inferiores.

Aquel hilo de voz lo hizo arder en felicidad, por lo que arrancó de un tajo las tangas y se lo guardo al bolsillo de su pantalón. Para luego proceder a acariciar con sus dos manos las caderas de su compañera, empujando ligeramente su miembro viril retenido en el pantalón contra las nalgas de la mujer, mientras sus manos se deslizan y acarician con esa fría piel perlada, la piel de temperatura media, hasta llegar a ese centro que ardía y se mostraba con mucha humedad cálida. Calidez que avivó las ganas de introducir y tocar el clitoris de su mujer con su fría mano, logrando que el toque de diferentes temperaturas hagan saltar a la mujer tras soltar un sonoro gemido.

—¡Mmm! ¡Ah! Mgh... ¡Joder!

Marcus encantado con sentir las pulsaciones de su corazón empezar a latir, comprobó su hipotesis. La Catrina volvía a la vida estando cerca de ellos, volviendo a sentir y latir su corazón literalmente hablando, la sangre corría por sus venas, dejandola con una temperatura no comun en humanos pero sí, similar a los híbridos que pudo conocer antes de unirse al Clan. Solo por eso justificaba el hecho de las percepciones y sensaciones ante el contacto de sus pieles, al igual que su propia temperatura como vampiro. El bárbaro disfrutaba de la sensibilidad física de su compañera, de los gestos y sonidos encantadores.

En cuánto la vio soltar otro gemido sonoro y seguidamente unos chapoteos rápidos, supo que Caius ya estaba practicando la masturbación en ella con solo mover sus dedos por encima y a los costados del clítoris. Volviendola una gelatina en pie, por lo que al ver como la simulación de aquellos ojos se esfumaba, supo que su compañera ya se encontraba en el limbo de la locura del placer y nuevas sensaciones que estaban causando a su muerto cuerpo.

Era claro, que Laice no sabía cuán viva se volvía en contacto con ellos, en este sentido sexual.

—Vayamos a la cama, hermano. —propuso en cuanto sentía como Laice se retorcía inconsciente entre sus brazos, levantando su pubis hacia la mano de Caius, cada vez deseando más mientras que su respiración era muy entrecortada— Caius..

—Si, si, que ya escuché.

Se queja el mencionado molesto por la interrupción de Marcus. Caius se quitó en un santiamen toda su ropa, viendo como Marcus recostaba a su compañera que aún parecía ida en ese mar de agitación causado por él, le fue inevitavle no sentirse orgulloso y victorioso al verla así, abriendo ligeramente las piernas temblorosas.

Marcus se recostó a un lado, para seguir con las atenciones en los senos. Mientras que Caius se acomodó como para estar entre las piernas de la Catrina, al punto que Laice jadea y suelta sonidos intendibles al ver la cara del rubio cerca de su vagina.

—¿Q-qué...?

Ni siquiera pudo pregunta lo obvio. Ya que su cuerpo tembló y cayó a la cama su cabeza, incapaz de mirar, tras cada lamida fría, sorbo, y la lengua acaricia el orificio de la entrada la hacían perder completamente la capacidad de pensar o hablar.

—¡Mgh!

Al punto que en cuánto sintió un ligero mordisco en su vulva, su cuerpo convulsionó y se retorcio atrapando entre sus brazos a Marcus, quién gruñó de satisfacción por la posesión imprevista en su compañera. Logrando excitarlo aún mas bajo los pantalones aún puestos. Y Caius... Caius terminó cumpliendo lo que buscó, la esencia de su compañera.

La agitación y respiración entrecortada de Laice se escuchaba por toda la habitación. Mientras que Marcus había decidido alejarse un poco para liberar su prominente miembro viril, que ya dolía con solo escucharla ida en ese limbo del placer, pero esto recién comenzaba, por lo que, el barbaro pidió perdido con la mirada a Caius quién se apartó aún degustando la esencia entre sus labios.

—M-me mordiste... —susurró apenas Laice, con la sensación tan liberadora de aquel orgasmo. Su primero de muchos, sin lugar a dudas.

—Pero te gustó, asi que ni me vengas a reprochar, cariño mío. —bromea Caius, siendo ahora él quién se acurruca del lado derecho para acariciar la mejilla de su compañera. Aunque ella no tuviera ojos, su boca y expresiones faciles expresaban más de lo que necesitaban, al igual que su propio cuerpo, que para variar podía sentir las costillas en sus costados; debían alimentarla mejor, estaba muy anémica para su gusto.

—No digas cosas tan bochornosas... —se quejó pero su voz volvió a ser un hilo en cuánto sintió la cercanía de algo gelido y grande entre sus piernas, por lo que levantó su cabeza, logrando temblar ante la vista. Marcus se encontraba ya en posición, rozando su pene pálido contra la hendidura de su vagina, pero sin meterlo— Oh... Mgh...

—Entraré, my Lady. Te haré llegar a las nubes del cielo y caer a mis brazos, lo prometo...—avisó Marcus, Laice tembló con solo sentir el ingreso de aquella masculinidad abriendose paso en su interior, era extraño e incómodo pero no doloroso ni mucho menos complicado, este solo se iba deslizando en su interior hasta tocar fondo. Lugar donde ella soltó un gemido a corde que Marcus lo hacía de forma tan varonil con un rugido— Joder, estas tan caliente, hermosa mujer...

Caius sintió envidia de ello. Deseando también estar en esa misma zona. Por lo que no espero más, se empezó a masturbar con la escena frente a él, mientras Marcus movía sus caderas, Laice gemía sin reparo alguno, tomando con sus manos las sabanas de seda con ansiedad. Los tres estaban disfrutando del placer en conjunto.

Pero en cuánto vio perder los estribos a Marcus, con la embestidas mas aceleradas y lograr que su propia compañera exigiera mas, cada vez al punto que en cuanto vio como su propia vagina humeda segregaba mas esencia terminando por segunda vez, gimiendo y retorciendose en la conexión completa de Marcus enterrado y terminando dentro suyo, supo que era su oportunidad.

Marcus lo vio, y aunque no estuviera cansado, aceptó la idea. Su compañera estaba muy dilatada, humeda y más con sus propios fluidos, por lo que cargandola contra él, orillandose al lado izquierdo del colchon de la cama, se acostó con ella encima. Aún sintiendo los rastros de su propio segundo orgasmo y también los de él, totalmente ida en esos temblores.

Al punto que en cuánto sintió la presencia de Caius, ya fue tarde. Este se abrió camino con la ayuda de su mano derecha, metiendo de a uno los dedos de su mano en aquel orificio vaginal, mientras que Marcus la movía, penetrandola para que aceptara la siguiente intromisión sin mucho dolor.

Los gemidos volvieron a aparecer, ida totalmente esa completa sensación de placer, lujuria y deseo. Hasta el momento en que Caius se sentía tan excitado al ver como su compañera recibía el pene de Marcus y su puño mismo en su vagina, algo que sin duda lo excitó de sobremanera.

En cuánto la sintió empujarlos para fuera, y una última embestida de Marcus, supo tras otro gemido gutural que había llegado a su tercer orgasmo. Orgasmo que no la dejó calmar, porque la necesidad lo engullia con creces.

Caius no fue mas piadoso, ni mucho menos calmado en cuánto quitó su mano, quién causó el squirt en ella, metió su gran polla dentro. Logrando gemir ronco a la misma vez que Marcus, y Laice que no se esperaba dicha intromisión pero que no había sentido mas que un empujón duro pero nada de dolor en el ingreso pero si en cuanto se sintió muy llena en su vientre. Quedandose totalmente tiesa y quieta, con miedo de romperse.

—mgh... Caius... Marcus... Mgh...

No podía decir nada mas que sus nombres, los cuales fueron gemidos suficientes como para que ambos vampiros se empezaran a mover, envolviendola de nuevo en un sinfin de sensaciones enloquecedoras de placer, donde su interior estaba tan lleno que la dejaba totalmente loquita, inquieta y jadeante al punto que en cuanto Marcus decidió acariciar su clitoris en medio de las penetraciones, de su interior salió otra explosión mas fuerte que las dos o tres anteriores, totalmente perdida en el chapoteo y la necesidad de más rapidez, su cuerpo ardía en la necesidad de tener mas. Sentía mas deseo que del primer, mas ansiedad y anhelo que del segundo orgasmo, y mas locura y necesidad que del tercero al punto de pedir suplicante:

—¡Mas rápido! Mgh~

Y tras ello, ambos vampiros perdieron su poco autocontrol. Totalmente sedientos en complacerla, tanto que fue su propio placer irse en lo profundo de la conexión apretada de la penetración vaginal que mantenían totalmente humedos en la esencia de su compañera, no se demoró en llegar la culminación de tres esencias en el lugar. Laice gimió y tembló como nunca antes al ser llenada por dos liquidos gelidos que enfriaron su propio ser cálido al punto que ocasionó un descontrol en su propio encanto de Catrina, logrando que de la habitación por las hendiduras de la puerta y ventana salieran hojas calendulas por todas partes, asustando a todos a su alrededor periferico.

Mas aun al par de Reyes que pudieron sentir la onda fría de esa liberación de tensión que duró al menos por una hora. Logrando cautivarse con la perdida facción de su compañera, descansando en plena liberación sin salirse ellos de su interior, ella no se los había permitido, era como si su cuerpo no quisiera mas apartarlos.

Ni ellos podrían más apartarse de ella. Habían completado la conexión de reclamo de compañeros, y por más que desearan no los iban a separar.

Ella perdida estaba en esa sensación de pura liberación. Sentía como cada tensión ahogada desde su existencia era liberada con esos orgasmos, pudo ver el cielo del infierno, y las nubes del cielo mortal, pudo al fin sentirse completa y feliz estando a lado de dos hombres.

Sus Reyes.

Aunque no era un misterio, que tras la puerta un tercer Rey hubiera tambien terminado con semen entre sus manos, aún no la había reclamado como ellos lo habían hecho. Pero luchará por hacerlo, debe de hacerlo.

Esto no lo saciará por mucho tiempo.

Esperaba conseguirlo pronto...

O se dejaría de llamar Aro Vulturi.

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