No Game No Life

La vida es un juego

Dos hermanos genios de todo tipo de juegos que viven sin relacionarse con los demás deben poner en orden el mundo de Disboard hasta conseguir enfrentarse a su dios.

Los viajes a mundos paralelos o alternativos de fantasía están a la orden  del día en la ficción japonesa. Tomar esta premisa para crear una historia se ha convertido en algo común en la industria del entretenimiento y el éxito del producto se basa en gran medida en la capacidad de sus creadores para engendrar un original mundo con sus propias reglas que sea capaz de conquistar al público. Siguiendo la estela de títulos como Mär y Digimon, de videojuegos como Ni No Kuni y aquel fantástico Secret of Evermore de Super Nintendo, o, si nos remontamos aún más, al clásico de la animación Dragones y Mazmorras,, nos encontramos en el panorama actual con No Game No Life, un anime editado en formato doméstico por Selecta Visión en el que dos hermanos se ven absorbidos por sorpresa en un universo totalmente desconocido.

Leyendas Virtuales 

Hay un nombre temido por todos lados los usuarios de videojuegos en línea, Espacio en blanco, un grupo de expertos jugadores que tienen una característica muy especial: jamás han perdido una sola partida. La realidad, sin embargo es que este supuesto grupo de jugones está formado únicamente por dos hermanos: Sora, de 18 años, y Shiro de 11, ambos hikikomori con un pánico absoluto al mundo exterior. Juntos son capaces de manejar multitud de personajes a la vez y salir victoriosos. Tras ser retados por un desconocido a una simple partida de ajedrez y ganarla sin problemas, son trasladados a otro mundo, Disboard, gobernado por Tet, el único Dios verdadero, quien les da bienvenida y les explica por diez mandamientos que rigen ese universo, todos ellos enfocados en una cosa: el juego.