Cuando estoy solo, suelo reflexionar acerca de mi vida, suelo preguntarme: ¿Qué quiero? Nunca obtengo respuestas pues mis deseos no son del todo comprensibles para mí.
No busco fama, fortuna o gloria, no busco una vida eterna o una muerte temprana. No deseo el Valhalla y me asusta la posibilidad de descender a Helheim, no quiero el amor de las valquirias ni la venganza de las huldras. No busco la benevolencia de Odín ni la desgracia de Loki. No busco nada pero mi corazón se inunda de deseos.
No quiero caminar solo a través de Midgard, tampoco deseo la eterna compañía de mi Hamingja. Quiero conocer los nueve mundos del Yggdrasil pero no quiero pertenecer a ninguno, quiero soñar con placeres divinos pero sin la intención de disfrutarlos, quiero ser libre siendo preso de mis emociones y pensamientos.
Quiero volver a los días de gloria de mi gente, quiero acarrear la gloria pero no ser glorificado. No quiero ser presa del amor ni portador del odio, no quiero vivir en la tristeza ni rebozar de felicidad, quiero vivir cada día como el último sin el miedo de que sea verdad. Quiero llorar en la alegría y reír en mis depresiones. Quiero ser dueño de mi destino y, sin embargo, este pertenece a las Nornas.