Débil
Recuerdo tus palabras, frías, carentes de significado. Recuerdo que dijiste: “Esta bien no continuar, a veces, es mejor esperar en la oscuridad hasta vislumbrar el camino”. Yo era un tonto, confié en tí, me deje llevar por la suavidad de tu voz, por el brillo de tus ojos.
Sigo aquí, en medio de la oscuridad, donde nada parece tener sentido. Tus palabras resuenan en mi cabeza como un hechizo que me ata a la desesperación. Inmóvil, sin energías, débil. Sospecho que estás feliz, disfrutando mi desgracia, sonriendo levemente, envuelta en un velo de misterio y frialdad.
Me declaro culpable, la ingenuidad de mi ser me arrastro hasta este momento. El amor que profesabas cegó mi razón, como un idiota caí a tus pies. Sonriente, me sentí dichoso, tus palabras acunaron el mayor de mis sentimientos. Amor, mota de polvo en el viento, fuiste mi castigo y mi bendición, la libertad que me ata a este mundo descabellado.
Fui tu prisionero por demasiado tiempo, llegue a amar tus defectos y a alabar tus virtudes. Estuve ciego, no quise ver la verdad, las cadenas del amor me rompían poco a poco, quede reducido a cenizas; tú me has vuelto débil, tú me has hecho humano. Te amo, tú me enseñaste la verdad, me enseñaste a odiarme.
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