Capítulo 16

BONNIE'S POV

Había quedado con Zoe aquella misma tarde. Aquella misma tarde en la que los recuerdos enterrados del pasado dejaron de ser tan sólo recuerdos. Jamás pensé que la vuelta de una persona a mi vida pudiera girar el mundo tanto como lo hizo. 

—Te lo juro—comenté entre risas.

—No te creo—no dejaba de repetir ella. 

—Bueno, cambiando de tema. ¿Le dijiste algo a Sergio?

—¿Algo sobre qué?— preguntó haciéndose la tonta y sonrojándose como tal. 

—Vamos, sabes muy bien de lo que estoy hablando. Por lo que me contaste dormiste con él. Ya es hora de que le digas que te gusta. O por lo menos que le des alguna señal. 

—No sé yo... Y no me hagas hablar de ti. 

En ese momento recordé cuando estábamos en el hospital esperando a que Sergio y Zoe salieran. Unas palabras vinieron a mi mente "¿Y si ahora te besase?" "Piensa menos las cosas".

—Creo que me estoy empezando a...

Y entonces:

—¡Bonnie! ¿Eres tú?

Yo giré para encontrarme con el rostro de una persona que jamás creí que volvería a ver. Ahora era mucho más alto que yo, cuando antes medíamos lo mismo. Nunca le había visto tan nervioso. Ahora estaba recorriendo su cabello rubio con los dedos. Sus ojos marrones me hicieron recordar todos los momentos junto a él. ¿Recordáis cuando dije que jamás me había enamorado? Bueno, pues no es del todo cierto...

Mi respiración se cortó y juro, que por un segundo, mi corazón dejó de latir. 

—¿Diego?—exclamé sorprendida. Casi me había olvidado de la presencia de Zoe. Ella nos miraba alternativamente, interrogándome con la mirada, pero yo sólo tenía ojos en ese momento para aquella persona.—Pensé que habías regresado a Argentina. 

—Y lo hice—dijo con un acento poco marcado.— Pero volví. Mi familia se volvió a mudar aquí...

—¿Alguien va a explicarme algo?—interrumpió la oji-verde. 

—Éste es Diego— contesté sin apartar los ojos de él.— Era un... un amigo... cuando tenía 12 años. Él era de Argentina, pero sus padres se mudaron aquí cuando era pequeño. Sin embargo, un día se fue sin avisar. Y ahora está aquí. 

—Bonnie, créeme. Quise decirte que me iba. Pero no tenía valor. Sabes que odio las despedidas. Y odiaba la idea de tener que decirte adiós para siempre...

—No pasa nada. Está bien, supongo—respondí. Respiré hondo. Eso no podía estar pasando. Todas aquellas cosas que había querido decirle en su momento. Pero ahora no salían. Aquello era pasado. ¿Por qué ahora volvía?

—Tú... esto...—titubeó él.— ¿Vives donde siempre?

Yo asentí con la cabeza. Él asintió de vuelta. 

—Nos vemos...—se despidió torpemente y se fue. 

Yo me quedé mirando al infinito perpleja. 

—¿Qué ha sido eso?—preguntó mi amiga aguantándose la risa. Cerré los ojos y respiré hondo de nuevo.

—Cuando teníamos doce años me gustaba. Y creo que yo le gustaba a él. Siempre estábamos de broma y riendo y todo lo demás. Y un día... ¡pum! se esfumó sin yo saber nada. Me enteré unos días después cuando me lo contaron mis padres. Me vine abajo y me quedé destrozada. Y ahora ha ... ha vuelto...

—Deberías haber visto la cara de boba que se te ha quedado cuando le has visto. 

—No es gracioso—me quejé fingiendo enojo. 

Ella estalló en carcajadas y sin poder evitarlo yo también. 

—Vale, lo admito. Sí que es gracioso. 

Entonces, ella se pudo algo seria. 

—¿Qué pasa con Aaron?

—¿Qué iba a pasar?

—Ha llegado ese tal Diego. Y por lo que sé, estabas enamorada de él. Y ahora estás enamorada de Aaron. ¿Sigues enamorada de Aaron? ¿O te enamorarás de este tío?

—Yo...—pensé por un momento.— No estoy enamorada de Diego. Y Aaron no lo está de mí. Así que no hay nada que pensar. 

Ella no dijo nada más y asintió con la cabeza. 

*****

Una vez acosté a mis hermanos, fui directa al salón. Retransmitían maratón de "El señor de los anillos" y mis padres estaban fuera. "Tele para mí solita", pensé. 

Justo cuando iba a encender el aparato, el timbre sonó. Pensé que sería Aaron para pedirme pilas o cualquier cosa. Solía quedarse hasta tarde jugando video-juegos y se le acaban las pilas pronto. Sonreí para mis adentros. "¿Cómo puede parecerme eso tierno? Calma", me reprendí. Pero al abrir la puerta, me volví a sorprender. 

—Hoy echan maratón de "El señor de los anillos"—dijo Diego. Yo asentí con la cabeza. —He traído palomitas. Por los viejos tiempos.

—Entra, tonto—le dije riendo. ¿Cómo podía ser posible que a pesar de haber pasado cuatro años siguiéramos como a los doce?— Pero como despiertes a mis hermanos estás muerto.

Blandí mi dedo índice tratando de parecer severa. 

—Muy aterradora...—ironizó. "Ya sé de dónde he aprendido el sarcasmo". 

—¿Vas a entrar o te vas a quedar ahí fuera toda la noche?

Él entró sin más y dejó su abrigo en el perchero. Se conocía mi casa como yo misma. 

—Ya sabes dónde está el salón.

Iba a cerrar la puerta cuando vi a Aaron acercarse a la casa. 

—Pilas—dijo simplemente. 

—Espera— pedí riendo.— Están en mi cuarto. 

Cuando volví, Diego estaba en la puerta con el ceño fruncido. Aaron, era algo más bajo que él y también tenía una mueca enfadada en su rostro. 

—Tus pilas—le ofrecí a Aaron. 

—Gracias. Te veo mañana, ¿no?— preguntó mirando más a Diego que a mí. 

—¿Mañana?—pregunté intentando hacer memoria. 

—Sergio y Zoe nos han invitado a su casa. 

—Ah, cierto. Sí, nos vemos— me despedí sonriente. 

Un brazo se posó por mis hombros. Mi primer impulso fue sonrojarme. Aaron abrió mucho los ojos y se fue a grandes zancadas. Yo me aparté del rubio. 

—¿Qué haces?—le espeté. 

—¿Era tu novio?—preguntó. 

Yo medité por un segundo. 

—No—contesté resignada. 

—¿Y qué te molesta?

—Pues que aparezcas aquí después de cuatro años sin verte y que ahora te comportes como si me conocieses de toda la vida. 

—¿No es así?

—No. He cambiado muchísimo, Diego. Y aunque tú y yo fuimos amigos antes, ahora no sé lo que pasaría. Hemos crecido. Hemos madurado. Al menos un poquito. No podemos pretender que seguimos siendo los inocentes niños que éramos. No podemos seguir como antes. Para mí eres un desconocido ahora. Lo entiendes, ¿verdad?

—Claro. Pero todavía te puedo conocer. 

—Sí. Pero no a las once y media de la noche del viernes. 

Él asintió con la cabeza y cogió tu chaquetón. Cuando se fue, se me habían quitado las ganas de ver las películas. 

"¿Pero qué me pasa? ¿Por qué me molesta que Diego intente seguir siendo mi amigo?" Mientras me preguntaba esto, subí hasta mi habitación y miré por la ventana. Aaron también miraba por su ventana hacia mí. 

<<Hola>>, escribí en la pizarra. 

Él se dio la vuelta y pensé que era para coger su cuaderno, pero no. Se tumbó en la cama y apagó la luz. 

Yo me metí también en mi cama e intenté no despertar a mis hermanos. 

"¿Qué le pasa? ¿Qué he hecho mal?".

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top