| Ryder † Grietas |

Bajo el techo mugroso que en algún momento se caería gracias a las goteras, dejó ir a sus ojos vagar por el curioso camino de grietas en el concreto. Había más, lo sabía. Las ha estado contando por un tiempo, todas las noches en el silencio gélido que normalmente se arrastraba tal cual víbora, buscando acecharlo y envolverlo en la soledad de siempre.

Las cuenta, cada día, sin falta. Y las desgraciadas saben que él las ve, ya que aparecen más al segundo que aparta los ojos.

No les tiene nombre porque sabe que para cuando haya suficientes, se tiene que ir a buscar otro hogar. No quisiera morir aplastado, a pesar de que la renta es decente, no, no... Quiere morir de otra forma; siendo asfixiado a manos de su persona favorita, mientras estén como conejos calenturientos entre las sabanas, maldiciéndose y mordiéndose como jodidas bestias. Sí, así quiere morir.

Como una puta, asesinado por su amado en besos que tienten a los pecados a opacarse con sus alientos.

¿Masoquista? No del todo. Es solo un sueño húmedo. Pero, oh, que le encantaría terminar de tal forma, y en ambos sentidos.

Mientras que ese sueño se volvía más retorcido -por culpa de la obsesión que tiene su cuerpo a no dormir-, debía ver las grietas de su asqueroso techo. El departamento no era cinco estrellas, más que obvio, pero para una rata como él, hasta le serviría una caja de fósforos.

Su salario no le hacía darse lujos, eso es verdad. Ser camarero podía ser agradable de vez en cuando, por las propinas y los postres que le dejaban llevarse. Y, a pesar de no morir de hambre, aún se quejaba de la caja que tenía por hogar actualmente.

Había grietas. Muchas.

Sin vergüenza, las gotas de agua se iban a través de estas, saludando al pelirrojo cada que pasaban, una detrás de otra. Así todas las noches de insomnio.

No dormir le hacía divagar demasiado por su mente, cosa que a veces se le hacía irritante. Era ver una película extraña donde sus desgracias se repetían, con insistencia. Risas imaginarias no se detenían, aunque la misma escena volviera a pasar. No paraban, porque gustaba reírse de él.

Y él de ellas.

Dios, necesitaba volver a dormir como un humano normal antes de terminar hecho una momia. Pero su destino no consistía en eso. De todas maneras, quería tener ese deseo de hacer desaparecer sus ojeras vigente. Así tal vez sus motivaciones por seguir viviendo serían más sensatas.

Aunque, bueno, anhelar algo no cuesta nada.

Suspiró. La lluvia comenzó, para su desgracia. El palpitar del agua dejó en ridículo a sus pensamientos, al dignarse a mover su cabeza a la ventana. Gotas chocaban contra el vidrio, creando caminos imaginarios que tendrían más sentidos que su propósito de vida.

El frío no se hizo esperar. Antes el lugar podía ser abismal, y sumando el clima llegaría a convertirse en un congelador. Y las sabanas jamás lograron aplacar eso, lo supo con el tiempo.

No le importó la hora, no podía saberla si su celular estaba cargando, y dejar la única calidez de la cama sería ilegal a su parecer.

Quería dormir. Estar mucho tiempo con su cerebro era tóxico. No quería recordar cosas, como aquella ocasión donde vio a su amor imposible.

Oh, no puede ser. No, otra vez...

Bajó su mano a su pantalón por el mero instinto.

Es que, rememorar ese instante lo ponía de un modo culposo. Era sucio, sí, al igual que esa habitación. Irónico, encajaba con el andrajoso ambiente del cual se quejaba sin altos.

Aun mantenía intacto el recuerdo de esas pecas, adornando la redonda cara del ser. Era más pequeño que el pelirrojo pero su forma de hablar... Cada palabra podía congelar corazones, su elocuencia sería envidiada por Satanás, incluso juraría que su presencia sola haría a los guerreros derretirse.

Quitó el botón y la cremallera se vino abajo.

Su nombre no se le olvidaría, su mente sin razones claras, incrustó cada letra en los confines de sus pensamientos, para que en ningún segundo llegase a dejar ir el nombre que lo volvería loco.

Jacob.

Tan solo decirlo en voz baja hizo a su espalda estremecerse, haciéndolo arquear ligeramente.

¿Qué tendría ese demonio para causarle tal estado nada más imaginando su nombre?

No existió ninguna otra cosa que le dejara jadeando así, por más. En un mar de enfermo amor, donde ahogarse pronunciando esas letras era la cúspide de sus depravados sueños.

Quería sobrepasar más allá. En fantasías oscuras en las cuales su amado lo mirase y le adornara la cara con golpes. Cuánto lo quería, que lo asesinara en un charco de fluidos mientras le decía lo egoísta y demente que estaba.

Se negaba a pensar que era masoquista, aunque no contradecía sus deseos.

Pronto la pequeña habitación se llenó de sus propias plegarias, a punto de escalar la devoción de los cristianos al rezarle a un, a su parecer, Dios inepto, ya que el rostro de su amor era más hermoso que las promesas vacías de una religión. Aclamaba a la criatura que lo volvía un perro salvaje, por culpa del insomnio.

Sus labios en algún punto dejarían salir sangre, tras apretarlos sin tener en cuenta las heridas que se notarían al día siguiente. Ya estaba roto, de igual forma, su cuerpo amoratado por los años de ineficiencia y el frío de las noches en callejones eran la evidencia.

Una herida nueva a la colección, así como una nueva fisura del techo se abre paso en las otras. A Ryder no le importa, solo le interesa seguir deleitándose entre el nombre de un maligno ser que jamás le haría caso.

¿Qué iba a decir si Jacob le preguntase sobre la marca en su boca? Quizás mentiría, mientras piensa en cómo el más bajo lo dejaría bajo sus pies, complaciendo a la carne de formas infinitas.

Sí. Un maldito loco por enamorarse de una criatura poderosa.

Pero dejó de sentirse culpable hace mucho. El deseo carnal fue más intenso que el dolor a ser rechazado, porque desde que su crush le dejó en claro sus intenciones con él, sabía que pasaría noches haciendo lo innombrable.

A parte ¿qué pensaría si le contase sobre su "segundo trabajo"? ¿no tendría mínimas ganas de empotrarlo por haber sido muy usado? Ya que de las propinas no se vive y su cuerpo jovial llamaba la atención de degenerados hambrientos. La pena pasó a ser algo olvidado.

Le diría mil cosas. Como que es un vendido y fácil, horrible pedazo de animal que ya no es humano... Una sonrisa se desplegó en sus mejillas encendidas. Eso lo dejó con más ganas.

Conociendo a aquel ser, sin dudas le llegaría a remarcar insultos sobre su decadencia al morbo. Y nadie se podría imaginar lo eufórico que estaría el pelirrojo si pasara.

Qué más daba ser in-correspondido, en el helecho oscuro de su mente olvidaría tales cosas. Como los asquerosos borrachos que pierden el sentido de todo en unas copas.

Sin embargo, el veneno de su sueño sería más mortal que simple alcohol. Y podría matarlo, daba igual.

En su frente se acumuló gotas de sudor, las cuales dejó viajar por el resto de su cuerpo ahora semi-desnudo. Las paredes fueron testigos de las marcas viejas de su torso, también de los rastros de saliva que en su barbilla se escaparon.

Ryder aceptó su cruel destino de no ser amado, y eso lo animaba a más a envolverse en su cueva de trastornados pensamientos.

Se sentía feliz. Nada más respirando el mismo aire que Jacob.

La lluvia ocultó lo que sucedió en los segundos restantes, hasta que en un chillido todo se liberó y el muchacho se dejó caer de vuelta en la cama.

No hubo más recuerdos, ni grietas. Solo un chico triste arropado en sus desalmados sueños de desamor.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top