| Owen 💚 Poliéster |
En las tardes, después de contiendas entre bladers, solo quedaba esperar a que el sol se pusiera en el horizonte.
—Owen —le llamó Shouto, con su bey en mano—, ¿puedes arreglarlo? No sé por qué de pronto está tan dañado.
El nombrado no pudo reprimir una expresión de asombro, ¿a ese punto no debería saber las cosas básicas del Beyblade?
—Combatiste toda la semana —respondió el castaño aguantando la risa, tomando al objeto para comprobar que efectivamente estaba hecho un desastre.
Su amigo se quedó pensando, procesando aquello. Él no era de luchar mucho, lo tenía como un pasatiempo pero cuando decidió intentar socializar de forma más orgánica con Gingka, siempre terminaba en un estadio sin saber la razón. No conocía la sensación de ir a arreglar su bey, ni perder el tiempo en batallas.
A Shouto le dio un escalofrío.
—No me vuelvo a juntar con Gingka.
Owen soltó una risa calmada, al menos el peliplateado se veía más contento disfrutando de su juventud. De la nada, su alegría se vio opacada por las incesantes risas de Dareki a lo lejos; esa mujer despertaría al país usando solo su voz.
Se encontraba con el mencionado chico de bufanda, ambos parecían no tener vergüenza con sus carcajadas. Por lo visto, Dareki dijo algo gracioso.
El mecánico los vio por un momento, antes de perderse en sus memorias. Ella seguía siendo tan radiante incluso después de su relación terminada. Y era estúpido, porque él la amaba pero el corazón de la chica ya le pertenecía a otro.
Ellos eran un caos, juntos no lograban terminar en una charla pacífica. Gingka la cautivó, y podría decirse que también él sentía algo. Eran pura luz que no llegaba a apagarse a pesar de estar en malos momentos.
Esa luz se encargaba de crear una sombra para Owen.
No le deseaba el mal a ninguno, era el simple hecho de no encajar al estar con los dos.
¿Y cómo no compararse con aquel blader? Hagane era divertido, fuerte y noble, tenía un historial de aventuras. El castaño con suerte decía tres palabras, era cobarde y cero carismático.
Gingka es algodón suave, un suéter que te da calor y amor al ponértelo. Owen es poliéster, una opaca camisa que da tristeza tenerla.
Él solo es poliéster.
—¿Owen?
Regresó a la realidad de un brinco. Volteó a Shouto, que lucía que lo veía desde hace rato.
El más alto entendió de inmediato esa cara, no eran celos, no podría imaginarlo sentir tal cosa. Pero el castaño nunca dejaba un aura de melancolía y depresión. Tenía tanta lastima por él, que lo mínimo que podía hacer era ser como su padre.
—No sé qué le ve Dareki a Gingka —la calma y el desprecio con lo que lo dijo, dejó a Owen sorprendido—, pero tampoco sé qué le ves a ella... Te hizo sentir menos en su relación ¿no?
Él se preguntaba lo mismo y aunque admitiera una cosa que ama, estaría mintiendo, porque ama todo lo de esa joven. Su cabello peculiar, las expresiones que hace, su extraña manera de diversión, la poca pena que siente al reír...
El de pecas sonrió, fue una mueca desanimada que dijo mucho en tan poco tiempo.
—Me hizo sentir como algodón.
Aunque Shouto no entendió esa analogía, pensó que había que dejar las cosas así. Esperaba que algún día él encontrara mejores deseos por los cuales velar. Después de todo, Owen merecía sonreír de verdad.
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