| Jayden y Phoebe 🏈💢 Amigos |

Iban caminando como si nada a través de un parque, cuando las clases fueron lo último del día. Cada paso, era estar lejos de esa cárcel, pero también ese lugar tenía cosas buenas, a veces.

Más para Jayden, que es el auto-nombrado rey de la escuela. Y solo lo soportaban porque era parte del club de fútbol americano, que a decir verdad lo ayudaba a desestresar lo que sea que contuviera. Ese tipo contaba con una fuerza increíble, quitando su horrible personalidad.

Luego estaba Phoebe; su amiga más cercana -y la más inteligente entre los dos- cuyos golpes podían ser de una luchadora profesional. Los dos quizás combinaban, o así decía la gente que los veía.

Lo más posible que al ser marginados, buscaron de su compañía en una etapa interesante de la vida.

"Salvajes". Era el apodo más escuchado.

Ahora esos "salvajes" se hallaban caminando, y Phoebe debía soportar tanto bla-bla de Jayden, pero es que ni podía mantener el ritmo de la conversación al ser solo él hablando de cómo ganaba mil peleas.

—¿Me estás escuchando?

—La verdad es que no —en un bostezo, la chica hizo saber las ganas de irse volando de allí.

—Zorra -espetó el rubio, sacando sus manos de los bolsillos.

—Tu mamá lo será.

Y Phoebe no contó con que su amigo se le lanzara encima, porque sí, así de tonto era él.

Ambos cayeron en el pasto, como es de esperar. JJ a penas conseguía sostener los brazos de la pelinegra, quien no hace falta decir que luchaba por su libertad, acompañando sus patadas con el diccionario de insultos que mejor se sabía.

Su mala suerte fue el no tener a alguien cerca para darle una golpiza a ese imbécil.

—¡Eso te ganas! —entre jalones y forcejeo, él logró tener una mano libre. Dispuesta a una travesura por su parte.

Por otro lado, Phoebe no dejaba que su nombre de Bully de la escuela fuese en vano, dando tantos golpes como podía y tirando los pies al aire, tal cual un caballo enfurecido.

Odiaba esa parte de la supuesta amistad que tenía con él, ya que ya estaba en claro que el que estuviesen juntos, era por solo diversión de estar fastidiando en la escuela. Ella ya sabía, a pesar de los ratos de risas, debía tener en cuenta que eso no era amistad. Así los chicos que se juntaban con Jayden le habían dicho a escondidas, y no es de sorprender que de algún modo, el rubio también conocía el trato de su grupo.

Es solo pasatiempo. Después de su juventud, ni siquiera se iba a recordar de aquellos falsos amigos que jugaron a ser los más geniales en clases con ella. Se quedaría como un recuerdo de su faceta infantil.

Pero por ahora, pensaba más en darle un puñetazo en la cara a Jay rápido... Debido a que la mano que sentía subir en su muslo, la estaba alarmando de verdad.

Intentó ver si encontraba la forma de salir de esa situación pronto; mas lo que halló fue la sonrisa victoriosa de su compañero, viéndola con ojos que sabe no dan un buen mensaje.

Diversión, orgullo, deseo. ¿La estaba viendo con ganas de hacer algo indebido? ¿Así veía a los que se acostaban con él?

¿Y si en lo más profundo de Jayden, la veía como un objeto que da su cuerpo?

Le dio mucho asco. Ella no le daría el placer de usarla y desecharla. No soportó estar a merced de ese tonto, e hizo que el grito interno que dio fuese una señal para encontrar ayuda.

Pero... Sentía miedo de hasta dónde podría llegar. Es muy, muy capaz el violarla allí mismo, sin importar sus suplicas, mientras disfruta su llanto. Porque ya lo conoce.

Lo conoce demasiado. Y le da terror que esa mano en su pierna no parara.

¡Jayden! —cerró los ojos antes de que el miedo por que llegasen a algo más fuerte, se escurriera en unas lágrimas de impotencia.

El mencionado se detuvo, sosteniendo una cara de confusión total. Y al momento de bajar la guardia, el puño de Phoebe le dio el saludo, a la par de otro en su patético rostro de puberto.

—¡Mierda, mujer! —fue lo que exclamó al pasar su palma por la zona herida, que ardía como un demonio. Pero al menos estaba medianamente lejos de ella, aun en el pasto— ¿Qué putas te pasa? ¡Y pegas como la niña que er-

Cualquier otra palabra no pudo salir de su boca, pues una mirada de odio lo recibió. Phoebe yacía de espalda, haciendo un esfuerzo por conectar ojos con él por sobre el hombro.

Aunque su cabello estaba hecho un desastre, JJ notó que esa furia no era pasajera. A lo que, sin dignarse a levantarse, chasqueó la lengua con cansancio.

—Solo estaba jugando, tonta —dijo al sentarse en donde estaba, para acomodar su chaqueta y ropa.

La pelinegra no respondió y se encargó de limpiar pequeñas lágrimas y la suciedad en su camisa, que por el alboroto estaba algo abierta.

—¿Te vas a enojar por eso? —se escuchó al rubio otra vez, más molesto que bromista.

Las mujeres... Son tan estúpidas y sentimentales. Y su contraria tal vez no era diferente a todas, pero sin dudas poseía más coraje y fuerza. Es por eso que le gusta estar a su lado.

Y de verdad ¿Se pasó mucho?

—Yo nunca te haría nada así, ni que estuvieras tan buena —a ese punto, ya Jayden estaba de pie, listo para retirarse y por fin a descansar.

No vio del todo bien, aunque... ¿Ella lloraba? Con lo que pasó, ya no le dieron más ganas seguir jodiendo. Además, esa mujer debía saber que todo lo que él hacía era en broma ¿no? ¿qué no lo tenía en mente? Porque los amigos juegan... ¿no?

La chica no pudo recoger valor para voltear otra vez, si de todos modos sentía que seguiría siendo burla de él. Pero no dejó que el pánico de la escena anterior la dejara perder, así que se levantó con intención de tomar su mochila -la cual tiró tal cual un juguete viejo por el susto-.

Antes de poder siquiera tocarla, el de chaqueta la agarró en un segundo, llevándola a su espalda. En una expresión de asombro, Phoebe arrugó la cara. ¿En serio iba a seguir jugando?

—Bueno, muévete...

Ella no supo con certeza en qué clase de estupidez participaba, y ni quería hacerlo. Pero esa reacción de él era una totalmente nueva... Y hasta daba miedo.

¿Eso era algo de caballero?

La de mechones rosas no quiso preguntar, ya que no vaya a ocasionar algo peor. Y en fin, para no hacer raro el ambiente, decidió comenzar a andar, siendo escoltada a la derecha por el muchacho.

Ninguno dijo nada, e intentaban evitar mirarse. Y eso no impidió que Phoebe dedujera que así, tal vez, Jayden se estaba disculpando. No es lo que esperaba, pensaba que la iba a dejar sola.

Ya conocía que jamás iba a pronunciar un perdón, pero no quedaba dudas en que en una manera silenciosa, ella le daba gracias por al menos poseer un poco de consideración.

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