Ellie ♠ Secretos [WLand]

Ellie es un personaje de un amigo.

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La única luz era quizás la luna que traspasaba por las ventanas del castillo, que apenas cuentan con un par de cortinas malgastadas y rasgadas por los mismos habitantes. Un poco de seguridad o privacidad falsa es lo que menos se tiene allí, más cuando algunos roedores van de acá para allá en los pasillos, siendo los ojos que el rey ahora no está dispuesto a dar a esas horas. La noche cayó por sobre el reino, trayendo una oscuridad que sobra.

A parte de las patas de los ratones, un par de piecitos que no son de animales, caminan casi corriendo a la habitación más grande del inexistente hogar. Aquel niño va como si nada, pisando la piedra gélida de piso, buscando el calor de la persona más importante en el lugar.

No quiso pedirle a los sirvientes, normalmente cuando está asustado va con su padre o madre ya que capaces de tranquilizarlo; los mayordomos no trasmiten la empatía que sus padres sí. Sin dudas cualquier trabajador allí nunca ha tenido el mismo cariño a sus jefes.

Llegó a la habitación, que estaba con puertas abiertas porque todo mundo sabe que nadie es capaz de entrar por simple miedo de hallar algo que no deben. Se aseguró de que Obelhard estuviese dormido; es fácil de deducir, sus ronquidos consumen el cuarto completo. Ellie fue directo a un lado de la cama para jalar sin tantos ánimos el cabello de su progenitor, quien en un sueño profundo parece no hacerle tanto caso en un principio. Después de otro minuto fue cuando una vez abrió los ojos, notó a la presencia del chiquillo, en una expresión habitual de neutralidad o inocencia.

¿Qué mierdas, Ellie? —no recordaba lo duro que era tener niños en el castillo. Siempre se asustan, lloran y van corriendo por una pierna donde esconderse— Si es otra pesadilla, dile a tu madre —estaba dispuesto a voltear en busca de una posición cómoda.

—Pero mami no está en su cama.

Obel tuvo que parar su hora de sueño. Con que esas tenían... ¿Y dónde diablos estaban los sirvientes? ¿Por qué no avisaron?

—¿Dónde está? —eso explicaba la razón de que fuese con él y no con ella.

Esa mujer siempre fue egoísta.

—No lo sé, pero la vi bajando por la ventana de arriba... Me da miedo que se caiga —él no podría mentir, ni siquiera veía eso como un problema. Subió la mirada esperando una palabra de consolación—. ¿Vas a ir?

Por supuesto que sí. Los cobardes no son bienvenidos en el reino.

Su padre lo tomó fácilmente, llevándolo a la gran cama donde colocó su manto sobre su cuerpo. En total silencio lo dejó solo, ya sabía que a Ellie no le asusta estar sin compañía, él es demasiado valiente. Por otra parte, el pelinegro caminó a la puerta para salir, no sin antes asegurarse de que su hijo no iba a correr tras él.

—Son problemas de adultos —espetó tomando la puerta—, no tienes la culpa. Nunca la tuviste.

El pequeño no entendió esa frase ¿entonces sería culpa de su madre? Esos asuntos de adultos eran muy complejos, por eso los evitaba.

—Papá Obel va a resolver esos problemas, quédate aquí esta noche.

Las puertas se cerraron y el rey desapareció en las mismas. Justo como dijo, esos "problemas" se esfumaron porque no escuchó de ellos en un tiempo pero no volvió a ver a su madre después de esa vez. ¿Será que salió de viaje? ¿Fue a visitar a la duquesa? ¿Por qué saltaba por la ventana?

Ellie nada más sabía que la noche era silenciosa, como los secretos en ese castillo.

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