| Dustin💜 Más fuerte |

Dee tenía una cosa clara sobre su amigo: Duss era raro. No de los que incomodaban, más bien de los que divierten. Y no ha podido ocultar varias veces una risa que le saca el chico... No sabe explicarlo bien.

¡Es que era como una caricatura! El tipo se golpeaba de formas irreales, y lo peor podría ser el cómo nada le dolía, ni se enojaba (algo que una persona cuerda haría tras recibir un puñetazo sin aviso). Por eso decía que simplemente era raro. En alguna ocasión le preguntó a cerca de ello, y su colega le explicó muy radiante que ya estaba acostumbrado.

Mientras Duss solo disfrutaba la vida, aunque terminara noqueado sin razones aparentes. Todo llegaba a ser al azar y tanto como Dee y Heavy, pecaron de hacer apuestas de cuántos golpes llevaría tal día.

El rubio intentó, por un tiempo, molestarlo, porque no llegaba a creer que alguien carecía de odio. Lo llamó como un proyecto de investigación; quizás para ocultar que sentía mucha curiosidad de su peculiar temperamento.

El pelinegro era irreal pero no le quitaba lo amable y juguetón. Podía actuar como tarado aunque su amistad se le hacía valiosa de algún modo. El chico es inofensivo, fácil de emocionar y difícil para sacarlo de quicio.

Y así el Proyecto D comenzó. Primero lo lastimaba a propósito, por ver alguna otra reacción que no fuese su gran sonrisa. Desde empujarlo, darle con una pala, echar salsa picante a la comida y ya no pudo idear más, luego de casi partir una botella en la cabeza. Nada logró deteriorar la expresión alegre del jovencito de morado.

¡No pasa nada! —decía su amigo, con sus ojos llorosos pero relucientes, debido al almuerzo medio envenenado— Ya quería probar comida así de exótica.

Solo que, en vez de enfurecer al muchacho, él mismo terminó agobiado. Heavy incluso se llegó a dar cuenta de sus planes, a pesar de compartir la misma neurona con Dustin. Extrañamente no se opuso, también le interesaba verlo molesto.

La primera fase fracasó. Ahora vería un nivel mayor, como lo es la fuerza de su madre, que ya tenía resuelto un hospital por si a caso.

Y no hace falta decir que no tuvo resultados. Hubo muchos desmayos, idas al médico... Bastantes cosas (como aquella vez donde Vicky abrió la puerta de un solo empujón, dándole en todo el rostro a su amigo), sin embargo jamás llegó a ver lo que quería. Estaba a nada de volverse loco cuando su padre le preguntó si ya era pasatiempo el lastimar al chico.

¡Buena puntería, Doña Vicky! —se escuchó a Duss desde la puerta, alzando el pulgar mientras un moretón se abría paso por las otras heridas en su cara— ¡Le hubiera dado a la araña si lanzaba la silla más a la derecha.

¡Ja! Eres difícil de matar —se rió Victoria tras ver al otro tambalearse por el golpe.

Y Dee le dio toda la razón.

Como ya no le llegaban ideas, ahora le quedaba mantenerse con la duda. Igual, no gastaría su joven vida en solo eso. Dio por cerrado el caso una vez su cerebro ya no dio para más. Él era excéntrico y ya está, o así quería creer, más cuando en una fiesta Dustin de pronto se bebió el vaso equivocado.

Un furioso adolescente ebrio le asestó un golpe al pobre, insultando por haber tomado su cerveza. Tenía al de los mechones agarrado por la camisa, al mismo tiempo el otro se limitó a dar una sonrisa, listo para algo desconocido.

Tal vez fue el alcohol, pero consiguió apreciar algo más que una simple mueca de felicidad. Era como si lo desafiara.

El rubio por un momento se arrepintió de haber escarbado donde no le incumbía, una vez escuchó con suerte las suaves palabras de "Duss el inquebrantable".

Mi mamá me pegaba más fuerte.

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