Cyan y Robbie 💬 Aún tenemos al tiempo de nuestro lado: Parte 2

Cyan estuvo durmiendo más de lo usual esa tarde pero las enfermeras lo dejaron ser pues ¿en qué estaba lo malo?

No se tardaron en dejar pasar a Robbie, quien recién llegado, observó a su amigo desde la entrada notando que al que visitaba yacía en un sueño profundo, acurrucando entre el calor hogareño de las sábanas.

Todo estaba en su lugar; los cajones cerrados y el olor a fragancia en líquido dio a entender que hace nada estuvieron limpiando. El rubio cenizo no daba señales de querer despertarse aunque al contrario no le molestaba simplemente estar a un lado, no existían otras cosas más interesantes en su vida aparte de leer o programar. Pasarla haciendo nada no suponía un problema y llamar a su amigo Siete no era la primera opción.

El día estuvo silencioso, para nada incomodo o fuera de lo normal, siempre hubo aires de ausencia de un algo desconocido por sobre la habitación del joven Taylor, o de él en general. El de lentes nunca lo dudó, el que ese niño era una parte extraña de sus memorias viviendo en carne y hueso sobre la tierra, con característica vibra del pasado o de un sueño lejano entre los helechos de su conciencia, que le costaba recordar del todo y terminaba por ser borroso. No podría explicar bien esa sensación y tampoco lo haría ¿qué le dirían si lo comentaba? Vaya... Pensar mucho a veces solía dar resultados nada concisos.

Mejor buscaba una manera de distraerse antes de caer en pensamientos tristes de la actualidad... Así que comenzó a registrar en la mesita de noche para hallar un lápiz, haría un par de crucigramas hasta que Cyan pudiera despertar. No molestaría, últimamente se logró acostumbrar a ello. De todos modos, no contó con que encontraría el diario del durmiente en la primera gaveta, lucía como cualquier otra libreta del mundo solo que el titulo sobre la portada era súper obvio.

Sostuvo el cuaderno por unos momentos más antes de vigilar al de bufanda por si acaso. No quería admitir que sentía unas ansías de espiar lo que en esas páginas estaba escrito, pensó en lo más emocionante que habría dentro y la idea de cuentos simples como "hoy miré tal película" no dejaba su mente. Ni que los secretos del gobierno estuvieran allí ¿qué podría ocultar Cyan que ya no supiera? A pesar de traer esas energías misteriosas, tampoco era el muchacho más interesante. Mínimo un insulto hacía su persona aunque no se iba a molestar, también haría eso de tener un diario.

"—16, miércoles.

Mamá me ha dado este diario para que no perdiera las energías de escribir. Dice que es bueno que exprese mis sentimientos de formas sanas... Y aquí estoy ¿cómo debería empezar?

Hola, diario. Soy Cyan, hoy hace calor... Me agrada este día por eso."

Lo supuso. Nada extraño que comentar, ese era Cyan en su esplendor.

El mencionado continuaba dormido, revisaría unas cuantas paginas más antes de ser pillado por las enfermeras.

"—17, jueves.

No ha pasado nada. Las pastillas siguen y siguen...

Es divertido jugar a cuánto tiempo puedo estar sin parpadear, soy el campeón por 57 segundos, pronto llegaré al minuto. Lo prometo."

Incluso presumía de juegos tan bajos como esos. Bueno, no lo culpaba, estar encerrado expandía la imaginación para tales cosas.

"—18, viernes.

Cyrus y sus amigos vinieron a visitarme, no dejaron de gritar incluso cuando un doctor le regañó. Jugamos UNO y al parecer a mi hermano no le gusta perder.

Tuvieron que llamar a mamá pero es gracioso verlo golpear cosas."

Ni siquiera estando en un lugar donde ser empático es lo esencial, actuaba más prudente. Cyrus siendo Cyrus.

"—19, sábado.

Robbie y yo hemos estado compitiendo por ser los más rápidos en resolver un problema matemático.

Le di una paliza."

La cara arrugada del de lentes fue un dilema tras leer la última línea. Para ser el mimado de su familia, era un ser burlesco ¡con razón acepta los retos! ¡Con intención de restregar su victoria!

"—20, domingo.

Recibí un dulce de limón...

No me gustan a partir de hoy."

"—21, lunes.

Odio que la gente murmure cerca de mí, los escucho como patas de cucarachas sobre el suelo. No les prestó atención pero mi mamá ha puesto un rostro extraño.

¿A caso escuchó a las cucarachas también?"

"—23, miércoles.

Ayer me quedé dormido.

Lo siento por no escribir."

No dejaba de sorprenderse por las hilarantes reacciones del rubio, la sonrisa que se cruzó por sus labios era la evidencia de ello. Ya conocía que eran genuinas. Esa especie de inocencia que se encuentran en los niños al vivir por primera vez cualquiera pequeñez, da justo a esa definición.

Incluso teniendo un IQ más alto que los de su edad, Cyan seguía irradiando aquella ternura de un infante por experimentar lo más normal del mundo. Eso explicaba la sobreprotección de Leila.

No dejó de leer las siguientes páginas, que aun conservaban la temática corta y precisa del chico. Explicaba cosas de sus días, justo como predijo.

"—02, lunes.

Un pájaro marrón se pasó por mi ventana, se parecía a Robbie. Con sus plumas despeinadas."

"—03, martes.

Me he levantado de la camilla para caminar en el patio. El césped se siente raro después de mucho tiempo."

"—04, miércoles.

Pensé que papá estaba ocupado pero llegó a mi habitación para visitarme. Hace un año que no lo veía."

La antes ligera sonrisa del castaño se esfumó tan pronto como leyó ese párrafo, ese escrito resultaba más largo que los otros, lo cual encendió una mínima alarma dentro de él. Hizo que volteara a su amigo por instinto; su posición no cambió en nada, el sueño no se iba a romper tan fácil.

Retomó la lectura con algo más de recelo.

"Me dijo que cuando me recuperara íbamos a pasar más tiempo juntos y le ayudaría en su trabajo. La verdad es que no quiero ir con él. Mamá me prohibió estar cerca de papá.

Me regañó porque soy un chico malo, por no hablar alto y responderle rápido. No quise hacerlo, me siento mal.

Ya no me apetece escribir."

"—05, jueves.

No quiero escribir más."

"—06, viernes.

¿Soy malo?No sé captar las emociones de la gente, no entiendo cuando están enfadados conmigo. Me gustaría que fuesen directos, como Cyrus, que siempre grita si está molesto o feliz.

Solo comprendo que hago cosas feas cuando padre me golpea, pero ¿por qué si hago lo que me enseñó, las personas no parecen contentas?

Una vez escuché a madre decir que papá no me educó correctamente, porque yo actuó diferente y eso no es bueno.

¿Soy cómo él entonces?
¿Por eso Gemma se aleja?
¿Por eso Sylvia me aleja de Maeve?
¿Por eso Robbie me odia?

No entiendo, y no quiero entender".

Robbie ya no pudo continuar las demás hojas, era suficiente con eso último, entonces dejó en su lugar el diario cuidando sus movimientos. Lo peor fue que estuvo pensando por algunos minutos más sobre el tema, tratando de sacar la mayor gentileza de sus adentros. Un poco de culpa le bailaba en el pecho, nunca fue una prioridad hacer que Cyan se disculpara por lo cometido en su niñez. Entendió recientemente que los niños suelen seguir patrones de sus allegados, y no es error de ellos debido a la confianza que depositan a sus mayores.

James fue —y todavía es— un hombre terrible que se merecía vivir bajo el manto de sus actos, porque él mismo se lo buscó. Ya se sabía la historia: Usó a Cyan como medio para sacar toda la información de Hunterlous y llevarse el crédito de las investigaciones de su padre, Hudson. Y Robbie por mala suerte estuvo en el pleito, siendo acusado de haber borrado dicha información cuando el de bufanda fue el perpetrador.

No desechaba el que por eso mismo, él tuviera problemas en hacer amigos y darles una pizca de confianza, enseñando una personalidad altamente grosera y asocial, pero después de platicar en profundidad con Leila sobre el incidente, se percató que mientras estuviera consiente de ese miedo, sería más capaz en repararlo.

Gracias a la conversación, pudo relajarse y tratar de abrirse para los de su entorno, porque ese escepticismo de querer alejar a todos le cegó de estar enfocado en lo que realmente debería importar: construir lazos que de seguro le traerían buenas oportunidades de felicidad. Lo andaba comprobando con Cyan e iba bastante bien, era más agradable convivir con otros a encerrarse en su cabeza donde nadie podía si quiera respirar cerca de él.

Suspiró con pesadez. No era el que poseía el problema más grande, ese puesto se lo llevaba su compañero.

—Hola.

Y hablando del rey de Roma.

—¿Acabas de llegar? —el tono somnoliento permanecía sobre el rubio, que desde lejos podía notarse las ansías de volver a dormir.

—Sí, ¿crees que voy a esperarte toda la tarde? —Alcanzó a mostrar su típico orgullo en una actuación decente— De hecho iba a asumir que hoy ganó la partida.

—Te dejo hacerlo, te hace falta muchos puntos para ganarme.

—¿Con que esa vamos a tener? ¿huh?

Cyan cubrió su boca con su suéter por querer evitar que viesen la sonrisa aunque no fue útil, el castaño solo se limitó a elevar sus labios también. Dejaría pasar lo de la libreta por el bien del jovencito, estaban allí para entretenerse un rato, por lo que sin hacer más preguntas sacó un tablero de ajedrez y se pusieron manos a la obra.

La emoción de tejer sus nuevos buenos tiempos por sobre la nube negra del principio se hizo presente más que nunca. El tiempo no les soltaba su mano incluso al acarrear problemas sin resolver entre ellos.

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