Arthur 💙 Déjà vu [WLand]

Allis, Aris y Austin son de M3moc4

Alan de CristoArt

.

.

 Aguantar la impotencia del momento era como tomar mil vidrios en sus dedos, mientras los estruja en su palma por mero gusto a sentirse mal. Estaba arrodillado y encorvado en un solo sitio, con las rodillas en el pecho y la mente en otro lugar menos apropiado. Siempre pensaba más de lo que hablaba, por eso la conexión en cuando a comunicación con su equipo era menos de la que debería.

 Arthur gustaba de tener su espacio personal dentro de él, donde nadie entra u opina. Él era el rey en su mundo, un mundo tanto de ideas asombrosas como de constantes torturas internas que nunca mencionaba. Por eso era un misterio el saber lo que quería decir ahí mismo, también solía ser conocido por tratar las cosas con mucha sinceridad en cualquier instante; su arma de doble filo. Su verdad podía ser cruel aunque ¿por qué sería mejor mentir?

 Esta vez, en su propio universo mental, había un caos, lleno de maremotos como de lava ardiendo. Algunas personas gritando que debía regresar a por su pequeño desliz antes que ELLA saliera lastimada. Y él se sumergía más en pánico, un poco en culpa pero aquello no mejoraba la situación... Solo debía ir y traerla de vuelta.

 ¿Por qué no se comportaba como el héroe que era? Esa palabra... Héroe. No la consideraba su favorita, esa etiqueta no iba en él o eso imaginaba después de haber oído lo que no debía.

 ¿Qué haría un héroe de verdad?

 —Aaaarthuuuur.

 De pronto el de capa se vio sorprendido por su compañero, Alan, quien se había agachado para estar a su altura. Su expresión no decía nada nuevo, nada más resaltaba un toque de curiosidad por saber qué hacía su aliado de tal forma.

 —¿Qué tienes? Parece que te duele algo.

 —¿Te encuentras bien? —Una segunda presencia detrás de ambos, Austin. Con manos en las rodillas observando al angustiado Hatter.

 Arthur no contestó, desde luego. Se puso de pie esperando a que sus amigos no notaran el disgusto que traía encima, y sin embargo la sonrisa que desfilaba toso los días menguaba, alertando al líder del grupo.

 El jardín de las fiestas carecía de brillo y ni decir de las tazas de té vacías. La casa empinada de los sombrereros ahora reinaba por la falta de sonidos y eso significaba que los dueños estaban fuera de la zona pero había que preguntar después.

 —Hey, chico —Alan chasqueo sus dedos en frente del rubio cenizo para levantar su atención, genuinamente llegando a preocuparse por esa actitud fuera de sitio—. Estás un poco ido ¿es que me extrañaste?

 Incluso en cualquier tipo de situación, ese muchacho seguiría poniéndose por sobre todo. El más alto no evitó suspirar por ello.

 —Ya sé, ya sé. Ya llegué para iluminar tu vida pero vine a tu humilde morada para pedir ayuda con mi ropa, —Con una mano en la frente y una expresión de cómico dolor, expresó su asunto como si hubiesen muertos de por medio— porque las terribles garras del apestoso gato sonriente hicieron un buen trabajo en destruirla.

 —Lo ayudé a traer la otra parte de la ropa y te vimos aquí ¿pasó algo? —mencionó Austin.

 A Arthur lo que menos le importaba era saber sobre problemas ajenos, y a decir verdad que le daba miedo explicar su situación. Tenía que irse rápido y buscar a su hermana; sus padres no criaron a una Alicia cobarde, o bueno, al menos no a un mal sujeto. Por eso simplemente se volteó ignorando lo que Alan estaba comentando de su odio a Cheshire, no es como si se perdiera de una novedad.

 —Nunca entiendo este afán por perjudicar mi imagen cuando- ¡Hey, Arthur! ¿A dónde vas? —el mencionado dejó pasar el llamado, caminando con prisas al bosque detrás de la casa, dejando a sus camaradas con la confusión más grande de sus vidas— ¡Y se fue así sin más!

 —¿Qué le ocurre? Está muy raro... No me gusta eso —El de lentes no soportaba el silencio alejado y extraño de él, cuando en muchas ocasiones le hizo saber que le entregaría su ayuda en todo momento. No encontró la manera de aliviarse tras ver desaparecer a Arthur en la maleza y los arbustos.

 —¡Eso fue grosero! Ni siquiera me confirmó si iba a arreglar mi ropa... Tal vez comió algo que-

 Alan no terminó su frase ya que Austin decidió seguir a su amigo antes de perderle el rastro. El muchacho de turquesa no pudo quejarse de esa falta de respeto, por lo que no tuvo más opción que acompañar a su líder, refunfuñando entre dientes mientras pensaba cómo los iba a regañar.

 Pero en el bosque Arthur buscó el camino correcto para llegar a ella. Se guio de algunos lamentos infantiles en el aire, trazando el sendero mediante estos, de los cuales se sorprendió pues no sabía que el llanto de los niños no tenía duración... O volumen máximo. Ahora se sentía peor ¿cómo se le hubiese pensado irse así sin medir consecuencias? Sus padres estarían muriendo de miedo en el piso. Otra cosa que no saldría de su mente por el bien de la familia.

 Al encontrar a su hermana en la carriola, aun pateando las cobijas como si no hubiese un mañana, le dio el mayor de los gustos. Nunca pensó en que ver a un bebé llorar le daría tanta alegría.

 Nada al rededor le lastimó, su cama seguía intacta y las lágrimas de Peyton continuaban recorriendo sus mejillas. La Alicia de corazones se tomó un tiempo de calmarse y acomodar su mente, debía pensar en cómo animar a la bebé. La miró por encima; su carita le iba a ganar a un tomate.

 Qué mal niñero era... También estaría como Pey si no solucionaba eso. No quería estropear nada ya. En el campo de batalla usar su espada era lo ideal aunque aquí ¿qué era lo correcto? ¿Qué tipo de plan hay?

 —Por el amor de los padres de Wønderlænd... Iba a decir que ya llegó por quien lloraban pero en realidad sí están chillando feo —Por suerte los dos héroes restantes alcanzaron a su compañero. El primero fue Alan, viendo que un coche de niño se hallaba en medio del lugar.

 Austin, un poco después de llegar, reconoció lo que sucedía y no perdió más tras acercarse. Arthur no se inmutó al ver a los demás aproximarse, su prioridad estaba en la Hatter llorona. No despegó los ojos de Peyton, todavía seguía ideando lo mejor para la situación ¿qué tipo de excusa se podría inventar? Ya que, de por sí la escena era fuera de lo común.

 —¿No es tu hermana, Arthur? —Se atrevió a preguntar el de turquesa— Yo sabía que los sombrereros son raros pero no que dejaban a los niños en medio de los árboles.

 —No es eso, Mitch y Bellaflor jamás harían tal cosa, menos donde probablemente un animal la asesine... —El chico de lentes tuvo un cuidado divino al tomar a la niña en brazos para arrullarla. Aguantar las ganas de protegerla era imposible, verla tan triste le partió el corazón— Pobrecita... Debió estar asustada.

 —¿Entonces qué hace aquí si no es una especie de ritual de los Hatter? —Alan intentó buscar respuestas en el hermano mayor de la nena pero al voltearse a él, notó como el jovencito iba a estallar en lágrimas.

 —Yo la dejé aquí —lo quebrado de la voz de Arthur decía mucho, pero dentro de la misma había culpabilidad.

 —¿Tú? —El líder se encontraba tan sorprendido como Alan, ambos miraron en pleno shock al de capa— ¿Por qué? —por suerte la pequeña estaba mejorando su estado de ánimo por los cuidados del mayor.

 —Es que... No sabía qué hacer... —esa justificación sonaba tonta si lo decía así, solo que no conseguía las palabras adecuadas.

 Escondido cerca de la puerta reprimió cualquier palabra agresiva que se atreviera a dejar ir; mas el ambiente no le estaba animando a seguir.

 —¿Te imaginas que Arthur de verdad sea rey?

 —Pues sus discursos serán todos escritos porque ni saluda el pobre —seguido de los comentarios, ambos chicos estallaron en carcajadas.

 La Alicia no captaba la gracia aun, se sentía fuera de lugar pero algo no le dejaba irse.

 —Shh, habla más bajo... —el volumen de sus voces bajó, al parecer eran los únicos dentro de la cocina— No vaya a ser que te escuche y luego te mire raro.

 —¿Hablas de su mirada asesina? Ay no ¿qué tipo de héroe hace eso?

 —Uno que no lo es, claramente.

 Ya había notado que algunos miembros de la familia le echaban el ojo de manera desconfiada, como si él fuese el enemigo. Nunca les habló mal, tampoco tratado sin respeto ¿entonces por qué cuchicheaban así a sus espaldas? Si tenían un problema con él podrían decírselo, aunque eso de intentar convertirlo en un Hatter en su totalidad, le parecía extremo. Ser escandaloso y de alma fiestera no era lo suyo, y lo más probable es que jamás lo sería a ese punto. Sus padres siempre decían que le amaban, sin importar qué tan poco se expresaba. Nunca quisieron que se comportara como alguien que no era, por ello les agradecía un montón...

 ¿Qué debía hacer para ser el héroe perfecto? ¿Y sí sus padres también chismoseaban sobre su persona a escondidas? Su cabeza no dejaba de correr en el mismo tema, tanto que se mordió los labios en unas ganas de salir huyendo.

 Entrenaba por el futuro de su mundo ¿qué más podría hacer? Ser otra persona no le iba a resultar... Tal vez es por esa razón que nunca comentaba lo que realmente piensa, para evitar choques de actitudes con más personas. Arthur solo escucha y asiente, cuando debe poner los pies en la tierra llega el instante de ser directo en sus palabras.

 No sabía qué más hacer para agradar. Las sonrisas siempre funcionan, Mitch le indicó que estos gestos ayudan en todo momento... Y si era verdad ¿Por quÉ EstA veZ No eRa eL CaSO?

 Tuvo que curvar sus labios a tal punto que era difícil mantenerlos así. Ser Alicia llevaba mucho, pecó en varios segundos al preguntarse de sí valía ser una... Un héroe...

 ¿Era digno de ser elogiado como un salvador? ¿Haría un buen trabajo? Necesitaba respirar mejor o perdería la cordura. No aguantó otro minuto más y gracias a ello es que salió corriendo para aclarar las cosas dentro de su reino interno. Mucho ruido en él que hasta olvidó a donde ir, su silencio es lo que pudo mejorar la ola de emociones.

 Y solo al apartarse de todo, es que llega a repararse de un mal día.

 Otra vez en la actualidad, nota que por fin el llanto del bebé se disipó por el buen cuidado de su líder. El bosque seguía igual, solo las caras de Austin y Alan son las que daban a entender que su confesión los sorprendió.

 —Después mis padres me dejaron a cargo de mi hermana y ella comenzó a llorar... No sabía qué hacer —el de capa no llegó a levantar su cabeza por más que lo quisiera, estaba seguro de que ver las expresiones de sus compañeros sería un dolor muy grande —. Estaba mal ¿cómo iba a ser una verdadera Alicia si ni podía calmar a Peyton? Pensé "¿tan poco héroe soy que este labor es imposible para mí?" y ya me hallaba cerca de casa al darme cuenta de lo que pasó...

 Arthur no quería seguir platicando, con su confesión y el suceso de sus primos fue suficiente por esa tarde. Increíblemente habló más que otras semanas, lo cual se agregó a los motivos de asombro de sus compañeros. Era duro tratar que él mostrara sus desconsuelos.

 —No tenía idea que lo que sentías... —El de lentes tuvo el valor de hablar primero, todavía debía hallar una forma de animar las energías después de tal bajón— Gracias por compartirlo.

 —Si huyes cuando Peyton llora, no quiero imaginar al estar en la guerra.

 —¡Alan! —reclamó Austin.

 —¡Es verdad! —le replica el otro, ahora dándole su atención al triste muchacho— ¿Qué importa si eres un héroe perfecto o no? Obviamente yo sería esa descripción... Pero el punto es que el luchar sanamente por el bien de los que quieres, es lo que debería impulsarte a ser el mejor, no la aprobación de los demás.

 Arthur quedó tan pasmado como su capitán. En la vida escuchó algo tan empático viniendo de la Alicia de Picas, ni siquiera sabía que él alcanzaba a pensar de tal forma. Se hizo la afonía por sobre ellos, dejando a mucho en qué reflexionar.

 —¿Por qué se quedan callados? ¿No es verdad? —Alan no notó que sus amigos no podían mediar una respuesta clara, por lo que observó al más alto queriendo encontrar más apoyo— Vamos, Austin ¿eso es algo que tu dirías, no? A menos que quieras que me quede con la gloria, claro.

 —Ah, sí... Lo dijiste perfectamente —dentro del chico, había un orgullo creciente por el de turquesa—. Nada más me impactó que pudieras entender ese tipo de cosas —la bebé estuvo al margen de todo pues cayó dormida sin preocuparse de nada hace un buen rato.

 —Mi madre Eleonor me enseñó a ser una buena Alicia ¡claro que entiendo eso! ¿¡No confían en mi juicio!?

 —No, no... Fue una sorpresa solamente... —Austin no contuvo una pequeña risa, siendo acompañado por el de capa en esto, gracias a la ocurrencia reciente se alivió la tensión en los tres— Y Arthur, eres y serás el mejor salvador del reino de corazones porque estás batallando por el bien de la gente. Te ayudaremos a ser fuerte, porque somos un equipo y estas cargas no deben llevarse solas, no somos perfectos pero sí fuertes al estar unidos —su sonrisa se alzó una vez más para su tímido amigo.

 El angustiado jovencito pronto suspiró con más tranquilidad, sintiéndose mejor por no ser el héroe sin fallas. Las tormentas en su imaginación dejaron de aterrarlo, por fin despejando el cielo después de tanto. El arcoíris no llegó, porque en realidad su familia y amigos eran el color de aquel azul, lo entendió.

 Al esbozar su leve mueca de felicidad, sus aliados supieron que al final sí lograron consolarlo.

 —Y la próxima no dejes a una niña en medio del bosque, eso es algo básico que debes aprender para ser un rey —concluyó Alan, jalando un mechón de cabello al Hatter— ¿Quieres que Cheshire se la coma acaso?

 —Ches no está tan demente... —Austin entrecerró los ojos notándose con una incredulidad en la mirada.

 —No has vivido con él, obvio que no sabes sus mañas.

 Mientras los dos seguían discutiendo, Arthur hizo aparecer su arma entre sus dedos en un manto de luz divino celeste, que poco a poco se fue concretando en una hermosa espada dorada, que brilló al compás de la sonrisa pequeña del chico. Vio orgulloso su reflejo en el filo, sabiendo que su deber era llevar la prosperidad a los suyos con el amor que sentía a ellos.

.
(( 💙))
.

 Alice no comprendió el extraño déjà vu que experimentó luego de mirarse en su espada. La sensación de radiante felicidad pero de la mano con una melancolía cargada de tristeza, lo invadió por un rato. Sus compañeros no gastaron más segundos en notarlo extrañado.

 —¿Tienes algo? —Aly ya había puesto sus gatunos ojos en él, curiosa respecto a la cara de su contrario.

 —No lo sé —no lucía convencido de saber si estaba bien o no, o no podía explicarlo—. Por un momento no soporté hacer algo importante... Y no sé qué es.

 Apretó el mango del arma. Conocía esa emoción... El ser débil y no poder proteger a los que amaba ¿qué rayos?

 —¿Al? —La Alicia durmiente, Allis, entró en la plática, más bien reaccionó de golpe tras ver unas lágrimas inexplicables del ya mencionado.

 —¿Estás...? —Igualmente Aris se vio perpleja, imitada por Aly.

 Unas gotas casi fantasmales presas de una nostalgia extraña, recorriendo las mejillas de Alice hasta que alguna que otra cayó encima de la espada, manchando el antes brillo de la misma. No entendió sus motivos de su silente llanto, porque ni lo vio venir, aunque quien fuese que tuvo esa arma, compartió la misma aflicción que él y por ello, en un tono mudo el muchacho prometió cumplir la promesa por ambos en nombre de sus seres amados y de los caídos. Arthur gustaba de tener su espacio personal dentro de él, donde nadie entra u opina. Él era el rey en su mundo, un mundo tanto de ideas asombrosas como de constantes torturas internas que nunca mencionaba. Por eso era un misterio el saber lo que quería decir ahí mismo, también solía ser conocido por tratar las cosas con mucha sinceridad en cualquier instante; su arma de doble filo. Su verdad podía ser cruel aunque ¿por qué sería mejor mentir?

 Esta vez, en su propio universo mental, había un caos, lleno de maremotos como de lava ardiendo. Algunas personas gritando que debía regresar a por su pequeño desliz antes que ELLA saliera lastimada. Y él se sumergía más en pánico, un poco en culpa pero aquello no mejoraba la situación... Solo debía ir y traerla de vuelta.

 ¿Por qué no se comportaba como el héroe que era? Esa palabra... Héroe. No la consideraba su favorita, esa etiqueta no iba en él o eso imaginaba después de haber oído lo que no debía.

 ¿Qué haría un héroe de verdad?

 —Aaaarthuuuur.

 De pronto el de capa se vio sorprendido por su compañero, Alan, quien se había agachado para estar a su altura. Su expresión no decía nada nuevo, nada más resaltaba un toque de curiosidad por saber qué hacía su aliado de tal forma.

 —¿Qué tienes? Parece que te duele algo.

 —¿Te encuentras bien? —Una segunda presencia detrás de ambos, Austin. Con manos en las rodillas observando al angustiado Hatter.

 Arthur no contestó, desde luego. Se puso de pie esperando a que sus amigos no notaran el disgusto que traía encima, y sin embargo la sonrisa que desfilaba toso los días menguaba, alertando al líder del grupo.

 El jardín de las fiestas carecía de brillo y ni decir de las tazas de té vacías. La casa empinada de los sombrereros ahora reinaba por la falta de sonidos y eso significaba que los dueños estaban fuera de la zona pero había que preguntar después.

 —Hey, chico —Alan chasqueo sus dedos en frente del rubio cenizo para levantar su atención, genuinamente llegando a preocuparse por esa actitud fuera de sitio—. Estás un poco ido ¿es que me extrañaste?

 Incluso en cualquier tipo de situación, ese muchacho seguiría poniéndose por sobre todo. El más alto no evitó suspirar por ello.

 —Ya sé, ya sé. Ya llegué para iluminar tu vida pero vine a tu humilde morada para pedir ayuda con mi ropa, —Con una mano en la frente y una expresión de cómico dolor, expresó su asunto como si hubiesen muertos de por medio— porque las terribles garras del apestoso gato sonriente hicieron un buen trabajo en destruirla.

 —Lo ayudé a traer la otra parte de la ropa y te vimos aquí ¿pasó algo? —mencionó Austin.

 A Arthur lo que menos le importaba era saber sobre problemas ajenos, y a decir verdad que le daba miedo explicar su situación. Tenía que irse rápido y buscar a su hermana; sus padres no criaron a una Alicia cobarde, o bueno, al menos no a un mal sujeto. Por eso simplemente se volteó ignorando lo que Alan estaba comentando de su odio a Cheshire, no es como si se perdiera de una novedad.

 —Nunca entiendo este afán por perjudicar mi imagen cuando- ¡Hey, Arthur! ¿A dónde vas? —el mencionado dejó pasar el llamado, caminando con prisas al bosque detrás de la casa, dejando a sus camaradas con la confusión más grande de sus vidas— ¡Y se fue así sin más!

 —¿Qué le ocurre? Está muy raro... No me gusta eso —El de lentes no soportaba el silencio alejado y extraño de él, cuando en muchas ocasiones le hizo saber que le entregaría su ayuda en todo momento. No encontró la manera de aliviarse tras ver desaparecer a Arthur en la maleza y los arbustos.

 —¡Eso fue grosero! Ni siquiera me confirmó si iba a arreglar mi ropa... Tal vez comió algo que-

 Alan no terminó su frase ya que Austin decidió seguir a su amigo antes de perderle el rastro. El muchacho de turquesa no pudo quejarse de esa falta de respeto, por lo que no tuvo más opción que acompañar a su líder, refunfuñando entre dientes mientras pensaba cómo los iba a regañar.

 Pero en el bosque Arthur buscó el camino correcto para llegar a ella. Se guio de algunos lamentos infantiles en el aire, trazando el sendero mediante estos, de los cuales se sorprendió pues no sabía que el llanto de los niños no tenía duración... O volumen máximo. Ahora se sentía peor ¿cómo se le hubiese pensado irse así sin medir consecuencias? Sus padres estarían muriendo de miedo en el piso. Otra cosa que no saldría de su mente por el bien de la familia.

 Al encontrar a su hermana en la carriola, aun pateando las cobijas como si no hubiese un mañana, le dio el mayor de los gustos. Nunca pensó en que ver a un bebé llorar le daría tanta alegría.

 Nada al rededor le lastimó, su cama seguía intacta y las lágrimas de Peyton continuaban recorriendo sus mejillas. La Alicia de corazones se tomó un tiempo de calmarse y acomodar su mente, debía pensar en cómo animar a la bebé. La miró por encima; su carita le iba a ganar a un tomate.

 Qué mal niñero era... También estaría como Pey si no solucionaba eso. No quería estropear nada ya. En el campo de batalla usar su espada era lo ideal aunque aquí ¿qué era lo correcto? ¿Qué tipo de plan hay?

 —Por el amor de los padres de Wønderlænd... Iba a decir que ya llegó por quien lloraban pero en realidad sí están chillando feo —Por suerte los dos héroes restantes alcanzaron a su compañero. El primero fue Alan, viendo que un coche de niño se hallaba en medio del lugar.

 Austin, un poco después de llegar, reconoció lo que sucedía y no perdió más tras acercarse. Arthur no se inmutó al ver a los demás aproximarse, su prioridad estaba en la Hatter llorona. No despegó los ojos de Peyton, todavía seguía ideando lo mejor para la situación ¿qué tipo de excusa se podría inventar? Ya que, de por sí la escena era fuera de lo común.

 —¿No es tu hermana, Arthur? —Se atrevió a preguntar el de turquesa— Yo sabía que los sombrereros son raros pero no que dejaban a los niños en medio de los árboles.

 —No es eso, Mitch y Bellaflor jamás harían tal cosa, menos donde probablemente un animal la asesine... —El chico de lentes tuvo un cuidado divino al tomar a la niña en brazos para arrullarla. Aguantar las ganas de protegerla era imposible, verla tan triste le partió el corazón— Pobrecita... Debió estar asustada.

 —¿Entonces qué hace aquí si no es una especie de ritual de los Hatter? —Alan intentó buscar respuestas en el hermano mayor de la nena pero al voltearse a él, notó como el jovencito iba a estallar en lágrimas.

 —Yo la dejé aquí —lo quebrado de la voz de Arthur decía mucho, pero dentro de la misma había culpabilidad.

 —¿Tú? —El líder se encontraba tan sorprendido como Alan, ambos miraron en pleno shock al de capa— ¿Por qué? —por suerte la pequeña estaba mejorando su estado de ánimo por los cuidados del mayor.

 —Es que... No sabía qué hacer... —esa justificación sonaba tonta si lo decía así, solo que no conseguía las palabras adecuadas.

 Escondido cerca de la puerta reprimió cualquier palabra agresiva que se atreviera a dejar ir; mas el ambiente no le estaba animando a seguir.

 —¿Te imaginas que Arthur de verdad sea rey?

 —Pues sus discursos serán todos escritos porque ni saluda el pobre —seguido de los comentarios, ambos chicos estallaron en carcajadas.

 La Alicia no captaba la gracia aun, se sentía fuera de lugar pero algo no le dejaba irse.

 —Shh, habla más bajo... —el volumen de sus voces bajó, al parecer eran los únicos dentro de la cocina— No vaya a ser que te escuche y luego te mire raro.

 —¿Hablas de su mirada asesina? Ay no ¿qué tipo de héroe hace eso?

 —Uno que no lo es, claramente.

 Ya había notado que algunos miembros de la familia le echaban el ojo de manera desconfiada, como si él fuese el enemigo. Nunca les habló mal, tampoco tratado sin respeto ¿entonces por qué cuchicheaban así a sus espaldas? Si tenían un problema con él podrían decírselo, aunque eso de intentar convertirlo en un Hatter en su totalidad, le parecía extremo. Ser escandaloso y de alma fiestera no era lo suyo, y lo más probable es que jamás lo sería a ese punto. Sus padres siempre decían que le amaban, sin importar qué tan poco se expresaba. Nunca quisieron que se comportara como alguien que no era, por ello les agradecía un montón...

 ¿Qué debía hacer para ser el héroe perfecto? ¿Y sí sus padres también chismoseaban sobre su persona a escondidas? Su cabeza no dejaba de correr en el mismo tema, tanto que se mordió los labios en unas ganas de salir huyendo.

 Entrenaba por el futuro de su mundo ¿qué más podría hacer? Ser otra persona no le iba a resultar... Tal vez es por esa razón que nunca comentaba lo que realmente piensa, para evitar choques de actitudes con más personas. Arthur solo escucha y asiente, cuando debe poner los pies en la tierra llega el instante de ser directo en sus palabras.

 No sabía qué más hacer para agradar. Las sonrisas siempre funcionan, Mitch le indicó que estos gestos ayudan en todo momento... Y si era verdad ¿Por quÉ EstA veZ No eRa eL CaSO?

 Tuvo que curvar sus labios a tal punto que era difícil mantenerlos así. Ser Alicia llevaba mucho, pecó en varios segundos al preguntarse de sí valía ser una... Un héroe...

 ¿Era digno de ser elogiado como un salvador? ¿Haría un buen trabajo? Necesitaba respirar mejor o perdería la cordura. No aguantó otro minuto más y gracias a ello es que salió corriendo para aclarar las cosas dentro de su reino interno. Mucho ruido en él que hasta olvidó a donde ir, su silencio es lo que pudo mejorar la ola de emociones.

 Y solo al apartarse de todo, es que llega a repararse de un mal día.

 Otra vez en la actualidad, nota que por fin el llanto del bebé se disipó por el buen cuidado de su líder. El bosque seguía igual, solo las caras de Austin y Alan son las que daban a entender que su confesión los sorprendió.

 —Después mis padres me dejaron a cargo de mi hermana y ella comenzó a llorar... No sabía qué hacer —el de capa no llegó a levantar su cabeza por más que lo quisiera, estaba seguro de que ver las expresiones de sus compañeros sería un dolor muy grande —. Estaba mal ¿cómo iba a ser una verdadera Alicia si ni podía calmar a Peyton? Pensé "¿tan poco héroe soy que este labor es imposible para mí?" y ya me hallaba cerca de casa al darme cuenta de lo que pasó...

 Arthur no quería seguir platicando, con su confesión y el suceso de sus primos fue suficiente por esa tarde. Increíblemente habló más que otras semanas, lo cual se agregó a los motivos de asombro de sus compañeros. Era duro tratar que él mostrara sus desconsuelos.

 —No tenía idea que lo que sentías... —El de lentes tuvo el valor de hablar primero, todavía debía hallar una forma de animar las energías después de tal bajón— Gracias por compartirlo.

 —Si huyes cuando Peyton llora, no quiero imaginar al estar en la guerra.

 —¡Alan! —reclamó Austin.

 —¡Es verdad! —le replica el otro, ahora dándole su atención al triste muchacho— ¿Qué importa si eres un héroe perfecto o no? Obviamente yo sería esa descripción... Pero el punto es que el luchar sanamente por el bien de los que quieres, es lo que debería impulsarte a ser el mejor, no la aprobación de los demás.

 Arthur quedó tan pasmado como su capitán. En la vida escuchó algo tan empático viniendo de la Alicia de Picas, ni siquiera sabía que él alcanzaba a pensar de tal forma. Se hizo la afonía por sobre ellos, dejando a mucho en qué reflexionar.

 —¿Por qué se quedan callados? ¿No es verdad? —Alan no notó que sus amigos no podían mediar una respuesta clara, por lo que observó al más alto queriendo encontrar más apoyo— Vamos, Austin ¿eso es algo que tu dirías, no? A menos que quieras que me quede con la gloria, claro.

 —Ah, sí... Lo dijiste perfectamente —dentro del chico, había un orgullo creciente por el de turquesa—. Nada más me impactó que pudieras entender ese tipo de cosas —la bebé estuvo al margen de todo pues cayó dormida sin preocuparse de nada hace un buen rato.

 —Mi madre Eleonor me enseñó a ser una buena Alicia ¡claro que entiendo eso! ¿¡No confían en mi juicio!?

 —No, no... Fue una sorpresa solamente... —Austin no contuvo una pequeña risa, siendo acompañado por el de capa en esto, gracias a la ocurrencia reciente se alivió la tensión en los tres— Y Arthur, eres y serás el mejor salvador del reino de corazones porque estás batallando por el bien de la gente. Te ayudaremos a ser fuerte, porque somos un equipo y estas cargas no deben llevarse solas, no somos perfectos pero sí fuertes al estar unidos —su sonrisa se alzó una vez más para su tímido amigo.

 El angustiado jovencito pronto suspiró con más tranquilidad, sintiéndose mejor por no ser el héroe sin fallas. Las tormentas en su imaginación dejaron de aterrarlo, por fin despejando el cielo después de tanto. El arcoíris no llegó, porque en realidad su familia y amigos eran el color de aquel azul, lo entendió.

 Al esbozar su leve mueca de felicidad, sus aliados supieron que al final sí lograron consolarlo.

 —Y la próxima no dejes a una niña en medio del bosque, eso es algo básico que debes aprender para ser un rey —concluyó Alan, jalando un mechón de cabello al Hatter— ¿Quieres que Cheshire se la coma acaso?

 —Ches no está tan demente... —Austin entrecerró los ojos notándose con una incredulidad en la mirada.

 —No has vivido con él, obvio que no sabes sus mañas.

 Mientras los dos seguían discutiendo, Arthur hizo aparecer su arma entre sus dedos en un manto de luz divino celeste, que poco a poco se fue concretando en una hermosa espada dorada, que brilló al compás de la sonrisa pequeña del chico. Vio orgulloso su reflejo en el filo, sabiendo que su deber era llevar la prosperidad a los suyos con el amor que sentía a ellos.

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(( 💙))
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 Alice no comprendió el extraño déjà vu que experimentó luego de mirarse en su espada. La sensación de radiante felicidad pero de la mano con una melancolía cargada de tristeza, lo invadió por un rato. Sus compañeros no gastaron más segundos en notarlo extrañado.

 —¿Tienes algo? —Aly ya había puesto sus gatunos ojos en él, curiosa respecto a la cara de su contrario.

 —No lo sé —no lucía convencido de saber si estaba bien o no, o no podía explicarlo—. Por un momento no soporté hacer algo importante... Y no sé qué es.

 Apretó el mango del arma. Conocía esa emoción... El ser débil y no poder proteger a los que amaba ¿qué rayos?

 —¿Al? —La Alicia durmiendo, Allis, entró en la plática, más bien reaccionó de golpe tras ver unas lágrimas inexplicables del ya mencionado.

 —¿Estás...? —Igualmente Aris se vio perpleja, imitada por Aly.

 Unas gotas casi fantasmales presas de una nostalgia extraña, recorriendo las mejillas de Alice hasta que alguna que otra cayó encima de la espada, manchando el antes brillo de la misma. No entendió sus motivos de su silente llanto, porque ni lo vio venir, aunque quien fuese que tuvo esa arma, compartió la misma aflicción que él y por ello, en un tono mudo el muchacho prometió cumplir la promesa por ambos en nombre de sus seres amados y de los caídos.

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