| Arashi ❄️ Descompuesto |

Una cortada. La sangre se avecina.

Nada.

Segunda cortada. Se hace presente en un ligero hilo rojo.

Nada.

Tercera y cuarta. No es posible que aunque el líquido esté deslizándose sobre la frialdad de su piel no haya tenido ni una reacción. El fluido es cálido y choca con su temperatura corporal.

N a d a.

No hay algo que dé señales para estar vivo. ¿Qué es esto? Ni su brazo que ahora está cubierto por heridas y manchas rojas, lo pueden conmocionar.

Aprieta el arma con el descaro de imaginarse si debía hacer eso mismo en el otro brazo. No tenía ganas de pensar si él estaba descompuesto.

Es como sus profesores le han dicho cientos de veces; está roto. En su cerebro, no hay algo que lo pueda ayudar hasta donde sabe. ¿Cómo es reparar una mente? Piensa que con jutsus de manipulación podría hacer una que otra cosa pero no garantiza que puedan ayudarlo. Y no hay nadie cuyos registros esté el arreglar a uno como él.

Por eso los manicomios son una buena idea.

Estar roto no es para estar orgulloso. Bueno, no del todo, ya que sirve en algunos casos. Como en las misiones donde matar es ganar. Las caras arrugadas por el miedo de sus enemigos no afectan a aquel que no cuenta con sentimientos afables. Pero esto lo debe saber el que aspira a un ninja élite.

Algunos shinobis le habían afirmado que ser así es una bendición, debido al trabajo que puede ejercer de mayor.

Ya era mayor y entendía ahora esas palabras.

Los humanos podían aprender en dónde disparar para causar hemorragias pero jamás llegarían a prepararse a lo que se viene en las guerras. El olor de cadáver recién aniquilado es parte de esto y no cualquier sale a como entró.

El número de cortadas ya no importa, la sangre se ha dejado ir a su antojo. Se liberó una parte de su ser, como lo es la locura.

Estar loco si que no es una cosa para festejar.

Él no estaba demente, es más, se considera el más cuerdo de entre la gente. ¿Un loco buscaría a su hermano para acabar con el sufrimiento que arrastró? No, él era benevolente. Superando a un dios.

Apretó el kunai con ganas. El arma estaba pintada con su propia sangre y de algún modo se veía estética. Combinaba con el mundo al que pertenecía ahora.

Él no estaba loco, solo muy sensato.

Los psicóticos no plantearían algo tan bien hecho como el pelirrojo. Pero sabía que la gente en Konoha no entendería su llegada y era mejor ejecutar el plan en la noche, eso y porque Moriko debe poseer órdenes de asesinarlo.

Sí, muy sensato.

¡Vamos, no es su culpa que caza-recompensas lo anduvieron buscando! Tuvo el derecho a defenderse... ¿Contaba si hubo muertos que no tenían nada que ver?

Quería una vida tranquila, donde el sabor a vida desvanecida no estuviera con él. Y no le da daba pena admitir que fue divertido de cierto modo el haber asustado a unos cuantos.

Pero su vida debía recorrer un punto mejor, como lo es tener una familia y estar en paz dentro de una casa pequeña. Tal vez retirarse de las misiones, lograría sobrevivir con el sueldo de un granjero.

Solo debía dejar de pensar en cómo le abriría el cuello al que sujetaba en sus brazos.

Era difícil, ya que un par de guardias andaban en su turno a esas horas. Deseaba acabarlos y tener el paso libre para volver a ver a su amiga ¿es mucho pedir querer algo fácil una vez?

Se memorizó mucho antes las horas libres de esos pulgosos, al igual que el momento donde Moriko estuviese sin misiones como uno de ANBU.

¿Eso iba a desquiciar a la Hokage? A él no le importa.

Pasó su lengua por donde la sangre dejó de fluir, una vez soltó al chico inconsciente. Igual, el líquido carmesí pertenecía dentro de él, y para cuando quisiera comprobar su cordura, la tenía de vuelta.

Aunque le molestó que su sensatez estuviese en un hilo de dudas, pues su inexpresividad no quería irse a pesar de querer sonreír como una persona normal.

No estaba para darle la razón a su profesora, quien le pidió una vez dejar de mirar con aquellos ojos insondables llenos de una mezcla de ira y demencia a la gente. Pero ¿cómo paraba? ¿Cómo detenía esa mirada si era involuntaria?

Si estaba descompuesto, entonces podría a prueba el poco razonamiento de su desequilibrado ser en la estupidez que tenía ganas de hacer.

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