Alice 🌈 La caída de un héroe
Nunca, jamás en su vida se había imaginado a si mismo mirándose de tal manera.
Ignoraba por completo que su apariencia fuese agradable o desaliñada; su valor como héroe no se definía en su imagen, así lo pensaba con furor. Que sus ojos se desviaran al espejo fue solo un desliz tonto pero aquella acción ahora hizo que su mente no dejara de hablar.
Odiaba escuchar a su mente hablar, por eso solía ignorarla.
"Te ves pálido". ¿De qué otro color se podría poner? No era un estúpido Herz, que explotaban en rojo al sentirse enojados. Aunque de cerca se notaba el estado de alerta que siempre conservaba tan vigente, como si esperase a algún ataque inexistente incluso cuando la paz se erguia por sobre todo. Eso y que una anemia era lo más apropiado.
"Estás muy delgado". Por inercia se tocó los brazos, palpó con inexperiencia sus músculos aún dormidos en los mismos. Lo que lo hizo torcer los labios ¿A caso…? El entrenamiento era arduo, él seguía en lo suyo después de que todos se iban a descansar y continuaba practicando o cargando peso, esperando que eso levantara su fuerza pero el espejo no mentía, su cuerpo se miraba fuera de lugar para los ejercicios. Entrenaría más.
"Tu cara se ve terrible". No dormía lo suficiente, nada que decir. Habían días mejores y justo tocó verse cuando las ojeras consumían sus mejillas en bolsas negras debajo de los ojos.
"Tu cabello es un desastre". No lo peinaba, era una perdida de tiempo. No sabía trenzarlo ni volverlo una coleta efectiva, y odiaba pedir ayuda a algo banal. Peyton era la encargada de peinarlo.
"No te ves como un héroe". Ok, eso fue personal.
—Eso es ridículo —un murmuro para sí mismo.
Quería golpearse la cabeza para callar esa voz dentro de él, estaba molestando demasiado. Sus ojos se dejaban ir de un lado a otro, buscando imperfecciones por todas partes y vaya que hallaba muchas. Por él rompería el espejo de una patada pero eso sería darle la razón.
Su camisa medio abierta atrapó su atención. Bajó la mirada a su pecho, el cual no era grande y más bien hacía juego con las malditas patas de pollo con las que se sostenía. Qué basura, hasta Baphy le ganaba en masa muscular. Maldijo al animal a lo bajo.
Por otro lado…
Allis y Cater se diferenciaban por poseer buen cuerpo, ellos realmente contaban con porte y una bonita apariencia. En la resistencia vivían chupándole las nalgas por lo sofisticado que actuaban… Que si el cabello de Lis era suave, que si la educación de Cater, que si su fuerza ¡No, no! Si tanto les gustan ¿Por qué mierdas no les hacen un altar? Convivir con ellos no era la maravilla que solían soñar quienes los conocían.
Enok era otro tarado aclamado. Aunque el inepto lo degaba, su amabilidad y elegancia se podía ver incluso bajo el agua… Al ser un niño de König, obviamente lo primordial en sus enseñanzas serían la cortesía y mostrarse bondadoso al público, solo por ganar puntos extras con los aldeanos. Y de paso, le sobrepasaba en altura ¿¡No dejaba de crecer o qué!? Otro odioso pomposo de la realeza, una plaga desde que él se unió.
De Joshua… No iba a opinar de Joshua, con él todo bien. Su fama prevalecía gracias a que su naturaleza gentil hacía enternecer a cualquiera, incluso a Alice. Quizás si tuviera esa… ¿Qué rayos? ¿Cuándo empezó a desear esas cosas? Él no necesitaba ser todo lo que ellos sí para deshacerse de la tiranía.
Aunque… Aunque.
Existían opiniones fuertes de los pueblerinos a su persona, lo sabía de antemano. Hubo uno que otro encuentro con alguno y siempre escuchaba las mismas palabras: Es un monstruo. ¿Lo decían por su apariencia? Bueno, tal vez solo era porque König volteó a los habitantes de corazones en su favor, entonces por eso creían que Alice se los iba a comer. Equivocados no estaban pero el punto se desviaba del tema principal.
Alice no pretendía ser malvado, a ese punto todos ya debían saberlo. Sufrió lo mismo que muchos en Wønderlænd; perder a su familia, vivir en la miseria, sobrevivir evitando a toda costa a los reyes. En fin, que ser Alicia era un rol difícil de llevar, en verdad quería traer prosperidad a su mundo y darle a sus cercanos la vida que perdieron entre riquezas y paz ¿Por qué demonios pensarían que él sería el villano?
"A lo mejor es por tu rostro".
—Cállate.
Se dió cuenta de que arrugó los labios de forma inhumana. Habría que ir dejando esa maña si lo primordial sería ganarse la confianza de sus futuros aldeanos. Normalmente a la gente le agradaba las lindas muecas.
Pelear consigo mismo resultaba agotador, lo ideal debía tranquilizarse y acomodar su ropa. Trataría de mejorar su actitud, copiando la de Joshua, que le parecía jodidamente tonta… Y efectiva. Ese sujeto vivía con el rey sin inconvenientes, era de admirar.
Practicó una sonrisa frente al espejo, sin mostrar dientes. Le costó en un principio no parecer desesperado, luego lo hizo otra vez y pudo conseguir un gesto más cálido. Qué difícil era sonreír, no lograría hacerlo todo el día como Aris. Un nulo dolor se posó sobre sus mejillas después de un rato y dejó de estirar los labios.
La cuestión se volvió a su apariencia, con muchas razones tenía que arreglarse. Primero colocó su camisa blanca dentro del pantalón y estiró la manga de la misma para cubrir los vendajes del brazo izquierdo. Sus dedos no contrastaban muy bien, hacían falta uñas y las heridas sobresalian. Manos de un pobre loco.
Se mordió la lengua, fue a lo fácil y ocultó el desastre que tenía por manos con guantes negros. A su parecer le daba el toque de niño rico que buscaba, ya que los callos y la dureza de su palma se reían de él por descuidarse tanto.
Sentía extraño, definitivamente no era su zona de confort y a penas resultaba lo básico. Su reflejo incluso ya desprendia una energía distinta, o eran cosas suyas. Divagaciones.
Por curiosidad, respiró hondo así ganando una falsa musculatura en el pecho que en un instante se quedó en nada al exhalar. No se vería nada mal con un poco de lo que tiene Cater, ¿Así la gente pensaría que es fuerte de verdad? Bufó, odiaba ser conocido por la Alicia sin poderes.
"Si yo fuera él, me pensaría dos veces antes de ir a la guerra".
—Yo puedo pelear sin poderes —respondió, nadie le devolvió una objeción.
Escuchaba comentarios pasados que caminaron por el aire hasta sus recuerdos, a pesar de que el silencio había penetrado sus oídos desde hacía rato, antes de desvanecerse y quedar con una espina en el corazón. Con un cuerpo más prominente se vería capaz de luchar pero tendría que trabajar en eso al día siguiente, su cabello brillaba por la suciedad… Un baño frío le arrebataría esos pensamientos.
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