Almas unánimes jugando a amarse, y es que es esa armonía la que conquista,
esa que en la noche me acompaña,
noches llenas de fantasía, de locura, de cada emoción que trae el corazón con cada encuentro.

Porque la sutileza de esas palabras desbordantes de amores y deseos, tocan al son de nuestros cuerpos, empalmados con el regocijo que trae la calidez de nuestros besos.

Siendo presos de ese sentimiento que nos llama, que nos envuelve, nos atrapa entre suspiros y ese voraz deseo de amarnos.

Doblegados ante los sentimientos que nos llevan entre sutilezas a lo inexplicable de nuestro amor.
Noches trémulas, lunas cómplices donde se resguardan nuestras almas  sin premuras, con los sentimientos colmados de este idilio que entretejimos sin alertar, dándoles rienda suelta.

Y allí, la cordura se hace imposible, en lo fugaz de nuestros besos y caricias, en los instantes dónde nos perdemos en lo que le reclamamos al tiempo, ese tiempo cruel, esa distancia absurda, que aún así no consigue separarnos, porque en nuestra pasión vehemente, en nuestra ternura empalagosa de verdades, nos amamos y allí logramos coincidir.

Luz Marina Santiesteban
15-02-2019