¡Decídete! One shot

Dedicada a @RockMilez, mi Sempai.

Iba una alegre muchacha por las calles de Konoha, su hogar. Llevaba su cabello castaño recogido en dos coletas altas, sus ojos avellana se encontraban cerrados mientras disfrutaba del dulce sabor del dango que en ese momento se comía.

Quien la viera en ese momento, tan concentrada, y hasta tranquila no podría sospechar lo verdaderamente hiperactiva que era la joven Kunoichi de rango Chunnin (aunque en realidad tiene el chakra y la habilidad suficientes para ser ascendida a Jōnin, pero el Sandaime Hokage no se atreve a hacerlo).

Hoy iniciaban las clases en la Academia Shinobi, y Haru tenía entendido que ese año entraban los primogénitos de los líderes de varios clanes importantes, como los clanes Yamanaka, Nara, Akimichi, Aburame, el segundo hijo de la líder del clan Inuzuka, la rama principal del clan Hyuga, así como también el segundo hijo de Fugaku y Mikoto Uchiha, y un pequeño niño rubio, que hasta donde ella sabía, es hijo del fallecido Yondaime Hokage y su mujer. A la Kunoichi le agradaba aquel niño rubio de nombre Naruto, y por eso siempre le regalaba dulces cada vez que podía.

Haru abrió los ojos cuando los restos de la última bolita del dango bajaban por su garganta, dándose cuenta que había llegado por fin a la Academia Shinobi. Sonrió cuando vió a Iruka esperando a que llegaran los nuevos alumnos, el Chunnin con una cicatriz en el rostro se encontraba en compañía de Mizuki, por algún motivo a ella nunca le ha agradado Mizuki. Frunció el ceño y arrugó la nariz cubierta de pecas ante la presencia de ese Shinobi que tan mala espina le daba.

Notó una tercera presencia entre los árboles, ella reconocería ese chakra donde fuera: Hatake Kakashi también estaba presente, tal vez para ver al hijo de su difunto Sensei, o eso es lo que suponía ella.

Se acercó a saludar a Iruka, Kakashi mantuvo su posición entre los árboles. Cuando llegó ante Iruka lo saludó con un fuerte abrazo que casi tira a ambos al piso.

—¡Ohayo Irubaka!—saludó con un chillido que por poco y deja sordo a Iruka—

—Ohayo Ha-chan—saludó de vuelta, abrazando firmemente por la cintura a la pelicastaña—

—¿Estás emocionado por recibir a tus nuevos alumnos?—preguntó Haru, con una brillante sonrisa, afianzando su agarre sobre Iruka—

—Ujú...—respondió, algo embobado, viendo las pecas en el puente de la nariz de Haru, que según él parecían brillar a la luz del sol de la mañana— Digo... Sí, siempre me emociona recibir alumnos nuevos.—dijo esta vez, haciendo un considerable esfuerzo por concentrarse—

—¡Qué bueno!—chilló ella de nuevo— No puedo quedarme mucho tiempo más, Irubaka. ¡Hokage-sama tiene una misión para mí!—exclamó Haru con alegría y orgullo a la vez que soltaba a Iruka— ¡Nos vemos!—dijo, una vez que Iruka también la soltara (aunque algo renuente a hacerlo).

Un poco más tarde, ese mismo día, Haru iba en dirección al complejo Nara, pues su misión era ayudar a Nara Shikaku a encontrar la manada de un venado de brillante cornamenta plateada, que había sido encontrado herido en el Bosque Nara hace tan sólo unos días y ya se encontraba listo para volver con su familia. Se dirigía al Complejo Nara dando alegres saltitos y tarareando una canción que se sabía de memoria.

Lo sencillo fue encontrar la manada, lo complicado fue hacer que el venado regresara a ella, pues parece que en poco tiempo se había encariñado con la Kunoichi. Al final, fue la propia Haru quien logró hacer que el venado regrese con su manada:—Si no te vas con tu manada, me voy a enojar contigo, baka—Le dijo ella con el ceño fruncido, las mejillas infladas, puchero en los labios y cruzada de brazos. El manso animal le dió un quedo empujón en plan amistoso y se alejó al galope hasta llegar con su manada. —¡Adiós! ¡Y cuídate!—Se despidió ella, ahora contenta de que el venado esté finalmente con los suyos.

—Konnichiwa, Haru-san—La ronca voz de Kakashi sonó a espaldas de Haru, quien se volteó sonriente para encontrarse con el peligris, que en ese momento llevaba puesta su indumentaria AMBU, salvo por la máscara de porcelana, la cual en este instante tenía sujeta en su mano izquierda, dejando parcialmente expuesto su rostro, pues su omnipresente máscara de tela azul marino se encontraba subida hasta la nariz como de costumbre.—¿Qué tal tu día?—preguntó, al parecer sonriendo por lo que podías deducir del achinamiento de sus ojos desiguales: uno negro cuál carbón y el otro un Sharingan—

—¡Bakakashi!—Y como en la mañana con Iruka, de igual manera se lanzó a abrazar al peligris—¡Maravilloso!—respondió a la pregunta que se le había hecho con un chillido revienta tímpanos—¿Y el tuyo~?—preguntó de vuelta con un tonito cantarín—

—Meh. Mejor ahora que te veo.—respondió el AMBU alzando sus hombros mientras acercaba más a Haru en el abrazo—

—Oye, ¿quieres ir a tomar algo cuando acabe tu turno?—Lo invitó la pelicastaña—

—La verdad es que sí me vendría bien, hace tiempo que no salgo—dijo él, como quien no quiere la cosa—

—¡Perfecto! ¡Nos vemos a la noche!—dijo como despedida, intentando hacer que el mayor la soltara, sin lograrlo—Bakakashi, sueltame~—Se quejó, haciendo un puchero que le pareció sumamente adorable a Kakashi—

—Nos vemos en la noche...—susurró él, cerca de su oído, provocando un sonrojo y un escalofrío en la pelicastaña, antes de soltarla finalmente—

Haru se había quedado parada en el mismo sitio, un par de minutos después de que Kakashi hubiera desaparecido en un sunshin.

Bakakashi.—murmuró entre dientes antes de volver a su hogar—

Por otra parte de la aldea, podía verse a dos niños: uno rubio de nombre Uzumaki Naruto, el otro de cabello castaño de nombre Inuzuka Kiba, ser perseguidos por Iruka. El Chunnin estaba convencido de que esta no sería la primera vez estos dos niños le ocasionarían problemas...

Tan concentrado iba que no notó a Haru, quien venía por una calle lateral. La colisión no se hizo esperar: los dos niños cayeron a ambos lados de los dos adultos, habiendo esquivado por muy poco la peor parte del choque.

—Itte... me dolió~...—musitó la castaña, apoyando una mano en su espalda baja, y la otra en el suelo para poder levantarse—

—Ha-chan, lo lamento.—dijo Iruka, ayudándola a incorporarse— Déjame invitarte a tomar algo para compensar este incidente—añadió—

—Me gustaría aceptar, Irubaka, pero ya quedé con Bakakashi...—dijo, hasta que se le prendió un bombillo y exclamó —¡Ya sé! Voy a ver si Bakanko quiere venir también.—dijo para sí misma, olvidándose de Iruka momentáneamente, quien sólo la veía sintiendo caer una gota de sudor por su frente—

Mientras esto ocurría, los dos niños se alejaron corriendo, aprovechando que su sensei se encontraba algo distraído.

—¡Perfecto!—exclamó Haru emocionada—¡Nos vemos en la noche, Irubaka!—Se despidió, dejando al Chunnin de la cicatriz plantado en medio de la calle—

Media hora más tarde, podía verse a la joven Kunoichi buscando a su amiga Anko en un puesto de dango cercano al centro de la aldea, el cual era el favorito de las dos. A Haru no le tomó mucho esfuerzo convencer a Anko, solo tubo que decir "beber", "Irubaka" y "Bakakashi" para que su amiga contestará afirmativamente y la sacara a empujones del local, tras haber pagado, con la excusa de que necesitaban arreglarse para esa noche.

Ya entrada la noche, y el alcohol en el sistema, Kakashi había invitado a Haru a bailar con él, a lo que ella aceptó de buena gana. Anko por su parte, había arrastrado al pobre Iruka al centro de la pista de baile justo después de que Haru y Kakashi se internaran en ella.

Más tarde esa misma noche, Anko había tomado a Haru del brazo y la había arrastrado hasta el baño, dejando a ambos hombres en la barra, o eso es lo que ellas creían.

—Muy bien, decídete mujer. ¿A quién escoges? ¿Iruka o Kakashi?—inquirió la Jōnin de cabello morado—

—¿A qué te refieres, Bakanko~?—respondió con otra pregunta la Chunnin, aunque sabía bien de qué le estaba hablando su amiga pelimorada—

—Sabes bien a qué me refiero, Haru. No te sirve de nada fingir conmigo—El tono serio de la Jōnin llamó la atención no solo de Haru, sino también la de los dos Shinobis que oían tras la puerta del baño, quienes en ese momento cruzaron los dedos índice y medio de ambas manos, deseando ser, cada uno, el escogido por Haru—

—Bien... Escojo a Bakakashi en ese caso.—respondió con una brillante sonrisa la castaña—

—¡Sí!— El grito de Anko no permitió que se oyera el sonido de quiebre del corazón de Iruka, ni la discreta celebración de Kakashi.

Fin.

¡Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas!

Ne, Sempai, espero que te guste.

¡Travesura realizada!

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