Capítulo 16: ¡¿Dónde te metiste?!
Al día siguiente
Me levanto muy temprano, he cambiado mis planes y decidí ser una de las primeras personas que pueda hablar con mi padre, necesito saber porque el movimiento de tantos soldados y la verdadera razón detrás del matrimonio de mi hermano, aun me siento dolida que lo haya vendido.
Para hoy he decidido ponerme un vestido blanco largo, está bordado a mano y es muy cómodo, la verdad es que no lo uso mucho ya que según mi tía no es elegante pero como saldré a montar es perfecto.
Para completar con mi vestimenta me trenzo el cabello, así no me molestara mi cabello alborotado mientras cabalgo. Hace mucho casi me caigo del caballo a causa de tener mi cabello suelto y por sacármelo de mi cara solté la rienda y me tambaleé.... Por suerte solo fue un susto y no paso a algo peor. Me pongo unas manillas en mis muñecas y me veo en el espejo, creo que estoy bien así —sonrió.
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Sala real
Como lo supuse, mi Padre y mi tía están en la sala real, pero ambos estaban muy raros...... mi tía está con una mirada preocupada y mi Padre muy pensativos, definitivamente algo está pasando. Estas actitudes mi tía y mi Padre lo empezaron a tener dos días después del matrimonio de mi hermano.
— Creo que será lo mejor —dice mi tía no tan convencida de algo
— Mejor llama al escriba y pide que escriba una nota donde le pida que le expliquen el porqué de los retrasos
— Padre —insisto
— Ale hoy no es un buen momento para esas cosas —me regaña mi tía
Es mejor que no molestarlos y los deje en paz, en ese estado de animo de ambos no conseguiré nada a excepción de sus gritos y sus reproches.
— Regresare más después a hablar con usted Padre —le digo
— Está bien, está bien
Al parecer lo que planee al inicio se cumplirá, primero iré a cabalgar luego regresare a la sala real a hablar con mi Padre.
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Establos
Como lo pedí Orfeo ya está listo, Orfeo es mi caballo personal y es de color blanco, me lo regalaron a la edad de diez años. Según se mi caballo es uno de los más rápidos de todo el reino además que solo yo puedo montarlo, él está tan acostumbrado a mí que es muy huraño con otras personas.
Toco su pelaje y con mucho cuidado me subo a Orfeo, tomo las riendas y empieza a galopar lo más rápido posible, necesito alejarme del ruido y del estrés del sonido de los soldados.
Galopo por la ciudad y me doy cuenta que recién muchas personas están saliendo, al parecer hoy si me desperté muy temprano —sonrió.
Minutos después
Estoy ya algo alejada del reino y hago que Orfeo camine mucho más pausado, con la mirada busco algún lugar para mi suerte encuentro uno, un pequeño riachuelo a las orillas hay algunos árboles.
Bajo con mucho cuidado y tomo las riendas de Orfeo, me doy cuenta que no hay personas —sonrió—. Podre tener algunas horas de paz, tomo las riendas de Orfeo y las amarro muy bien al árbol, yo me echo en las faldas del árbol y cierro los ojos.
Escuchar el sonido del arroyo y las a veces son lo que necesitaba...... y sin darme cuenta me dejo llevar por morfeo.
— Todo comenzó cuando nos miramos —miro esos hermosos ojos—. Hubo una química especial, nos tomamos de la mano, dialogamos y desde ese momento
— Yo vivo perdido en tus ojos, no me puedo controlar, será tu mirada, será tus besos y no me dejan ni pensar —me atrae hacia el—. Yo vivo perdido en tus ojos, no me puedo concentrar... será tu mirada que me cautiva y me hace delirar —apoya su frente a la mía—. Esto que siento es tan puro que ni un solo minuto en ti dejo de pensar, cierro los ojos y allí estas y cada día al despertar.
— Esto que siento es tan puro que cada día que pasa yo me enamoro más y más, de este sueño no quiero despertar —pasó mi mano por su cabello sin dejar de mirarlo—. Se me cae el mundo encima si te vas......
Un ruido extraño hace que me despierte de golpe, vuelvo a escuchar ese sonido y noto que es ruido de cascos de caballos. Rápidamente me levanto, desato las riendas de Orfeo y empiezo a caminar de vuelta al reino. A lo lejos puedo ver a Paris cabalgando hacia mi muy rápidamente yo solo sigo caminando, por la cara de Paris noto que está muy enojado.
En cuestión de segundos Paris llega hasta donde estoy, yo me paro y lo miro sin demostrar ninguna emoción. Hoy estaba tan lindo mi día y Paris me lo arruinara.
— Donde demonios te has metido.... —me dice bruscamente mientras se baja de su caballo—. El Rey Eudor me mando a buscarte ya que no te encontraban en el palacio.
— Solo salí a caminar un rato no es para tanto —le digo mientras vuelvo a caminar con Orfeo—. Además, ellos me vieron en la mañana y no me quisieron prestar atención.
— Pensé que te había pasado algo, estuvimos buscándote durante horas —me sujeta de mi brazo y me hace detenerme—. Eres muy irresponsable —dice a regañadientes—. Vamos —me trata de quitar las riendas de Orfeo, pero yo no lo permito.
— Paris suelta la rienda, además yo regresare como vine, cabalgando —sujeto las riendas de Orfeo y me subo.
— Eres.......
— Soy Alexandra —muevo las riendas de Orfeo y el empieza a correr.
Sé que Paris está detrás de mí porque le puedo escuchar además ver a su caballo. Hoy pensé que era mi día de paz y silencio, pero al parecer no lo será.
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Sala real
Rápidamente vine a la sala Real al parecer si me estaban buscando, en la sala real ya está mi prima mirándome muy enojadamente.
— Ale ya no me está agradando para nada ti actitud de "Rebeldía y malcriadez"
— Padre yo vine temprano para hablar con ustedes, pero....
— No me interesa —me interrumpe
— Ale, sobrina si querías salir debiste avisar a algún soldado y no salir del reino
— Tía, Padre
— No, ya no te quiero escuchar....... Desde mañana Chloe y tú no saldrán solas a ningún lado —nos mira fijamente a las dos—. Y No es cuestionable
— Pero tío....
— ¡¡Pero nada!! —grita.
— Padre eso es injusto ¿Qué está pasando para que tome esa actitud?
—doy un paso hacia adelante.
— ¿Qué, que está pasando? Tu actitud pasa Alexandra. Tu siempre te estas metiendo en peligro y preocupas a todos en el reino.
— Alexandra basta con tu rebeldía, pudo haberte pasado algo, ya no seas tan inconsciente
— Mejor váyanse a sus habitaciones
—se toca la cien con sus dedos mi Padre y respira cansadamente.
No me gusta ver a mi Padre así, algo está pasando para que mi Padre este tan preocupado y tan paranoico y como siempre nadie me dice nada, nada.
— Está bien rey.... —decimos al unísono Chloe y yo.
Ambas salimos de la sala real, trato de hablar con Chloe, pero ella se va enojada, en el pasillo me encuentro a Paris, trato de hablar con él, pero me mira y se va —me quedo sorprendido—. Paris jamás se había comportado conmigo así, esto ya me está asustando, mejor me voy a mi habitación y descanso un poco.
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Habitación de Ale
Enojada y frustrada empiezo a botar algunas cosas, para ser más específica almohadones. Necesito sacar mi enojo o a quien menos se lo merece le gritare y no quiero volver hacer sentir mal a alguien que no tiene la culpa de mi enojo. Ya más relajada voy a mi cama y me echo, me está empezando a dar un dolor de cabeza.
Escucho como alguien toca la puerta, rezongando me levanto por que puse seguro, muy lentamente abro la puerta llevándome la sorpresa de que la persona que está frente a mi nada menos que Paris. Trato de cerrar la puerta, pero Paris es más rápido y se mete a mi habitación....
— ¿Qué haces aquí? Vete —susurro porque alguien puede escucharme y avisarle a mi tía.
— Necesitamos hablar Ale —me dice
— No quiero hablar contigo, por si te olvidaste tu no me estas dirigiendo la palabra —lo miro fríamente—. Si no tienes nada más que decirme te puedes ir —le digo y abro un poco la puerta.
— Lo siento —se disculpa y yo me sorprendo—. Solo que.... me asuste cuando me dijeron que no estabas en el palacio y tampoco en el reino —se acerca a mí y me pone un rizo que se salió detrás de mi oreja
— No puedo creer que solo por salir a cabalgar unas horas se arme semejante lio —digo y me siento en la cama.
— Es tu seguridad la que se puso en peligro —se acerca y se arrodilla frente a mí—. Ale, quiero pedirte algo o mejor dicho que me.........
— ¿Qué cosa? —le interrumpo aun fastidiada
— Quiero que prometas que no volverás a hacer esto —me dice de una manera tan tierna—. Tienes que comportarte como una verdadera futura sucesora del trono, así nadie querrá casarse contigo, ni yo
—me dice en tono de broma
Trato de no reírme ante sus palabras, pero no lo estoy logran —suelto una pequeña risa—. Ver su sonrisa hace que ría
— A nadie le gusta que sus mujeres se vayan a cualquier lugar y se pierdan por horas además me debes una disculpa por lo que hiciste —me dice mientras coloca detrás de mi oreja otros mechones de cabello suelto.
— ¿Qué yo te debe una disculpa? —pregunto sorprendida—. Tú, eres el que me debe la disculpa —le señalo y le golpeo el pecho con mi dedo—. Tienes una idea falsa del amor...... nunca fue un contrato ni una imposición, aun que te quiero cada vez más de un modo que no puedes ni sospechar —me paro y me alejo de el—. Yo no soy esa mujer que no sale de casa y que pone a tus pies lo mejor de su alma, no me convertiré en el eco de tu voz, en un rincón...... yo no soy esa mujer —lo miro muy seriamente—. Cambia tu manera de pensar en mí o veras como no me encontraras aquí...... —le amenazo.
— Entiende Alexandra, es por tu bien —me interrumpe—. Ya estoy harto —grita—. No creo que aguante esto de solo vernos a escondidas y estar pendiente que no nos descubran y para colmo ahora tengo que preocuparme por tu seguridad, no aguanto más........—se sienta Paris en mi cama y se pasa la mano por su cabello.
Acabo de darme cuenta que Paris está molesto y frustrado, su actitud está haciendo que mi ira que ya se había pasado vuelva. Si él está harto yo también.
— Paris....
— Tú sabes que estoy jugándome mi vida por ti —se para y me mira muy seriamente—. Acaso no entiendes eso, ayer solo te pedí una cosa, una cosa —hace una seña de uno con el dedo—. ¡¡QUE TE CUIDARAS!! —me grita
— Yo siempre me cuido —grito y lo miro dolida—. Pensé que tú no tenías esas ideas tan retrogradas, pensé que tú me amabas y que lo que hacíamos era porque queríamos estar juntos para vivir el verdadero amor —me aguanto las ganas de llorar—. Tú crees que yo no estoy sacrificando cosas, pues si lo hago yo estoy sacrificando mi libertad y mi familia, pero creo que eso no te interesa —me acerco y lo miro dolida aguantando mis lágrimas—. Yo estoy perdiendo más que tu Paris.
Paris y yo nos vemos fijamente por unos segundos, ambos estamos enojados y ninguno de los dos quiere perder está pelea y aceptar su error, en este caso que Paris acepte que sus palabras están fuera de lugar.
— Tú no estás perdiendo mucho Ale —me dice y se ríe sarcásticamente.
— ¿Perdón? —le pregunto ofendida.
— ¿Porque no te comportas como las demás? —se pasa la mano por su cabello—. Porque cuando se te dice algo no lo cumples.... eres muy desesperante, obstinada e impulsiva
— ¿Como las demás? —ya me enojé—. Para tu información yo ya te dije que no soy como esas mujeres, que esperan a sus esposos que lleguen borrachos y oliendo a perfume barato de mujer —grito—. Yo si se pensar por mí misma y a mí ningún hombre me va a imponer como debo ser o como debo comportarme —levanto mi mirada—. Yo soy y siempre seré como yo quiera y nadie me podrá cambiar, escuchaste ¡¡Nadie!! —le grito con todas mis fuerzas importándome un bledo si alguien nos escucha por fuera.
— Entonces no entiendo por qué estamos juntos, si somos tan diferentes.......
Yo me quedo asombrada al escuchar esas palabras, jamás pensé que Paris mediría una cosa así —empiezo a lagrimear—. No puedo estar con un hombre que piense esas cosas....... todos tenían razón era muy hermoso para ser verdad, necesito terminar con todo ya no aguanto más.
— Lo mismo digo —digo con un nudo en la garganta—. Creo que es mejor que...... —tomo valor—. Terminemos aquí, ya que ambos somos muy diferentes y pensamos distinto —aguanto las ganas de llorar—. Tú no cambiaras ni yo y para no seguir lastimándonos es mejor separarnos y te pido que te vayas de mi habitación —me acerco a la puerta y la abro—. ¡¡Inmediatamente!! —grito.
— Si así lo ordena la Princesa, lo cumpliré —me mira muy decepcionado, hace una reverencia y se va cerrando la puerta muy fuerte.
Yo me apoyo a la puerta y me dejo vencer, cayendo muy lentamente hasta el piso sin dejar de llorar, ahora me doy cuenta que lo que habíamos estado viviendo solo era una utopía. Como fui tan tonta en haber caído en su trampa, como no me di cuenta que traía segundas intenciones —me seco algunas lágrimas—. Me acabo de dar cuenta que para Paris siempre será una más del montón
Sus palabras de amor que me decía se empiezan a convertir en simples palabras, palabras que no tienen ningún sentido y todos los momentos mágicos que pasamos, ya no son nada.
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