CAPÍTULO 8. Reconciliación.
-- ¿Qué te pasa?-- Me preguntó Hugo, el más pequeño de los trillizos, mirándome preocupado con su pequeña carita a la par que entraba en mi cuarto.
Sonreí al verlo así y le hice una señal para que se acercara. Él obedeció pero antes de que pudiera reaccionar me abrazó. Lo hizo tan fuerte como sus bracitos se lo permitieron.
-- ¿Estas mejor? Yo siempre me siento mejor cuando me abrazan.
Solté una carcajada, sin poder evitarlo, por su comentario.
-- Gracias peque.
--¿Por qué llorabas?
Suspiré y sonreí apenada.
-- Porque me he peleado con mis amigos, no te preocupes, no es nada.
-- Entonces haced las paces. Yo siempre lo hago con Alejandro y Lucas.
-- Esto es diferente peque.
-- ¿Por qué? El abuelo siempre dice que pase lo que pase hay que hacer las paces con los amigos...
-- Que cuando pierdes un amigo pierdes un tesoro.-- Lo interrumpí acabando la frase por él.
Recordar a mi abuelo me entristeció aun más. Hacía ya un año que había fallecido y mis hermanos ni siquiera sabían nada, cuando les dijimos que se había ido asumieron que se habría ido a algún sitio lejos y que volvería algún día y nadie tuvo el coraje suficiente para negárselo. Eran aún demasiado pequeños para comprender algo tan complejo como el hecho de que alguien pudiera dejar el planeta Tierra en espíritu y no regresar jamás de su viaje.
Sin embargo me di cuenta de que en algo mi hermanito tenía razón, y es que como mi querido abuelo decía: "Nunca has perdido nada hasta que pierdes a un amigo" y si no quería que eso me pasara a mi tendría que pedir perdón e intentar hacer las paces con las chicas y con Gray... y puede que incluso con Azumi por acusarlo indebidamente.
Miré al pequeño de cabello castaño y ojos negros y sonreí complacida.
--¿Sabes que más anima los momentos?--Dije divertida-- ¡Las cosquillas!
Me abalancé a hacerle cosquillas mientras él reía sin parar.
***
Tocó el timbre que nos indicaba que había empezado el recreo. Sora se levantó con su libro en mano y me apresuré a alcanzarla antes de perderla de vista.
La agarré del brazo.
-- Sora espera...
Ella se zafó de mi agarre y siguió caminando seria.
-- Sora por favor espera, lo siento en serio, por favor dejadme explicaros que pasó, solo te pido eso.-- le supliqué.
Ella suspiró y se giró para verme seria.
-- Está bien.-- volvió a suspirar no muy convencida.
***
-- ¿Y bien? ¿Que nos tienes que decir? -- dijo Megumi seria.
Todos estaban serios.
-- ¿Porque nos mandaste esas cartas?
Yo suspiré y hablé vacilante al principio.
-- Cuando era pequeña tuve ciertos problemas familiares y caí en depresión. Mi psicólogo me dijo que debería buscar alguna forma de desahogo cómo la escritura... un diario...-- volví a suspirar.-- La mayoría de las personas tienen un diario donde escriben todo lo que piensan, sin embargo yo prefiero escribir cartas sin destinatario alguno a cada una de las personas que de algún modo me hicieron daño... Pero supongo que se me fue un poco de las manos ese último tema. Y aunque las cartas nunca deberían haber sido enviadas tampoco debí haber escrito esas cosas tan horribles de todas formas. Sois mis amigos y os quiero demasiado como para perderos por algo así.
Después de mi discurso decidí dirigirme primero a Sora antes de que nadie dijese nada.
-- Sora, siento haberte llamado come libros, no era mi intención, en realidad yo... solo quiero decir que estas muy interna en la lectura, pero entiendo que es tu hoby y no debería meterme con tus gustos.
Ella no dijo nada y seguia seria claramente dudando de si creérme y perdonarme o no.
Miré entonces a Megu y me aclaré la garganta. Ella estaba seria y de brazos cruzados a la espera de que hablara.
-- Megu, no debería haberte dicho todo eso. Se que la decisión es tuya y bueno, yo... tenia miedo de que cambiaras y...
-- Fonn yo nunca voy a cambiar por estar en otra categoría. Soy y seré siempre Megumi Aisaka y eso no lo va a cambiar nadie, creéme.-- acto seguido me dió un abrazo. -- Pero como vuelvas a decir, escribir o lo que sea algo así otra vez ten por segura que no respondo de mis actos.
Solté una carcajada a lo que ella me imitó. Una vez nos separamos dirigí finalmente la vista a Gray que me miraba con una ceja arqueada a la espera de su disculpa.
-- No debería meterme en tus temas personales, es tu vida y tus decisiones...
-- No te preocupes-- Me interrumpió para mi sorpresa con una sincera sonrisa-- Yo también me pasé un poco gritandote, aunque te lo merecías un cacho.
Solté una risa y él me imitó.
-- ¿Pero sabes qué? Quizá tengas razón y debería dar ya el paso y "disparar" cómo tu dices. -- Dijo mirando disimuladamente a Megu mientras hacía comillas con los dedos.
Las chicas nos miraban con cara de "¿Que demonios?" a lo que nosotros volvimos a reír.
-- Fonn. -- Me llamó Sora de pronto y sonriendo.-- ven aquí -- dijo entonces extendiendo los brazos para abrazarme.
Me hacerqué a ella y nos estrechamos con fuerza.
-- Estas perdonada, pero que sepas que como te oiga llamarme Come Libros una vez más... Te enteras. ¿Capichi?
-- Capichi Capichi.
Todos nos hechamos a reír cómo hacíamos siempre.
-- Chicos venid todos aquí. ¡Foto!-- Exclamó Karla de pronto.
-- ¡¿Te has vuelto loca?! ¡No se permiten los moviles en...
Megu fue interrumpida por la mano de Karla.
-- ¡Sí y como sigas gritando se darán cuenta y me lo quitarán!
Venga poneos todos para sacar la foto.
Nos apiñamos todos juntos, sacando lenguas, haciendo muecas tontas y graciosas y enseñando los dos dedos, hasta que Karla sacó por lo menos 7 fotos.
-- Luego nos las pasas.
-- Por supuesto.
***
Gracias al cielo todo había vuelto a la normalidad entre nosotros. Bueno, gracias al cielo no, más bien gracias a mi pequeño hermanito.
Gracias peque, te debo una. Pensé sonriendo.
Sin embargo esto aun no había acabado del todo. Aun me quedaba una persona con la que disculparme aunque no me hacía mucha gracia.
Apollé la espalda contra su taquilla y allí lo esperé hasta que lo vi caminar en mi dirección.
--¿Qué estás haciendo tú aquí?-- preguntó Azumi sorprendido.
-- Quería pedirte per... perd... perdooo... ehh lo siento no me sale la palabra -- Dije fingiendo.
Él se hechó a reír.
--¿Por qué quieres pedirme perdón?
-- Por acusarte indebidamente con las cartas. Aunque te odio a muerte y esto me está costando mil horrores, no debería haberte culpado sin tener la certeza de que fueras tú el que envió las cartas. Ala ya está, ya lo he dicho. Me voy.
Me giré para irme pero me detuve al oír sus palabras.
-- ¿Sabes? Quizá no seas tan malcriada estúpida como pensaba.
--¿Eso debería tomármelo cómo un cumplido?-- Dije girandome de nuevo para verlo.
-- Tomatelo como quieras, pero ten por seguro que eso es lo más bonito que podrá salir de mi boca con referencia a ti.
-- De acuerdo, me voy...
-- ¿Y no me vas a pedir disculpas por lo que ponía en la carta que me mandaste?
-- Oh no, con eso sí que no tengo nada de que disculparme, todo lo que puse era cierto y no ba a cambiar.
Se hechó a reír y yo a la par suya.
Me giré de nuevo para irme pero aun fui detenida por su voz una vez más.
-- Pues un consejo, por si buscas al culpable te aconsejaría que en lugar de buscar entre tus enemigos miraras primero los de tus amigos.
Me giré bruscamente a la par que preguntaba:
--¿Qué quieres dec...-- Pero él ya se había ido.
Parpadeé sorprendida y ahora sí, me fui de allí para dirigirme de vuelta a clase.
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