8
Tor regresa a casa y Xue-yun lo recibe nuevamente. —Buenas noches Tor, ¿cómo te fue? ¿Mi padre reaccionó bien...?
—Preguntaron por ti. Quieren verte la próxima vez así que felicidades, no más palizas.
Xue-yun no puede evitar sonreír y susurrar: "Preguntaron por mí..."
Una vez que están en la cama durmiendo y dándose la espalda, Tor comienza a toser. Se sienta de costado para toser con más fuerza. Xue-yun se sienta. —Tor, ¿estás bien?
—¡Cierra la boca! — Tose con más fuerza y luego se acuesta jadeando y sudando. Xue-yun le toca la frente y siente que arde como una antorcha. —Oh, por el amor de Dios. Te ayudaré.
-¡No! Simplemente acuéstate.
—¡No lo haré! Necesitas ayuda.
Mientras el joven se retira, el otro pone los ojos en blanco pero no se queja.
°°°
De vuelta en la habitación, Xue-yun le limpia la frente con un paño y lo cuida. Tor parpadea suavemente. Ojeando a su marido. El marido que pese las circunstancias, lo cuida y es tan dulce como un ángel.
-¿Por qué estás haciendo esto? - Él susurra. —He sido malo contigo.
—Eso no importa. Eres mi marido.
—Eres extraño.
Xue-yun se encoge de hombros. —Nada que no haya escuchado antes.
—¿Y a qué se debe esta enfermedad?
-Es terrible. Comienza con manos temblorosas, fiebre y sarpullido. Lo vi hoy horas antes de que llegaras a casa. Se desconoce su orígen.
—Entonces saliste del palacio...
—Sólo para ayudar.
No dice nada más y lo acepta. No tiene sentido pelear por algo así. —¿No es contagioso? ¿Por qué no llevas nada?
—Porque no me importa si me enfermo contigo.
—Eso sí que es una tontería.
-En efecto.
Ambos ríen un poco. Pero Xue-yun sigue limpiándolo.
•••
Al día siguiente, él también se ocupa de Tor y está contento de hacerlo. A la hora de ducharse, lo baña bien desde fuera de la tina. Incluso le lava el pelo y hasta ahora no se ha enfermado.
Para el tercer día, Tor le dijo que se tomara un descanso, que estaría bien solo. Su condición ese día solo empeoró y un sarpullido se apoderó de su cara y manos con bolas hinchadas más grandes que granos, les dijo a sus sirvientes que cubrieran esas extremidades con vendas y no le dejaran nada más que los ojos y la boca.
•••
No podía desperdiciar un descanso y así, Xue-yun y Nanon escaparon. Corrieron a través de un bosque y Nanon lo convenció de saltar semi-desnudo por un acantilado. Ambos en boxers blancos. Pero con solo acercar la cabeza y ver la enorme distancia desde el río hasta el acantilado, Xue-yun se estremeció de miedo. Se abrazó a sí mismo y se volvió hacia Nanon diciéndole que no era posible. Nanon pareció decepcionado, pero sugirió que podían meterse al agua sin saltar.
Sin embargo, Xue-yun había mentido. Riendo, corrió y saltó. Nanon gritó su nombre antes de asomar la cabeza y sonreír. Vió cómo el cuerpo del rey se hundió en una hermosa salpicada. Brillando como la nieve. En unos segundos el cuerpo borroso surgió jadeando en busca de aire. Él sonrió con su cabello ahora hecho delgados hilos.
Nanon también salta del acantilado y salpica a unos centímetros de distancia. Xue-yun se cubre el rostro con las muñecas cruzadas y cuando las baja, Nanon lo alcanza. Ambos goteando el agua recopilada en sus rostros. —No sé si lo harán con toda esta enfermedad extendida, pero el viernes habrá un Combate de Arena.
—¿Quieres decir que se utilizará el Castillo de los Guerreros?
-Sí. La Nación del Este es conocida por eso.
—Por todos los cielos.
—Creo que Tor te invitará.
—No sé si iré. Los guerreros se matan entre sí y hay demasiada sangre. — Se encoge de hombros incómodo.
—Sí, es un poco desagradable. Pero tal vez te guste.
—Lo pensaré.
—No, no lo harás.
Ambos ríen y se inclinan para besarse. Nanon inclina la cabeza para que sus narices no interfieran. Ambos mirando sus labios con profunda admiración. Se besan. Dictando poemas en pequeñas bocanadas. El calor aumenta y Xue-yun se aferra a sus fuertes hombros.
En un par de minutos, Nanon lo acuesta sobre una chaqueta extendida —de seda— sobre las hojas y trepa su cuerpo. Ambos desnudos y sin boxers. Dejan de besarse para mirarse el uno al otro.
Nanon desliza una mano para agarrar su propia intimidad y entrar en él con delicadeza. Xue-yun gime hundiendo sus uñas en su amplia espalda.
Nanon comienza a moverse. Escuchándolo gemir bajo su pecho.
•••
—Quiero ver a mi marido. — Le pide Tor a la sirvienta que entra a su habitación. Extrañamente dulce. Ella reposa la bandeja de comida sobre la gaveta y convierte su pedido en una pregunta. Él le hace un gesto de asentimiento y ella ríe —con toda sinceridad— comentando: «A pesar de estar enfermo, usted luce feliz, Majestad. »
Tor sonríe orgulloso y elegante. A él mismo le cuesta creerlo. «Supongo que lo estoy. »
Confiando en la misma sirvienta para escalar las montañas fuera del castillo, ambos se congelan cuando alcanzan el río. La sirvienta respinga y Tor deja morir su sonrisa.
Xue-yun estaba en sus cuatro mientras Nanon lo embestía por detrás y no de manera hiriente. Xue-yun sonrió de placer y Nanon besó su mejilla. Luego trazó besos por su columna hasta los pequeños lunares en su hombro. Sus gemidos suaves y encantadores. Diferentes a los que Tor recibía en la cama.
Tor suspira y mira abajo durante unos segundos. Lamentando haberse considerado feliz hace unos minutos. Sin embargo, sabe que esto es culpa suya. Por no tratarlo mejor. —Llévame de regreso al palacio.
-Sí, Majestad. — Ella lo guía de regreso.
•••
Por la noche, mientras Mew duerme, Li Jie toma dominio de Gulf. Mirando el tejado. Traga grueso mientras voltea hacia Mew. Sus ojos lo adoran y ya no tiene nada contra él. Sin embargo, no está satisfecho. No hasta encontrar al hombre que secuestró a Gulf.
Acariciando las mejillas de su marido con un pulgar, susurra: «Lo siento. Pero debo hacer esto. ». Agrega un pico suave y se va.
•••
Marchando bajo la noche estrellada con una capucha que oculta su identidad y pasando junto a toneladas de ciudadanos tosiendo, camina por una cubierta vacía para subir a un barco pirata. Con los pies sobre el suelo barnizado toma vistazos del lugar. Varios hombres cargaban cofres, pero los mismos se detuvieron y bajaron sus cargas. Miraron alrededor tronando sus cuellos. —¿Eres un soldado? Tienes bolas para subir aquí.
—He oído que su capitán porta una máscara de dragón muy peculiar. Qué suerte que visitan mi reino. — Li Jie retira la capucha. Revelando su identidad. Todos agrandan los ojos en shock. «Es el rey. » murmuran entre sí. —No me gusta repetirme dos veces así que sean buenos marineros y déjenme visitar a su capitán.
Tan pronto Li Jie voltea, la punta de una cimitarra amenaza su pecho. Inhala, pero pasa del arma a los ojos del oponente que bloquea su paso. Entre cierra los ojos. —¿Estás seguro de querer afrontarme? Tengo bolas de acero, ¿sabes?
—Bolas de acero, ¿verdad? Vamos a probar esa teoría. — El hombre lo patea en la entrepierna y Li Jie solo gruñe. Tronando el cuello. «Agh. Realmente lo hiciste. » Murmura.
Lo siguiente que hace es mandar su espada a volar con una oscilación de la suya, patea su pecho y agarra del cuello al hombre. Lo arrastra al borde del barco para tirarlo fuera. El hombre cae hasta ser uno con el mar.
Los demás hombres vienen corriendo hacia Li Jie, pero Li Jie los patea o quebranta sus rodillas con el pomo de su espada. Los piratas cargaban cimitarras enormes, capaces de cortar una cabeza sin problema alguno. Li Jie esquiva sus oscilaciones y va noquea a todos hasta que escucha un silbido que lo inmoviliza. La sola voz hiela su sangre. Los ojos agranda traumatizado conforme unas botas entran a escena.
—Vaya, vaya. Reconocería ese cabello dónde fuera que lo viera. — El hombre con una máscara de dragón habla. Al margen de la puerta.
Li Jie voltea sobre un hombro. El hombre baja la máscara al nivel de su pecho. Revelando unas mejillas succionadas por los pómulos, ojos oscuros como el carbón, labios cárdenos y cabello corto graso. Vistiendo de negro como mismo Li Jie lo recuerda.
—Te busqué durante años. — Li Jie respira.
—¿Por qué razón? ¿Acaso me extrañaste? Porque yo sin duda te extrañe. El espía que te rescató me dejó un pequeño recuerdo. — Acaricia el área del tórax. Tiene una cortada tras la camisa.
—Yo también te extrañe. Con todo el odio de mi alma. — Li Jie sonríe como un lunático.
—Dicen que el odio es amor, ¿no?
Li Jie adopta una posición de combate colocando la espada frente su rostro en horizontal. El hombre tira a un lado su máscara de dragón y también adopta una posición de combate.
Sin embargo, alguien lanza una lámpara flameante al barco y la misma quiebra su cristal. Corriendo el fuego por todo el suelo y exprendiendose a las velas. Los piratas aún conscientes gritan en horror y huyen mientras que la persona que tiró la lámpara camina la rampa para abordar el bote. Ambos miran y Mew es quién está subiendo. Él con una espada a su costado. «Malditos traicioneros. » Murmura aquel secuestrador.
—Qué, ¿no pensaste que seguiría a mi esposo? — Mew le pregunta con obviedad a Li Jie, uniéndose a él.
«Qué acosador. » Murmura el alter-ego.
—Debo cuidar bien a quién amo. — Mew adapta una posición de combate, vestido en púrpura. El alter-ego sonríe.
—Me alegra que estés aquí.
—Más te vale, Li Jie. ¿Lo enviarás al calabozo o a la otra vida? No te culparé por la segunda.
—Calabozo. Quiero que sufra.
—Hagámoslo.
El hombre desenvaina una cimitarra de su espalda y entonces corre hacia ellos. En una media vuelta oscila la espada, adhiriendo su hoja a la de ambos y botando chispas por ello. Crea distancia y Li Jie le pega un puño en el torax, seguido de otro en el rostro. Al retroceder, Mew brinca lanzando un puño desde su posición y el puñetazo corta toda tensión en el aire. Haciendo la piel sonar junto con los huesos. El hombre cae de costado mientras Li Jie camina hacia él.
—Wow. Tu y tu esposo tienen buenos puños. — Aquel hombre escupe sangre. Sonriendo. —¿Cómo te sientes con él?
—Es alguien a quién amo. Y no me ha lastimado ni una sola vez desde que llegó al palacio. No es una basura como tú.
«¡Ayuda! » Escuchan el grito de un niño. Li Jie mira la puerta que conduce a la oficina del capitán. —Maldito bastardo, ¡¿lo hiciste de nuevo?!
No se puede esperar menos de un monstruo, pero aún así Li Jie entra en shock al verlo sonreír. Las llamas están calentando los mástiles y una cruceta va a caer sobre Li Jie de no ser porque Mew lo mueve. Aquel monstruo disfrazado por hombre ve la cruceta caer en su dirección y se asusta antes de ser aplastado por la misma.
Li Jie le pide a Mew que busque al niño secuestrado y aquel lo hace. El bote se va hundiendo conforme más tiempo pasa.
Soldados del reino acuden al bote. —¡Majestad! — Gritan al verlo.
Li Jie los mira a todos en estado de shock. Pero se recompone. —Arresten a los sobrevivientes y que no corra ni una palabra de mi presencia aquí. Tal parece saquearon otros reinos y nos visitaron a nosotros.
—¡Sí, Majestad!
Mew sale del pasillo con el secuestrado desmayado en sus brazos. Ambos espos se miran entre respiraciones agitadas.
•••
Nanon terminó sus horas de trabajo en el palacio y salió feliz del mismo. Se dirigía a casa cuando Tor lo siguió y suavemente le tocó un hombro.
—Oh. Majestad. — Él reverencia, atento.
Tor se le queda mirando. Una mirada agradable, pero el brillo en sus ojos canta maldad. —Haces muy feliz a mi esposo, Nanon.
—E--Eso intentó, señor.
—Eres un buen sirviente. Un buen hombre.
Nanon vuelve a sonreír, pero incómodo. Hasta que Tor le acaricia una mejilla y centra su mirada en él. —¿Conoces la Arena de Combate?
Podía ser coincidencia, ¿no? Que el rey mencionase ese lugar. Nanon responde que sí.
—¿Te gustan las batallas que se llevan a cabo ahí?
—S-- Sí, Majestad.
—Entonces, felicidades. Te dejaré participar.
—Majestad, pero yo no puedo pelear--
Dos guardias lo agarran desde atrás. —¡Por favor, Majestad! ¡Tengo familia! ¡POR FAVOR! — Pero el Guardia le cubre la boca.
Tor agrieta los dientes. —Tuviste el descaro de fornicar con mi esposo. Tu segundo rey. Este será tu castigo y a él le dolerá incluso más.
El chico se retuerce entre lágrimas. Negando la cabeza repetidas veces antes de ser alejado de ahí.
•••
Xue-yun esperaba a Tor en el dormitorio con un libro abierto. Listo para narrar hasta ambos dormir. Ya convirtieron esto en costumbre. Tor llega y Xue-yun sonríe. —El retrete te succionó. — Bromea.
Tor ríe en bajo. Rodea la cama y se acuesta en el espacio de siempre. —¿Qué leeremos esta vez?
Xue-yun voltea mostrándole un libro de portada blanca con el título en oro. —¡Corazón Vendado!
Tor aborrece el rostro.
—¡De verdad! Se llama así. — Xue-yun ríe. Sus piernas al expuesto por el vestido. Tor suspira y le dice que comience la lectura. Su narrador favorito abre el libro para comenzar a leer.
La lectura es ligera. Fácil de entender. Y su voz la hace diez veces mejor. Tor no dejaba de mirarlo. Xue-yun apoyaba el libro en sus antebrazos y lo sostenía por la portada y la contraportada. Leyendo con una sonrisa.
—Xue-yun.
—¿Sí? — El chico abraza el libro a su pecho, mientras lo mira a los ojos. Parpadeando el doble y haciendo de sus labios una línea delgada. Viéndose tierno como siempre.
—¿Te doy asco? Por mis vendas y estas cosas. — Tor pregunta.
—No me das asco. Para mí eres guapo. Además, ¡te recuperarás! Me aseguraré de eso.
—Piensas que me recuperaré.
—Siempre lo pienso.
—¿Si no te doy asco entonces me permitirías tocarte? Seré gentil contigo.
Xue-yun lo mira al rostro inseguro. Encogido de hombros como un gato asustado. Conforme pasan los segundos el menor asiente. Tor toma asiento para besarlo a los labios. Lo besa con delicadeza, cuidadoso de no romperlo. El menor le contesta los besos tímido. Aún asustado.
Tor retira el libro con suavidad —tirándolo a algún lado —y trepa su cuerpo. Teniéndolo bajo su dominio, traza besos por su cuello, oyéndolo gemir bajo. No como con Nanon. Pero es un avance.
Xue-yun los rota y se sienta en el regazo de Tor. —Mi esposo está enfermo. Yo debería hacerme cargo. — Él se quita la túnica. Revelando un cuerpo delgado, brazos con la masa justa y unos pectorales apetecibles. Sin ropa interior de por medio. La ropa engaña a cualquiera. Baja el pantalón de su esposo. Agarra el pene ajeno y lo palpa. Sintiendo su masa gorda y larga. Deja caer las caderas en él y se sujeta al pecho del rey.
—¿Estás bien?
—Estoy bien. — Respira.
Comienza a mover las caderas de enfrente atrás. Lento. Pero conciso. Robándole gemidos a Torquién se aferra a sus caderas y Xue-yun se inclina para besarlo. Ambos gimen, por primera vez, a gusto.
•••
Nanon no apareció durante un día y medio y a Xue-yun le preocupó eso. Mañana sería sábado, el día del escape y hoy era la Arena de Guerreros. El menor despertó sin la compañia del rey, seguramente porque el rey ya estaría en la Arena. Le preguntó a los sirvientes y todos dijeron que el sirviente Nanon tuvo libre estos días y fue a ver a su familia. Xue-yun preguntó dónde vivía la familia para ir a visitarla.
Al llegar, vestido en su mejor traje azul con una cesta de frutas y una banda gruesa que cubriera mitad de su rostro, tocó a la puerta. Dos ciudadanos junto a un niño pequeño abrieron. Expectantes.
—¿Eres el rey? — Pregunta la mujer.
—Hola. — Sonríe. —Me dijeron que Nanon vino a verlos entonces quise visitarlos.
—Espera, ¿no sabes dónde está? Se supone que llegará a casa desde ayer. No lo hemos visto desde entonces.
—¿Disculpen?
—No hemos visto a Nanon. Por favor, ¡¿dónde está nuestro Nanon?!
El pánico cunde en Xue-yun quién tartamudea sin habla y escucha las trompetas del castillo dónde lucharán los guerreros. También escucha aullidos y blasfemias. Él deja caer la cesta temiendo lo peor y corre hacia ese castillo. El hermano pequeño de Nanon lo sigue. Sujetando el caballo que el rey le regaló.
En el camino una multitud bloquea el paso y él no puede ver que está pasando más adelante pero hay demasiada gente gritando e incluso tirando frutas. El niño de siete años toma de la mano a Xue-yun diciendo «¡Sígueme! » para rodear la multitud.
Cuando obtienen una mejor vista a Xue-yun se le parte el corazón.
Nanon apenas y camina. Desnudo y sucio con moretones por todo el cuerpo y sus muñecas encadenadas. La cadena arrastrada por unos soldados en caballo.
«¡ESTE HOMBRE SE ACOSTÓ CON EL ESPOSO DEL REY TOR! » Gritaba el soldado.
Xue-yun grita: —¡NANON! — A todo pulmón intentando abrir paso, pero los ciudadanos lo empujan sin saber quién es. No todos conocían el rostro del segundo rey. El impuldo baja la bufanda gruesa.
Nanon voltea con un ojo hinchado a medio cerrar y el otro débil. Busca al amor de su vida y se sorprende al verlo junto con su hermano pequeño. —No... No dejes que él me vea así. ¡No lo dejes...! — Intenta anclar los pies en el suelo, pero los guardias empujan con más fuerza. Mediante camina sigue viendo a Xue-yun correr junto al pequeño hermano quién lo llamaba por su nombre. Repetidas veces.
—Estaré bien. — Asegura Nanon. —No te preocupes.
•••
Al ser ingresado al castillo Xue-yun lo sigue junto con el hermano pequeño. Ya hay personas sentadas por alrededor de la arena en bancas mucho más altas. Todas aplaudiendo al tener a Tor en el centro de la arena. Tal recibe a Nanon y lo agarra del cuello, posicionándose a su lado. El soldado suelta la cadena.
—Tor. No lo hagas. — Xue-yun pone al niño tras un brazo protector conforme habla. Viendo la espada que su esposo esconde tras la espalda. El mismo sonríe desquiciado antes de alzar la vista a la audiencia. —GRACIAS A TODOS LOS QUE PUDIERON VENIR, ENFERMOS O NO. La arena pronto estará llena de sangre y sudor, ¿no? — Las personas aullan. Apoyando tal crueldad. —¿Qué tal si comenzamos con un sacrificio en rendición a los Guerreros?
Xue-yun niega la cabeza repetidas veces.
Tor tira a Nanon de rodillas y el sirviente mira a su amante junto a su hermano pequeño. «¡No, Nan! » Llora el pequeño antes de ser abrazado por Xue-yun.
—Cierra los ojos, pequeño. Todo estará bien. — Respira Nanon e incluso sonríe. Su pequeño hermano cierra los ojos y entierra la cabeza en el abdomen del segundo rey.
—Señorito. — Nanon mira a la persona con quién tuvo la oportunidad de sentir amor. O lo más cercano a ello. —No se quede aquí. No le dé más oportunidades. Lo amo.
—Yo también te amo. — Una lágrima abandona sus ojos.
Tor le corta la cabeza a Nanon. El corte desprende la cabeza del cuerpo y la hace rodar por la arena hasta quedar a unos pasos de los más jóvenes. El trazo de sangre moldeado en hoz. Xue-yun tiembla sin saber cómo hablar o siquiera mover un músculo. Las lágrimas caen sin parar.
No más oportunidades.
Tor demostró ser un monstruo. Lo era desde el inicio, pero ahora incluso más. Ese hombre rió como si matarlo hubiese sido la broma más graciosa del mundo.
Xue-yun le dice al niño que lamenta todo, pero que vuelva a casa. Tan rápido como sus pies le permitan. Que no regrese ni se acerque a este lugar jamás. El pequeño asiente entre lágrimas entonces huye. Dejando atrás todo y a todos. Sin ver la cabeza de su hermano y para mejor.
—Ya sé porqué hiciste esto. Lo hiciste porque me amas, ¿no es así? Porque estabas celoso de mí y de Nanon. — Xue-yun se le acerca.
—Entonces comprendes que lo hice por amor. — Tor sonríe.
—Sí lo comprendo. — Xue-yun acaricia la mano que sostiene el pomo de la espada y cuela sus dedos en los de Tor. —¡Comprendo que jamás podré amarte como un esposo!
Le arrebata la espada para, con la poca fuerza que tiene, apuñalarlo en una pierna. Corre hacia uno de los guardias montados en caballos y lo apuñala en el costado. Lo empuja y el mismo cae en el suelo entre gruñidos.
Xue-yun sube al caballo, lo voltea por las riendas y tira de ellas para salir de aquel castillo.
—¡VUELVE AQUÍ! XUE-YUN. — Grita Tor, sentado en el suelo con la pierna herida tumbada, desangrándose.
Xue-yun marcha en caballo. Decidido a irse sin mirar atrás. Destinado a visitar el reino de su hermano Mew.
•••
Por la noche, en la Nación del Norte, Wangxia abandona el palacio para rellenar las cubetas de agua en el pozo del patio trasero. Cerca del pozo, Niol llega a ella.
Le rodea el abdomen con un brazo a la vez que amordaza su boca con una mano. Ella gime mirando de reojo al hombre en capucha que respira sobre su oreja. Su aliento frío como la nieve. Poniéndola más nerviosa aún.
—¿Eres cercana al rey?
Ella niega la cabeza repetidas veces bufando, pero él presiona el filo del cuchillo en su abdomen. El peligro la aquieta.
—Te preguntaré otra vez. ¿Eres cercana al rey?
Asiente, cerrando los ojos por traicionar al reino y querer vivir. Él le destapa la boca para agarrarla del cuello.
—Veo que quieres vivir. Hagamos un acuerdo, ¿te parece? — Raspa el soldado.
*N/A: ¡¿Qué acuerdo será ese?! 💔😭 Dios, ¿qué piensan de la muerte de Nanon? Me duele demasiado. Al menos nuestro Xue-yun irá hacia Mew. ¡Se hizo justicia por Gulf! ¿Qué les pareció esa escena y, ¿veremos al niño secuestrado? Dos capítulos y nos vamos~💖*
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