Alguien abrió la puerta, estaba sola en el baño, Madd corrió hasta donde estaba yo y se sentó para estar a mi misma altura.
—¿Estas bien?
Asentí con la cabeza, comencé a respirar con dificultad había tenido mucho miedo.
Chels no quitaba la vista de mí.
—Estoy bien, solo que muy asustada.
Me paré y me metí al baño.
Salí y Chels seguía allí.
—No puedo, no puedo con esto.—Dije. —Siento que me volveré loca en cualquier momento ya no sé lo que es real y lo que no.
—Tranquila, todo estará bien.
—Nada estará bien, maldigo el momento en el que jugamos ese maldito juego.
—¿Crees que yo no? —Dijo Chels elevando el tono.—Si no hubiera pasado todo esto seguirá siendo normal, ahora la muerte es parte de mí, puedo escuchar voces que nadie más escucha, puedo sentir cosas que nadie más siente y puedo ver las muertes, ¿SABES LO QUE ES ESO?
Ella se calmó y comenzó a caminar por todo el baño.
—Lo siento, es solo que ya no puedo.
—Yo tampoco, pero sabes... Cuando acabe esto tú y Sharon se liberaran ya no volverán a pasar por esto, mientras que yo lo tendré que vivir el resto de mi vida, así que deja de sentirte mal y sé fuerte, tenemos que ser fuerte, porque yo no dejare que un fantasma me gané.
Ella tenía razón, teníamos que ser fuerte, quedaba poco para poder ser libres.
—Tienes razón.
Ella me abrazó.
—Sal, James te esta esperando.
Las dos salimos, Chels se despidió y se fue a su salón.
—¿Cómo estás?
Él me miro a los ojos, sus ojos eran hermosos.
—Bien, estoy bien.
—Ven vamos a comer, yo invito.

Chels.
Entré a mi casa, extrañaba estar aquí.
—Hola. —Dijo mi hermana.
—Hola peque.
Me senté y comencé a comer.
—¿Por qué te quédate a dormir ayer conmigo?
—Tenía miedo es todo.
—Estas loca los fantasmas no existen.
—Los fantasmas existen, así que ten mucho cuidado con ellos, porque son más peligrosos de lo que aparentan.
Ella solo rodó los ojos.