Smirk
Escribía las respuestas de una tarea de Inglés, acostada en medio de mi cama mientras balanceaba las piernas hacia adelante y atrás, aprovechando que "Ayato-sama" estaba durmiendo. Me hallaba tranquila y muy concentrada, cuando de repente sentí un peso detrás de mí y a alguien tomarme con rapidez de la cintura, a lo que sorprendida, no pude contener un chillido, dejando caer tanto mi lápiz como el cuaderno, por el susto y porque era muy sensible en dicha zona.
—¡Ayato! —Reclamé, con la cara totalmente teñida de rojo carmín, mirándole con un intento de severidad para levantarme de la cama, tomar lo que se me había caído y luego sentarme. Coloqué las cosas a un lado, ya que conociéndolo, demandaría mi atención con entusiasmo—: ¿Qué sucedió? —Pregunté con suavidad, intentando calmarme de a poco.
—Ore-sama no pudo seguir durmiendo, ya que quiso beber tu sangre, Nūdoru —comentó riendo, para acercarse en un instante a mi canal auditivo, lo que hizo que mi piel se erizase—. ¿Por qué te sobresaltaste tanto? Aunque... admito que tu reacción por mi visita fue más que satisfactoria —siguió, para luego tumbarse en la cama mientras se carcajeaba.
La vergüenza me estaba comiendo viva, aunque sabía que ese era el pan de cada día de mi novio, lo que más disfrutaba era gastarme bromas, sorprenderme y verme sonrojada, con él tenía una relación más que dinámica.
—Eres un caso... —dije en voz algo baja, sonriente por unos segundos, hasta que negué con la cabeza y me acostaba al lado del Sakamaki.
—Solo mírate —se burlaba, parecía que no se cansaba de soltar risas. A decir verdad se veía lindo haciendo tal cosa, pero lo hubiera sido más si no se hubiese estado mofando de mí—. Te asustaste ¿verdad? —Se acostó de medio lado, observándome atentamente con sus potentes orbes esmeraldas, clavándolos en mí como una flecha certera a una diana.
Rodé mi mirar como respuesta, inflando una mejilla, pues presentía que todo eso era un deleite para él, y por ende me daba más vergüenza.
—¡Ja! Eres una miedosa, Kaori —acusó mientras acariciaba mi mejilla por unos breves instantes—. A pesar de que quieres ocultar lo que Ore-sama te hace sentir, no puedes hacerlo, nfu~.
—T-tch —bufé, tratando de cubrir mi rostro con ambas manos para así recomponerme, sin embargo, mi contrario las apartó en un instante, mostrando su rostro desbordante de diversión y satisfacción, poniéndolas a cada lado a mi cabeza.
Su cercanía fue inminente, sentí su aliento chocar contra mi cuello, y posterior a eso el cómo un beso suave era depositado en el mismo.
—Mi-e-do-sa —pronunció con voz seductora, colocándose encima de mí—. ¡Ja! No has conseguido volver a la normalidad aún, mira, tus mejillas siguen rojas. Verte así... hace que todo sea más interesante, créeme que estoy ansioso por tomarte. ¿Y si hacemos que duren más tiempo así~? —Propuso con una sonrisa que desbordaba picardía. En parte me chocaba que me recalcara lo que me hacía sentir incluso con acciones mínimas, pero en realidad se debía a que me ponía más nerviosa que él lo notara a detalle. Adoraba su todo, y al ver su sonrisa me hacía caer en algo similar a una hipnosis, tentándome a seguirle el juego.
—Anata, si se trata de ti es difícil volver a la normalidad. —Mordí mi labio inferior por unos segundos, para posteriormente preguntar—: ¿Ah sí? ¿Cómo? —Y entrecerré mis orbes, retadora.
—Solo estate pendiente a lo que hace Ore-sama —dictó antes de plantar un suave y exquisito beso en mis labios, uno que se fue intensificando poco a poco—. Deberías mirarte, je —susurró con calma, pero juguetón.
Entonces tomó rumbo a mi cuello de forma lenta, yo me dediqué a acariciar sus bellos y sedosos cabellos rojos, hundiendo mis dedos en ellos de vez en cuando. En el momento que sus colmillos hicieron contacto con mi piel, respiré hondo, llevando una mano hasta su nuca y posteriormente espalda, atrayéndolo con cuidado.
*
Mis pensamientos no lograban dejarme tranquila, tanto así que desperté exaltada de una pesadilla y no hallaba qué hacer. Llovía de forma fiera y el cielo estaba tan nublado que todo lo que veía era gris oscuro, y aunque amaba la lluvia, por alguna razón no me sentía cómoda con ese ambiente, un atisbo de duda me invadió.
Noté que algo me estaba faltando y llegué a la conclusión de que se trataba de Ayato. Lo anhelaba, a ese vampiro egocéntrico y bromista. Entonces, me imaginé su sonrisa inigualable y cómo se ponía al preocuparse por mí, eso me ayudó bastante a tranquilizarme, podría decirse que de forma instantánea.
Quise tenerlo a mi lado, a ese varón de preciosos cabellos rojos que se había convertido en la persona que más confiaba, y de paso adoraba. Me debatía mentalmente en si hablar con él para dormir juntos, pero tenía claro que él no dudaría ni un momento para burlarse de lo miedosa y débil que le parecería, y el sólo hecho de imaginarme aquello me puso de tales nervios que escogí pensarlo más.
Salí de mi habitación y caminé hasta llegar a la cocina, resignándome a tomar algo de agua, aunque, lo que en realidad quería, era ir hasta la habitación del heredero de Cordelia.
Decidida, llegué hasta allá, pero no alcancé a tocar su puerta.
Me devolví hasta mi habitación y me senté en la cama, en la esquina más cercana a la puerta, ladeando la cabeza y debatiendo internamente si buscarlo. Algunos estruendos resonaban y no podía evitar sobresaltarme por la sorpresa, estaba sudando un poco, nerviosa, así que decidí acostarme mirando hasta la puerta, mientras abrazaba una almohada— Ayato... —susurré para mí misma.
Mi pareja pareció saber lo que yo pensaba, porque en cuestión de segundos apareció, se recostó en la puerta y miró hacia mi dirección.
—Nūdoru, ¿en serio estás despierta? —Cuestionó medio dormido. De pronto, unos relámpagos se oyeron de forma clara, y por ende me removí un poco, mirando de forma instintiva a la ventana y luego hacia el varón, quien soltaba algunas risas al verme asustada, a lo que hice un puchero y junté las cejas en forma de protesta por unos segundos.
—¿Qué haces aquí? —Interrogué cruzándome de brazos, no me explicaba cómo supo leerme, y al mismo tiempo me puso nerviosa tal actitud con la que llegó, sabía lo que iba a venir— Y sí, ya ves que lo estoy...
—Ore-sama supuso que estabas caminando por la casa. Y es obvio que no dejaría que andes por ahí sola y expuesta, menos en una noche así, ¡recuerda que nadie puede tocar lo que es mío! —Aclaró, después acercándose hasta la ventana con paso firme y observando el clima a través de ella.
Bufé, fingiendo que dudaba de él, aunque sabía que se preocupaba bastante por mí, y eso no era un motivo de disgusto, sino todo lo contrario.
—¿Estás subestimando a Ayato-sama? —Apareció frente a mí alzando una ceja, para apoyar una rodilla en la cama, tomar mi mentón y hacer que nuestros rostros quedaran muy cerca, fue cuando, por un momento hubo un gran estruendo que causó que todo el cielo se iluminara por breves momentos, dejándome apreciar al contrario siendo bañado por esa luz evanescente.
—No, Ayato-sama —dije por fin en tono calmo, logrando reír ligeramente.
—¿Te hace gracia? —Cuestionó alzando una ceja.
—Sí —acorté la poca distancia que había entre ambos y atrapé los labios del Sakamaki en un beso, sin resistir tal impulso.
El de cabellos rojos gruñó un poco por la sorpresa y terminó sentándose a mi lado, luego tomando absoluto control y venganza, no estaba dispuesto a sólo dejarme tomar la iniciativa, sino que quería participar más, y así dar cierto juego.
En determinado momento, mordió mi labio con delicadeza y solté un pequeño sonido de gusto, a lo que nos separamos y conectamos nuestras miradas. Le sonreí levemente, pero con gran alegría, fue cuando él paseó su mirada desde mis labios hasta mi clavícula izquierda, y yo asentí, posteriormente cerrando mi campo visual.
Él, después de depositar un corto beso en la comisura de mis labios fue hasta el lugar que antes veía con anhelo, mordiendo así en mi clavícula izquierda y acto seguido la derecha, acción por la cual unos suspiros salieron de mis labios, delatando que yo disfrutaba tanto como él. Después de succionar lo suficiente y haber saciado su sed, dejó una pequeña marca en cada lugar mordido previamente como prueba de ello, la cual le hizo sonreír con egocentrismo.
—Ah~, estuvo delicioso —acotó, mientras su rostro mostraba inmensa satisfacción—. Como estoy de buen humor, te haré compañía, Chibimushi miedosa.
—¡Que no tengo miedo! —Repliqué, pero luego de decirlo tuve que cubrir mi rostro, ya que empecé a reírme, lo que era una señal obvia de que eso no era del todo cierto.
—Ore-sama se irá si sigues así.
—N-no... Yo quisiera que —pausé, quitando las manos de mi rostro para seguir— te quedes. Y bueno, sí tuve algo de miedo, pero fue por una pesadilla.
—Bien, nadie debe mentirle a Ayato-sama —dictó antes de acostarse al lado derecho de la cama, acomodando rápidamente una almohada y abrazarme por la cintura, haciendo que nuestros rostros quedaran cerca—. Deja de prestar atención a eso, sólo fue tu imaginación, y estamos juntos, ¿verdad? ¿Crees que con tu poder y el mío algo pasaría? Para de darle importancia —aconsejó con voz dulce, con una sonrisa ligera dibujada en sus labios.
—No pretendía mentirte. Y aunque lo que dices sea cierto... —me quitó las ganas de hablar del tema gracias a que pegó su frente a la mía.
—No pienses más en eso ahora, Kaori. Y más te vale no mentirme, ni esconderme nada —advirtió, llevando su rostro muy cerca de mi hombro y cuello, en donde depositó un beso casto—. Ahora duerme. Vamos... Estoy aquí —murmuró con suavidad, luego solo se siguió escuchando la lluvia caer de forma menos abundante, y sin notarlo, caí dormida entre los brazos del varón que era aclamado por cada parte de mi ser.
❝Kuku ¿qué piensas hacer?
Estoy grabado en ti, desde un suspiro casi imperceptible hasta cada gota de tu sangre.
Solo déjate llevar por mis besos y mis colmillos, declarándote perdida en un laberinto sin salida❞.
—Ayato S.
.
.
.
N/A:
*Smirk: Sonrisa que expresa autosuficiencia/egocentrismo (Inglés).
*Anata: Cariño (Japonés).
*Nūdoru: Fideo (Japonés).
.
Espero haya sido de su agrado, Darlings ❦
—Kira.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top