51
Yoongi.
Mala idea, había sido muy mala idea faltar a la comida y quedarme hasta las siete en casa de Wonho sin avisar a mis padres. Solía pasarme muy a menudo eso de no valorar las posibles consecuencias de mis acciones, y por ello, ahora me había quedado dos semanas más castigado sin salir.
¡Dos semanas! No iba a aguantar, moriría quedándome sin oxígeno en mi cuarto, ahogado en mi propia cama, con Kumamon mirándome y presenciando la muerte de su más genial y único dueño.
— Deja de montar un drama y recoge tu cuarto de una vez —soltó mi padre mientras pasaba de largo por mi habitación. Me acerqué con grandes zancadas a la puerta, y antes de cerrarla con un portazo, le saqué la lengua. — ¡Y baja esos humos!
Apreté los puños con frustración e hice lo que mejor había aprendido de mi mejor amigo, agarrar una almohada y gritar con todas mis fuerzas, dejando que el espumillón de su interior se encargara de apagar mi voz. Grité, grité y grité. Grité tanto que comencé a disfrutarlo, y cuando terminé agotado, tumbado boca arriba en mi cama, aún agarrando débilmente la almohada, una pequeña sonrisa brotaba de mis labios.
Al final terminé haciendo caso a mi padre —de muy mala gana— y limpié mi cuarto al ritmo de varias canciones de Jazz. Era divertido, porque solo podía limpiar cuando sonaba la música, y en los intermedios de cada canción, tenía que quedarme quieto y no mover ni un solo dedo o perdería. Sí, perdería. ¿Cóntra quién? Ah, ni idea, pero estaba seguro que se sentiría como una derrota real, quizás contra mí mismo.
De cualquier forma, aquel juego me ayudó a dejar impecable mi habitación en menos de media hora, y todo eso sin que yo a penas me percatase. ¡Incluso llegué a barrer, y yo siempre odié barrer con toda mi alma!
Mientras agarraba la bolsa de basura a la que había ido a parar la porquería que llevaba almacenando en mi habitación todo este tiempo, escuché como me vibrava el móvil. A pesar de la gran tentación que me suponía descolgarlo, no pude hacerlo porque tenía ambas manos ocupadas sujetando el plástico gris. Igualmente, esa cancioncilla acompañada del traqueteo del aparato, me incitó a moverme más rápido y llegar a la calle en un instante, soltando la bolsa junto al contenedor. Ni siquiera recordarba si pasaban esta noche a recogerla, pero tampoco me importaba, pues en mi mente solo estaba poder descolgar el móvil.
Y no pude.
Llegué tarde. Justamente cuando pulsé el botón de aceptar llamada, de esta lo único que salió fue un continuo pitido, dándome a entender que ya no permanecía nadie al otro lado de la línea. Fui a mirar el número, pero me salía como desconocido, y por lo tanto me era imposible devolverla.
Con un suspiro, decidí subir de nuevo a mi cuarto y disfrutar del nuevo ambiente que desprendía este, uno que hacía mucho tiempo que no presenciaba, uno desconocido para mí. Basicamente uno limpio.
Me tumbé en la cama, apoyando mi cabeza sobre la almohada a la que minutos antes estaba gritando, y con el peluche con forma de espárrago entre mis brazos, cerré los ojos, rindiéndome al sueño que llevaba acumulando tras mi salida del colegio.
No recuerdo con que soñé, ni siquiera si lo llegué a hacer, porque todo terminó tan repentinamente, que aunque hubiera querido, no habría podido guardar ni un detalle de mi subconsciente.
¿Que qué sucedió? Jungkook en mi ventana, eso sucedió.
Abrí los ojos al escuchar golpes en la tubería que se pegaba a la pared externa del edificio. No sé por qué, pero mi cuerpo reaccionó inmediatamente a eso, despertándome como si un asesino estuviera con un cuchillo frente a mi cara. Por suerte, no era ningún asesino, y cuando me asomé por el ventanal, divisé a Jungkook, agarrado a la tubería y poniendo todos sus esfuerzos en terminar de treparla.
— ¿Qué haces? —pregunté, de nuevo sin pensar en posibles consecuencias, como que el pelinegro me viera, se sorprendiera y asustase a partes iguales, y casi se soltara de la tubería.
— ¡Joder, Yoongi! —se quejó una vez estuvo sujeto de nuevo. Aún por esas, mi corazón seguía latiendo muy rápido— Mierda, Wonho tenía razón. Esto es casi imposible de trepar —yo permanecí callado, temiendo asustarle de nuevo si decía otra palabra. Aún así, no me moví ni un centímetro del marco de la ventana hasta que llegó a este, y con más agilidad de la esperada, terminó en cuclillas sobre mármol sobresaliente y luego de un salto en el interior de mi habitación.
— Al fin —lo primero que hizo fue suspirar y revolverse el pelo de una forma muy sexy. Sí, casi me iba a dar un ataque al corazón pero no podía negar que Jungkook estaba atractivo mientras recuperaba el aliento— Hola —murmuró con una sonrisa mientras se acercaba a mí, quien aún permanecía pegado a la ventana, incapaz de formular palabra. Quizás no me había despertado y seguía soñando.
— Hola —respondí con un hilo de voz. Él ensancho la sonrisa y se inclinó sobre mí, haciéndome pensar que iba a besarme. Pero no lo hizo. Cuando abrí los ojos —que inevitablemente había cerrado—, lo encontré sentándose en mi cama y quitándose las zapatillas que llevaba puestas.
Solo en ese momento me percaté del vendaje de su mano izquierda.
— ¿Qué te ha pasado? —pregunté acercándome, sentándome a su lado, y agarrando su mano con preocupación. Al intentar detenerme, me mostró los nudillos de la otra, que tampoco estaban en perfecto estado. Levanté la vista con temor, ni siquiera con una idea clara, tan solo miedo invadiendo mi rostro y cuerpo. — ¿Has pegado a alguien?
— ¿Eh? —se miró las manos y seguidamente, al percatarse de ello, las apartó de mi regazo, escondiéndolas a su espalda. — Ah, eso no es nada.
— Pero tienes heridas...
— No es nada, Yoongi, en serio —sabía que intentaba calmarme, que sus intenciones eran las mejores, pero aún seguía asustado al imaginar las millones de escenas que podrían haber sucedido con sus puños de protagonistas. — ¿Qué pasa?
— Prométeme que no te has vuelto a meter con nadie.
— No me he vuelto a meter con nadie, en serio —agarré sus manos de nuevo y asentí, sin necesidad de mirarle, sin necesidad de comprobar en su mirada si decía la verdad o mentía. Confiaba en él, y por lo tanto, me creía sus palabras. — Fue algo personal.
— ¿Pero fue una pelea? —le miré preocupado, y tras un par de segundos, terminó asintiendo al tiempo que apartaba la mirada. — ¿Por qu—
— Cambiemos de tema, Yoongi —volvió a quitar sus manos de entre las mías, y en menos de un segundo, ya estaba de pie otra vez, observando cada rincón de la habitación. Al menos, ahora sí que se podían ver, y no montones de bolsas o ropa tapándolos. — Está más limpio de lo que lo imaginé.
— Es que he estado limpiando.
— ¿Ah sí? —asentí orgulloso, y de nuevo, él se acercó a la cama, subiéndose del todo y tumbándose en ella. No tuvo que palmear el hueco vacío a su lado dos veces para que yo me recostase a su lado. — ¿Y qué más has hecho?
— Nada. Antes de eso estuve en casa de Wonho.
— Ah, cierto —eso había sonado muy cortante. Le miré y su rostro se había vuelto a tornar serio. Estaba distraído con uno de mis pendientes mientras hablaba. — ¿Y qué tal lo has pasado? ¿Habéis estudiado mucho?
— En realidad no. Hizo algo raro.
— ¿Cómo que algo raro? —esta vez parecía incluso más serio. Se incorporó, sentándose a mi lado, y me miró desde arriba. — ¿Qué hizo, Yoongi?
— Se fue y me dejó solo en su casa... —murmuré cohibido. Luego recordé el juego, pero preferí omitirlo. Mi instinto me decía que no era buena idea contarlo en ese momento. Jungkook suspiró, y sentándose con la espalda apoyada en el respaldo de mi cama, volvió a retomar una actitud más relajada. — ¿Por qué has venido?
— Porque tenía ganas de verte —respondió mientras comenzaba a acariciarme el pelo. Yo me apegué más a él, agarrándome de su cintura y recostándome sobre su abdónmen. Era incluso más cómodo que la cama de Wonho— Por cierto, sigues teniéndome bloqueado en tu móvil. Tuve que llamarte desde una cabina y ni así me lo cogiste.
— Oh, perdón —murmuré avergonzado por mis actos del pasado. ¡Bloqueé a Kook! ¡Qué clase de persona llegué a ser, por favor! — Iré a arreglarlo ahora mis-
— No, no —tiró de mí hacia atrás, tumbándome otra vez sobre él, y sonrió cuando yo le miré desconcertado. — Luego lo haces, ahora quédate aquí conmigo.
— Luego se me va a olvidar.
— Pues te lo recuerdo.
— Se te va a olvidar recordármelo.
— ¿Y qué más da? Trepo por tu ventana y te digo lo que tenga que decir. —ambos reímos por su ocurrencia, dejándonos llevar por la comodidad del ambiente. Cuando este volvió a silenciarse, Jungkook lo rompió de nuevo, añadiendo. — Es broma, luego me desbloqueas.
Yo le prometí que lo haría aunque estaba seguro de que se me iba a olvidar. De todas formas, tampoco parecía importarle mucho, porque ese tema no tardó en quedar tapiado con muchos otros más, y exactamente igual de triviales. Tan solo hablábamos, yo recostado sobre su brazo y él escuchándome, aportando pequeñas risas de vez en cuando que eran lo que más me invitaba a seguir hablando. Estaba tan cómodo que ni siquiera recordé a mi familia, o al menos no lo hice hasta que Jungkook comenzó a adentrar su mano en el interior de mi camiseta.
Primero pensé en ignorar ese gesto, pues quizás lo hacía de forma inconsciente, y además a mí precisamente molestia no era lo que provocaba. Luego, cuando comenzó a incorporarse, colocándose sobre mí y besando mi cuello, me replanteé que esto fueran simples gestos inconscientes.
— Y entonces lu-luego, mi hermana me pidió p-perd...
— Ajá — a pesar de todo seguía asintiéndome como si estuviera escuchándome con total concentración. Obviamente me desconcertaba, porque si tan interesado estaba en escucharme, no tenía sentido que me distrajera con tanto beso y caricias. A penas podía hablar sin atragantarme en una palabra como mínimo por mi acelerada respiración.
— Kook... —cada vez me gustaba más llamarle de esa forma. Yo era el único en el mundo que lo hacía, y me sentía especial por ello, aunque pudiera parecer una tontería.
— Sí, te escucho, sigue hablando —murmuró contra mi clavícula, dejando pequeños mordiscos en ella. Quizás Wonho tenía razón y jugaba a estos juegos con Jungkook, porque se le daba muy bien. Era muy diferente a la experiencia de esta tarde, y no sabía si es que Jungkook lo hacía mejor o simplemente lo prefería porque era él.
— A-ah —no podía seguir hablando, ni siquiera podía pensar un hilo coherente en mi mente. Todo lo que me invadían en ese momento eran sensaciones. Jungkook me levantó la camiseta y comenzó a besar mis pezones. De veras que se sentía completamente distinto, y mil veces mejor.
— Están tus padres, ¿verdad? —preguntó sin mirarme, rozando aquella rojiza zona con su lengua a medida que hablaba. Yo asentí, sin saber muy bien lo que acababa de preguntarme. Él sonrió y levantó aún más la camiseta, acumulando la prenda hasta llegar a mi boca.
Se quedó un par de segundos mirándome, y de improviso, me besó. Yo aún no sabía hacerlo igual de bien que él, así que me dedicaba a dejarme llevar o intentar imitar los movimientos de su lengua. Mientras nos besábamos, mis caderas parecían moverse por si solas, pegándose a las suyas en busca de más contacto. Ni siquiera me percaté de que aún tenía la camiseta enrollada en sus manos hasta que se separó y me la puso sobre los labios.
— Muérdela —hice lo que ordenó, atrapando con mis dientes la prenda— Ahora sostenla así —asentí poniendo incluso más fuerza en la mandíbula. No tardé en notar como la tela empezaba a mojarse por mi saliva— No puedes soltarla, Yoongi.
Yo le entendí perfectamente, y de veras que estaba dispuesto a cumplir sus órdenes sin dudarlo, pero algo en mi interior me decía que no podría aguantar mucho tiempo. Él también se quitó su camiseta, y sin previo aviso, me agarró los brazos y ató a lo alto con esta misma. Yo no me quejé, principalmente porque en ese caso abriría la boca y dejaría de sujetar la camiseta, y él me había dicho que no lo hiciera.
Volvió a besar mi cuello, bajando por mi pecho hasta mi abdomen. Cada centímetro que se acercaba a la tira de los pantalones de mi pijama, mi vientre subía y bajaba con más rapidez, aumentando la presión que comenzaba a sentir en mi interior.
Y entonces agarro el extremo de mis pantalones, y antes de que los bajara, me percaté de algo que me paralizó por completo. No pude avisarle porque tampoco quería tirar la camiseta, pero comencé a emitir sonidos con mi garganta, intentando advertirle del par de ojos que nos observaba a unos centímetros de distancia.
— ¿Qué? ¿Qué ocurre? —preguntó preocupado. Señalé con la cabeza el extremo de mi cama, lugar donde se encontraba Kumamon, mi peluche. Él lo vio, pero pasó de largo, siguiendo con la búsqueda— No hay nada, Yoongi —volví a señalar el peluche y finalmente él lo agarró— ¿Esta cosa? —asentí con alivio al poderme hacer entender— ¿Qué pasa? ¿Prefieres morder esto? —negué con la cabeza, escandalizado con solo imaginar la idea. Él suspiró y se acercó de nuevo a mí, quitando la camiseta de mi boca y permitiéndome hablar. Esta estaba completamente mojada por culpa de mi saliva— Dime.
— Es Kumamon —murmuré con un puchero. Él me miró impasible, aun sosteniendo a mi querido peluche como si de un trapo común se tratara. Yo suspiré y proseguí con mi explicación— No puede vernos.
— ¿El peluche? —asentí — ¿Te da vergüenza que nos vea el peluche? —volví a asentir. No era vergüenza exactamente, pero algo me decía que estas cosas no deberían verlas los amigos, y por esa regla jamás haría nada con Jungkook delante de Jimin, Kumamon, o cualquier otra persona con ojos— Mira —agarró al mullido peluche, ahora con mucha más delicadeza, y lo colocó boca abajo, de espaldas a nosotros— Ya no nos ve.
— Ya no nos ve —repetí satisfecho con su idea. Él volvió a acercar la camisa a mis labios, y yo abrí la boca con gusto. Me parecía divertido tener un encargo, aunque fuera tan simple como no dejar de morder algo.
Él sonrió y me apartó el pelo de la cara, acariciándola con dulzura. Luego una de sus manos descendió a mi cadera, sus labios empezaron a besar mi cuello con más ahínco, y la otra mano, no tardó de abandonar mi mejilla para posarse rápidamente en mi abdomen, mandando un escalofrío a todo mi cuerpo. Y entonces sí, terminó lo que antes se había dejado a medias, haciendo descender mis pantalones hasta que estuvieron enredados por el suelo de mi habitación y mis piernas completamente descubiertas.
— No llevas puestos los que te regaló tu hermana —me informó con ligera decepción. Yo levanté un poco el rostro para comprobar lo ciertas que eran sus palabras. En lugar de aquella vergonzosa prenda, llevaba unos ajustados boxers blancos, muy simples— Y yo que pensaba que querías ser un buen novio —comencé a quejarme, frunciendo el ceño e intentando mostrar mi desagrado con aquella prenda aún entre mis dientes. Él rió y colocó un dedo en sus labios— Ya lo sé, ya lo sé, no avisé de que vendría. Era broma —volvió a reír y dejó un beso sobre aquella zona que destacaba bajo los bóxers, haciendo que encorvara ligeramente la espalda al sentir un escalofrío— Adoro todo lo que lleves puesto, ya deberías saberlo.
Y tras esas palabras, deslizó la blanca prenda por mis piernas, añadiéndola al montón del suelo junto a mis pantalones. Y entonces, antes de que pudiera prepararme para ello, sentí algo cálido cubriendo mi miembro.
Y tal como había predicho, la prenda cayó de mis labios, haciendo que mi gemido resonara por todas las paredes del cuarto. Y me arrepentí enormemente de ello, porque al segundo volví a sentir el frío en esa zona y Jungkook me miraba con desaprobación.
— Yoongi, no puedes hacer ruido, ya te lo he dicho.
— ¡Pero ha sido tu culp-
Rodó los ojos y me tapó la boca con su mano, inclinándose sobre mí hasta que nuestros rostros estuvieron a la misma altura. Una vez ahí, liberó mis labios para seguidamente volver a atraparlos con los suyos propios. Al mismo tiempo, bajó su mano hasta mi miembro, pero aunque era placentero, no llegaba al punto de segundos antes. Y él lo notó.
— Déjame un momento —me desató las manos y sacó la segunda camiseta que me amordazaba. Yo me dejaba hacer, ansioso porque terminara esto y siguiera con lo anterior. Él se daba prisa, pero no era suficiente. — Ya voy, espérate —murmuró mientras volvía a atar mis manos. Yo pensé que ya había terminado, pero sin esperármelo, volvió a colocarme la misma camiseta en la boca, solo que esta vez atándola en la parte trasera de mi cabeza. Ni siquiera tenía que hacer esfuerzo para morderla, pues ella sola se presionaba contra mí. — Arreglado.
Ni siquiera le escuché, solo con anticipar que iba a seguir, elevé las caderas de forma involuntaria. Él sonrió, pero no se detuvo, y de nuevo volvió a bajar hacia aquella zona que requería tanta atención y todo este tiempo había estado restregándome contra su muslo sin encontrar el alivio que me proporcionó su boca. Porque volvió a utilizarla, y di gracias a estar amordazado, porque aún por esas mis gemidos era ligeramente audibles.
Se sentía tan bien que no podía estar quieto. Succionaba y yo gritaba, mordiendo con fuerza la prenda aunque no lo necesitara para su sostención. Y luego volvía a lamer, y se centraba en el extremo y yo sentía que me iba a deshacer en sollozos ahí mismo.
No pude avisarle de cuando iba a venirme, pero seguramente él lo supo, porque segundos antes comenzó a aumentar el ritmo con el que tragaba mi miembro, acelerando mi clímax. Todo mi cuerpo se tensó, y realmente sentí como si mi interior se deshiciera, liberándome de la mejor forma que acababa de conocer en toda mi vida. La camiseta estaba tan mojada de saliva que no tardaría en comenzar a gotear por si sola, y una vez terminé, a penas me quedaban fuerzas para respirar.
— Ven aquí —a pesar de sus palabras, fue él el que volvió a acercarse, quitándome nuevamente las ataduras. Pensé que ya habíamos terminado, realmente lo creí, hasta que noté el gran bulto que destacaba bajo sus pantalones— No me mires así, es culpa tuya —abrí aún más mis ojos, mirándole a él y seguidamente a aquella zona. — Túmbate —fui a hacerlo, pero me detuvo — Esta vez boca abajo —ordenó con voz ronca. Asentí y seguí sus pasos, no tardando en sentir como se colocó sobre mis piernas y acarició mi trasero. Solo esos gestos consiguieron encenderme de nuevo— No voy a follarte ahora, Yoongi, así que deja de moverte.
— ¿No vamos a tener sexo? —murmuré desconcertado, aun en proceso de recuperar el aliento.
— En cierta forma, esto ya es sexo. Pero no voy a meterla.
— ¿Meterla dónde? —no me respondió, y pensé que realmente no lo haría, hasta que sentí como acercaba un dedo a mi trasero. Cuando lo adentró lentamente, noté que estaba mojado, asi que supuse que lo acababa de lamer. Inconscientemente levanté las caderas y gemí por la nueva sensación. Él sacó el dedo y volvió a meterlo más profundo, sacándome otro gemido aún más alto. — Jungkook...
— Joder, Yoongi —escuché el sonido de una cremallera, pero cuando quise incorporarme para mirar, una mano en mi cabeza volvió a pegar mi rosto contra la almohada— No me mires. No me mires o realmente voy a follarte.
— ¿Por qué no lo haces? —gimoteé al sentir como volvía a sacar el dedo de aquel lugar. Quería sentirlo dentro de nuevo, quería más.
— Porque no podemos hacer mucho ruido, y el día que lo haga, quiero que toda la ciudad te escuche gemir mi nombre —volvió a meter el dedo, de golpe, causándome un espasmo y un gritito. Volvía a sentirme agitado, y no había empezado a restregarme contra las sábanas para calmarme. — Abre las piernas —me ordenó, y ayudó el mismo a hacerlo. Seguidamente, volvió a juntármelas, pero sentí algo duro en la parte superior de estas. Tenía su miembro entre mis muslos y se estaba masturbando con ellos. Antes de que pudiera decir nada, sacó su índice de mi interior, y en menos de un segundo, volvió a meterlo, pero esta vez acompañado de otro. Encorvé la espalda y gemí contra la almohada, mordiéndola al sentir como comenzaba a embestirme con sus dedos. — A—Ah, Yoongi.. joder...
Aumentó el ritmo tanto en sus caderas como en las embestidas que me daba con sus dedos, los cuales no paraban de golpear duramente mi interior, haciéndome temblar y sentir pequeños espasmos por las repetidas oleadas de placer que comenzaban a invadirme de nuevo. El controlaba su voz, soltando muy de vez en cuando algún gemido ronco, pero nada en comparación a mi desatada voz que por suerte se apagaba contra la almohada.
— Jung-kook, voy a ter... —mordí con fuerza la almohada, incapaz de terminar la frase al sentir que comenzaba a mover los dedos con más rapidez, tocando un punto que casi me hizo traspasar la tela con los dientes. Restregué mis caderas desesperadamente contra la sábana, sintiendo la dureza de su miembro rozarse contra mis muslos, aquellos que ya estaban embadurnados de líquido preseminal.
Y entonces me vine, sintiendo por segunda vez aquel remolino de sensaciones desbordarme por dentro y liberarse en un ensordecedor gemido que reprimí contra la mullida y babeada almohada. Jungkook palmeó mi trasero, causando que soltara un pequeño jadeo, y seguidamente sacó su miembro de entre mis muslos, incorporándose al tiempo que derramaba su semen sobre mis nalgas, agarrándome de las caderas con fuerza en impidiendo que me moviera.
Cuando terminó, agarró mi camiseta que ya estaba completamente arrugada, y me limpió. O al menos pasó superficialmente la prenda por mi trasero, porque tardó exactamente tres segundos.
— Jungkook —murmuré cuando se tumbó a mi lado.
— ¿Sí? —me acercó a él, besando mi frente y rodeándome con su brazo. Ahora que lo pienso, quizás en ese momento esperaba algo más romántico, alguna frase digna de los libros que leía Jimin o las películas que veía Jin. Pero no era nada de eso lo que circulaba por mi mente.
— Creo que ya sé a lo que se referían Jimin y Taehyung con morder almohadas.
— ¿Sí? —asentí con cansancio y él rió en voz baja, provocando que esbozase una sonrisa al escuchar su risa. Adoraba ese sonido. — ¿Y te ha gustado? —volví a asentir, incapaz de mostrar más sinceridad por mucho que quisiera. — Me alegra —besó mi frente, y se incorporó, alertándome al instante.
— ¿A dónde vas? —pregunté con decepción. Aún quería estar más tiempo con él.
— Es tarde, tengo que volver a casa, Yoongi —formé un puchero, pero él rió y lo besó antes de pasarme por encima para salir de la cama. Una vez en pie, comenzó a vestirse mientras yo lo miraba con tristeza. — No te pongas así, mañana vendré a verte de nuevo.
— Mañana estoy castigado.
— Tampoco pensaba en salir a ningún sitio —me guiñó un ojo, y cuando comprendí el doble sentido de sus palabras, enrojecí por completo. Me había gustado demasiado lo que habíamos hecho, y lo peor de ello, era que no podía esconderlo. — Por cierto, Yoongi —levanté tímidamente la cabeza, encontrándomelo a escasos centímetros míos, solo que ahora completamente vestido. Había pasado un minuto y ya extrañaba ver lo atractivo que era su marcado abdomen. — Desbloquéame. No quiero estar llamándote desde cabinas el resto de mi vida.
— Oh, cierto —gateé por mi cama hasta llegar a mi mesilla de noche, superficie donde descansaba el móvil, y me dispuse a buscarle entre mis contactos. Mientras le desbloqueaba, me dio una fuerte palmada en el trasero. — ¡Ah! —me giré formando un puchero y recriminándole aquel acto. No es que me hubiera dolido, pero si lo hacía y luego me sonreía de esa forma, volvería a sentir aquel calentón en mi vientre, y no sería bueno si él no iba a estar para calmarlo.
— ¿No te vas a despedir? —así que había sido por eso. Asentí y solté el móvil, colocándome de rodillas frente a él y dejando un beso en su mejilla cuando se la señaló. Rió y seguidamente se inclinó para besarme, pero esta vez en los labios. — Luego hablamos —me revolvió el pelo y se acercó a la ventana, lugar al que se subió de un salto.
— ¡Eh, espera! — no me hizo caso, por lo que me puse en pie de un salto, dirigiéndome al ventanal cuando desapareció de mi vista. — Ten cuidado, bobo—murmuré al verle colgado de la tubería.
Él rió y me guiñó un ojo. No entendía como podía hacer ese tipo de cosas sin matarse cuando yo saltando el muro del instituto me dejaba las plantas de los pies, y en alguna ocasión, a punto de restregar mi cara por la acera. Se veía genial con cualquier cosa que hiciera, y no le quitaba mérito porque lo mirase desde mis subjetivos ojos, simplemente era perfecto.
— Claro que lo tengo, bobo —me respondió en el mismo tono. — Mañana tengo que venir a verte.
— Mañana tienes que venir a verme —repetí encantado, sonriendo con esa idea desde ese segundo hasta el último antes de meterme en la cama y caer rendido al sueño.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top