42
Yoongi.
Lo peor de la pelea, fueron las consecuencias. Aquellas no solo afectaban a Taehyung y Jimin. Cierto que el caso del pelinegro habían sido varios castigos, como no salir durante dos meses y tampoco poder hacer uso de la videoconsola, pero el mío era aún peor.
Yo tenía que estar dos semanas solo sin él en el colegio. Era algo de lo que no me había percatado hasta que el día tras la pelea, después de las dos primeras clases, salí a la puerta esperando verlo y no le encontré. Entonces caí en cuenta que no le vería hasta dentro de muchos días.
Y así comenzó mi etapa de supervivencia
Al menos, en el comedor, Jin me hizo un hueco en la mesa con sus amigos. Casi no hablaba con ellos, principalmente porque no entendía los temas, pero eran muy agradables y me sonreían continuamente, incluso algunos días me agarraban de los mofletes y trataban como un bebé. Yo me enfadaba e inflaba las mejillas, entonces ellos reían y yo terminaba riendo con ellos. Eran divertidos, hacían que la hora de la comida fuese la mejor del día.
Pero las demás seguían siendo un infierno, sobretodo el recreo. Jimin no estaba, lo que significaba que no había nadie a mi lado. Estaba solo otra vez, y por alguna razón me daba un miedo tremendo. Ni siquiera sabía a qué, pero había momentos en los que me sentaba en mi silla y tenía ganas de llorar, esperando con paciencia a que terminara el día, a que pasara rápido y quedara cada vez menos para la vuelta de mi amigo.
— Yoongi.
Esa voz.
Esa maldita voz era el peor de mis problemas con la ida de Jimin. Me dolía tanto escucharla, que hasta prefería estar completamente solo. Simplemente quería que se fuera, que se alejara, que me dejara en paz, pero Jungkook nunca lo hacía.
Por suerte, se me daba bien fingir que no lo había escuchado. En cada ocasión que intentaba hablarme, simplemente tenía que acelerar mis pasos o girar la cabeza en otra dirección, además de llevar unos cascos de música siempre puestos, incluso aunque no estuviera escuchando nada.
— Yoongi —volvió a insistir.
De nuevo fingí no haberlo escuchado y me crucé de brazos, escondiendo mi cabeza entre ellos y aislándome de todo. Seguidamente sonó un suspiro y unos pasos alejándose, y deseé tanto haber tenido la música realmente encendida para no tener que presenciar con ninguno de mis sentidos, como Jungkook se marchaba.
Cuando hubieron pasado unos segundos, levanté la vista de nuevo, asomando tan solo uno ojo por encima de mis brazos, buscando al pelinegro con la mirada.
Ahí estaba. Igual de guapo que siempre, igual de serio, de frustrado y de atrayente. Ya no sonreía, pero sus labios me gustaban con la misma cantidad que antes, y por la forma en la que los mordía, parecía saberlo y actuar a propósito.
Seguí observándole embobado unos segundos, mientras él hablaba de algo con Kyungsoo, hasta que se giró hacia mi sitio, me descubrió observándole y rápidamente escondí la cabeza entre los brazos de nuevo, intentando aparentar normalidad. Cuando volví a subirla, para mi desgracia, seguía mirándome, pero de una forma distinta.
Con tristeza, con tanta que me entraron ganas de llorar.
Y luego apartó la mirada. Lo hizo él, no yo. Y me sentí más solo que nunca, más incluso que cuando pensaba en Jimin, que cuando terminaba la hora de comer o cuando tenía que entrar a primera hora a clase.
Pero a pesar de todo ello, cuando a la salida, entre el enorme tumulto de gente, se me acercó y susurró al oído mi nombre, no respondí.
— Yoongi —otra vez —Yoongi, me estás oyendo —por tercera e igual de dolorosa. Solo conseguía hacerme estremecer, que me entraran ganas de salir corriendo y me agobiara porque no podía, porque estaba rodeado de alumnos que nos hacían de muralla sin ser conscientes de ello, porque me encerraban junto a un monstruo que me atraía en contra de mi voluntad— Yoongi, escúchame.
— Pe-perdón —llamé en el hombro a un gran chico que había frente a mí, y cuando se giró, me colé bajo su brazo. Y así repetí con aproximadamente veinte personas, alejándome a toda velocidad del edificio.
Una vez llegué a la acera, no pude evitar girarme, buscarle desde las sombras, desde lo lejos, como siempre hacía. Y le vi totalmente quieto en el mismo sitio, de nuevo mirándome. Solo hacía eso, me miraba, y dolía más que cualquier otra cosa.
Quizás me asustaba más sentirle a él a mi lado, que sentirme solo.
No podía dejar de sonreír mientras caminaba de la mano con Jin, emocionándome solamente con imaginar la cara que pondría mi mejor amigo al verme.
Aprovechando que sus padres se iban todo el fin de semana, Jin me invitó a cenar ese mismo viernes. Por ese motivo, nos encontrábamos volviendo juntos de la escuela; todo esto a espaldas de Jimin, claro. Y bueno, también a espaldas de sus padres, pero a estos últimos no se lo pensábamos develar jamás. Supuestamente Jimin estaba castigado y no podía recibir visitas, así que más nos valía guardar bien el secreto.
— ¿Vas a cocinar tú, hyung? —pregunté ilusionado con solo imaginarlo. Era obvio, pues muy arriesgado sería dejarnos las tareas culinarias a Jimin o a mí, pero prefería asegurarme.
— No sé si me dará tiempo —le miré extrañado. Por este tipo de cosas prefería asegurarme antes de hacerme ilusiones, aunque me las hiciera de todas formas— He quedado en dos horas, Yoongi.
— Pero en dos horas da tiempo a cocinar.
— ¿Y se puede saber cuándo me arreglo?
— Cuando termines de cocinar —por la cara que puso, no debió ser una buena idea— ¿Mientras cocinas? —de nuevo, proposición errónea.
Al final, en todo lo que duró el camino conseguí convencerle de que podría apañárselas con una hora para vestirse y terminar de arreglarse, y de esa forma, invertir el tiempo restante en mi cena y la de Jimin. Era un plan tan genial, que nada más llegamos a su casa y abrió la puerta, subí corriendo los escalones hasta el segundo piso en busca de la habitación de Jimin para contárselo. Ya ni siquiera me acordaba de la sorpresa, era mucho más importante la noticia de que cenaríamos comida hecha por Jin.
— ¡A-ah! ¡Justo ahí, más!
Me quedé quieto al escuchar la voz de mi amigo tan aguda. Jamás la había oído de esa forma, y ni siquiera sabía si me hablaba a mí. ¿Más? ¿Más qué? Avancé otro paso, por si se refería a eso, pero los sonidos no variaron en nada hasta segundos más tarde.
— ¡Ahí! ¡A-ah! ¡Mmmhg! ¡No me quites la a-almohada, idiota! ¡Ahí!
Pegué la oreja a la puerta, intentando descifrar lo que estaba sucediendo. Juraría que escuchaba la voz de otra persona junto a la de mi amigo, pero ni siquiera podía imaginar quien era. Jin estaba abajo, y sus padres ya se habían marchado hacía horas.
— ¡Yoongi, no seas fisgón! —pegué un salto al escuchar la voz del mayor. Con una mano en el pecho, retomando el aliento, volví a relajar los músculos. Jin era la persona más omnipresente del mundo, te lo podías encontrar donde menos lo esperabas— ¿Por qué no entras? ¿Estás espiando a Jimin?
— No hyung, es qu...
— ¡Ah, más, más, más! ¡Más fuerte! ¡Mmmgh!
Y entonces Jin escuchó lo mismo que yo, y por la cara que puso, él debió entender de inmediato lo que sucedía. No actuó como yo, quedándose quieto, sino que frunció el ceño, casi echando humo por las orejas, y abrió la puerta de improviso, con tanta fuerza que no entiendo como no la rompió por el manillar.
— ¡Park Jimin!
— ¡Ah! —ese grito fue muy diferente a los otros. Levanté la vista y atisbé a ver como la gran manta de la cama de Jimin caía sobre él y su acompañante, cubriéndolos por completo. Al segundo, el menor volvió a asomarse, mirando a su hermano con el mismo enfado que este tenía— ¿Quieres matarme de un susto?
— ¡No quiero matarte, voy a matarte, maldito pervertido, Yoongi los ha escuchado! —Jin se acercó a la cama y le dio un golpe en la cabeza al pelinegro— ¡Más te vale sacar a ese tipo en menos de un minuto o te juro que lo castro! —no sabía exactamente a quien se refería, pero supuse que era a la persona que se encontraba bajo la sábana. Jimin refunfuñó en voz baja, suspirando y tomando grandes inspiraciones al mismo tiempo. Parecía cansado, muy cansado, incluso más que en clase de educación física— ¿Me has oído?
— ¡Sí te he oído!
— ¡Y ahora pídele perdón a Yoongi!
— Perdón, Yoongi.
— ¿Qué? —no entendía por qué, pero aun así le levanté el pulgar en señal de que todo estaba bien. Que yo supiera, Jimin no me había tratado mal como para tener que pedirme perdón— Vine a darte una sorpresa.
— Ya veo —respondió con una ligera sonrisa. Realmente estaba muy cansado, tenía todo el pelo alborotado. Me acerqué y comencé a peinarle— ¿Qué tal las clases?
— Muy bien. He sacado un siete con setenta y cinco en el examen de biología y la profesora me ha puesto una carita feliz en el examen.
— ¡Te dije que podías! —sonrió más abiertamente y me revolvió el pelo, causándome risa. Jin no parecía tan contento por la escena, así que no tardó en rodar los ojos y salir de la habitación, advirtiendo a Jimin que cumpliera con lo que le había ordenado— ¿Me echas de menos por ahí?
— Mucho —formé un puchero — Mucho, muchísimo. Aunque en el comedor estoy con tu hermano, pero igualmente no es lo mismo.
— ¡Bueno, ya basta de cursilerías!
— ¡Ah! —pegué un salto, cayéndome de culo al suelo al ver como la manta era destapada completamente y de ella se asomaba Taehyung. ¿Por qué todo el mundo cuando aparecía, tenía cara de enfadado?— H-hola, Taehyung.
— Te dije que no salieras de ahí.
— ¿Quieres que me quede sin oxígeno o qué? —respondió ofendido. Luego Jimin se quedó en silencio y Taehyung le golpeó sin fuerza— ¡Jimin! —el pelinegro echó a reír y el castaño le empujó a un lado, saliendo de entre las sábanas y poniéndose en pie. Y entonces le vi por completo, literalmente por completo— ¿Y tú qué miras, rarito? —tragué saliva y me cubrí inmediatamente los ojos.
— Lo siento, no sabía, lo siento, lo siento, lo siento —comencé a hacer reverencias con los ojos cerrados. Cuando entreabrí uno, vi que no tenía a Taehyung en frente. Estaba junto al escritorio, ahora al menos con la ropa interior puesta y los pantalones en proceso. Me giré hacia Jimin e intenté preguntarle lo sucedido con la mirada— Es Taehyung... —susurré en voz muy baja.
— Te he escuchado, niño raro —vale, quizá debí decirlo aún más bajo.
— Vuelve a llamarlo así y te saco a patadas —declaró Jimin, saliendo él también de la cama. De nuevo aparté la vista al encontrármelo exactamente igual que al castaño en su momento, sin nada de ropa— Puedes mirar, Yoongi, de todas maneras ya lo has visto antes.
— ¿Cómo que ya lo ha visto antes?
— Exactamente, eso que has escuchado —respondió el pelinegro a Taehyung, con desafío. Ambos se miraban de tal manera que me asustó que pudieran volver a pelearse. Quizás con la ayuda de algunas almohadas podría detenerlos yo solo sin sufrir golpes— Es mi amigo, nos hemos duchado juntos.
— ¿Ah, sí? —no recordaba absolutamente nada.
— Esa vez en la casa de campo —me miró y yo negué, encogiéndome de hombros— ¿No te acuerdas? —volví a negar. Esta vez me senté en su cama, rebotando varias veces y luego agarrando una de las varias almohadas que había en el suelo. Cuando la abracé, noté una parte mojada— Quizá no fue contigo, no sé. No te recomiendo que toques eso.
— ¿Esto? —señalé la parte mojada y él asintió— ¿Por qué? ¿Es orina?
— Es saliva de Jimin porque es un muerde almohadas.
— ¿Muerde almohadas? —pregunté con desconcierto ante la intervención de Taehyung, quien ni siquiera me miró cuando soltó esas palabras. Ahora, completamente vestido, seguía mirando al menor de la habitación— ¿Qué es un muerde almohadas?
— En lo que se va a convertir Taehyung la próxima vez.
— Más te gustaría.
— Más te gustará a ti.
— ¿Por qué muerden almohadas? —pregunté en un intento de integrarme. Ambos me miraron y suspiraron, dándome a entender que no iban a explicarme, y mucho menos a seguir con el tema, detalle que agradecí— Por cierto, he convencido a Jin para que nos haga la cena.
— ¿En serio? —asentí orgulloso y Jimin se acercó a abrazarme. Ahora llevaba unos pantalones encima, lo que me era suficiente para no sentirme incómodo— Muy bien, Yoongi, así se hace —me acarició la cabeza y yo sonreí, satisfecho conmigo mismo. Taehyung por el contrario, no parecía nada contento. Jimin se dio cuenta, y cuando le miró, cambió la expresión a una más seria— No vas quedarte, no habrá suficiente comida.
— Puedo comerme la tuya, que tú ya has cenado —respondió burlón. Parecía que estaban peleando, y por lo que dijo Taehyung, significara lo que significase, Jimin se enfadó aún más— Era broma, no te pongas así.
— Lo que digas.
— Tampoco pensaba quedarme mientras estás con el rarito. Digo, con Yoongi —se acercó a nosotros, y tras mirarme de arriba abajo y poner una mueca de asco, se inclinó sobre Jimin y le plantó un beso en los labios— Luego te llamo —Jimin bufó algo en voz baja y Taehyung rió— Adiós a ti también.
— ¡Adiós! —respondí alegremente, esperando que saliera por la puerta. Pero no lo hizo. Agarró su móvil, y tras subirse a la cama, salió por la ventana que había en la pared junto a esta. Miré a Jimin, con el corazón a punto de salírseme del pecho— ¡Se mata! ¡Se ha tirado, lo ha hecho, Jimin! —fui corriendo a la ventana, asomándome por ella en busca del cuerpo aplastado y sin vida de Taehyung, y cuál fue mi sorpresa al verlo descendiendo por una pequeña tubería. Cuando me vio, frunció el ceño, rodó los ojos, y terminó de bajar hasta tocar el suelo— Está vivo, tranquilo —informé a mi amigo al ver como el castaño se alejaba calle abajo.
— Claro que lo está, lo hace todas las noches —respondió sin prestarme mucha atención. Estaba distraído cambiando las sábanas de su cama.
— ¿Viene todas las noches?
— Desde hace cuatro aproximadamente.
— ¿Viene a verte? —asintió, mientras quitaba la funda de su almohada y colocaba otra nueva de color rojo— ¿No se odian? —volví a preguntar, cada vez más desconcertado. En cambio Jimin asintió de nuevo como si la situación fuera completamente normal— Espera un momento —lo detuve antes de que se dirigiera al baño a tirar las sábanas sucias— Pero fue con Taehyung con quien te pegaste, ¿no?
— Ajá —me miró unos segundos en los que no supe que responder, así que simplemente pasó de largo, dirigiéndose al cubo de las prendas sucias y ahí tiró las antiguas sábanas— Hicimos las paces o algo así.
— ¿Y ahora que hacían? ¿Jugar a peleas? —pregunté con curiosidad, y para que mentir, con cierta puntilla y envidia también, porque conmigo Jimin jamás había gritado de esa forma— Cuando juegas conmigo no dices lo que decías con él.
— ¡Claro que no, idiota! —me dio con la almohada en la cara y luego en el pecho— No era una pelea, era sexo.
— ¿Sexo? —asintió sin mirarme, mientras terminaba de hacer su cama— Pero eso no es divertido. Y da asco.
— ¿En serio? —rió, cubriéndose la boca con la mano y luego volvió a acercarse a mí tras colocar correctamente la almohada— ¿Quién te ha dicho eso?
— Mi hermana, dice que el sexo con chicos da asco.
— Tú hermana tiene razón —ladeé la cabeza ligeramente sin entender y él sonrió cómplice, como si supiera cosas que yo no. Seguro que mi hermana me había vuelto a mentir— Que lo digo en serio, tu hermana está en lo cierto siempre que seas chica. El sexo con chicos es genial cuando también eres chico.
— ¿Y si eres chica?
— Pues con chicas —respondió con simpleza. Me abrió la puerta de su cuarto y comenzamos a bajar al segundo piso, él un paso atrás mío— Por eso a tu hermana no le gusta hacerlo con chicos.
— ¿Y si eres chica y te gusta un chico? ¿O al revés?
— Pues entonces es que eres heterosexual y das asco.
— ¿El sexo de tus padres da asco?
— ¡Qué horror, claro que da asco!
— ¿Porque son heterosexuales?
— ¡Y porque son mis padres!
— ¿Y cuál de las dos cosas da más asco?
— ¡Yoongi, deja de hablar de eso!
— Pero no termino de entender.
— ¡Ah, vete! —esta vez fue él quien salió corriendo en busca del mayor de la casa, quien se encontraba en la cocina con una sartén en la mano y un bote con salsa en otra— ¡Dile a Yoongi que deje de hablar de cosas asquerosas!
— ¡Hablo de lo que tú me has dicho!
— ¡Tú! —me señaló e inmediatamente fui a esconderme detrás de Jimin— ¡No digas cosas asquerosas! ¡Y tú! —esta vez señaló a Jimin, quien me imitó, escondiéndose detrás de mí, solo que con un poco más de disimulo— ¡No le enseñes cosas asquerosas! ¡Y ahora los dos échense los espaguetis en un plato y pongan la mesa, porque yo ya me tengo que marchar!
— Aún queda media hora, hyung —le informé.
— ¿Solo media hora? —dejó el bote con la salsa a un lado, se quitó el delantal y nos lo lanzó a la cara, el cual cayó cubriéndonos a los dos. Lo único que escuchamos fueron sus gritos y fuertes pasos subiendo al segundo piso— ¡Solo media hora, no me va a dar tiempo!
Yo estaba seguro de que en media hora daba tiempo de sobra para arreglarse, pero preferí no decir nada y limitarme a cumplir sus órdenes. Jimin puso la mesa y yo serví en dos platos, con muchísimo cuidado de no quemarme.
Los llevamos al salón y nos sentamos en el sofá, cada uno con su bandeja y respectivas cosas necesarias para la cena sobre ella, como cubiertos, vasos, y un rollo de papel higiénico para cuando Jimin intentara escupirme el agua encima. Siempre lo hacía y los dos terminábamos empapados.
— Yoongi.
— ¿Mmm? —no despegué la vista de la tele, pero porque estaban echando un programa de castores muy divertido, no porque fuera un maleducado.
— ¿Crees que Taehyung es malo?
— Mmmm.
— ¡Yoongi, hazme caso! —se quejó, dándome un golpe en el hombro y al ver que no reaccionaba, agarrándome de las mejillas y girándome el rostro hacia él. Igualmente intenté mirar la pantalla, pero me era imposible, no veía absolutamente nada, así que desistí— ¿Me haces caso ahora?
— Luego me buscas el capítulo en internet y lo pones antes de dormir.
— Vale, pero ahora escúchame —agarró el mando y apagó la tele, provocándome un mini infarto hasta que recordé lo que me acababa de prometer. Volví a relajarme, y mientras él comenzaba a hablar, yo agarré el tenedor y seguí comiendo mis deliciosos espaguetis— ¿Crees que Taehyung es una mala persona?
— ¿Mmmm?
— Taehyung. Sabes quién es Taehyung, no me mires así.
— ¿Por qué me preguntas eso?
— ¡Solo responde, no es tan difícil! —se quejó, perdiendo los estribos. Yo rodé los ojos y terminé de tragar, intentando no tomarle en serio. Entendía que requiriese mi opinión con tantas ansias, es decir, era mi opinión y siempre sería como poco, maravillosamente genial— ¿Y bien?
— No conozco a Taehyung, pero los bombones que hace están buenos, así que supongo que no es una mala persona.
— ¿Y?
— ¿Y?
— Que sigas hablando.
— ¿Eh? —levanté una ceja y me metí una pinchada de pasta en la boca, pasando seguidamente la lengua alrededor de esta en busca de cualquier zona que pudiera haber manchado. Por la cara que puso Jimin, decidí terminar usando una servilleta— Solo es eso.
— ¿Solo eso?
— Ajá.
— ¿No es malo porque sabe preparar bombones? ¿En serio? —asentí conforme con mi opinión. Jin era la mejor persona que conocía y cocinaba genial, así que mi teoría tenía todo el sentido del mundo— Menuda ayuda de mierda me has dado.
— ¡Eh!
— ¡Ah, no me pegues!
— ¡Ah, suéltame!
Y entonces escuchamos el timbre. Nos detuvimos al instante, expectantes de lo próximo que iba a suceder. En realidad solo era un timbre sonando, probablemente para Jin, pero se sentía como si fuera a entrar un superhéroe por la puerta en cualquier momento. Miré a Jimin y él me asintió, dando pie a que dejásemos las bandejas sobre la mesita del salón y nos acercásemos a la puerta principal.
— ¡No abran!
Ambos nos pegamos contra esta del susto, mirando a Jin con el corazón a punto de salírsenos del pecho, mientras este bajaba casi corriendo por las escaleras. Entonces, por error, me apoyé en el manillar, el cual presioné después de que Jimin utilizara mi hombro para incorporarse. La puerta se abrió.
Sí, la puerta se abrió, pero no vimos a la persona que había tras ella hasta que él mismo se encargó de abrirla de par en par. Nos miró detenidamente, para luego quedarse embobado admirando a Jin.
— Les dije que no abrieran —nos recriminó al pasar por nuestro lado. Seguidamente agarró a NamJoon de la chaqueta de cuero que llevaba puesta, y tiró de él hasta meterle dentro de la casa. Luego cerró con un portazo y le miró con el ceño fruncido— Deja de mirarme de esa forma.
— ¿Yo no puedo traer a gente para follar en casa pero tú si puedes irte a follar a casa de otros? —preguntó Jimin con indignación, provocando la risa de NamJoon, quien la detuvo inmediatamente al ver el rostro de Jin.
— ¡Yo no voy a follar! Y no se muevan de aquí hasta que regrese.
— Que no te engañe, sí va a follar —le susurró el rubio al pelinegro cuando Jin volvió a subir por las escaleras— Y todo lo he conseguido yo solito, sin tu ayuda, pequeño emo.
— ¿Qué has conseguido? ¿Aguantar a mi hermano? —Jimin rió y me agarró del brazo— Enhorabuena, campeón —declaró con sorna, antes de volver al salón, donde aún se encontraba nuestra cena, y arrastrándome consigo.
Me terminé mi plato en menos de tres minutos. Quizás porque el programa de castores ya se había terminado y ahora había una película sin animales muy aburrida que no llamaba en absoluto mi atención. Por ese motivo, al rato, terminé levantándome para servirme más. En el camino tuve que pasar por la puerta de entrada, donde aún se encontraba NamJoon esperando. Me saludó y yo le devolví el saludo un poco cohibido.
A la vuelta, volvió a saludarme, empujándome a hacer otra reverencia. Él rió y yo apresuré mis pasos. Por algún motivo me sentía intimidado con solo su presencia.
— Es muy alto —informé, casi en un susurro a Jimin cuando estuve de nuevo en el sofá junto a él y mi plato lleno otra vez— Y tiene la voz grave.
— Va a tu clase, Yoongi, no debería ser ninguna sorpresa.
— Pero es que es muy alto, en serio.
— Que sí, ya sé que es enorme.
— ¿Saben qué más es enorme? —ambos levantamos la vista hacia la persona rubia que ahora se encontraba a nuestro lado en el sofá. Sonrió de medio lado y yo tragué saliva, temeroso porque nos hubiera escuchado. En realidad no había motivos para haberlo enfadado, pero igualmente daba miedo. Realmente era alto.
— ¿Tu pene?
— ¡Jimin, no digas esas cosas! —Jin apareció por la espalda de NamJoon— ¡Y a ti te dije que no te movieras de la entrada!
— Tardabas mucho.
— ¿Sabes qué más vamos a tardar en hacer si sigues siendo un idiota?
— ¿Ves? —se inclinó sobre Jimin y susurró de forma que yo también pudiera oírlo— Va a haber sexo.
— ¿Qué estás diciendo, inútil?
— Nada, príncipe. Vámonos.
—Eso espero —el rubio se despidió con la mano y salió por la puerta. Supuse que la estaba sujetando desde fuera porque no terminó de cerrarse. Jin nos miró con los ojos entrecerrados. Comenzó su retahíla de advertencias de cada vez que nos quedábamos solos. Me la sabia de memoria— Tengan cuidado. No abran a nadie que no estén seguros de conocer y tampoco intenten preparar algo de comer, siempre utilicen la comida a domicilio. Y sobre todo, ni se les ocurra salir de fiesta o montarla aquí, ¿me han oído? ¡Yoongi, deja de repetir lo que yo digo en voz baja!
— Sí, hyung.
— Vete de una vez, pesado.
Al final Jin me sonrió, mandó un beso, y salió por la puerta. Ambos pensamos que iba a cerrarse, pero en el último segundo se asomó NamJoon y vocalizó la palabra sexo, sin emitir ningún sonido, provocando varias risas en Jimin y en mí, aunque no terminara de entenderlo.
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