36
Yoongi.
Después del delicioso desayuno preparado por Jin, ese mismo nos mandó al piso de arriba para ordenar las habitaciones y dejarlas impecables antes de que sus padres llegaran. Yo hice la de Jimin pensando que él mismo estaría ayudando a Taehyung con la de invitados, pero grande fue mi sorpresa al terminar y bajar al salón, encontrándomelo viendo la tele con un cuenco lleno de galletas de chocolate sobre el regazo.
— ¡Jimin!
— ¿Qué? —exclamó asustado, pegando un rebote en su asiento y haciendo que varias galletas terminaran desparramadas por el sofá. No tardó ni medio segundo en agarrarlas y metérselas todas en la boca mientras me miraba en silencio.
— ¡Jimin! —volví a repetir con indignación.
— ¡Yoongi! —respondió él con desconcierto y la boca a rebosar de galletas de chocolate. Rodé los ojos y le lancé un cojín del sillón que tenía a mi lado— ¡Auch! ¡Déjame, aún tengo hambre!
— ¡No lo digo por las galletas, idiota! ¡Me dijiste que estabas haciendo la habitación con Taehyung! —me quejé al tiempo que apropié un sitio junto a él en el sofá. Inmediatamente también adentré la mano en el gran bol de galletas y liberé unas cuantas, tantas que terminé teniéndolas que dejar sobre mi regazo para que no se me cayeran— Yo ya terminé tu habitación, maldito desgraciado.
— Buen trabajo —me respondió con indiferencia, sin despegar la vista de la tele. Fruncí el ceño por su déspota reacción y le volví a golpear, solo que esta vez con mi puño y en su hombro. Él tan solo se pasó ligeramente la mano por encima, como si estuviera quitando polvo de aquella zona, y siguió mirando la tele, lo que me enfadó aún más. Lo mejor de todo es que el pelinegro ya veía mis intenciones de lanzarme encima de él, y no podía evitar una pequeña sonrisa a la espera de ello.
— Ahora verás, maldito.
— ¡Ya terminé Jiminnie! —una dulce voz me interrumpió, seguida de unos pasos bajando por la escalera y segundos después la mismísima presencia de Taehyung en el salón, buscando a Jimin, quien estaba tirado en el sofá conmigo encima, listos para una de nuestras batallas— ¿Necesitas que haga alg...
— Hola Taehyung —saludé cuando nos vio, intentando romper el silencio que se creó una vez nos encontró en el sofá.
— ¿Qué hacen? —consiguió responder, apretando los puños que apenas le salían de las mangas, y mirándome como si quisiera matarme ahí mismo. Definitivamente, los celos eran muy peligrosos.
— Nada —añadió tranquilamente Jimin al tiempo que se deshacía de mí tirándome al suelo con un pequeño empujón. Solté un quejido, y desde la alfombra me coloqué de rodillas para mirarle con indignación y hacerle sentir culpable. Pero no funcionó, porque el muy desgraciado me ignoró, así que tuve que cambiar mi venganza a una que consistía en quitarle el cuenco de galletas— Yoongi, devuélveme eso ahora mismo —ordenó cuando me vio ponerme en pie con las pastas. Yo negué y me metí cuatro de golpe en la boca. Él se giró de nuevo a Taehyung y bufó— No hay nada más que hacer, tan solo espérame un momento aquí.
Y después de eso se puso en pie y yo supe que debía correr por mi vida si la apreciaba tan solo un poquito.
Corrí al tiempo que hacía desaparecer las galletas del cuenco de plástico con ayuda de mi boca y estómago, y mientras escuchaba a Jimin de fondo gritando mi nombre y amenazándome con patearme el culo hasta la muerte si no me detenía. Obviamente no me detuve, e hice bien, porque unos minutos después, mientras yo me escondía en su cuarto, escuché como llamaron al timbre.
— ¿Esperas a alguien, Jin? —preguntó el pelinegro, asustándome al escucharle tan cerca del armario donde me encontraba escondido. El mayor de la casa negó con el mismo tono de voz, sin salir de su habitación. Jimin suspiró— ¡Taehyung, abre la puerta!
Luego escuché las pisadas de Jimin alejándose y la puerta de entrada siendo abierta. Solo en ese momento, con los sonidos tan lejanos, me atreví a morder otro trozo de galleta y salir sigilosamente del armario. Anduve con débiles pasos hasta la escalera, donde me asomé en secreto para ver la escena que se formaba en medio del salón.
— Te dije que no vinieras. Estaba muy bien con Jimin, idiota.
— Ajá, lo que tú digas —esa voz era imposible no reconocerla, al igual que la oscura cabellera que había de espaldas. Inconscientemente sonreí y comencé a bajar los escalones a toda velocidad, dirigiéndome al recién llegado— ¿Está también Yoongi?
— ¡Estoy aquí! —exclamé apareciendo por su espalda y dándole un pequeño abrazo. Se giró con sorpresa, viéndome ya de frente, y sonrió ligeramente. Entonces aparecieron los nervios y no se me ocurrió nada mejor que ofrecerle galletas de chocolate— ¿Quieres? —pregunté tendiéndole tímidamente el cuenco.
— ¡Mío! —Jimin se metió por medio, interceptándolo y cogiéndolo como si su vida estuviera ahí dentro. Seguidamente se asomó a su interior y ni se molestó en meter la mano. Me mostró el recipiente, completamente vacío, y frunció el ceño— Dime que realmente no te las has terminado y están escondidas en algún sitio.
— Están escondidas en algún sitio —respondí de inmediato, comenzando a avanzar marcha atrás a medida que el pelinegro se acercaba con una mirada cargada de rencor.
— ¿Dónde? —escupió al tiempo que pasaba junto a Taehyung y le cargaba con el cuenco vacío de plástico. Varias migajas, que era lo poco que había en su interior, cayeron al suelo, y las demás se dedicó Jimin a cogerlas con un dedo y llevárselas adorablemente a la boca.
— En mi barriga —respondí sonriente señalándome el estómago. Entonces sonó una carcajada, y miré a Jungkook sintiendo la felicidad recorrerme cada vena del cuerpo. Le sonreí, embobándome con su imagen y distrayéndome completamente de la aterradora bestia que se dirigía hacia mí en ese momento. Cuando me di cuenta apenas tuve un par de segundos para escapar— ¡Jin, ayúdame, tu hermano quiere matarme!
— ¡No quiero, voy a matarte, maldito roba galletas!
— ¡Hyuuuuuuung! —exclamé desesperado, comenzando a marearme por rodear el sofá por quinta vez a una velocidad demasiado rápida. No lo pensé dos veces antes de lanzarme hacia Jungkook y esconderme tras su espalda— ¡No dejes que me coma!
— Apártate —ordenó Jimin con seriedad, y quizás un poco de desdén, al chico que se encontraba cubriéndome. A mi espada tenía la pared, por lo que le era imposible rodearme y pillarme desde atrás— Estás en mi casa, así que o te quitas, o te echo.
— Échame —le tentó mi escondite humano. Casi podía sentir la rabia de Jimin golpearme.
— No me tientes, aún me repugnas.
— El sentimiento es mutuo.
— Te aseguro que por mi parte, es mayor el desagrado.
— Te aseguro que si piensas así, estás equivocado —Jungkook me miró y yo le sonreí, divirtiéndome con la situación. Seguidamente volvió a mirar a Jimin, quien parecía dispuesto a quitarle de en medio por el simple hecho de cumplir su palabra— Aunque quizá no te sorprenda, sueles equivocarte la mayoría del tiempo.
— A lo mejor si uso los puños acierto más.
— Nuevamente vuelves a estar equivocado.
— Mira, pedazo...
— Jungkook, apártate —intervino Taehyung con voz cansada desde su sitio. Aún llevaba el bol entre sus brazos y chupaba las pocas migas que quedaban en su dedo índice— No le va a hacer nada. Hace un momento estaban casi montándoselo en el sofá.
Todo el mundo se quedó en silencio, por lo que me vi obligado a romperlo. Primero, porque comenzaba a volverse incómodo, segundo, porque Jimin ya no parecía interesado en romperme los huesos con sus dientes, y tercero, porque no llegaba a terminar de entender las palabras de Taehyung.
— ¿A quién estábamos montando Jimin y yo en el sofá? —pregunté en voz baja a Jungkook, pero con el silencio que había, probablemente hasta podía haberlo escuchado Jin desde su habitación.
— ¡A nadie! —exclamó mi mejor amigo con indignación— ¡No inventes, Taehyung!
— No invento, es lo que vi.
— ¡Estábamos jugando, idiota!
— ¿Jugando al sexo o qué?
— ¡A tonterías, y yo que sé!
Y entonces agarré a Jungkook de la mano y lo guie hasta el sofá, donde nos sentamos uno junto al otro y observamos en primera fila la discusión de nuestros amigos. Taehyung aún tenía el pequeño pijama de Jimin, y este último, al no llevar pantalones, dejaba expuestos sus adorables bóxers.
— Yoongi —me llamó Jungkook inclinándose sobre mi oído. Me giré de inmediato, sin pensar lo cerca que íbamos a estar tras eso, por lo que cuando le tuve a medio milímetro, tragué saliva, impactado por las preciosas vistas, y me alejé un par de centímetros.
— ¿S-sí?
— ¿De qué está hablando Taehyung?
— Creo que de cuando nos ha visto a mí y a Jimin en el sofá —respondí ligeramente más aliviado al no haber recibido una pregunta incómoda. Esa podía responderla con total tranquilidad— Yo iba a vengarme. Estábamos a punto de pegarnos cuando apareció Taehyung y me miró como si quisiera matarme.
— ¿Iban a pegarse? —asentí como si fuera lo más obvio del mundo, y él suspiró con una pequeña sonrisa adornando su rostro. Seguidamente se puso en pie e intervino en la pelea que comenzaba a coger intensidad en el salón— Taehyung, déjalo, no es lo que piensas.
— Tú ni siquiera estabas para verlo.
— Jimin y Yoongi son amigos, hazme caso —volvió a explicar Jungkook al tiempo que me lanzaba una mirada cómplice. Sonreí avergonzado y bajé el rostro con timidez, aún incapaz de deslizar mis comisuras.
— ¿Seguro? —preguntó Taehyung a su amigo, quien asintió con firmeza. Luego volvió a mirar al pelinegro, quien estaba con el ceño fruncido y cruzado de brazos— ¿Seguro? —preguntó de nuevo, solo que a una persona diferente. Yo esperé ansioso a que llegara mi turno para responder, pero no me preguntó.
— Te lo he dicho, pedazo de idiota. Controla tu culo de celos de una vez.
— No es mi culpa confundir situaciones cuando te pasas todo el día toqueteándote con tu mejor amigo.
— No nos toqueteamos —recalcó Jimin con molestia. Realmente, yo que le conocía, podía asegurar que su enfado comenzaba a coger importancia— Y si quisiera hacerlo, podría. No necesito tu aprobación ni la de nadie.
— ¡Ya lo sé! —exclamó Taehyung pegando un pequeño salto. Todos nos sorprendimos por el repentino grito. Incluso Jimin se quedó mudo, incapaz de soltar palabra— Subo a cambiarme de ropa. Ahora vuelvo.
Los tres soltamos una especie de afirmación al mismo tiempo, sin saber muy bien cómo reaccionar. Taehyung le dejó con brusquedad el cuenco vacío a Jimin de vuelta, y se marchó con fuertes pisadas. Por un momento me asusté de que Jimin pudiera recordar el tema de las galletas, pero pareció indiferente a ello, dejando el recipiente de plástico sobre la mesa del salón y tirándose al sofá.
Agarró un cojín con sus dos manos y entonces, tras cubrirse con él la cara, gritó con fuerza.
— ¿Suele hacerlo muy a menudo? —preguntó Jungkook. Negué y me encogí de hombros. Solía hacerlo cuando se desesperaba mucho muchísimo, pero tampoco eran muchas veces. Eso indicaba que Taehyung acababa de sacarle de sus casillas en apenas diez minutos. Casi era un tiempo récord, pero aún no me superaba— Por cierto —levanté la vista con curiosidad hacia Jungkook— ¿Quieres que te acerque a tu casa? Tengo el coche de los padres de Taehyung y hay sitio de sobra.
— ¿Seguro? —asintió sonriente, transmitiéndome la suficiente confianza como para aceptar— Vale, voy a coger mis cosas y ahora bajo.
Subí rápidamente a la habitación de Jimin mientras este aún seguía gritándole al cojín y Jungkook se despedía divertido con la mano, incitándome a hacer lo mismo aunque solo fuéramos a estar dos segundos separados.
Cuando llegué al cuarto, cogí mi móvil y las demás escasas cosas que llevaba encima. También me puse mis zapatillas, abrochándolas correctamente, y me quité la camiseta que llevaba de mi amigo, por otra nueva, también suya. Seguro que no le importaba, o incluso ni siquiera se daba cuenta de ello debido a la situación.
Mientras bajaba las escaleras, escuché a Taehyung saliendo del cuarto de invitados, por lo que apresuré mi paso para no tener que coincidir con él. Volví a colocarme rápidamente junto a Jungkook, quien me preguntó en un susurró si estaba listo y yo respondí afirmativamente con una sonrisa.
— Nos vamos —informó Taehyung llegando al salón. Mi amigo levantó la cara del cojín, fingiendo total normalidad, y se encogió de hombros como si no le importase— E intenta que tu amigo no se acerque tanto al mío. Bastante tengo con que esté todo el día pegado a tu culo —añadió Taehyung con molestia. No entendí a quien se refería hasta que el pelinegro respondió nombrándome.
— Me molesta más que a ti, pero es su elección —respondió Jimin con desdé, acomodándose en el sofá y agarrando el mando de la televisión— Si por mí fuera, haría que le odie en vez de que le guste el idiota que tienes al lado.
— ¡Oh, es verdad! —todos nos giramos hacia Taehyung, quien dio un pequeño golpe a Jungkook para llamar su atención. Este último y yo no terminábamos de entender la conversación— Al parecer le gustas al rarito.
— ¿Eh? —Jungkook me miró, señaló, y luego de vuelta a Taehyung, quien estaba asintiendo— ¿A Yoongi?
— Eres un bocón —espetó Jimin. Y entonces lo entendí. Miré a Jungkook, sintiéndome paralizado de cada uno de mis músculos, incapaz de dar un paso— Mira lo que has hecho, idiota.
— Algún día se lo iba a tener que decir.
— Él, no tú.
— Que más da.
Pues sí que daba, sí que importaba. Jungkook me miraba en silencio y yo ni siquiera era realmente consciente de que acababa de desvelarse, de que parte de mis sentimientos habían salido a la luz.
— ¡También me gustan Jimin y Jin! —exclamé sin pensar.
— ¿También? —preguntó Jungkook. Noté decepción en su tono, lo que me puso aún más nervioso. Miré a Jimin en busca de ayuda, pero parecía distraído haciendo una especie de batalla de miradas con Taehyung. Entonces volví a mirar a Jungkook, sintiendo como el corazón me iba a mil por hora.
— Pe-pero solo te quiero besar a ti. No es el mismo gustar —expliqué de inmediato.
— ¿Te gusto como novios?
Y esa pregunta se escuchó tan alta y clara, que no pude responder. Sabía la respuesta, revoloteaban en mi cabeza, en mi garganta y lengua dispuesta a salir cuanto antes. Pero yo no iba a dejarla, me sentía demasiado presionado.
— ¡Me lo he pensado y mejor me quedo aquí! —grité con nerviosismo, comenzando a andar marcha atrás hacia las escaleras— ¡Nos vemos! —fue como me despedí antes de echar a correr escaleras arriba en busca de la habitación de Jin.
Jungkook.
En el camino de vuelta, Taehyung no paraba de despotricar sobre Yoongi las mismas cosas una y otra vez, asegurándome que sus celos no eran incoherentes como el menor le decía. Yo seguía pensando que Yoongi era demasiado inocente como para mantener algo de ese estilo en secreto, y además con Jimin, que no parecía para nada su tipo.
En realidad nadie parecía el tipo de Yoongi, nadie estaba a su altura.
— Podrías quitarlo de en medio.
— ¿Eh? —aparté la vista de la carretera un segundo para mirar a Taehyung, quien no parecía nada afectado con lo que acababa de soltar. Como si fuera lo más normal del mundo—No voy a matarle.
— No me refiero a eso, maldito sádico.
— ¿Entonces te refieres a que salga con él? —asintió y esta vez me llevó unos segundos más el mirarle con la boca abierta. No podía creer lo que escuchaba— ¿Salir de novios?
— De lo que sea mientras lo alejes de Jimin.
— Es Yoongi.
— ¿Y qué?
— Es... Yoongi —volví a repetir, esperando que captase toda la información que había tras ese tono puesto intencionadamente. No pareció que lo pillase, porque tan solo se encogió de hombros.
— Es el rarito y ya has oído, le gustas. Te estoy pidiendo un favor, venga.
— Es Yoongi —repetí por tercera vez, asombrado porque esa razón no fuera suficiente para la negativa de Taehyung, para la negativa de cualquiera simplemente— No voy a salir con él sabiendo cómo le van a tratar los del grupo.
— Nos vamos del grupo entonces —le miré con los ojos abiertos de par en par, y esta vez tanto tiempo, que antes de darme cuenta casi estábamos chocando contra una farola— ¡Cuidado! —exclamó mi amigo segundos antes de que consiguiera esquivarla y retomar el curso inicial, aunque con una pulsación veinte veces más rápida— ¡Casi nos matas!
— ¿Has propuesto que dejemos el grupo? ¿A nuestros amigos?
— Sí, tienes razón, es una tontería —terminó respondiendo el castaño con decepción, apoyando su cara en la ventanilla y mirando con tristeza al exterior— Solamente quiero que Jimin se fije en mí.
— Yo creo que ya se ha fijado.
— ¿Por qué vino a recogerme a la fiesta? —asentí. Eso me pareció razón suficiente para comenzar a creer que entre esos dos había algo más que odio—Yo también lo pensé, pero estaba equivocado.
— ¿No le gustas?
— Sí. De hecho creo que nos besamos cuando yo estaba borracho.
— ¿Y entonces? ¿Cuál es el problema? —pregunté con desconcierto. A mi punto de vista eso eran buenas noticias, buenísimas de hecho. Bueno, claro, quitando el componente de que aquel chico que le gustaba a mi mejor amigo era un emo idiota y violento, pero fuera de eso, me alegraba enormemente por él, y no entendía porque él no hacía lo mismo.
— Me dijo que no quiere nada conmigo, o al menos nada serio. Que no es nada mío y me avisó que seguiría haciendo lo que quisiera con otros chicos.
Oh. Eso explicaba muchas cosas, como que estuviera de tan mal humor en casa de Jimin o depresivo ahora en el coche. De cualquier forma, a mi amigo nunca le salían bien las cosas, o al menos como él las quería.
— Pero te besó —recordé para animar el ambiente.
— Sí, me besó —repitió él con desánimo.
Llegamos a su casa un cuarto de hora más tarde y con el mismo ánimo por los suelos. Yo al menos aún conservaba esa excitación tras haber escuchado las palabras de Yoongi, las cuales aún procesaba.
Y mientras tanto mi amigo se arrastraba depresivo hasta el sofá, donde se dejó caer boca abajo, donde rebotó varias veces antes de terminar con la cara hundida en un cojín.
Suspiré y cerré la puerta con el pie antes de marchar a la cocina con intención de cocinar algo. Todos los demás de la fiesta ya se habían ido, pues yo mismo me había encargado de desalojar y ordenar la casona antes de ir a buscar a Taehyung. Tener privilegios de mejor amigo también llevaba sus consecuencias, pues definitivamente a nadie le gustaría tener que despertar y sacar casi a patadas a casi veinte personas de resaca y la mayoría con diez kilos más que tú.
Por suerte toda esa desagradable sensación tras haberme tenido que encargar del cien por cien de tareas responsables tras la fiesta, se vio disipada al encontrarme con Yoongi, al verlo con el flequillo despeinado ofreciéndome galletas de un bol vacío.
¿Y qué pensar de la media declaración en el sofá? Me entraron instintos de llevármelo en ese instante al coche y abandonar a Taehyung, cosa que en el fondo tampoco habría sido tan desacertada, pues realmente mi verdadero motivo para terminar en la casa del emo, no había sido mi amigo.
Y eso pensaba mientras removía cuidadosamente el estofado que me encontraba preparando. Justo en ese momento, el castaño apareció por la puerta de la cocina con todo el pelo revuelto y los labios hinchados. Seguro que acababa de despertarse, pues había pasado aproximadamente media hora desde que habíamos entrado y yo empezado a preparar algo de comer.
— Huele rico —declaró atreviéndose a entrar con pequeños pasos a la cocina. Se tambaleaba ligeramente, pero supuse que era por la resaca. Bastante debía agradecer el no andar arrastrándose y vomitando por los suelos como solía pasarle la mayoría de las veces a BamBam o Chanyeol.
— Claro que huele rico —respondí indignado. Mis habilidades culinarias solían ser bastante decentes en comparación a todos los demás del grupo— ¿Estás mejor? —Taehyung asintió, haciéndose un hueco a mi lado y apoyando su barbilla sobre mi hombro con dificultad, mirando por encima de él— NamJoon me ha mandado un mensaje. Dice que se dejó la chaqueta en el trastero, que se la lleves mañana a clase —asintió de nuevo, esta vez apoyando casi todo su perfil sobre mi hombro, abultando su moflete y quedando aún más adorable— ¿Quieres hablar? —negó y se alejó de inmediato, dirigiéndose a la nevera y agarrando un bote de batido de chocolate— Por cierto —me miró con curiosidad mientras desenroscaba la tapa y bebía directamente de la botella— ¿Por qué dijiste eso de Yoongi?
— ¿Mmm? —preguntó aun bebiendo. Esperé a que terminara, fingiendo tranquilidad y en realidad muriendo me interés por dentro por saber la respuesta— Porque era cierto. Lo dijo mientras desayunábamos.
— ¿Que yo le gustaba?
— Básicamente —respondió indiferente antes de darle un último trago y guardarlo de nuevo en la nevera.
— ¿Y crees que lo dice en serio?
— Yo que sé. Ni siquiera me importa. Solo te lo dije y ya —cerró la nevera y comenzó a colocar platos y cubiertos sobre la grande e impecable mesa de la cocina— Tampoco es importante. Lo hice más que nada porque estaba enfadado con Jimin, así que tan solo olvídalo.
— ¿Y qué pasaría si no quisiera olvidarlo?
— ¿Cómo? —evité mirarle, fijando mi vista en la olla, arrepintiéndome inmediatamente de lo que me encontraba haciendo. Podía imaginar perfectamente su expresión— No me digas que te quieres tirar al rarito.
— ¿Tan raro sería que me gustase? —esta vez sí que me giré, ligeramente molesto por su reacción. Quizás esperaba más apoyo por parte de mi mejor amigo— Tú estás coladito por el emo.
— No me jodas, que te gusta Yoongi.
— ¡Claro que no! —rodé los ojos y me giré de nuevo hacia los fogones. No era el mejor momento para mantener esa conversación, y mucho menos antes de haberlo hecho siquiera conmigo mismo— Olvídalo.
— ¿Te gusta de verdad?
— No, idiota. Era tan solo una pregunta.
— ¿Estás seguro?
— Que sí.
— Soy tu amigo, puedes decirme cualquier cosa.
— Ya lo sé.
— ¿Y bien?
Me giré con el cazo en la mano y le miré con todas las ganas de confesarle mi atracción por Yoongi en la punta de la lengua, pero entonces de inmediato aparecieron las imágenes de los del grupo, de cómo reaccionarían si se enterasen, de lo que harían o las bromas que idearían. Y me asusté, así que volví a negar y darle nuevamente la espalda.
— No es nada.
— No es nada entonces —repitió mi amigo, quitándole interés al tema.
Sabía que no iba a volver a insistir, y en cierto modo me alivió, pues yo sabía de sobra que con dos empujones más, lo habría soltado todo. Que una parte de mí se moría por hablar con Yoongi, por pedirle que me repitiera todas esas cosas que antes me había dicho, por ayudar a Taehyung o no ayudarle y salir con el castaño por propia voluntad.
Por poderle besar delante de todo el mundo y no tener miedo de cómo podrían tornarse las cosas para él. Porque en ese caso, la tormenta que se le echaría encima sería grande, y yo quizás no sería lo suficientemente fuerte como para cubrirlo de ella.
Por eso Yoongi estaba mucho mejor a distancia, donde no pudiera salpicarle ni una sola gota.
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