35
Yoongi.
De alguna forma, a pesar de todos los comentarios que había escuchado a lo largo de mi vida sobre la amnesia que te daba después de beber, yo recordaba absolutamente todo.
Recordaba a Taehyung jugando con el jabón, a Jimin llevándoselo, a Jungkook haciéndome un hueco entre sus piernas, a Jungkook quitándome la botella de las manos, a Jungkook cogiéndome en brazos y sacándome de la fiesta, arropándome, sonriéndome y hablándome.
Recordaba todo eso y más, pero aun así, había una parte de la noche que no conseguía encontrar en los recovecos de mi memoria, y era el cómo narices habíamos terminado de nuevo en la casa de Jimin.
Sobre la una de la tarde aproximadamente, me topé con el desordenado escritorio de mi mejor amigo nada más me incorporé, en la cual también era su cama. Estaba excesivamente deshecha, por lo que supuse que no había sido el único durmiendo en ella.
Sin pensarlo mucho, me puse en pie, bostecé unas cinco veces seguidas, y me dirigí hacia el piso de abajo, lugar del cual salía un olor demasiado delicioso como para pertenecer a una comida que no fuera preparada por Jin. Con suerte él podía responderme a mis dudas y de paso darme un desayuno digno de dioses.
— ¡Buenos días!
— Buenos días, Yoongi.
— Hola.
— ¡Yoongi, bebé!
Fueron tres voces distintas las que interrumpieron la mía, y por lo tanto tres rostros que diferenciar, pero en mi caso solo clavé la vista en uno, aún sin procesar que estuviera comiendo tortitas tan tranquilamente junto a Jimin.
Miré a Jin, buscando una explicación de por qué el que se suponía que era el acosador de su hermano pequeño, estaba llenándose la boca a base de riquísimas tortitas al tiempo que me fulminaba con la mirada.
En un momento en el que el pelinegro se inclinó al centro de la mesa para servirse más tortitas, Taehyung se arrimó más a él y articuló con la boca la palabra "mío" mirándome con tanta tensión que casi se juntaban sus párpados de lo entrecerrados que tenía sus ojos.
Podía haberle quedado intimidante si no fuera porque tenía todo el eyeliner corrido y difuminado y parecía un pequeño panda.
— Hola Jin hyung —me acerqué y dejé un pequeño beso en su mejilla, tal y como me había acostumbrado a hacer. Al principio comenzó como una forma para molestar a Jimin, pero luego terminamos cogiéndolo como hábito y hasta el presente seguimos con ello— Bonito pijama —solté cuando me senté en la mesa, echándole un breve vistazo a Taehyung, quien llevaba puesto una camiseta azul de nubes y pantalones a juego, y todo eso como dos tallas más pequeñas, ya que pertenecían a Jimin.
— Le queda pequeño —visualizó el pelinegro, soltando una pequeña carcajada por lo bajo. Taehyung frunció el ceño y luego desvió su vista a su propio regazo.
— Aun así le queda bien, así que cállate —le refuté a mi amigo. Taehyung levantó tímidamente la vista y me sonrió. Seguidamente volvió a coger el tenedor y siguió comiendo con mucho más ánimo— Por cierto —justo en ese momento Jin llegó con la última tanda de tortitas, un plato enorme hasta arriba de ellas, y tras agarrar una cubertería para él, se sentó a mi lado y me miró al tiempo que se metía un trozo en la boca— ¿Cómo llegamos ayer aquí?
— ¡Oh cierto! —Jin me golpeó, no muy fuertemente, en la nuca y señaló acusatoriamente con el dedo. Ya podía imaginar que lo que proseguía a ello iba a ser una regañina— ¿Cómo se te ocurre irte de fiesta mientras yo no estoy? —volvió a darme por segunda vez, así que por seguridad me aparté unos centímetros con mi silla— ¡Y encima volviendo borracho a casa!
— ¡Hyung, pero Jimin también se fue conmigo!
— A mí ya me ha dado —recalcó el pelinegro mientras cortaba una nueva tortita en pequeños pedazos. Taehyung no dejaba de mirarlo embobado, casi comiéndoselo con los ojos— Además —se metió un trozo en la boca, lo masticó y tragó tomándose su tiempo antes de seguir hablando— Aquí el único que bebió fuiste tú —seguidamente echó un vistazo a Taehyung, quien al encontrarse con la mirada del pelinegro, apartó rápidamente la vista y fingió estar concentrado en su casi intacto desayuno— Taehyung también, pero él es un caso aparte.
— Por suerte no vomitaste en ningún sitio —intervino Jin nuevamente, ahora más tranquilo y calmado tras haber probado su maravillosa obra de arte en forma de desayuno. Conseguía quitar cualquier enfado de lo buenas que estaban sus tortitas— La próxima vez te castigaré.
— Deja de comportarte como su padre —bufó Jimin. Jin le miró levantando una ceja y no tardó ni medio segundo en murmurar una disculpa y devolver malhumorado la vista a su plato. Taehyung le acarició con mucho cuidado el brazo, supongo que en un intento de darle ánimos, el cual era totalmente innecesario— Y por cierto, Yoongi —le miré con los carrillos llenos e hinchados mientras mojaba mi siguiente pinchada en el mar de chocolate con el que había cubierto mi plato— Jungkook nos trajo en el coche de los padres de Taehyung.
— ¿Eftá Jungkook adíh? —pregunté casi escupiendo la mitad de la comida de mi boca. Colocándome inconscientemente de pie de un salto y echando un rápido vistazo a mí alrededor en busca de él, dispuesto a lanzarme al segundo piso para encontrarle.
— Joder, tenías razón —murmuró Taehyung llamando ligeramente mi atención. Dio un sorbo a su café y volvió a dirigirse al pelinegro hablando— Babea por Jungkook.
— ¿Ves? Te lo dije —miré a Jimin con desconcierto y él me sonrió con la boca llena. Esperé pacientemente a que tragara para que me respondiera, aunque por desgracia ya me temía cual iba a ser esa respuesta— No. Él volvió a casa de Taehyung para cuidarla mientras este no estaba.
— ¿No está entonces? —Jimin negó y volví a sentarme, con un ligero desánimo envolviéndome— Por cierto —de nuevo todos me miraron, con una mezcla de cansancio y curiosidad. Bueno, con todos me refiero a los dos hermanos, ya que Taehyung seguía embobado con mi mejor amigo, observando de cerca cada simple movimiento que este hacía, tal como llevar la tortita del plato a su boca. Por la mirada que ponía, parecía lo más fascinante del mundo— ¿He dormido con alguien esta noche?
— Con Jimin —esta vez fue Taehyung el primero en responder, cosa que sorprendió a todos. Lo había dicho casi con un bufido de por medias, y llevaba la palabra celos escrita por toda su cara. Se veía bastante adorable— Son muy mayores para dormir juntos.
— Tú también querías dormir conmigo, así que no hables.
— Pero yo quería dormir contigo por otros motivos. Y realmente espero que tú no hayas querido dormir con Yoongi por los mismos.
— Duermo con Yoongi porque me da la gana.
— Haz lo que quieras.
— Eso haré.
— Por mí como si quieres follarte a Yoongi cada noche.
— ¡Kim Taehyung! —Jin se puso en pie y señaló con su cubierto a castaño, quien inconscientemente se pegó al respaldo de la silla y cubrió ligeramente con sus propias manos— En esta casa no se habla de sexo durante la comida. Y menos de sexo con mi hermano pequeño —puso una cara de asco mientras lo decía y yo reí— ¡Y muchísimo menos con Yoongi presente!
Jimin no dijo nada.
— Lo trata como a un bebé —le explicó Jimin, quitándole importancia a la situación— Sí, lo sé, es penoso. Y más aún que se crea que es inocente y puro.
— ¡Yoongi es inocente y puro! —exclamó el mayor acercándose y abrazándome con fuerza. Yo seguía masticando mi tortita sin prestar mucha atención a la conversación. Me parecía mucho más interesante la adorable forma en la que Taehyung se rascaba la nariz cada dos segundos— Deja de decir mentiras, niño maleducado.
— Yoongi —me llamó el pelinegro. Asentí con la boca llena y sonreí— ¿Quién tiene la mejor sonrisa del mundo?
— ¿Ah? —miré a Jin, quien comenzó a sonreírme exageradamente, y aparté la vista con timidez, fingiendo no haberle visto mientras posaba nuevamente mi vista sobre las tortitas— J-Jungkook.
— ¿Cómo que Jungkook? —exclamó el mayor de la mesa con indignación— ¿Has visto la mía? ¡Oh, no has debido verla bien! —hice que no le escuchaba, distrayéndome con la servilleta que había junto a mi plato, y la cual a pesar de haber usado dos veces, ya estaba hasta arriba de chocolate.
— Yoongi —continuó Jimin con prepotencia. Yo no sabía que quería demostrar, pero no me importaba que me siguiera preguntando. Estaba de muy buen humor con el desayuno frente a mis ojos, así que cualquier cosa la tomaría con gusto— ¿Y quién tiene la mejor nariz? ¿Y los ojos? ¿Y quién tiene la risa más bonita?
— Jungkook.
— ¡Oh, Yoongi, vamos a comprarte gafas mañana mismo!
— Pero Jin hyung, es que Jungkook es muy genial. Tú eres perfecto, pero él me gusta más —expliqué sintiéndome culpable por la indignación de Jin. Él me miró estupefacto y luego a su hermano, quien sonrió abiertamente. Taehyung seguía metido en su mundo del perfecto perfil del pelinegro que no paraba de mirar con adoración.
— ¿Ves? Te lo dije, le gusta —empezó el menor.
— No, eso es imposible, Yoongi es un bebé —respondió agobiado el mayor. De inmediato agarro una pinchada de su tortita con el tenedor, doblándola y mojándola en chocolate excesivamente, como a mí me gustaba. Me sonrió y lo acercó lentamente a mi boca, la cual abrí emocionado y cerré alegremente cuando tuve a comida en mi interior. Sonreí agradecido a Jin, quien también había terminado de por elevar ligeramente sus comisuras— ¿Te gusta Jungkook, bebé? —preguntó dulcemente.
Yo asentí y él tosió, acompañado de la ligera risa de Jimin. Jin volvió a sonreír de inmediato y me ofreció otro perfecto trozo de su plato, el cual acepté encantado.
— ¿Pero es cierto que también te gusta tu hyung?
— Jin hyung también me gusta —respondí antes de comenzar a masticar. Luego, mientras lo hacía, volví a añadir— Y Jimin. Incluso Taehyung me gusta porque es adorable.
— ¡Genial! —exclamó emocionado el mayor, abrazándome y mirando a Jimin victorioso, como si acabara de demostrarle algo. Yo tan solo estaba pendiente de que Jin volviera a prepararme una pinchada perfecta— No es gustar, o sea, no ese tipo de gustar.
— Yoongi —comenzó mi mejor amigo de improviso, ahora hablando con más seriedad. Le miré con los ojos muy abierto, curioso de cuál sería esta vez la cuestión. Me habría encantado que me preguntase cual era mi anime preferido de ese mes, pues llevaba bastantes días queriendo desahogarme sobre ello— ¿Y te gustamos mi hermano y yo de la misma forma que Jungkook?
— ¿Qué? —puse una expresión asqueada al procesar la pregunta, sacando ligeramente mi lengua manchada de chocolate. Jin me miró asustado y rápidamente se puso a prepararme otro trozo, acercándolo a mi boca, sonriendo cariñosamente, al segundo— Fraziaz hung —tragué animado y volví a mirar a Jimin mientras agarraba otra servilleta.
— Jungkook me gusta diferente, ya te lo dije.
— ¿Cómo de diferente, Yoongi?
— No lo sé —me encogí de hombros y agaché la vista al plato, esta vez para prepararme yo mismo un trozo. No lo hacía igual de perfecto que Jin hyung, pero a pesar de lo extremadamente grande que era mi pedazo de tortita, lo mal que lo pinchaba al tenedor y la exagerada cantidad de chocolate que llevaba encima, supo delicioso.
Cuando volví a levantar la vista, sintiendo casi toda mi cara inferior rebozada en chocolate, me encontré la mirada de los tres presentes en la mesa, puesta en mí. Sí, incluso Taehyung me miraba con ligera intriga.
— ¿Qué pasa?
— ¿Te gusta diferente como para ser novios? —volvió a preguntar Jimin.
— ¿Novios? ¿Para darse besos y esas cosas? —el pelinegro y su hermano asintieron, tan pendientes de mí que parecía que iban a lanzárseme encima de un momento a otro. Inconscientemente recordé la conversación que tuve con Jungkook en el baño de la casa de Taehyung, el modo en el que no pude negar que me había gustado hacer cosas de novios con él. Mientras pensaba en eso sentí como las mejillas comenzaron a calentárseme— Supongo.
— ¿Por qué te gusta?
— Ah...—asentí sonriendo, pensando en aquel gesto que tan idílico se había vuelto en mi vida— Tiene los labios más bonitos del mundo, tiene sentido que quiera besarlos, ¿no? —pregunté con ingenuidad. Era un argumento infalible.
Pero por desgracia lo único que conseguí de respuesta fue un "jaque mate" en voz alta de parte de Jimin a Jin y que este último me mirara con pena mientras terminaba de darme la última pinchada de su tortita y me limpiaba gentilmente las mejillas.
Mientras lo hizo no pude evitar comparar sus labios con los de Jungkook. Era cierto que podían ser más perfectos, más como los de un príncipe, pero aun así no tenía lo mismo que los de Jungkook, aquel detalle que no sabía nombrar y que los hacía tan especiales.
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