31
Yoongi.
¿Habéis escuchado alguna vez eso de: Las buenas ideas suelen tener las peores consecuencias? ¿No? Pues es bastante probable, ya que me lo acabo de inventar, pero no por ello es menos cierto.
Fue la batalla más épica de comida que podía haber existido jamás. Fue tan maravilloso que cuando dos horas después nos encontrábamos sentados frente al despacho del director, cubiertos hasta arriba de comida, aún no podía dejar de sonreír.
El castigo tampoco fue exagerado. De hecho, ni siquiera llegaron a llamar a nuestros padres, probablemente para no manchar la imagen del centro de puertas para afuera. Igualmente, aunque nos libramos de la expulsión, tener que limpiar durante dos semanas el comedor, incluido el mismo día de la pelea, no me hizo ninguna ilusión.
Y a Jimin menos. Cada tarde que entrábamos por la enorme puerta del comedor en vez de salir por la entrada de la escuela, me miraba de reojo y murmuraba un par de insultos maldiciendo mi existencia. Todos los días, no fallaba ni uno.
— Y pensar que aún nos queda otra semana con esto —se quejó el pelinegro mientras limpiaba una de las mesas con un trapo. Normalmente tenía que terminar repasándolo yo, ya que en lo que se refería a limpiar, mi amigo no tenía ningún don. Yo tampoco, pero entre los dos conseguíamos adecentar el lugar— No estoy estudiando para terminar como asistente de limpieza.
— En realidad, no estás estudiando.
— ¡Te callas porque estos días tenían intención de ponerme a estudiar! ¡Y esta vez de verdad! —frunció el ceño indignado y comenzó a limpiar con más ahínco el mismo centímetro cuadrado de la lisa superficie— Si no hubieras tenido la grandiosa idea de jugar con la comida, quizás ahora estaría con un libro entre manos.
— No digas libro cuando estás pensando en un cómic.
— ¡Bueno, pero tendría el libro de texto cerca del cómic!
Reí, disimulándolo con mi antebrazo, y me alejé un par de metros aprovechando que ese día yo me encargaba de la fregona. Al contrario que yo, Jungkook no tenía que darle nunca ningún repaso a mi tarea, ya que con la práctica yo terminaba realizando mi parte a la perfección. Y es que en realidad me había dado cuenta de que limpiar el comedor era mucho más divertido que limpiar mi habitación. Los primeros días había gente que se quedó a acompañarnos, quizás porque su conciencia les impulsaba a hacerlo. No conocía a ninguno, y tampoco tuve la ocasión de hacerlo, ya que al tercer día apenas quedaban dos, y el cuarto los únicos supervivientes decidieron que ser buena persona era demasiado cansado. Tampoco les culpé, pues ninguno de ellos tenía porque hacerlo. Los únicos obligados por dirección éramos Jimin y yo.
— Este sábado me acompañarás a la preventa del videojuego del que te hablé —soltó a lo lejos. Levanté la vista y al ver que me estaba mirando, volví a bajarla muy disimuladamente. Como era obvio, él se percató, y se acercó a limpiar exactamente la mesa que había junto a mí— ¿Verdad que sí? —me alejé unos metros, simulando un silbido, sí, simulándolo, ya que no sabía silbar. Él volvió a perseguirme, siempre acercando su trapo a la mesa que había a mi lado. Podría resultar gracioso si no fuera porque sentía que mi mejor amigo me iba a matar con un palo de fregona y un trapo para limpiar— ¿Verdad Yoongi?
— Puede que me haya surgido un problema y no pueda ir... —murmuré en voz muy baja, la cual a pesar de ello escucho perfectamente. Tiró la bayeta al suelo y me miró con la mandíbula desencajada. Yo levanté la fregona de inmediato, apuntándole con ella. Si me iba a matar, no sería sin que yo me hubiera defendido— ¡Puedo explicarlo! ¡Me castigaron por lo de la comida!
— ¡Me dijiste que ibas a contarles cualquier excusa!
— ¡Eso hice! —me quedé en silencio, debatiéndome entre seguir con la explicación o no. La mirada de Jimin me invitó— No se creyeron que me castigaron por ser demasiado adorable.
— ¿Cómo? ¿Les contaste eso? —asentí orgulloso. Se me había ocurrido a mí solito, sin ayuda de nadie más. Por desgracia mis padres siempre habían sido muy hábiles para detectar mentiras— ¿Pero cómo pensaste que se iban a creer esa tontería?
— Tú siempre me dices que podrían castigarme por mi extrema ternura.
— ¡Yoongi!
— ¿Qué? —me quejé indignado, agarrando de nuevo la fregona de forma correcta y empezando a limpiar el suelo tan rápido que apenas veía mis pies. Jimin comenzó a seguirme pasando de mesa en mesa, sin despegar la bayeta de la superficie de cada mesa— Cuando te lo digo yo, hablo en serio. De verdad que te castigaría por ser demasiado tierno.
— ¡Ya hemos hablado de eso, no soy tierno!
— ¡Lo eres y punto, Park Jimin! ¡Acéptalo de una vez!
— Podría asfixiarte solamente haciendo uso de una pierna. Y lo sabes.
— Lo sé. Y aun así sería la muerte más tierna existente en el mundo. ¡Tienes cara de bebé, por favor!
— ¡No, tú tienes cara de bebé!
— ¡No, tú más!
— ¡Tú mucho más!
— ¡Tú infinitamente más!
— ¡Qué está pasando aquí!
— ¡Jimin es idiota y dice que no tiene cara de bebé!
Hubo un silencio incómodo.
— Hola directora —dijimos al unísonos a la impecable mujer que estaba parada frente a la puerta con los brazos cruzados y una expresión que no dejaba nada bueno a la imaginación. Casi podía verme limpiando mesas lo que quedaba de año.
Por suerte solo vino a mandarnos callar y amenazar con llamar a nuestras casas si no guardábamos silencio. De hecho, en comparación a la mala noticia que había recibido Jimin, aquella llamada de atención casi no significó nada para él. Cuando terminamos, me senté a su lado sobre una de las mesas, y sonreí rodeándole con un brazo. Los amigos se ayudaban en los momentos difíciles, así que yo tenía que apoyarle con todas mis fuerzas en este.
— Tranquilo, seguro que te lo pasarás genial también.
— Tendré que ir con Jin —suspiró y escondió su cabeza en mi hombro, lamentándose en silencio. Yo comencé a acariciarle suavemente la cabeza como gesto conciliador— ¡Parará en cada tienda de comida y ropa que veamos y seguramente no llegaré a tiempo para comprar el videojuego!
— Shhhh, tranquilo... —sonreí y seguí acariciándole, calmándole como si de un cachorrito se tratara. Uno que me superaba en músculos, pero un cachorrito al fin y all cabo— Por cierto —levantó ligeramente la vista y me miró con un puchero que aún permanecía en sus labios— ¿Qué le dijiste a tus padres sobre el castigo?
— ¿Sobre este? —asentí— Me inventé otra cosa, obviamente.
— ¿Qué te castigaron por ser demasiado adorable? —por la cara que puso supe que esa no había sido la excusa— ¿Entonces?
— Les dije que te estaba dando clases particulares y por eso me tenía que quedar un rato más después de la escuela.
— ¿Clases particulares? ¡Pero si vas dos cursos por debajo de mí!
— Quizás exageré un poco tu situación y les dije que eras un inútil y ni siquiera sabías memorizar una frase de historia.
— ¿Eh?
— En resumen, que te estoy enseñando a estudiar.
— ¡Pero si tú eres el que menos sabe en ese tema!
— ¡Ya te he dicho que tengo intención de estudiar más este curso!
Abrí la boca, dispuesto a responder, justo en el segundo que unos pasos se escucharon al otro lado de la puerta. Miré a Jimin, aterrorizado al pensar que pudiera ser la directora de nuevo. No podía, simplemente no podía pasarme más días limpiando. Era más divertido que recoger mi cuarto, cierto, pero tampoco como para llegar a las tres semanas.
Al final no resultó ser nadie, y si lo era, tampoco se paró a saludarnos. El sonido de las pisadas se perdió hasta volverse casi inaudible y entonces un sonoro suspiro salió de los labios de ambos. Miré a Jimin y sonreí.
— ¿Eres consciente que gracias a tu genial idea tus padres piensan que el único amigo que tienes es idiota?
— Eso ya se lo esperaban desde mucho antes —me sacó la lengua, e igual que siempre, cuando fui a pegarle me agarró por la espalda, impidiéndome realizar cualquier movimiento en su contra— Pero no te enfades, sigues siendo el mejor que podría existir.
Sonreí y dejé de intentar soltarme de su agarre segundos antes de que plantara un sonoro beso en mi mejilla. Luego comenzamos a reírnos, y justo en ese instante juré que escuché de nuevo las pisadas.
Por desgracia o suerte, Jimin empezó a bromear de nuevo y mi curiosidad por saber la persona tras esos pasos quedó en el olvido, centrándome de inmediato en cómo defenderme junto a mi fregona del pelinegro que estaba atacándome con un paño de limpiar.
Jungkook.
La habitación de Taehyung daba asco, más digna de un cadáver que de un humano vivo.
Y quizás por eso mismo era su cuarto, porque la condición de Taehyung también se asemejaba más a la primera opción que a la segunda, y para mi desgracia, el olor igual.
— Apestas.
— Ya lo sé —suspiró y se puso en pie, comenzando a andar en círculos con frustración, básicamente lo que llevaba haciendo el noventa por ciento del tiempo que duró la conversación desde que yo había llegado a su casa— Por eso te llamé. Tenía que hablarlo con alguien.
— Apestas tú, no lo que me has contado.
— ¡Te acabo de decir que Jimin besó a Yoongi, no hay nada que apeste más que eso! —levanté una ceja y él se quedó varios segundos en silencio, intentando mantener la seriedad del asunto, pero al momento levantó su brazo e inspiró ligeramente. La cara de asco que puso era digna a la que yo sentía desde que había entrado— Vale quizás tengas razón y yo apeste tanto como eso.
— ¿Cuánto tiempo llevabas sin salir de la cama?
— Hasta ayer, cuando me enteré de que Jimin pasaba dos horas más en el colegio y fui a buscarle para hablar. Luego... bueno, ya sabes lo que pasó luego.
— Ajá —levanté una ceja y me recosté sobre la pared de la cama, apartando antes varios pañuelos de en medio, los cuales recé para que estuvieran llenos de lágrimas y no otro tipo de cosa que también expulsan los seres humanos— ¿Y no pensaste en ducharte antes de ir a ver a tu amor platónico?
— No es platónico, es realista —se quejó, frunciendo el ceño y seguidamente deslizando sus labios hasta formar un triste puchero. Daba pena, hasta yo tenía que reconocer que daba una real lástima— Y no, no lo pensé.
— Jimin te habría vomitado encima.
— Mejor eso a que me ignore.
— Tienes un problema.
— ¡Ya lo sé, te lo acabo de contar! ¡Por eso quería que vinieras! —suspiró sonoramente y comenzó a desvestirse con desgana. La camiseta se le quedó enganchada en el brazo y se acercó tambaleante, igual que un zombie, a que le ayudara a sacársela. Lo que decía, verdadera pena— Me dijiste que ellos dos no tenían nada.
— Yoongi me dijo que no tenían nada.
— ¿Y te fías del rarito? —levantó una ceja y negó con decepción al tiempo que se deshacía de los pantalones de pijama. Ni siquiera tenía ropa interior debajo, realmente había caído en la depresión y dejadez absoluta— Es obvio que ese está detrás de mi Jimin.
— Vete a duchar de una vez, anda.
— No quiero. Quiero hablar con Jimin.
— ¿Si no te vas a duchar para que mierda te desvistes? —se miró de arriba abajo y volvió a formar un puchero antes de dejarse caer por la pared hasta el suelo— Taehyung, para de hacer el idiota, joder.
— Me encuentro mal, amigo. Muy mal.
— Lo sé, tu olor te delata. Entra en la jodida ducha de una vez o te meto yo a patadas, te lo advierto.
— Quiero hablar con Jimin —repitió en voz baja, con la vista fija en el suelo y los ojos llorosos. Si no fuera porque casi podía atisbar a ver una capa de humo verde rodeándole por su asqueroso aroma, le habría abrazado. En su lugar le golpeé ligeramente con la punta de mi zapatilla para llamar su atención y le tendí la mano— No quiero. Voy a quedarme aquí hasta que Jimin acepte hablar conmigo.
— Si quieres mañana nos quedamos con ellos las dos horas de limpieza y aprovechas para hablar con Jimin.
— ¿Cómo? ¿Hablas en serio? —rodé los ojos y asentí. Cuando se puso en pie para darme un abrazo, reprimí varias arcadas pero no me aparté. Después de todo, éramos amigos, y eso era lo que los amigos hacían, aguantar el olor corporal del contrario en los momentos difíciles— Si Yoongi intenta meterse por medio, hazle a un lado.
— Yoongi no va a meterse en ningún sitio. No es así.
— Está enamorado de Jimin, seguro que lo hace. Y entonces ahí estarás tú.
— ¿Puedes dejar de decir tonterías e ir a ducharte de una maldita vez? —Taehyung asintió al tiempo que rodaba los ojos y desapareció en un instante por la puerta del baño de su cuarto. Seguidamente escuché el sonido del agua corriendo, y al instante un grito de Taehyung.
Ese día aprendí varias cosas: una, que Taehyung no sabía modular la temperatura del agua; dos, que su habitación podía llegar a dar casi más asco incluso que su sótano; y la tercera, que quizá Yoongi me había mentido y sí estaba interesado en el emo.
De todas, esa última fue la que más me molestó.
Por ello, al día siguiente casi caminaba yo con más ganas que Taehyung en dirección al comedor. Quería aclarar esta historia. Solo tenía la imagen de Yoongi besándose con Jimin, y casi me daba tanto asco como Taehyung el día anterior.
Otro detalle fue que cuando Taehyung volvió a clase ese día, no se juntó con nuestro grupo. Al parecer no se veía con fuerzas para soportar a Wonho en esos momentos. Era muy pronto, estaba demasiado sensible, y precisamente nuestro amigo tenía más lunares bajo la ceja que sensibilidad.
— ¿Entonces cuál es el plan? —preguntó con voz agitada mientras nos abríamos paso por el pasillo, justo en dirección contraria a todos los estudiantes que luchaban por salir del edificio lo más pronto posible.
— Decimos que queremos ayudarles a limpiar. Que no tenemos nada más que hacer.
— ¿Así sin más? —asentí. Realmente no lo había pensado mucho, pero porque tampoco iba con la idea de poner una excusa en mente. Yo solo quería hablar con Yoongi y ya— Sí, tienes razón, suena bien.
— ¿Verdad? —Taehyung asintió y sonrió. En comparación al día anterior su imagen había sufrido un giro de ciento ochenta grados. Se veía tan atractivo como cuando le conocí, haciendo honor a su fama entre los más guapos del colegio. Y por supuesto, su olor también había mejorado infinitamente— Entonces hemos venido a limpiar. Así, tal cual.
— A ti te gusta limpiar mucho y me has pegado ese hobbie.
— No, mejor tú me lo has pegado a mí.
— ¿No queda muy rarito? No quiero que Jimin crea que soy un obsesivo de la limpieza.
— No, claro que no. —mentí. Obviamente esa era la razón por la que había querido cambiar roles, pero había ocasiones en las que Taehyung era tan manejable e ingenuo, que no podía evitar aprovecharme de ello— Vamos a ello.
— Vamos a ello —me respondió con una sonrisa cuando apenas quedaban unos pasos para llegar al comedor.
Y entonces abrimos las puertas. Al menos en mi caso, imaginando lo peor. Ya podía visualizar en mi mente a ese par echando un polvo sobre la encimera en la que servían la comida. O contra las mesas donde comíamos. Hasta un abrazo me habría parecido excesivo e innecesario, pues cualquier contacto, siempre que fuera entre aquellos dos, lo era.
Pero me sorprendí.
Me sorprendí muy gratamente al encontrar a cada uno realizando una tarea sin mantener ningún tipo de contacto con el contrario. Jimin estaba barriendo el suelo a casi cinco metros de distancia de Yoongi, quien limpiaba las mesas siguiendo un extraño ritmo. No pude evitar fijarme en lo bien que quedaban los pantalones del uniforme cuando se inclinaba a limpiar la parte más alejada de la mesa.
— ¿Qué mierda hacen ustedes aquí? —espetó Jimin nada más escuchó el sonido de la puerta cerrándose a nuestras espaldas. Miré a Taehyung antes de responder y cuando volví a fijar la mirada en la del pelinegro, me encogí de hombros con fingida indiferencia.
— No teníamos nada mejor que hacer y vinimos a limpiar. A Taehyung le gusta much...
— Vine a hablar contigo, Jimin—soltó Taehyung de improviso, interrumpiendo y dejando a un lado todo nuestro plan de excusas para no parecer unos desesperados que íbamos en busca de información. Le fulminé con la mirada pero fue inútil, ya que solo tenía ojos para el pelinegro— Por favor —Jimin levantó una ceja y se quedó varios minutos en silencio, valorando la situación, antes de apoyar la escoba contra la pared y dirigirse hacia nosotros— ¿Eso es un sí?
— Voy a llamar a la directora, Yoongi. Espérame aquí.
— ¡No, Jimin, espera! ¡Déjame explicarte! —Taehyung me ignoró totalmente y salió tras el pelinegro a toda velocidad, dejándonos atrás sin remordimiento alguno— ¡Jimin, para!
No fue hasta que las puertas se cerraron nuevamente haciendo que su sonido retumbase por toda la sala, que me percaté de que ahora me encontraba a solas con Yoongi.
Ambos en silencio, mirándonos sin saber que decir. Era tan incómodo que por un segundo me arrepentí de haber venido. Ni siquiera me importaba Yoongi, podía salir con quien quisiera. Incluso con el emo. Solo me molestaba porque no podía acostarme con él y punto. Celos y egoísmo, únicamente eso era lo que me impulsaba a actuar de esa forma, nada más.
— ¿Qué es lo que le gusta mucho a Taehyung? —preguntó de repente. Le miré extrañado y él frunció el ceño con curiosidad— Antes te interrumpió y no pudiste terminar la frase.
— Ah, eso... —rodé los ojos, recordando la vaga excusa que cada vez me sonaba peor que la anterior. Finalmente decidí no volver a pronunciarla— No era nada —el castaño permaneció un par de segundos más mirándome con expectación, probablemente a la espera de una respuesta de verdad, la cual no iba a llegar. Cuando se percató de ello, encogió sus hombros y volvió a su tarea de limpiar mesas— ¿Qué hago yo?
— Puedes coger la parte de Jimin hasta que vuelva —respondió indiferente mientras frotaba la lisa superficie con fuerza. No me extrañaba que quedaran tan limpias estos últimos días si las limpiaba de tal forma. Casi parecía que las quería pulir.
Asentí e hice lo que me indicó, agarrando el utensilio de limpieza y comenzando a ponerlo en uso. Al contrario que la tarea de Yoongi, esta parecía dejar mucho que desear. Supuestamente, toda la parte que ya había sido barrida, aún tenían muchos huecos por los que era obvio que no había hecho acto de presencia la escoba ni en sueños, así que mientras maldecía la inutilidad de Jimin en mi mente, me dispuse a limpiar toda la sala de nuevo.
Si iba a hacer algo, lo haría bien.
Además, que entre el incómodo silencio que reinaba la sala, lo mejor que podía hacer era centrarme en mi tarea y esconderme en ella para no sentir tanta presión por la situación. De vez en cuando miraba de reojo a Yoongi, pero él me ignoraba tan a la perfección que hasta terminé sintiéndome mal conmigo mismo.
¿Por qué hacía eso? ¿Realmente era por aburrimiento? ¿Por qué tenía envidia de Jimin y mi egoísmo hacia Yoongi no pasaba de nada más que una atracción física? ¿Solo me interesaba eso de él, algo totalmente superficial?
Lo peor de todo era que mientras yo barría y me comía la cabeza con estúpidas cuestiones a las que ni sabía responder, Yoongi limpiaba con total tranquilidad. Bueno, precisamente tranquilidad no, pero parecía que lo único que le importaba en ese momento era sacarle brillo a la maldita mesa y no que yo estuviera a un par de metros suyos.
— ¿De verdad te gusta mi sonrisa? —las palabras me salieron solas. Ni siquiera le miré cuando las pronuncié, fingiendo total indiferencia, que era exactamente lo contrario a lo que sentía en ese momento. Cuando pasaron varios segundos y no me respondió, le miré de reojo, topándome con él realizando su tarea como si nada hubiera sucedido— ¿Yoongi? —esta vez sí que presencié como me ignoró, fingiendo que no me escuchaba. Fruncí el ceño, y con la escoba en mano me acerqué a él, empeñándome en recibir tan solo un poco de atención por su parte— ¿Me estás escuchando? —empezó a silbar, o a intentarlo al menos, y disimuladamente se alejó unos pasos de mí, dirigiéndose a otra mesa distinta, la cual, por cierto, ya había limpiado hacía unos segundos— Yoongi, deja de ignorarme. Me has escuchado perfectamente.
— ¿Eh? ¿Ah? —levantó la vista con exagerada sorpresa y echó un vistazo a su alrededor antes de mirarse a sí mismo y señalarse con la mano libre del paño— ¿Me hablabas a mí? —rodé los ojos y asentí, esperando una respuesta de brazos cruzados— No me enteré, lo siento.
Y siguió limpiando la mesa, esa que ya estaba más que limpia, dejándome con la pregunta en la boca y cara de idiota. Lo peor no era que me ignorara, sino que ni siquiera supiera disimularlo correctamente. ¡Incluso se puso a silbar de nuevo! O al menos a intentarlo, ya que lo único que salía de sus labios era aire.
Sin pensarlo detenidamente, cuando se dirigió a la mesa consiguiente, me interpuse en su camino, sorprendiéndole y haciéndole pegar un pequeño salto por el susto, y me crucé de brazos, manteniendo el palo de escoba entre ellos.
— ¿Estás con Jimin? —me salió del alma. No iba a andarme con rodeos, pues eso era lo que había venido a averiguar.
— ¿Por eso has venido?
— ¿Qué? —me quedé de piedra un par de segundos hasta que conseguí reaccionar, momento en el que solté un par de carcajadas— Qué tontería, claro que no. Es curiosidad. Ya te dije que vine a limpiar.
— Pues entonces limpia.
Me rodeó y se inclinó a seguir con su tarea, esta vez en una mesa a la que sí le hacía falta un repaso. En verdad, ahora que me fijaba, éramos asquerosos comiendo. Casi parecía imposible que el comedor hubiera terminado así por tan solo un grupo de alumnos. Más bien parecía que había pasado un ganado entero.
— Pero antes respóndeme —insistí sentándome en la mesa que limpiaba, la cual siguió haciendo solo que rodeando mi silueta con el paño— Taehyung dijo que los vio besándose.
— Ya te respondí a eso hace mucho. No quiero volver a hablar de ese tema.
— ¡Pero Jimin dijo que los vio!
— ¡Jimin no me ha besado y a ti no te tiene que importar! —exclamó de repente, sorprendiéndome totalmente, incluso hasta asustándome. Jamás le había visto levantar la voz para otra cosa que no fuera pedir ayuda. Había sido totalmente inesperado— Es mi amigo, mi mejor amigo. No ha cambiado nada.
— ¿Hablas en serio? —asintió sin mirarme, y por algún motivo, mi interior se sintió como si lo desinflaran. El malestar que me había inundado desde que recibí la noticia, desapareció de inmediato— Siento habértelo preguntado. Taehyung debió confundirse.
— Si has venido solo para eso, te puedes marchar.
Cambié inmediatamente mi expresión, frunciéndola en desconcierto y molestia nuevamente. Yoongi seguía sin mirarme, y el mayor contacto que tuvimos fue cuando me puse en pie y terminó de pasar la bayeta por el lugar donde antes me encontraba sentado.
Cuando fue a dirigirse a la siguiente, le agarré del brazo y giré con brusquedad en mi dirección, quizás con más de la intencionada.
— ¿Cómo has dicho?
— Tú también me has oído.
— ¿Me estás echando?
— Mi padre dice que suena mejor el término: "Invitar a marcharse a alguien" A mí me suena igual de mal, así que sí, te estoy echando —me quedé boquiabierto por sus duras palabras. Jamás le habría imaginado pronunciándolas, simplemente estaban fuera de toda su aura inocente e ingenua que me había vendido, a mí y a todo el mundo— No me mires así. Ahora que ya conseguiste lo que querías, preferirás marcharte. No tienes por qué quedarte a limpiar.
— No vine por lo de Jimin.
— ¿Ah, no?
— No —cada vez me enervaba más, y quizás tenía algo que ver el que todas sus palabras estuvieran cargadas de verdad. Parecía que me había hecho todo este camino por él, tanto esfuerzo solo por el rarito— Vine por Taehyung. ¡Eso es! Para acompañarle.
— ¿En serio? —asentí con total convicción y juro que atisbé a ver una ligera decepción en sus ojos antes de que los apartara en otra dirección— Supongo que entonces puedes esperar a que vuelva. No creo que tarde mucho, Jimin es un chico de pocas palabras.
— Taehyung no.
— Pero Jimin sí, y en el momento que él no quiera hablar más, se terminará la conversación.
— Pues quizás tu amigo el emo debería dejar su ego de lado y escuchar un poco.
— Pues quizás mi amigo tiene sus razones para actuar de esa forma.
— Quizá está equivocado con Taehyung. Quizá está equivocado con todos nosotros y nos juzga sin criterio.
— Pues en ese caso deberíais hacer algo para hacerle ver su error —soltó de repente, dejando la bayeta sobre la mesa y cruzándose de brazos mientras se acercaba a mí. Yo permanecí quieto, de pie y cada vez más irritado con la conversación. La buena noticia de segundos antes estaba quedando en el olvido— No pretendas que las cosas cambien si no pones nada de tu parte.
— ¿Por qué iba a poner esfuerzo en algo que solo quiero cambiar yo?
— ¿Por qué das por hecho que solo quieres cambiarlo tú?
Ambos nos quedamos en silencio, mirándonos y probablemente pensando infinitas cosas más de las que realmente soltábamos por la boca. Una parte de mí quería gritar, desahogarse y pedir perdón por cada comportamiento idiota que había y seguía teniendo.
Otra, permanecía en silencio, temerosa de actuar diferente a lo habitual. Ponía demasiado en riesgo cambiando las cosas, y eso mismo fue lo que notó Yoongi, mirándome seguidamente con decepción. Él sabía que no iba a arriesgarme.
— No sé cómo será con Taehyung, pero al menos contigo, Jimin no se equivoca en absoluto. Ni mi hermana, ni Moonbyul.
— ¿Ah, sí? —me acerqué un poco más, haciendo la escoba a un lado, la cual cayó al suelo, rebotando y rompiendo el silencio de la sala que permanecía bajo nuestras voces. Yoongi me miró, siendo consciente de la reciente cercanía, pero no se apartó ni un centímetro— ¿Y qué es eso que dicen sobre mí y en lo que no se equivocan?
— ¿Acaso te importa?
— Sino no te preguntaría.
— No realmente, pero respóndeme —sonreí y apoyé una mano en la mesa que había tras Yoongi, acorralándole parcialmente. No pareció inmutarse, pero cuando me fijé bien, pude notar que no paraba de pasar la lengua por sus labios, desconcentrándome cada vez que lo hacía. Era delirantemente tentador, y lo peor es que probablemente ni se daba cuenta— Nunca es demasiado tarde para enterarte de lo que se habla a tus espaldas.
— No lo dicen a tus espaldas. De hecho sabes perfectamente la opinión que tienen sobre ti.
— ¿Qué soy un cobarde? —me incliné un poco más sobre él, y esta vez sí que se apartó ese par de centímetros que le quedaban para tocar la mesa con su espalda baja— ¿Un violento y egoísta? ¿Una mala persona? —Yoongi asintió tímidamente, perdiendo presencia con cada segundo que pasaba. Y yo, por mucho que pudiera malinterpretarse, no la ganaba. Al contrario, con cada palabra me sentía apuñalado veinte veces— ¿Y tú qué opinas? —sonreí amargamente y coloqué la otra mano, terminando de acorralarle— ¿Cuál es tu veredicto, niño rarito?
— Que tienen razón.
— ¿Estás seguro?
— Completamente.
— Estás temblando —le hice notar. Él se agarró un brazo y le quitó importancia sin apartar la mirada de la mía— ¿Acaso me tienes miedo?
— Quizá.
— ¿Piensas que puedo hacerte daño? —pregunté. Y me sentí dolido. Me dolía pensar que pudiera temerme. En Jimin encontraba refugio y en mí una amenaza. Por eso mi esperanza se vio nuevamente iluminada cuando negó con total convicción— ¿Entonces?
— Tengo miedo de que a pesar de todo me sigue gustando tu sonrisa.
Me quedé en silencio, saboreando su respuesta. No sabía cómo reaccionar, ni si quiera había terminado de procesar sus palabras cuando me lancé a besarle, cuando me lancé de cabeza a una piscina completamente vacía.
Antes de siquiera un roce, me empujó, casi tirándome al suelo y me miró con el ceño fruncido. Yo tan solo sonreí, porque en el fondo era a lo único que podía aferrarme, y ahora que lo sabía, nunca soltaría aquello.
— También sigue siendo tuya, y ya te he dicho que no me gustas —se alisó la chaqueta y fue a agarrar su mochila y la de Jimin que estaban apoyadas junto a una de las paredes de la sala— Le diré a Jimin que tú y Taehyung terminarán de limpiar la sala.
— No creo que a Taehyung le haga gracia.
— Tampoco creo que a mi hermana le haga gracia que la besaras y confundieras a su mejor amiga. O que a Moonbyul la hicieras creer que la engañabas con mi hermana. O a mí el que no dejes de jugar conmigo — se colocó su mochila, tan subida como la solía llevar siempre, y me miró fijamente. Jamás le había visto tan enfadado como en ese momento— Muchas cosas de las que has hecho tampoco hacen ninguna gracia.
— Yoongi.
— ¿Qué?
Me miró antes de salir por la puerta, aún con el pomo de esta en la mano. Cuando lo soltara, esta se cerraría y yo dejaría de verle.
— A mí también me gusta tu sonrisa.
No pude ver su reacción, pues apartó la mirada de inmediato y seguidamente la puerta se cerró, quedándome con su última imagen de él marchándose rondando mi mente.
De todas las verdades que habíamos sincerado, esa última había sido mi favorita.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top