17
Yoongi.
De alguna forma terminé durmiendo en un sofá, y viendo el panorama que había por la mañana, lleno de gente durmiendo en el mismo suelo, incluso sobre mesas y encimeras, me sentí afortunado.
También era uno de los primeros que se había despertado, por no decir el primero y único. Tan solo había un par de personas en pie, pero apostaba cualquier cosa a que ellos no habían pegado ojo desde que entraron en el local.
Me estiré, bostezando y echando un vistazo a mí alrededor. Al ponerme en pie, pisé una botella y volví a caer de espaldas sobre el sillón. Todo estaba hecho un desastre, un vertedero peor que mi habitación en semanas de exámenes.
Había botellas, colillas, cajas de tabaco y bolsas de plástico por doquier, incluso varias prendas de ropa cubrían el manchado suelo. Y todo eso sin tener en cuenta el horrible olor a alcohol y tabaco que se había quedado impregnado en las paredes.
De cualquier forma, no me impresioné, solo me era desagradable, tampoco una situación enfermiza. Además, a pesar de tener uno de los mejores lugares del local para dormir, mi espalda me pedía a gritos hacer otra parada en mi cama, y con mi cansancio yo no estaba en posición de negarme.
Volví a ponerme en pie, cuidando no pisar o tropezarme con nada esta vez, y partí en busca de Jimin para marcharnos de allí. El lugar tampoco era muy grande, y a parte del salón donde vivió la mayor parte de la fiesta, apenas había cuatro habitaciones más, incluyendo los baños. Recorrí los pasillos, esquivando cuerpos y basura, bostezando y entrecerrando los ojos para acostumbrarme a la luz que comenzaba abrirse paso por las rendijas de las persianas. Y no era luz de mañana precisamente, ya que en mi móvil indicaba unas perfectas "15:27" que a mis padres no les harían nada de gracia.
— ¡Jimin!
— ¡Shhhhhhhh! —alguien me lanzó una zapatilla a la espalda, mandándome callar. Hice varias reverencias como disculpa y seguí buscando a mi amigo, solo que bajando mi voz varios tonos. No tenía ganas de que me volvieran a arrojar lo primero que encontrasen, principalmente porque había cosas muy turbias en el suelo con las que no me apetecía tener ningún tipo de contacto.
— Jimin... —hice un puchero al asomarme a la tercera habitación y simplemente encontrar a tres chicas durmiendo juntas sobre una alfombra. Lo gracioso es que tenían varios sillones al lado totalmente vacíos— Jimin, quiero irme, aparece de una vez, porfa.
— ¡Yoongi! —gritó en un susurro. Me giré inmediatamente hacia la voz, encontrándome a mi amigo con la camiseta a medio poner y saliendo de uno de los baños que aún me quedaban por mirar. Fui a acercarme, sonriendo de alivio al encontrarme, pero antes de que diera un paso ya lo hizo él en mi dirección, rodeándome con un brazo tras terminarse de poner la camiseta y guiándome hacia la salida mientras se abrochaba el cinturón.
— ¿Qué te pasa? —pregunté al verle tan agitado. Él me miró sorprendido y luego adoptó una despreocupada actitud, una muy exagerada y nada creíble por la forma en la que me empujaba hacia la puerta.
— ¿A mí? —abrió la entrada y me sacó literalmente hacia fuera, saliendo él pegado a mis espaldas. Cerró con cuidado de no hacer ruido y luego empezó a andar rápidamente calle abajo— ¿Vamos a mi casa?
— Yo voy a la mía, que quiero dormir —de nuevo me lamenté enormemente por no haber traído mi bicicleta. Cierto que después de lo de la última vez era un riesgo muy grande, pero en esos momentos, mientras me imaginaba la hora que me quedaba andando hasta mi casa, podía llegar a compensarme el arriesgarme— ¿No esperas a tu hermano?
— N—no, no. Que vuelva él cuando le apetezca.
— Creo que estaba en una de las habitaciones con más gente, tirado en el suelo —hice memoria de la traumante imagen que mis ojos habían presentado. Jin tenía tres coronas de princesa puestas en la cabeza y junto a otros cinco chicos, estaban tirados en el suelo junto a un gran charco de algo que rezaba para que fuera alcohol— Podríamos volver y despertarlo.
— ¡No! —le miré extrañado por su reacción y él se apresuró a normalizar su comportamiento. Definitivamente, o la resaca te volvía un paranoico, o Jimin estaba perdiendo facultades de coherencia— Qu—quiero decir que no tengo ganas de subir otra vez, ya sabes.
— Hemos avanzado veintisiete pasos. Los he contado.
— ¿Los has contado? —sonreí y asentí con orgullo. En realidad no recordaba exactamente si eran veintisiete, pero sabía que el número estaba entre veinte y treinta. Perdí la cuenta cuando segundos antes tropecé con un bordillo— Da igual. No quiero volver.
— Como quieras, pero luego le diré a Jin que fuiste tú quien quiso abandonarle —declaré librándome de cualquier responsabilidad. Jimin asintió mientras se masajeaba la sien con cansancio. Tenía mal aspecto, exactamente el de haber estado bebiendo toda la noche— Por cierto —me miró sin mucho interés. Seguro que con la resaca no tenía ninguna gana de hablar, al contrario que yo, quien estaba totalmente emocionado por volver a probar el aire fresco— ¿Dónde te metiste? Me abandonaste a mitad de la fiesta.
— ¿Te abandoné? —hice un puchero y asentí, intentando hacerle sentir culpable. Fue una pérdida de tiempo. Tan solo se encogió de hombros y no le dio mucha importancia— Caería dormido en cualquier esquina.
— Oh. Pensaba que pasaste la noche con Taehyung.
— ¿Qu—qué? —ahora sí me miró, prestándome el triple de atención. Me extrañé por su cambio de comportamiento, pero no le juzgué. Estaba de resaca, y yo al no haberla tenido nunca, no sabía sus efectos. Quizás realmente estaba la locura en ellos— ¿Quién te ha dicho eso? ¿Quién? ¡Responde mocoso!
— Soy mayor que tú, bobo.
— ¡Yoongi!
— Vale, tranquilízate...— pestañeó varias veces y asintió, viéndose más calmado. En realidad no lo estaba, pues estaba mordiéndose con tanta fuerza el labio, que sus nervios salían a flote. Lo mordía y lo soltaba, lo mordía y volvía a soltar. Era casi hipnotizante— ¡Ah, cierto, lo que te iba diciendo! Fue porque te fuiste a bailar con él.
— ¿Y que tiene que ver bailar con pasar la noche juntos, idiota?
— ¿Eh? —ladeé la cabeza confundido. O no estábamos hablando el mismo tema, o a uno de los dos le costaba comprender el idioma. Recé internamente para no ser yo— Pues eso. Pensé que pasasteis toda la noche bailando.
— Ah... —sonrió aliviado y cerró los ojos, apoyando un brazo en mí y dejándose guiar. Yo también estaba cansado, pero no le aparté, pues su aspecto se veía bastante peor que el mío. Quizás porque yo no había ingerido ni una sola gota de alcohol. Me sentía muy orgulloso de mí mismo— No pasé la noche bailando.
— ¿No? ¿Estuvisteis hablando entonces?
— ¡No! ¡Nada con Taehyung! —negó varias veces y se incorporó para colocar sus brazos en forma de cruz. No había mayor negativa que esa, así que decidí creerle. O fingí que lo hacía al menos— Ni siquiera bailé con él. Absolutamente no. Nada.
— ¿Pasaste la noche solo?
— ¡Sí, exacto! Me dormí en una esquina y ya. Así fue.
— En una esquina de los baños.
— ¿Eh?
— Sí, en los baños. De ahí salías esta mañana.
— A—ah, cierto, los baños... Sí. Me pasé toda la fiesta durmiendo en ellos.
— Me estás mintiendo, ¿verdad?
— Sí —reconoció derrotado. Aun así, antes de que yo pudiera volver a hablar, me tapó la boca y miró con expresión cansada— Pero no quiero hablar de ello. Finjamos que tan solo dormí en los baños y no hice absolutamente nada con nadie, por favor.
— Está bien —sonreí y le abracé con fuerza, disfrutando de ser mi primera vez llevando la madurez de ambos, el control y coherencia. Jimin estaba avergonzado de sí mismo, y aunque me doliera verlo de esa forma, en cierto modo me aliviaba saber que no era perfecto— Igual tampoco entiendo mucho de lo que estás hablando, así que prefiero esa opción.
Seguimos andando un buen trecho que si no fuera por el cansancio y calor, se nos habría hecho mucho más ameno, ya que todo era cuesta abajo. Por el barrio de Jimin ya empezaban volver a ser sin cuestas las calles y los árboles nos cubrían con pequeñas sombras que conseguían aliviarnos aunque fuera un poco.
— ¿Te quedas a dormir un rato? —me ofreció nada más llegamos a su casa. Aún quedaba casi una hora para la mía, por lo que la proposición se volvía más jugosa a medida que lo pensaba— Mi madre no vuelve hasta el lunes.
— ¿Pasa el todo el fin de semana fuera?
— Se fue de viaje con su novio a no sé dónde. Tampoco me importa —me explicó mientras abría el portal. Sujetando la puerta, volvió a invitarme a entrar. Ya podía notar el frío que hacía ahí dentro en comparación al calor de la calle— ¿Vienes entonces?
— No lo sé, no creo que a mis padres les haga gracia. Llevo toda la noche fuera —expliqué con pesar. Jimin asintió comprendiendo y me dio unas suaves palmadas en el hombro reconfortándome. Yo sonreí y salí de nuevo a la acera, alejándome del tentador edificio— Luego hablamos, supongo —agité la mano despidiéndome y antes de que pudiera cerrar la puerta añadí— ¡Y recuerda no dormirte de nuevo en el baño!
— Vete a la mierda —no le escuché, pero leí perfectamente sus labios a través del cristal. Reí y él volvió a insultarme, antes de bufar y echar a andar hacia el ascensor. Mientras se alejaba yo seguía riendo.
No me imaginaba que había sido eso tan horrible de lo que se arrepentía de haber hecho, aunque sabiendo por boca de mi padre lo imprudentes y vulnerables que nos volvemos cuando bebemos alcohol, podía esperarme cualquier cosa. Aunque obviamente, fuera lo que fuera no le iba a juzgar. Seguía siendo mi amigo, y me resultaba gracioso que temiera contarme aquello como si yo pudiera rechazarle por ello. Era imposible con lo que lo apreciaba que eso pudiera suceder.
Sonreí pensando en ello y mandé un mensaje a mi hermana avisándole de que en un cuarto de hora aproximadamente llegaría a casa. No esperé a que lo leyera para guardar el móvil y volver a encismarme en mis propios pensamientos, los cuales después de aquella noche, solo se centraban en la conversación que tuve tras los arbustos con Jungkook.
Sacudí la cabeza y negué, forzándome a olvidar todo aquello.
Prefería distraerme pensando en las mil posibilidades diferentes y a cada cual más denigrante, que Jimin podía haber vivido esa noche en la fiesta. Definitivamente todas esas turbias imágenes creándose en mi cerebro eran mejores que rememorar como Jungkook me golpeó con la verdad en la cara.
Infinitamente preferibles.
Jungkook.
Siempre que iba a recoger a Moonbyul a la universidad, me sentía completamente intimidado. Obviamente no lo dejaba ver, pues mostrar inseguridad es lo peor que puede hacer alguien en cualquier situación, pero igualmente no iba a negar que me sentía amenazado en un lugar tan grande.
Mi colegio no era precisamente pequeño, de hecho el tamaño se podía comparar perfectamente, pero la diferencia era el control que tenía en ambos sitios. En uno lo era todo, y en otro no era nadie.
Por ello cada vez que la veía saliendo por la puerta sonriente, rodeada de amigos y compañeros, únicamente fruncía el ceño y me quedaba callado. Exactamente como en ese momento, esperando junto a la moto mientras ella se acercaba alegremente junto con su mejor amiga y un par de chicos.
— Hola cielo —me dio un beso en la mejilla y yo le sonreí brevemente, terminando por agarrar su cintura mientras se despedía con la mano de todos. Bueno, de todos no, porque Solar siguió quieta junto a nosotros— ¿Traes casco de sobra?
— ¿Para la moto? —asintió y fui a echar un vistazo a la guantera, nervioso porque ya sabía que lo único que iba a encontrar en ella sería mi mochila con los escasos libros de clase. Fingí sorpresa y negué, tendiéndole el mío propio— Se me ha debido olvidar en casa de Taehyung. Ponte este.
— ¿Y tú?
— No pasa nada porque un día vaya sin él —me miró con el ceño fruncido y yo rodé los ojos. De nuevo esa manía de cuidarme en exceso— Póntelo y déjate de idioteces.
— Yo tengo uno de sobra, Monnie — miré a la castaña con desprecio. Cómo no, ella siempre salvando la maldita situación. Y de nuevo, mi novia emocionándose exageradamente por ello. Seguro que si yo hubiera traído el maldito casco de repuesto no se habría puesto tan contenta— No hace falta, ya he dicho que no pasa nada porque yo no lleve el mío.
— Claro que pasa, bobo —Moonbyul se cruzó de brazos y negó mientras yo volvía a rodas los ojos por tercera vez en lo que llevábamos de conversación. Me exasperaba.
— No queremos que te suceda nada malo —añadió la castaña con una sonrisa más falsa que su supuesta únicamente amistad con mi novia. Forcé una sonrisa cuando palmeó mi cabeza y aparté disimuladamente su mano. Ella se encogió de hombros y agarró a Moonbyul de la cintura, atrayéndola hacia sí— ¿Vienes? La tengo en mi moto.
— ¡Claro! —Moonbyul se giró a mí y señaló la moto de Yongsun— Ahora vuelvo, no te vayas.
— No, no me voy —respondí con recelo, viendo como la amiga me sonreía y se despedía alejándose con mi novia, que en ese momento parecía más suya que mía. Suspiré y agarré mi móvil para distraerme con él en la espera.
Tenía varios mensajes de NamJoon contándome sus inexistentes avances con el príncipe del colegio. Supuestamente en la fiesta había se habían mirado más de tres veces, y eso para NamJoon significaba que el otro ya tenía su culo dispuesto a él.
En mi opinión lo más cerca que iba a estar de Jin sería coincidiendo para mear en los baños del colegio.
Luego estaba Yugyeom que había conocido a una amiga de su hermana. No era muy guapa, pero al castaño tampoco le importaba, y mucho menos la personalidad. Solo quería perder su virginidad, y la mitad del grupo parecían simios apoyándole cada vez que hablábamos de ello.
De Taehyung era el único que no sabía nada. Desapareció en la fiesta y tampoco hablamos de ello, tan solo me comentó que tenía noticias, pero esperaría el momento para contármelo. Seguramente sería algo relacionado con Jimin, pero nada importante. Estaría emocionado por haber compartido más de tres palabras sin recibir ocho insultos.
Y por último y lo que más había rondado mi cabeza estos días, era Yoongi. Pero claro, prefería no pensar en él, y menos estando Moonbyul delante. No era culpabilidad lo que sentía, pero en cierto modo me recordaba lo mierda de persona que era, y eso no era muy agradable.
— ¡Jungkook! —justamente apareció a corriendo hacia mí, poniéndose torpemente el casco amarillo que supuse que sería de Yongsun. Por desgracia le iba como anillo al dedo— ¿Cogemos unas hamburguesas de camino? —preguntó subiéndose atrás mío en la moto.
— Tengo pizza en casa.
— Es que Sunnie acaba de recomendarme un sitio donde preparan unas hamburguesas riquísimas —no la miré, pero por el tono en el que hablaba seguro que tenía una sonrisa de oreja a oreja. Bufé silenciosamente y me bajé el cristal del casco, poniendo seguidamente en marcha la moto— Por cierto, dentro de dos semanas va a dar una fiesta en su casa y me ha pedido que te invite.
— ¿A mí? —volví a apagar el motor y esta vez sí que me giré, levantándome nuevamente el cristal y mirándola con extrañeza. Ella aún seguía con el suyo bajado, así que se lo levanté yo mismo para poder verla los ojos. En realidad quería afianzarme de que no era una broma, y por su expresión no lo parecía— ¿Se lo has pedido tú?
— No, no, ha sido ella, te lo juro. Quizás quiere llevarse mejor contigo.
— No es eso.
— ¡No seas borde! —me dio un pequeño golpe y yo suspiré, porque estaba completamente seguro de que no era eso. Podría creerme antes que era una psicópata pirómana a que quisiera ser mi amiga— Lo digo en serio, puede que quiera conocerte mejor. Deberías intentarlo también y poner de tu parte.
— ¿La ayudo a acostarse contigo o qué?
— ¡No digas eso! —volvió a pegarme, aunque de nuevo sin fuerza. No porque no la tuviera, sino porque como ya he dicho, se preocupaba demasiado por mi bienestar. Vamos, que la mayor parte del tiempo era un bebé indefenso a sus ojos— Podrías empezar aceptando su invitación.
— Está bien, iré.
— ¿En serio? —asentí con desgana y ella pegó un pequeño grito, abrazándome emocionada. Seguramente tenía en mente que daría una negativa como respuesta, pero a mi forma de verlo, habría sido de idiotas decir que no. Seguramente se habría molestado y esa fiesta sería el momento perfecto para que Yongsun la animase de ciertas formas que no me hacían nada de gracia— Por eso te quiero tanto.
— ¿Por qué voy a fiestas de amigas tuyas que están coladas por ti?
— No, porque eres un amor.
— Ajá, como tú digas. Mejor vamos a coger esas deliciosas hamburguesas que dices —respondí sin mucho ánimo. Lo único bueno de todo esto era que intentaría hacerme sentir mejor y se pondría más mimosa que de costumbre. De hecho, nada más poner en marcha la moto, sentí como se pegaba más a mí y me rodeaba con sus brazos— Por cierto, pagas tú.
— ¿Yo por qué?
— Porque me quieres mucho.
No terminamos pagando ninguno de los dos porque la hamburguesería resultó estar cerrada por reformas, así que tuvimos que conformarnos con la aceptable pizza precocinada. Y realmente no estaba mala, pero se veía infinitamente menos apetecible sabiendo que cada segundo era uno menos para tener que asistir a la fiesta de Yongsun.
Sería una cuenta atrás torturadora.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top