0020.
thomas.
De alguna forma terminé durmiendo en un sofá, y viendo el panorama que había por la mañana, lleno de gente durmiendo en el mismo suelo, incluso sobre mesas y encimeras, me sentí afortunado. También era uno de los primeros que se había despertado, por no decir el primero y único. Tan solo había un par de personas en pie, pero apostaba cualquier cosa a que ellos no habían pegado ojo desde que entraron en el local.
Me estiré, bostezando y echando un vistazo a mi alrededor. Al ponerme en pie, pisé una botella y volví a caer de espaldas sobre el sillón. Todo estaba hecho un desastre, un vertedero peor que mi habitación en semanas de exámenes. Había botellas, colillas, cajas de tabaco y bolsas de plástico por doquier, incluso varias prendas de ropa cubrían el manchado suelo. Y todo eso sin tener en cuenta el horrible olor a alcohol y tabaco que se había quedado impregnado en las paredes.
De cualquier forma, no me impresioné, solo me era desagradable, tampoco una situación enfermiza. Además, a pesar de tener uno de los mejores lugares del local para dormir, mi espalda me pedía a gritos hacer otra parada en mi cama, y con mi cansancio yo no estaba en posición de negarme.
Volví a ponerme en pie, cuidando no pisar o tropezarme con nada esta vez, y partí en busca de Minho para marcharnos de allí. El lugar tampoco era muy grande, y a parte del salón donde vivió la mayor parte de la fiesta, a penas habían cuatro habitaciones más, incluyendo los baños. Recorrí los pasillos, esquivando cuerpos y basura, bostezando y entrecerrando los ojos para acostumbrarme a la luz que comenzaba abrirse paso por las rendijas de las persianas. Y no era luz de mañana precisamente, ya que en mi móvil indicaba unas perfectas "15:27" que a mis padres no les harían nada de gracia.
—¡MINH-
—¡Shhhhhhhh! —alguien me lanzó una zapatilla a la espalda, mandándome callar. Hice varias reverencias como disculpa y seguí buscando a mi amigo, solo que bajando mi voz varios tonos. No tenía ganas de que me volvieran a arrojar lo primero que encontrasen, principalmente porque había cosas muy turbias en el suelo con las que no me apetecía tener ningún tipo de contacto.
—MinMiiiiiiiiiinnn... dónde estás Min... —hice un puchero al asomarme a la tercera habitación y simplemente encontrar a tres chicas durmiendo juntas sobre una alfombra. Lo gracioso es que tenían varios sillones al lado totalmente vacíos—. Minho, quiero irme, aparece de una vez porfa...
—¡Tom! —gritó en un susurro. Me giré inmediatamente hacia la voz, encontrándome a mi amigo con la camiseta a medio poner y saliendo de uno de los baños que aún me quedaban por mirar. Fui a acercarme, sonriendo de alivio al encontrarme, pero antes de que diera un paso ya lo hizo él en mi dirección, rodeándome con un brazo tras terminarse de poner la camiseta y guiándome hacia la salida mientras se abrochaba el cinturón.
—¿Qué te pasa? —pregunté al verle tan agitado. Él me miró sorprendido y luego adoptó una despreocupada actitud, una muy exagerada y nada creíble por la forma en la que me empujaba hacia la puerta.
—¿A mí? —abrió la entrada y me sacó literalmente hacia fuera, saliendo él pegado a mis espaldas. Cerró con cuidado de no hacer ruido y luego empezó a andar rápidamente calle abajo—. ¿Vamos a mi casa?
—Yo voy a la mía, que quiero dormir —de nuevo me lamenté enormemente por no haber traído mi bicicleta. Cierto que después de lo de la última vez era un riesgo muy grande, pero en esos momentos, mientras me imaginaba la hora que me quedaba andando hasta mi casa, podía llegar a compensarme el arriesgarme—. ¿No esperas a tu hermano?
—E-eh, no. Que vuelva él cuando le apetezca.
—Creo que estaba en una de las habitaciones con más gente, tirado en el suelo— hice memoria de la traumante imagen que mis ojos habían presentado. Kim tenía tres coronas de princesa puestas en la cabeza y junto a otros cinco chicos, estaban tirados en el suelo junto a un gran charco de algo que rezaba para que fuera alcohol—. Podríamos volver y desperta-
—¡No! —le miré extrañado por su reacción y él se apresuró a normalizar su comportamiento. Definitivamente, o la resaca te volvía un paranoico, o Minho estaba perdiendo facultades de coherencia—. Qu-quiero decir que no tengo ganas de subir otra vez, ya sabes...
—Hemos avanzado veintisiete pasos. Los he contado.
—¿Los has contado? —sonreí y asentí con orgullo. En realidad no recordaba exactamente si eran veintisiete, pero sabía que el número estaba entre veinte y treinta. Perdí la cuenta cuando segundos antes tropecé con un bordillo—. Da igual. No quiero volver.
—Como quieras, pero luego le diré a Kim que fuiste tú quien quiso abandonarle —declaré librándome de cualquier responsabilidad. Minho asintió mientras se masajeaba la sien con cansancio. Tenía mal aspecto, exactamente el de haber estado bebiendo toda la noche—. Por cierto —me miró sin mucho interés. Seguro que con la resaca no tenía ninguna gana de hablar, al contrario que yo, quien estaba totalmente emocionado por volver a probar el aire fresco—. ¿Dónde te metiste? Me abandonaste a mitad de la fiesta.
—¿Te abandoné? —hice un puchero y asentí, intentando hacerle sentir culpable. Fue una pérdida de tiempo. Tan solo se encogió de hombros y no le dio mucha importancia—. Caería dormido en cualquier esquina.
—Oh. Pensaba que pasaste la noche con Gally.
—¿Qu-qué? —ahora sí me miró, prestándome el triple de atención. Me extrañé por su cambio de comportamiento, pero no le juzgué. Estaba de resaca, y yo al no haberla tenido nunca, no sabía sus efectos. Quizás realmente estaba la locura en ellos—. ¿Quién te ha dicho eso? ¡¿Quién?! ¡Responde mocoso!
—Soy mayor que tú, bobo.
—¡THOMAS!
—Ash, vale, tranquilízate...—Pestañeó varias veces y asintió, viéndose más calmado. En realidad no lo estaba, pues estaba mordiéndose con tanta fuerza el labio, que sus nervios salían a flote. Lo mordía y lo soltaba, lo mordía y volvía a soltar. Era casi hipnotizante—. ¡Ah, cierto, lo que te iba diciendo! Fue porque te fuiste a bailar con él.
—¿Y qué tiene que ver bailar con pasar la noche juntos, idiota?
— ¿Eh? —ladeé la cabeza confundido. O no estábamos hablando el mismo tema, o a uno de los dos le costaba comprender el idioma. Recé internamente para no ser yo—. Pues eso. Pensé que pasaron toda la noche bailando.
—Ah... —sonrió aliviado y cerró los ojos, apoyando un brazo en mí y dejándose guiar. Yo también estaba cansado, pero no le aparté, pues su aspecto se veía bastante peor que el mío. Quizás porque yo no había ingerido ni una sola gota de alcohol. Me sentía muy orgulloso de mí mismo—. No pasé la noche bailando.
—¿No? ¿Estuvieron hablando entonces?
—¡Nonono! ¡Nada con Gally! —negó varias veces y se incorporó para colocar sus brazos en forma de cruz. No había mayor negativa que esa, así que decidí creerle. O fingí que lo hacía al menos—. Ni siquiera bailé con él. Absolutamente no. Nada.
—¿Pasaste la noche solo?
—¡Sí, exacto! Me dormí en una esquina y ya. Así fue.
—En una esquina de los baños.
—¿Eh?
—Sí, en los baños. De ahí salías esta mañana.
—A-ah, cierto, los baños... Sí. Me pasé toda la fiesta durmiendo en ellos.
—...
—...
—Me estás mintiendo, ¿verdad?
—Sí —reconoció derrotado. Aún así, antes de que yo pudiera volver a hablar, me tapó la boca y miró con expresión cansada—. Pero no quiero hablar de ello. Finjamos que tan solo dormí en los baños y no hice absolutamente nada con nadie, por favor.
—Está bien —sonreí y le abracé con fuerza, disfrutando de ser mi primera vez llevando la madurez de ambos, el control y coherencia. estaba avergonzado de sí mismo, y aunque me doliera verlo de esa forma, en cierto modo me aliviaba saber que no era perfecto—. Igual tampoco entiendo mucho de lo que estás hablando, así que prefiero esa opción.
Seguimos andando un buen trecho que si no fuera por el cansancio y calor, se nos habría hecho mucho más ameno, ya que todo era cuesta abajo. Por el barrio de Minho ya empezaban volver a ser sin cuestas las calles y los árboles nos cubrían con pequeñas sombras que conseguían aliviarnos aunque fuera un poco.
—¿Te quedas a dormir un rato? —me ofreció nada más llegamos a su casa. Aún quedaba casi una hora para la mía, por lo que la proposición se volvía más jugosa a medida que lo pensaba—. Mi madre no vuelve hasta el lunes.
—¿Pasa el todo el fin de semana fuera?
—Se fue de viaje con su novio a no se dónde. Tampoco me importa —me explicó mientras abría el portal. Sujetando la puerta, volvió a invitarme a entrar. Ya podía notar el frío que hacía ahí dentro en comparación al calor de la calle—. ¿Vienes entonces?
—No lo sé, no creo que a mis padres les haga gracia. Llevo toda la noche fuera —expliqué con pesar. Minho asintió comprendiendo y me dio una suaves palmadas en el hombro reconfortándome. Yo sonreí y salí de nuevo a la acera, alejándome del tentador edificio—. Luego hablamos, supongo —agité la mano despidiéndome y antes de que pudiera cerrar la puerta añadí—. ¡Y recuerda no dormirte de nuevo en el baño!
—Vete a la mierda —no le escuché, pero leí perfectamente sus labios a través del cristal. Reí y él volvió a insultarme, antes de bufar y echar a andar hacia el ascensor. Mientras se alejaba yo seguía riendo.
No me imaginaba que había sido eso tan horrible de lo que se arrepentía de haber hecho, aunque sabiendo por boca de mi padre lo imprudentes y vulnerables que nos volvemos cuando bebemos alcohol, podía esperarme cualquier cosa. Aunque obviamente, fuera lo que fuera no le iba a juzgar. Seguía siendo mi amigo, y me resultaba gracioso que temiera contarme aquello como si yo pudiera rechazarle por ello. Era imposible con lo que lo apreciaba que eso pudiera suceder.
Sonreí pensando en ello y mandé un mensaje a mi hermana avisándola de que en un cuarto de hora aproximadamente llegaría a casa. No esperé a que lo leyera para guardar el móvil y volver a ensismarme en mis propios pensamientos, los cuales después de aquella noche, solo se centraban en la conversación que tuve tras los arbustos con Newt.
Sacudí la cabeza y negué, forzándome a olvidar todo aquello.
Prefería distraerme pensando en las mil posibilidades diferentes y a cada cual más denigrante, que Minho podía haber vivido esa noche en la fiesta. Definitivamente todas esas turbias imágenes creándose en mi cerebro eran mejores que rememorar como Newt me golpeó con la verdad en la cara. Infinitamente preferibles.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top