🌃 O9 🌃
Tomioka observaba con detalle el paisaje que había dejado la fuerte lluvia la noche anterior, mientras Kanroji y Shinobu descansaban.
Cuando se despertó, para su sorpresa, se topó con ambas acostadas cerca de él en un mismo futón. Aunque le restó importancia a aquello y se fue hacia fuera para poder pensar con claridad.
No podía dejar de pensar en Sabito y ya no sabía qué hacer. Recordaba la conversación con Mitsuri la noche anterior, pero, ¿qué debía hacer? ¿Cómo haría para olvidarlo?
Estaba de acuerdo con todas las palabras dichas por la chica, pero...
No podía controlar sus sentimientos.
En cuanto Urokodaki volvió al lugar, se topó con Makomo recostada sobre la mesa, observando el suelo, pero al verlo levantó el rostro al instante.
— Buenas tardes, Mak-
— La pilar Kanae vino a buscarte por algo. No me dio detalles, pero dijo que te estaría esperando en el río de aquí al lado.— Urokodaki asintió, pero Makomo percibió su nerviosismo.
— Está bien, gracias por avisarme, Makomo.— Dijo, tratando de disimular.
— ¿Sucede algo, Urokodaki-san?— Este negó y fue a retirarse.— ¡Espera! ¿Podría ir contigo?
El hombre se quedó en silencio, pensando seriamente en la respuesta que le daría a la chiquilla. No sabía bien el motivo por el que la pilar Kanae lo había convocado, y podía ser por algo muy malo, ya que por lo general solían mandarles cuervos y no a un pilar directamente.
O tal vez era algo más personal y simplemente había ido por otro motivo. Aún no lo sabía. Y no lo sabría hasta ir allí y hablar con ella.
— Si no qu-
— ¡Claro! Ven conmigo.— Le permitió.— Pero si la conversación toma un rumbo hacia algo importante deberás irte. Eso ya es un tema entre pilares y ex-pilares.— La pequeña asintió y se levantó animada.
Su felicidad era muy grande. ¡Tal vez tendría la oportunidad de hablar con esa pilar!
— Por cierto, ¿Tomioka ya llegó?— La chica asintió mientras se acercaba a él.— ¿Y cómo está Sabito?
— Está mejor. Estuve cuidando de él hasta hace un rato, ahora es Tomioka-san quien está con él. No te preocupes, estará bien.— El mayor simplemente asintió en silencio y salió de la cabaña, siendo seguido por una alegre Makomo.
— Entonces iré a visitar a Urokodaki-san.— Informó Giyuu. Kanroji, Shinobu, Tanjiro, Zenitsu e Inosuke, quienes estaban desayunando junto a él, escuchaban todo lo que decía cada uno.
Era extraño que Inosuke no estuviera montando un jaleo, pero en esos momentos era un muerto viviente, al igual que su compañero Zenitsu. Tanjiro, sin embargo, parecía estar mejor que ellos.
— ¡Eso es genial!— Dijo el de cabellos burdeos con la boca llena.— ¿Podrías saludarlo de mi parte?— Preguntó con ilusión. Sus ojos brillaron.
— Hm, claro.— Dijo mientras se llevaba un trozo de comida a su boca.— Lo haré.
Tras eso, siguieron desayunando y comenzaron a hablar de cosas triviales. Nezuko estaba atrás dormida, parecía ser la única realmente tranquila de todos.
Tomioka trató de no darle muchas vueltas a su mente y simplemente disfrutar del momento que estaba teniendo junto a los chicos. Ya iba siendo momento de que empezara a actuar así siempre.
Sabito se removió y salió del interior de las sábanas. Miró a Giyuu, quien estaba tumbado dándole la espalda.
Frotó sus ojos con cuidado y se puso en pie, ignorando por un instante aquel dolor que se apoderaba de todo su cuerpo.
Se dirigió a la entrada del lugar con mucho cuidado, apoyándose en las paredes para no perder el equilibrio. Ahora que podía descansar, no iba a permitirse más daños.
En la habitación en la que estaba descansando no había ventanas ni nada para ver por fuera, así que debía ir a una zona de la sala principal que no diera con ese cuarto.
Al llegar a la ventana se asomó, viendo todo muy oscuro. Miró al cielo y pudo observar un perfecto cielo nocturno, junto a una luna creciente. Tras eso, se alejó con cuidado de la ventana y volvió al cuarto.
Cerró la puerta de la habitación y fue a encender algunas velas ya que había una casi completa oscuridad que se apoderaba de aquella zona. Por suerte, gracias a los entrenamientos ya era capaz de al menos distinguir los objetos y seres en esa oscuridad.
Con cuidado, encendió una vela y con el fuego de la misma encendió el resto, que eran unas doce, sin incluir esa.
Una vez que terminó, la colocó en su sitio, dejando así trece velas, una, que era la más grande estaba en el centro, las demás estaban a su alrededor, seis a la izquierda y seis a la derecha.
Con cuidado, gateó hacia el lugar donde se encontraba Tomioka descansando. Se puso de rodillas frente a él y trató de despertarlo.
— Giyuu, ya es de noche.— Le informó mientras lo sacudía. El chico se quejó y se removió, para luego darle la espalda. Sabito hizo un puchero antes de seguir.— ¡Giyuu! Vamos, llevas mucho durmiendo. Va siendo hora de que te levantes.— Dijo antes de destaparlo por completo. El chico sintió de golpe todo el frío, así se levantó inconscientemente. Sin dudarlo, se giró para abrazar a Sabito, en busca de algo de calor.
Este rio y correspondió, pasando sus manos por la espalda del contrario.
Ambos estuvieron así un rato, hasta que al fin se le pasó el frío a Tomioka. Tras eso, se separaron y pensaron en qué hacer.
Estaban solos en la cabaña, eso lo sabían porque a esas horas Makomo y Urokodaki solían cenar juntos y conversar un rato, así que dejaban varias velas encendidas, cosa que, tal y como había comprobado Sabito, no era así.
— ¿Y ahora?— Preguntó Giyuu mientras se arropaba con las mantas que había por ahí esparcidas, quedándose sentado sobre el futón de Sabito. Este mismo pensó durante varios instantes para luego hablar.
— Ni idea.— Comentó.— No podemos salir, así que debemos quedarnos aquí. Y no puedo hacer mucho, me duele todo el cuerpo.— Giyuu pareció despertar del todo y se acercó corriendo a Sabito, dejando atrás tiradas las mantas.
Puso ambas manos sobre sus hombros y se puso de rodillas, dejando ambas piernas a cada lado de las de Sabito.
— ¿Por qué no me lo dijiste antes? Debes descansar.— Le reprendió levemente. Sabito rio y puso una mano en su cabeza, echándose un poco hacia atrás. Puso todo su peso en un solo brazo y observó a Tomioka.
— Acabo de descansar, Giyuu. Además, no quiero estar tanto tumbado. Es aburrido.— Comentó.
— Pero...— Tomioka no pudo seguir hablando, ya que Sabito se echó para atrás hasta quedar tumbado en el suelo, lo que le tomó tan desprevenido que le hizo caer.
— No pongas peros. Está bien, Giyuu.— Dijo Sabito sonriendo. Tomioka se acomodó con cuidado sobre él, debido a que no quería separase.
Después de un rato, alzó su cabeza y se acercó con cuidado al rostro del contrario, haciendo chocar sus narices. Sabito, quien tenía los ojos cerrados, los abrió, encontrándose con el rostro del contrario a escasos centímetros del suyo. Eso provocó que se pusiera rojo hasta las orejas, solo que Tomioka no lo notó.
— Está bien. Pero no te muevas mucho, si te duele te duele. No te fuerces, debes estar bien para la selección final.— Sabito rio algo nervioso.
— Claro, claro...— Dijo en voz baja, para luego posar su mano libre en la cabeza de Tomioka. Enredó sus dedos en las hebras azules del contrario y comenzó a juguetear, acariciando suavemente de vez en cuando.— Y, ¿por qué te pusiste así? Estamos muy cerca.— Comentó riendo. El contrario no fue consciente de ello hasta que el contrario lo dijo. Se avergonzó tanto que trató de separarlo, pero la mano en su cabeza lo volvió a unir.
En ese momento, sus labios quedaron casi unidos. Eran unos escasos centímetros aquellos que los mantenían separados.
Ambos podían sentir sus respiraciones mezclarse. Sus rostros estaban muy rojos debido a la vergüenza, especialmente el de Sabito, culpable de que estuvieran tan cerca.
Y, en el momento en el que hubo un roce de labios, se separaron de golpe. Ambos mantuvieron la distancia y con una mano taparon su boca, completamente avergonzados.
Era una oportunidad perdida.
Giyuu guardó algunas de sus pertenencias para llevárselas con él. Pese a estar enfermo, iba a visitar a Urokodaki sí o sí.
Mitsuri se había ofrecido a ir con él ya que durante varios días iba a estar libre, así que él no se negó. Le agradaba y no le parecía que la chica fuera a ser una molestia ni nada por el estilo.
Una vez que estuvo listo fue a la entrada del lugar, donde se encontró a Kanroji hablando con Shinobu.
— ¡Tomioka-san!— Dijo Shinobu sonriendo mientras se acercaba a él.— Ten cuidado en el camino, aún estás enfermo y hace bastante frío.— Le advirtió. El chico solo asintió. Tras eso, la de cabello bicolor se retiró de allí, en busca de los otros tres chicos.
— ¿Listo?— Preguntó la de cabello rosa y verde una vez que Giyuu se acercó. Este asintió, así que Mitsuri abrió la puerta, haciendo que una fuerte ráfaga de viento cruzara.
Ambos, por suerte iban bien abrigados.
Kanroji llevaba un traje de cazadora de demonio como el que llevaban el resto, junto a un haori bastante largo en un claro tono vino. Tenía flores esparcidas por este, de un color más claro que el resto del haori.
Su pelo, el cual era increíblemente largo iba suelto, lo que hacía que se meciera con el viento. Llevaba, además, el calzado típico de Shinobu. Tomioka supuso que esta le había otorgado uno de los que tenía por ahí guardado y que Mitsuri llevaba sus preciadas medias guardadas.
Por otro lado, él llevaba su típico traje de cazador de demonio, solo que era uno un poco más grueso, típico que solían usar cuando nevaba. Y, aunque él no lo hacía, al estar enfermo le habían obligado a usarlo.
Llevaba, además, su haori, que jamás podía faltar. El resto era completamente normal, básicamente, aparentemente no había nada distinto.
Ambos salieron juntos. Les quedaba un largo viaje, así que empezaron a hablar para entretenerse.
Probablemente llegarían allí sobre las cuatro y algo, así que les quedaba lo suyo.
Los dos estuvieron hablando durante un rato, tratando de olvidar el vergonzoso momento que habían tenido anteriormente.
Estuvieron así como dos horas. Giyuu le comentaba a Sabito sobre algunos de sus avances y ambos se divertían juntos, recordando además los antiguos tiempos, como cuando se conocieron.
— ¿Recuerdas? ¡Tú me atacaste!— Comentó Giyuu riendo. Sabito desvió la mirada avergonzado.
— No era buena idea acercarse a mí en medio de la noche mientras entrenaba. Además, aún no me acostumbraba a tu voz. Habían pasado pocos días...— Confesó avergonzado. Tomioka rio suavemente y volvió a sentarse.
Este se sentía extrañamente bien. Giyuu aún recordaba cuando hacía apenas unas semanas, no era capaz de hablarle sin ponerse rojo, o sentía que faltaba confianza.
Aún habían muchas cosas que le avergonzaban, pero ahora se sentía mucho mejor junto a él. Sentía que recuperaba su confianza, aunque a veces era inevitable sonrojarse y ponerse muy nervioso.
Y aún sentía su corazón latir más fuerte junto a él. Tampoco podía dejar de pensar en él, ni dejaba de sentir la necesidad de estar junto a él, abrazarlo y darle todo el amor posible, pero bueno. Aunque no lo comprendiera, se sentía bien.
Un pulcro silencio se apoderó del lugar nuevamente. Solo las llamas emitían un suave sonido y la madera crujía cuando alguno hacía un movimiento.
— Es raro que Urokodaki y Makomo aún no hayan llegado...— Comentó Sabito de repente.— ¿Crees que deberíamos ir?
Giyuu apretó sus labios antes de negar.
— No creo... Estarán bien, tranquilo.— Comentó tranquilamente. Sabito lo miró sonriendo.
— ¿En qué momento intercambiamos papeles?— Giyuu se encogió de hombros.
— Ni idea...— Soltó. Ambos se quedaron en silencio, para luego echarse a reír.
Siempre había una hermosa aura entre ambos. Aquello era genial, ya que no solía haber mal rollo. Aunque eso no quitaba que a veces hubiera.
— Oye, al final... ¿Lo de la selección final era cierto...?— Comentó Giyuu con algo de miedo. Aquello provocó que una tensión se instalara en el lugar. Vale, tal vez no debió preguntar.
Sabito se acercó a él y colocó una mano en su rostro. Giyuu lo observó en silencio.
— Sí. Lo era. Te pido por favor que vayas por tu camino.— Giyuu nuevamente sintió sus ojos escocer. Sabía que iba a llorar, y Sabito lo notó.
Con algo de vergüenza, le dio un beso en la comisura de sus labios. Un tono carmín se apoderó de sus rostros.
— E-Eh... ¿A-a qué vi-vino eso?— Preguntó Tomioka muy nervioso. Sabito no supo qué responder, estaba tan avergonzado que ahora no era capaz de mirarlo de nuevo. Su cabeza estaba gacha y Giyuu simplemente observaba hacia otro lado.
— N-No lo sé... Fue un im-impulso.— Comentó avergonzado. Le costaba bastante asumir que había hecho eso de verdad.
Las llamas de las velas estaban perdiendo su intensidad. Sin embargo, la del centro seguía firme y desprendía un intenso brillo. Las chispas desprendían levemente y se apagaban antes de poder hacer contacto con la superficie plana que se hallaba bajo ellas. Algunas alcanzaban a tocarla, pero se apagaban después de varios segundos.
Ambos se mantuvieron en silencio, observando distintos lugares. Y, de nuevo, con algo de vergüenza, Sabito tomó la iniciativa y agarró ambas manos del contrario, entrelazando sus dedos.
Aquello tomó tan desprevenido al contrario que se giró de golpe para observar al contrario, que lo observaba desde abajo con una suave sonrisa en su rostro y un rubor que no era muy visible debido a la insuficiencia de luz por aquella zona.
Giyuu se sonrojó, pero se atrevió a corresponder al contrario, apretando con suavidad sus manos.
— ¿Me permitirías hacerlo de nuevo?— Preguntó Sabito algo avergonzado. Tomioka tragó en seco, para luego asentir con lentitud.
Sabito sonrió y acercó su rostro lentamente. Soltó una de las manos del contrario y la colocó sobre su cuello.
Aquello fue simplemente un inocente choque de labios, ya que aún eran bastante pequeños para llegar a profundizar algo como eso.
Además, ni siquiera eran pareja. El estar enamorados, de cierto modo, justificaba un poco aquello, pero aún era extraño.
Sobre todo para Giyuu, porque incluso así, él...
Ni con todo eso, el resto de momentos que tuvieron juntos, sus formas de actuar y su palpable nerviosismo cuando pensaba en él o cuando estaba a su lado, fue capaz de ser consciente de lo que sentía en realidad...
De hecho, ahora que había crecido deseaba haber sido menos ciego y darse cuenta de todo. Porque se dañó por culpa de algo como eso y por no darse cuenta de sus sentimientos, por no haberse negado a separarse de él y haber caído tan pronto.
Tal vez, habrían bastantes cosas distintas. Podría haber hecho algo. Aunque era tarde para pensar en todo aquello.
Realmente, fue un estúpido.
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